1 años antes...
Su corazón latía frenético mientras corría, tropezando con las ramas caídas y las raíces sobre salientes de los árboles de aquel oscuro lugar donde se había sumergido... No le importaba el dolor de sus heridas, no le importaba quedarse sin aliento, ni siquiera le importaba caerse mil veces... solo le importaba huir, porque sabía que si caía en manos de esos hombres sería su fin, si la atrapaban se debería enfrentar a un cruel destino con el cual no deseaba lidiar. ¿Por qué?, ¿por qué ella tenía que vivir aquel terror?... estaba siendo consumida por el miedo y la incertidumbre de no saber qué pasaría, a la distancia podía escuchar los pasos de sus captores, podía escuchar el eco de los ladridos de los perros de caza que usaban para buscarla... el terror hacía temblar sus piernas. ¿O quizás sería el cansancio por estar corriendo por su vida?. Dejo escapar un grito ahogado cuando chocó con algo, o mejor dicho; con alguien... era un hombre espantosamente alto, de pecho fornido, sus ojos azules de clavaron en ella como dagas que atravesaban su alma. La observó a detalle, frunciendo el ceño y ella retrocedió un par de pasos; aterrada. — Tu nombre — ordeno, ella intento hablar pero su labio inferior temblaba; sintiéndose incapaz de pronunciar palabra, ese hombre frente a ella tenía un aura abrumadora — Tu nombre, niña — ordeno una vez más. — Ariadne — respondió finalmente encontrando su voz. Él repitió su nombre como si intentará saborearlo en su boca. Lo que la hizo temblar. El hombre detallo su vestido rasgado, hecho tirones, los cortes en tu piel, la sangre mezclándose con el lodo pero más allá de ese aspecto horrible podía vislumbrar una belleza sutil, casi angelical. — Señor Alessandro — un grupo de cinco hombres apareció, respirando con dificultad gracias a la persecución que acababan de culminar. — Disculpe si está basura lo ha molestado, es una nueva mercancía aún no está adiestrada— justifico el jefe de aquel grupo, intentando sujetar a la mujer del brazo pero está se escondió detrás del desconocido que ahora sabía que se llamaba Alessandro. — Ellos intentaron abusar de mi... me rasgaron la ropa y me están persiguiendo para matarme por miedo a que abra la boca — los acuso la mujer, señalando a los hombres con manos temblorosas. — ¿Es eso cierto? — Indago el imponente hombre. Mirándolos con severidad. — No señor... ella, solo es una puta que se nos escapó — trataron de justificar. — Y ustedes, cinco de los mejores hombres no mi padre no han podido atrapar a una simple puta que se les escapó. ¿Por qué? — observó que alguno de los hombres de su padre tenían arañazos en la cara, uno que otro gozaba de una nariz rota. — Señor nosotros... — el hombre no pudo continuar, recibiendo un balazo en la frente, el cual sobre salto a los presentes, haciendo eco en el silencio perturbador del lugar. — Limpien la basura. Y quién se atreva nuevamente a tratar de tocar la mercancía de mi padre correrá el mismo destino — aseguro el hombre, pasando sobre el cadáver como si de una simple hoja se tratase — sígueme y si tratas de huir ya sabes lo que pasara... Ariadne lo siguió, con la cabeza baja mientras finas lágrimas recorrían sus mejillas; se había librado de aquellos cinco canallas para ser capturada por un monstruo aún peor. — Me informaron que uno de mis caporegime a muerto bajo tu mano. ¿Por qué uno de mis líderes se ganó un balazo de tu parte? — preguntó Enzo Cassiano apenas vio ingresar a su hijo a la sala. — Porque su grupo intento ultrajar a una de tus nuevas chicas. La traición se paga con sangre — aseguro mientras se quitaba los guantes de cuero negro que cubrían sus mano, se sirvió un whisky y se sentó junto a su padre, a observar el desfile de mujeres que habían llegado, nueva mercancía para vender a amos o a burdeles. — ¿Te gusta algo de lo que ves? — Indago Enzo, era una pregunta constante que le hacía a su hijo, siendo el más importante heredero de la mafia tenía el derecho a elegir lo mejor. Aunque esté siempre se negara a tocar la mercancía de su padre. — La quiero a ella — señaló a la andrajosa mujer que había rescatado de los hombres de su padre — si fue capaz de tentar a tus hombres hasta el punto de cometer traición, rompiendo una de las reglas fundamental. Quiero saber que se esconde debajo de esas capaz de mugre y sangre — esbozo una sonrisa ladina, observando con ojos de fiera a aquella mujer de ojos azules. — ¿Cómo te llamas, niña? — preguntó, mientras uno de sus hombres empujaba a la muchacha hacia los líderes. — Ariadne Moretti — respondió, inclinando la cabeza, vaya que si aprendía rápido, pensó Alessandro observando con gracia el monumental cambio de la mujer. — ¿Qué edad tienes?. ¿Eres virgen? — Indago Enzo con su tono serio y escalofriante. — 19 años señor. Y si soy virgen. Señor — respondió con un tono de voz suave, el cual causo gran satisfacción en Enzo, era educada, reservada y obediente; no había mucho que entrenar allí. Parecía ser la presa perfecta. — Que la aseen y lleven a mi habitación — ordeno Alessandro sonriendo complacido. Enzo chasqueo los dedos y de inmediato un hombre sujeto del brazo a la muchacha. — No toque la mercancía de tu señor — expreso la chica, liberándose del agarre del hombre con un movimiento brusco. Los ojos de Alessandro brillaron con deseo, era evidente que detrás de esa actitud obediente se escondía una rebelde que debía ser moldeada. — ¿Estás seguro de tu elección? — preguntó Enzo, pensando que su hijo se aburriría rápido de aquella mujercita. — Por supuesto. Si cambio de opinión simplemente la puedes enviar a uno de tus burdeles — respondió el más joven de la familia Cassiano, una de las familias más poderosas de toda Italia. — Bien... — Alessandro se marchó y de inmediato el hombre que era la mano derecha de Enzo se acercó a su jefe. — Señor. Es chica es la nieta de Gianfranco Salvatore. ¿qué hará? — para nadie era un secreto que Enzo tenía grandes planes para esa chica. — Dejemos que mi hijo se divierta un rato con ella... cuando la deseche comenzará mi venganza — sonrió de manera desquiciada, pensando en toda la miseria por la que haría pasar a la nieta de su más grande enemigo.1 años antes...Alessandro se encontraba en su habitación, esperando que su nuevo entretenimiento fuera entregado, cuando escuchó un par de golpes en la puerta.— Adelante — autorizo, de inmediato la puerta, de dos alas; se abrió, alguien desde el exterior había empujado a una mujer adentro, vestida con un suave vestido blanco al estilo griego que llegaba hasta el suelo, con un pronunciado escote en V — vaya... que cambio — admitió observándola, su cabello castaño perfectamente arreglado en suaves rizos que caían sobre sus hombros y en su espalda, la piel pálida y cremosa que incitaba a ser tocada, libre de todo ese lodo y sangre la mujer era hermosa; a pesar de estar cubierta de algunos arañazos y moretones.Alessandro se acercó a ella, pasando su dedo índice por el brazo femenino; dónde había la clara marca de unos dedos que la habían sujetado con demasiada fuerza. Frunció el ceño, odiaba que tocarán lo que era suyo.— ¿De dónde eres? — demando saber.— Sicilia — respondió como si n
Ver cómo el agua corría mezclada con la sangre de Ariadne solo hacía que su rabia aumentará cada vez más. ¿Cómo su padre se había atrevido a traicionarlo de esa manera?, le acababa de arrebatar lo que más amaba en la vida, no le importaba poner La 'Ndrangheta de cabeza solo por estar junto a ella y ahora Enzo se la había arrebatado de la manera más cruel posible.Cerró el agua de la ducha, sintiendo como una nueva convicción surgía dentro de él, Enzo Cassiano quería guerra, eso iba a obtener; con sus actos acababa de despertar un monstruo sediento de venganza que no descansaría hasta verlo pudriéndose en las llamas del infierno, no sin antes arrebatarle todo lo que amaba, todo por lo que había trabajado durante años.Él se encargaría de quitarle todo, de dejarlo en la absoluta miseria hasta que se arrastrara hacia sus pies para pedir clemencia. Olvidaría que Enzo era su padre así como ese hombre había olvidado que él era su hijo haciéndolo pasar por tal dolor desgarrador.No tardó muc
Los gritos resonaban por todo el lugar, una bodega abandonada, mugrosa y solitaria era el escenario perfecto para una tortura; para hacer pagar a sus enemigos con sangre todo el daño que le habían hecho. Habían pasado exactamente dos años desde aquel fatídico día donde Ariadne había perdido la vida frente a sus ojos, dónde Enzo y sus cómplices la habían torturado, haciéndola sufrir la peor de las miserias hasta que no quedó nada de ella. La habían quebrado emocionalmente antes de que su cuerpo colapsara alcanzando la liberación de la muerte. Dos años desde que había acordado una sociedad con Gianfranco Salvatore, dos años de que las agujas del reloj habían comenzado a moverse marcando el comience del fin, de una sentencia de muerte y dolor. — ¡Por favor, no me mates! — rogaba aquel hombre atado a una silla, su ropa sucia, la sangre pegada a su piel, un ojo hinchado a causa de los golpes eran todo el panorama que representaba. — ¿Que no te mate? — Alessandro jalo el cabello de aque
— Ariadne — una vez más pronuncio su nombre, aunque ni siquiera estaba seguro de que en realidad fuera ella, observó como la mujer apretaba sus manos en puños; ni siquiera sabía si realmente se trataba de Ariadne y ya su corazón estaba latiendo frenético.— No me toques — pidió la mujer, esa voz... a pesar de haber hablado en un tono de voz apenas audible pudo reconocer esa voz de inmediato.— ¿Por qué?, ¿por qué no volviste a mi durante estos dos años? — finalmente expreso sus dudas en voz alta — ¡Llevo dos años pensando que estabas muerta!.— De alguna forma lo he estado — respondió finalmente girándose, quedando frente a frente, ella se quitó el antifaz y la peluca, dejando caer su cabello castaño claro que ahora había cortado por los hombros, Alessandro noto que el brillo en su mirada había desaparecido; siendo reemplazado por la tristeza.— Ariadne... ven conmigo ¿sí?, vamos a mi casa y hablemos calmadamente — extendió su mano hacia ella, con la esperanza de que ella la tomara y
No supo cuánto tiempo estuvo así, sosteniendo a Ariadne entre sus brazos mientras está lloraba hasta que finalmente logró calmarse, era tan raro verla así, tan frágil, tan vulnerable... en su mente aún permanecía la imagen de la Ariadne de la que se enamoró, aquella mujer que muy poco había visto llorar, aquella mujer a la que no le temblaba el pulso para sostener un arma y acabar con la vida de sus enemigos.Está nueva Ariadne era la que había quedado después de la traición de Enzo, seguramente era el resultado de dos años llenos de sufrimiento e impotencia, era la imagen de una madre con el corazón roto por la ausencia de su hijo pero Alessandro sabía que debajo de todas esas capaz de fragilidad aguardaba una mujer llena de determinación que sería capaz de hacer hasta lo imposible por tener a su hijo entre sus brazos una vez más.La ayudo a ponerse de pie y ambos se dirigieron a la mansión sin mencionar palabra alguna, al ingresar se encontraron con un grupo de hombre esperando inst
El regreso a casa de Alessandro fue increíblemente tenso, en la camioneta principal los ojos no dejaban de estar fijos sobre Ariadne, quien parecía no percatarse de la situación mientras observaba tranquilamente por la ventana del auto.Ninguno de los presentes, a excepción de Alessandro; la conocía por lo que tenían sus reservas hacia la chica; no era usual ver a una mujer capaz de asesinar a sangre fría como ella acababa de hacerlo y mucho menos usando un arma blanca en lugar de un arma de fuego. Sin duda había que tener cuidado con esa mujer sino querían terminar perdiendo la vida en sus manos.Al llegar a la mansión Ariadne fue la primera en bajar del auto y perderse en los pasillos, Giovanni detuvo a Alessandro sujetándole del brazo.— ¿Confías en ella? — Indago, como hombre de confianza de Alessandro; su deber era mantenerlo a salvó, advertirlo de ciertos peligros o situaciones y esa mujer Ariadne Moretti gritaba peligro con cada una de las células de su cuerpo. Giovanni tenía l
Él va y ven de dos cuerpos que se entregan en un encuentro desenfrenado, el deseo a flor de piel haciendo estragos como si el tiempo no hubiera pasado, los jadeos y gemidos invadiendo la habitación ante la pasional entrega.— Nunca seré dulce contigo — le susurro al oído, ella sonrió con picardía, Alessandro la apego contrato la pared, haciendo que sintiera la frialdad chocar contra su pecho desnudo.— ¿En qué momento te he pedido que seas dulce conmigo? — cuestiono con picardía. En respuesta Alessandro beso la piel de su cuello, hasta llegar al lóbulo de su oreja, provocando que Ariadne dejara escapar un sonoro gemido.— Todos te van a escuchar — susurro, pasando su lengua por la sensible piel de la oreja ajena.— Que escuchen y se mueran de la envidia — respondió con descaro, una de las manos de Alessandro comenzó a jugar con el sonrosado pezón femenino mientras que la otra se perdía entre los muslos de tersa piel. Ariadne gimió cuando sintió los dedos de Alessandro jugar con su int
La oscuridad se había apoderado del horizonte, la luna llena se encontraba en su máximo punto... en un apartamento de la gran ciudad la penumbra era quien dominaba.Una figura masculina abrió la puerta, adentrándose en su hogar mientras encendía un puro, ni siquiera se molestó en encender alguna luz; conocía ese lugar como la palma de su mano o al menos eso le gustaba creer.— Hola Stefan — una voz femenina perturbo el silencio del lugar, haciendo que el hombre diera un brinco en su lugar; girándose a buscar el origen de aquella voz mientras su corazón latía apresurado, preso del miedo. Rápidamente apunto con su arma hacia las sombras — por Dios baja esa arma — continuo la voz femenina, seguidamente se escuchó el sonido de un latigazo rompiendo en el aire, Stefan sintió como la piel de su mano ardía a causa del golpe que recibió con la pieza de cuero.— ¿Quien anda ahí? — preguntó, retrocediendo un par de pasos.— ¿Ya no reconoces mi voz?, y pensar que en algún momento de tu vida me j