La oscuridad se había apoderado del horizonte, la luna llena se encontraba en su máximo punto... en un apartamento de la gran ciudad la penumbra era quien dominaba.
Una figura masculina abrió la puerta, adentrándose en su hogar mientras encendía un puro, ni siquiera se molestó en encender alguna luz; conocía ese lugar como la palma de su mano o al menos eso le gustaba creer. — Hola Stefan — una voz femenina perturbo el silencio del lugar, haciendo que el hombre diera un brinco en su lugar; girándose a buscar el origen de aquella voz mientras su corazón latía apresurado, preso del miedo. Rápidamente apunto con su arma hacia las sombras — por Dios baja esa arma — continuo la voz femenina, seguidamente se escuchó el sonido de un latigazo rompiendo en el aire, Stefan sintió como la piel de su mano ardía a causa del golpe que recibió con la pieza de cuero. — ¿Quien anda ahí? — preguntó, retrocediendo un par de pasos. — ¿Ya no reconoces mi voz?, y pensar que en algún momento de tu vida me juraste amor —una leve luz, de una lámpara de la sala, fue encendida por la intrusa. —:¿Ariadne?... ¡No, imposible!... tú estás muerta, tú estás muerta— repetía una y otra vez el hombre mientras retrocedía hasta chocar contra una silla, en la cual termino sentado cuando la mujer se acercó más a él. — ¿Crees que alguien muerto se vería tan bien como yo?— Indago, apoyando su mano en el respaldo de la silla, acorralando al aterrado hombre. — Cassiano dijo que habías muerto... sus hombre te mataron... tú estás muerta, tú estás muerta — repetía una y otra vez el hombre, Ariadne puso los ojos en blanco ante está acción. — Siempre fuiste un simple payaso jugando a ser parte de la mafia — opino la mujer mientras jalaba el cabello del hombre para obligar a que la mirara — estoy viva y vine a cobrar lo que me debes... tú me traicionaste, tú me entregaste a la gente de Enzo Cassiano... eres un simple traidor... — Ariadne por favor te daré todo lo que quieras. ¿Deseas dinero?, tómalo todo... ¿quieres tener el liderazgo de la pandilla en Polonia?, es todo tuyo... pero por favor no me mates, Ariadne — Stefan comenzó a llorar, su corazón latía apresurado y su respiración se estaba volviendo irregular. — Que patético — Ariadne no podía creer que se había fijado en alguien tan patético como Stefan, un hombre cobarde, traicionero — ¿de verdad piensas que quiero dinero? jajá por favor... ¿tu querido socio no te lo ha dicho? — se inclinó para susurrarle al oído — Ahora soy la mujer de Alessandro Cassiano... ¿qué más poder podría desear?. Los ojos de Stefan se abrieron ante la sorpresa. ¿Por qué Enzo, siendo su socio; no le había dicho que Ariadne había conquistado a su hijo? ¿Por qué le había engañado asegurando que la mujer estaba muerta?. — Veras Stefan, hoy estás de suerte porque no tengo planeado matarte — tomo el puro que el hombre había dejado olvidado, lo encendió y le dio una calada — me sirves más vivo... — dio otra calada y dejo escapar el humo de entre sus labios — este es el asunto... vas a sacar tu teléfono celular y te vas a dar cuenta que tienes más de quince llamadas perdidas de uno de tus hombres... La chica hizo un movimiento con su mano, indicándole que hiciera lo ordenado, Stefan se apresuró a sacar su móvil del bolsillo de su pantalón; frunció el ceño al notar que la mujer tenía razón. — Que carajos — no lograba entender como ella sabía del número de llamadas que se reflejaba en la pantalla de su teléfono. — Hay Stefan... te falta tanto por aprender... la mercancía es como el ganado, debe ser vigilado, arriado hasta que llegue a su destino — se inclinó ligeramente hacía el hombre, de tal forma que Stefan podía sentir el aliento cálido de la mujer chocar contra su mejillas — esto es lo que harás... vas a llamar a tu caporal en este instante, él te va a notificar que el cargamento de armas que estabas transportando de Rusia, ha sido incautado... llamaras a tu contacto en la guardia costera ¿y adiva qué?, te dirá que ese cargamento nunca llegó a sus bodegas... anda... hazlo... Ariadne le dio unos cuantos minutos para que el hombre hiciera las llamadas necesarias, corroborando lo que ella ya había afirmado. — ¿Cómo carajos lo sabías? — Indago curioso. ¿Cómo es que esa mujer conocía tan bien sus movimientos?. — Uno tiene sus maneras querido Stefan... esto es lo que harás... llama a Enzo y dile que si desea tener su cargamento ruso de vuelta me entregué a mi hijo — ordeno, inmediatamente Stefan se apresuró a llamar a Enzo. — Tenemos un problema. El cargamento de armas ruso ha perdido su ruta — informo, posteriormente guardo silencio unos segundos, escuchando el regaño de Enzo — alguien quiere negociar con usted. Stefan le pasó el teléfono a Ariadne, quien con una sonrisa plasmada en su rostro lo tomo — Hola suegrito. ¿Me has extrañado?. "Debí suponer que se trataba de ti" hablo Enzo del otro lado de la línea, claramente mal humorado "¿Qué quieres?". — Tu sabes muy qué quiero, Enzo — fue la respuesta arisca por parte de Ariadne. "Quédate con las armas, no me interesan... para mí es más importante tener a mi lado a mi querido y adorado nieto. ¿Sabías que es un niño muy inteligente?, ¿sabes lo que puedo hacer con él?, podría convertirlo en un digno heredero.... — En algo estamos de acuerdo finalmente Enzo, Leandro será un digno heredero, será el hombre que desate el infierno sobre la tierra ¡Dominara la mafia más poderosa de Italia!, unirá fronteras pero no gracias a ti; porque tú eres un simple payaso, una simple rata que se esconde en las alcantarillas por miedo a ser devorado — el desprecio estaba claramente marcado en la voz de Ariadne — Leandro estará en las grandes ligas pero no gracias a ti... lo estará porque es hijo de Alessandro, porque su padre será uno de los más grandes contes de La 'Ndrangheta, te juro que disfrutaré ver cómo te revuelcas en tu misericordia Enzo. "Jajaja ¿y cómo te vas a asegurar de que eso ocurra?, porque según como yo lo veo, tienes las de perder Ariadne". — ¿De verdad?, me preguntó cómo reaccionarán los rusos al ver a uno de sus hombres muerto, ¿cómo reaccionarán cuando el pago por su mercancía no llegue?... Ohh me imagino la inmensa irá que sufrirá Olev cuando vea que no tiene el dinero ni la mercancía... — una sonrisa burlona se dibujó en sus labios, ¡cuánto daría por ver la expresión de Enzo en ese instante. "¡Eres una m*****a perra!" le gritó preso de rabia. — Corrección... una m*****a perra astuta. "Estás jugando con fuego Ariadne y tu hijo sufrirá las consecuencias" Advirtió el hombre, furioso. — ¿Estás seguro de ponerle aunque sea un dedo encima en mi hijo?... ¿Al heredero de Gianfranco Salvatore?, ¿al hijo de Alessandro Cassiano?... sinceramente no quisiera estar en tu lugar... con tantos enemigos dándome caza... sin mencionar que nuestro querido ruso se unirá a la cacería... Del otro lado de la línea telefónica el silencio se apoderó por largos minutos hasta que finalmente Enzo hablo. "Me encargaré de enviar las coordenadas a Alessandro" fue la respuesta del hombre antes de colgar la llamada, Ariadne regreso el teléfono Stefan. — ¿Que harás conmigo? — Indago el hombre, observando como Ariadne tomaba asiento frente a él, debía admitir que estaba asustado; esa mujer podría matarlo si quisiera y él no podría hacer nada al respecto. — Esperar... — ¿Que vas a esperar... Antes de que Stefan pudiera terminar su frase, la puerta fue derribada dando paso a un grupo armados de hombres, entre ellos Alessandro quien clavó su mirada furiosa en la mujer. — Por favor.... no me mete, se lo ruego — Stefan se arrodilló a los pies de Alessandro — yo no sabía que Enzo se llevaría a su hijo, se lo suplico, le diré todo lo que sepa pero no me mate — el hombre estaba seguro que Alessandro Cassiano estaba allí para torturarlo y asesinarlo. Alessandro arqueo una ceja mirando hacía Ariadne en busca de una respuesta del porque la actitud del hombre, ella solo se encogió de hombros. — Llévenselo — ordeno Alessandro, rápidamente sus hombres sacaron a rastras a Stefan del lugar — y tu... nunca vuelvas a jugar con mi paciencia... Grito mientras sujetaba a Ariadne del brazo con brusquedad, comenzando a caminar para salir del edificio... ¿Ariadne quería jugar con fuego?, ahora aprendería que había desatado el mismísimo infierno porque con Alessandro Cassiano no se juega...La cabeza le dolía, sentía que en cualquier momento su cerebro iba a explotar, seguramente a causa de alguna droga que debió haberle dado su padre... su padre. ¡Ese desgraciado! ¿Cómo se había atrevido a traicionarlo de esa manera?.Abrió los ojos con dificultad; sus párpados pesaban y la luz parecía estarlo cegando.— Al fin has despertado, mío figlio — la voz de su padre lo hizo reaccionar, sus ojos se posaron en la figura femenina atada en una silla frente a él.— ¡Suéltala!. ¡No te atrevas a ponerle un solo dedo encima! — grito, forcejeando con las ataduras que lo mantenían firmemente pegado a la silla.— Te lo advertí, Alessandro. Con la mercancía no se juega... te dije una y otra vez que no permitiría a una siciliana en mi familia — sujeto el rostro de la mujer, quien estaba amordazada, mirándolo con claro horror en sus ojos — te di un año para deshacerte de ella y estás son las consecuencia de no obedecer.Ella quería gritar... sus gritos amortiguados por aquella mordaza se cla
1 años antes...Su corazón latía frenético mientras corría, tropezando con las ramas caídas y las raíces sobre salientes de los árboles de aquel oscuro lugar donde se había sumergido...No le importaba el dolor de sus heridas, no le importaba quedarse sin aliento, ni siquiera le importaba caerse mil veces... solo le importaba huir, porque sabía que si caía en manos de esos hombres sería su fin, si la atrapaban se debería enfrentar a un cruel destino con el cual no deseaba lidiar.¿Por qué?, ¿por qué ella tenía que vivir aquel terror?... estaba siendo consumida por el miedo y la incertidumbre de no saber qué pasaría, a la distancia podía escuchar los pasos de sus captores, podía escuchar el eco de los ladridos de los perros de caza que usaban para buscarla... el terror hacía temblar sus piernas. ¿O quizás sería el cansancio por estar corriendo por su vida?.Dejo escapar un grito ahogado cuando chocó con algo, o mejor dicho; con alguien... era un hombre espantosamente alto, de pecho for
1 años antes...Alessandro se encontraba en su habitación, esperando que su nuevo entretenimiento fuera entregado, cuando escuchó un par de golpes en la puerta.— Adelante — autorizo, de inmediato la puerta, de dos alas; se abrió, alguien desde el exterior había empujado a una mujer adentro, vestida con un suave vestido blanco al estilo griego que llegaba hasta el suelo, con un pronunciado escote en V — vaya... que cambio — admitió observándola, su cabello castaño perfectamente arreglado en suaves rizos que caían sobre sus hombros y en su espalda, la piel pálida y cremosa que incitaba a ser tocada, libre de todo ese lodo y sangre la mujer era hermosa; a pesar de estar cubierta de algunos arañazos y moretones.Alessandro se acercó a ella, pasando su dedo índice por el brazo femenino; dónde había la clara marca de unos dedos que la habían sujetado con demasiada fuerza. Frunció el ceño, odiaba que tocarán lo que era suyo.— ¿De dónde eres? — demando saber.— Sicilia — respondió como si n
Ver cómo el agua corría mezclada con la sangre de Ariadne solo hacía que su rabia aumentará cada vez más. ¿Cómo su padre se había atrevido a traicionarlo de esa manera?, le acababa de arrebatar lo que más amaba en la vida, no le importaba poner La 'Ndrangheta de cabeza solo por estar junto a ella y ahora Enzo se la había arrebatado de la manera más cruel posible.Cerró el agua de la ducha, sintiendo como una nueva convicción surgía dentro de él, Enzo Cassiano quería guerra, eso iba a obtener; con sus actos acababa de despertar un monstruo sediento de venganza que no descansaría hasta verlo pudriéndose en las llamas del infierno, no sin antes arrebatarle todo lo que amaba, todo por lo que había trabajado durante años.Él se encargaría de quitarle todo, de dejarlo en la absoluta miseria hasta que se arrastrara hacia sus pies para pedir clemencia. Olvidaría que Enzo era su padre así como ese hombre había olvidado que él era su hijo haciéndolo pasar por tal dolor desgarrador.No tardó muc
Los gritos resonaban por todo el lugar, una bodega abandonada, mugrosa y solitaria era el escenario perfecto para una tortura; para hacer pagar a sus enemigos con sangre todo el daño que le habían hecho. Habían pasado exactamente dos años desde aquel fatídico día donde Ariadne había perdido la vida frente a sus ojos, dónde Enzo y sus cómplices la habían torturado, haciéndola sufrir la peor de las miserias hasta que no quedó nada de ella. La habían quebrado emocionalmente antes de que su cuerpo colapsara alcanzando la liberación de la muerte. Dos años desde que había acordado una sociedad con Gianfranco Salvatore, dos años de que las agujas del reloj habían comenzado a moverse marcando el comience del fin, de una sentencia de muerte y dolor. — ¡Por favor, no me mates! — rogaba aquel hombre atado a una silla, su ropa sucia, la sangre pegada a su piel, un ojo hinchado a causa de los golpes eran todo el panorama que representaba. — ¿Que no te mate? — Alessandro jalo el cabello de aque
— Ariadne — una vez más pronuncio su nombre, aunque ni siquiera estaba seguro de que en realidad fuera ella, observó como la mujer apretaba sus manos en puños; ni siquiera sabía si realmente se trataba de Ariadne y ya su corazón estaba latiendo frenético.— No me toques — pidió la mujer, esa voz... a pesar de haber hablado en un tono de voz apenas audible pudo reconocer esa voz de inmediato.— ¿Por qué?, ¿por qué no volviste a mi durante estos dos años? — finalmente expreso sus dudas en voz alta — ¡Llevo dos años pensando que estabas muerta!.— De alguna forma lo he estado — respondió finalmente girándose, quedando frente a frente, ella se quitó el antifaz y la peluca, dejando caer su cabello castaño claro que ahora había cortado por los hombros, Alessandro noto que el brillo en su mirada había desaparecido; siendo reemplazado por la tristeza.— Ariadne... ven conmigo ¿sí?, vamos a mi casa y hablemos calmadamente — extendió su mano hacia ella, con la esperanza de que ella la tomara y
No supo cuánto tiempo estuvo así, sosteniendo a Ariadne entre sus brazos mientras está lloraba hasta que finalmente logró calmarse, era tan raro verla así, tan frágil, tan vulnerable... en su mente aún permanecía la imagen de la Ariadne de la que se enamoró, aquella mujer que muy poco había visto llorar, aquella mujer a la que no le temblaba el pulso para sostener un arma y acabar con la vida de sus enemigos.Está nueva Ariadne era la que había quedado después de la traición de Enzo, seguramente era el resultado de dos años llenos de sufrimiento e impotencia, era la imagen de una madre con el corazón roto por la ausencia de su hijo pero Alessandro sabía que debajo de todas esas capaz de fragilidad aguardaba una mujer llena de determinación que sería capaz de hacer hasta lo imposible por tener a su hijo entre sus brazos una vez más.La ayudo a ponerse de pie y ambos se dirigieron a la mansión sin mencionar palabra alguna, al ingresar se encontraron con un grupo de hombre esperando inst
El regreso a casa de Alessandro fue increíblemente tenso, en la camioneta principal los ojos no dejaban de estar fijos sobre Ariadne, quien parecía no percatarse de la situación mientras observaba tranquilamente por la ventana del auto.Ninguno de los presentes, a excepción de Alessandro; la conocía por lo que tenían sus reservas hacia la chica; no era usual ver a una mujer capaz de asesinar a sangre fría como ella acababa de hacerlo y mucho menos usando un arma blanca en lugar de un arma de fuego. Sin duda había que tener cuidado con esa mujer sino querían terminar perdiendo la vida en sus manos.Al llegar a la mansión Ariadne fue la primera en bajar del auto y perderse en los pasillos, Giovanni detuvo a Alessandro sujetándole del brazo.— ¿Confías en ella? — Indago, como hombre de confianza de Alessandro; su deber era mantenerlo a salvó, advertirlo de ciertos peligros o situaciones y esa mujer Ariadne Moretti gritaba peligro con cada una de las células de su cuerpo. Giovanni tenía l