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Capítulo 10: Otra cara de la moneda.

La oscuridad se había apoderado del horizonte, la luna llena se encontraba en su máximo punto... en un apartamento de la gran ciudad la penumbra era quien dominaba.

Una figura masculina abrió la puerta, adentrándose en su hogar mientras encendía un puro, ni siquiera se molestó en encender alguna luz; conocía ese lugar como la palma de su mano o al menos eso le gustaba creer.

— Hola Stefan — una voz femenina perturbo el silencio del lugar, haciendo que el hombre diera un brinco en su lugar; girándose a buscar el origen de aquella voz mientras su corazón latía apresurado, preso del miedo. Rápidamente apunto con su arma hacia las sombras — por Dios baja esa arma — continuo la voz femenina, seguidamente se escuchó el sonido de un latigazo rompiendo en el aire, Stefan sintió como la piel de su mano ardía a causa del golpe que recibió con la pieza de cuero.

— ¿Quien anda ahí? — preguntó, retrocediendo un par de pasos.

— ¿Ya no reconoces mi voz?, y pensar que en algún momento de tu vida me juraste amor —una leve luz, de una lámpara de la sala, fue encendida por la intrusa.

—:¿Ariadne?... ¡No, imposible!... tú estás muerta, tú estás muerta— repetía una y otra vez el hombre mientras retrocedía hasta chocar contra una silla, en la cual termino sentado cuando la mujer se acercó más a él.

— ¿Crees que alguien muerto se vería tan bien como yo?— Indago, apoyando su mano en el respaldo de la silla, acorralando al aterrado hombre.

— Cassiano dijo que habías muerto... sus hombre te mataron... tú estás muerta, tú estás muerta — repetía una y otra vez el hombre, Ariadne puso los ojos en blanco ante está acción.

— Siempre fuiste un simple payaso jugando a ser parte de la mafia — opino la mujer mientras jalaba el cabello del hombre para obligar a que la mirara — estoy viva y vine a cobrar lo que me debes... tú me traicionaste, tú me entregaste a la gente de Enzo Cassiano... eres un simple traidor...

— Ariadne por favor te daré todo lo que quieras. ¿Deseas dinero?, tómalo todo... ¿quieres tener el liderazgo de la pandilla en Polonia?, es todo tuyo... pero por favor no me mates, Ariadne — Stefan comenzó a llorar, su corazón latía apresurado y su respiración se estaba volviendo irregular.

— Que patético — Ariadne no podía creer que se había fijado en alguien tan patético como Stefan, un hombre cobarde, traicionero — ¿de verdad piensas que quiero dinero? jajá por favor... ¿tu querido socio no te lo ha dicho? — se inclinó para susurrarle al oído — Ahora soy la mujer de Alessandro Cassiano... ¿qué más poder podría desear?.

Los ojos de Stefan se abrieron ante la sorpresa. ¿Por qué Enzo, siendo su socio; no le había dicho que Ariadne había conquistado a su hijo? ¿Por qué le había engañado asegurando que la mujer estaba muerta?.

— Veras Stefan, hoy estás de suerte porque no tengo planeado matarte — tomo el puro que el hombre había dejado olvidado, lo encendió y le dio una calada — me sirves más vivo... — dio otra calada y dejo escapar el humo de entre sus labios — este es el asunto... vas a sacar tu teléfono celular y te vas a dar cuenta que tienes más de quince llamadas perdidas de uno de tus hombres...

La chica hizo un movimiento con su mano, indicándole que hiciera lo ordenado, Stefan se apresuró a sacar su móvil del bolsillo de su pantalón; frunció el ceño al notar que la mujer tenía razón.

— Que carajos — no lograba entender como ella sabía del número de llamadas que se reflejaba en la pantalla de su teléfono.

— Hay Stefan... te falta tanto por aprender... la mercancía es como el ganado, debe ser vigilado, arriado hasta que llegue a su destino — se inclinó ligeramente hacía el hombre, de tal forma que Stefan podía sentir el aliento cálido de la mujer chocar contra su mejillas — esto es lo que harás... vas a llamar a tu caporal en este instante, él te va a notificar que el cargamento de armas que estabas transportando de Rusia, ha sido incautado... llamaras a tu contacto en la guardia costera ¿y adiva qué?, te dirá que ese cargamento nunca llegó a sus bodegas... anda... hazlo...

Ariadne le dio unos cuantos minutos para que el hombre hiciera las llamadas necesarias, corroborando lo que ella ya había afirmado.

— ¿Cómo carajos lo sabías? — Indago curioso. ¿Cómo es que esa mujer conocía tan bien sus movimientos?.

— Uno tiene sus maneras querido Stefan... esto es lo que harás... llama a Enzo y dile que si desea tener su cargamento ruso de vuelta me entregué a mi hijo — ordeno, inmediatamente Stefan se apresuró a llamar a Enzo.

— Tenemos un problema. El cargamento de armas ruso ha perdido su ruta — informo, posteriormente guardo silencio unos segundos, escuchando el regaño de Enzo — alguien quiere negociar con usted.

Stefan le pasó el teléfono a Ariadne, quien con una sonrisa plasmada en su rostro lo tomo — Hola suegrito. ¿Me has extrañado?.

"Debí suponer que se trataba de ti" hablo Enzo del otro lado de la línea, claramente mal humorado "¿Qué quieres?".

— Tu sabes muy qué quiero, Enzo — fue la respuesta arisca por parte de Ariadne.

"Quédate con las armas, no me interesan... para mí es más importante tener a mi lado a mi querido y adorado nieto. ¿Sabías que es un niño muy inteligente?, ¿sabes lo que puedo hacer con él?, podría convertirlo en un digno heredero....

— En algo estamos de acuerdo finalmente Enzo, Leandro será un digno heredero, será el hombre que desate el infierno sobre la tierra ¡Dominara la mafia más poderosa de Italia!, unirá fronteras pero no gracias a ti; porque tú eres un simple payaso, una simple rata que se esconde en las alcantarillas por miedo a ser devorado — el desprecio estaba claramente marcado en la voz de Ariadne — Leandro estará en las grandes ligas pero no gracias a ti... lo estará porque es hijo de Alessandro, porque su padre será uno de los más grandes contes de La 'Ndrangheta, te juro que disfrutaré ver cómo te revuelcas en tu misericordia Enzo.

"Jajaja ¿y cómo te vas a asegurar de que eso ocurra?, porque según como yo lo veo, tienes las de perder Ariadne".

— ¿De verdad?, me preguntó cómo reaccionarán los rusos al ver a uno de sus hombres muerto, ¿cómo reaccionarán cuando el pago por su mercancía no llegue?... Ohh me imagino la inmensa irá que sufrirá Olev cuando vea que no tiene el dinero ni la mercancía... — una sonrisa burlona se dibujó en sus labios, ¡cuánto daría por ver la expresión de Enzo en ese instante.

"¡Eres una m*****a perra!" le gritó preso de rabia.

— Corrección... una m*****a perra astuta.

"Estás jugando con fuego Ariadne y tu hijo sufrirá las consecuencias" Advirtió el hombre, furioso.

— ¿Estás seguro de ponerle aunque sea un dedo encima en mi hijo?... ¿Al heredero de Gianfranco Salvatore?, ¿al hijo de Alessandro Cassiano?... sinceramente no quisiera estar en tu lugar... con tantos enemigos dándome caza... sin mencionar que nuestro querido ruso se unirá a la cacería...

Del otro lado de la línea telefónica el silencio se apoderó por largos minutos hasta que finalmente Enzo hablo.

"Me encargaré de enviar las coordenadas a Alessandro" fue la respuesta del hombre antes de colgar la llamada, Ariadne regreso el teléfono Stefan.

— ¿Que harás conmigo? — Indago el hombre, observando como Ariadne tomaba asiento frente a él, debía admitir que estaba asustado; esa mujer podría matarlo si quisiera y él no podría hacer nada al respecto.

— Esperar...

— ¿Que vas a esperar...

Antes de que Stefan pudiera terminar su frase, la puerta fue derribada dando paso a un grupo armados de hombres, entre ellos Alessandro quien clavó su mirada furiosa en la mujer.

— Por favor.... no me mete, se lo ruego — Stefan se arrodilló a los pies de Alessandro — yo no sabía que Enzo se llevaría a su hijo, se lo suplico, le diré todo lo que sepa pero no me mate — el hombre estaba seguro que Alessandro Cassiano estaba allí para torturarlo y asesinarlo.

Alessandro arqueo una ceja mirando hacía Ariadne en busca de una respuesta del porque la actitud del hombre, ella solo se encogió de hombros.

— Llévenselo — ordeno Alessandro, rápidamente sus hombres sacaron a rastras a Stefan del lugar — y tu... nunca vuelvas a jugar con mi paciencia...

Grito mientras sujetaba a Ariadne del brazo con brusquedad, comenzando a caminar para salir del edificio... ¿Ariadne quería jugar con fuego?, ahora aprendería que había desatado el mismísimo infierno porque con Alessandro Cassiano no se juega...

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