— Ariadne — una vez más pronuncio su nombre, aunque ni siquiera estaba seguro de que en realidad fuera ella, observó como la mujer apretaba sus manos en puños; ni siquiera sabía si realmente se trataba de Ariadne y ya su corazón estaba latiendo frenético.
— No me toques — pidió la mujer, esa voz... a pesar de haber hablado en un tono de voz apenas audible pudo reconocer esa voz de inmediato. — ¿Por qué?, ¿por qué no volviste a mi durante estos dos años? — finalmente expreso sus dudas en voz alta — ¡Llevo dos años pensando que estabas muerta!. — De alguna forma lo he estado — respondió finalmente girándose, quedando frente a frente, ella se quitó el antifaz y la peluca, dejando caer su cabello castaño claro que ahora había cortado por los hombros, Alessandro noto que el brillo en su mirada había desaparecido; siendo reemplazado por la tristeza. — Ariadne... ven conmigo ¿sí?, vamos a mi casa y hablemos calmadamente — extendió su mano hacia ella, con la esperanza de que ella la tomara y aceptara ir con él. — No puedo porque ellos lo tienen — respondió mientras comenzaba a llorar desconsoladamente, intento mitigar su llanto colocando su mano sobre su boca para ahogar sus sollozos pero era imposible. — ¿A quién tienen? — Indago, acercándose a ella, sosteniéndola de los hombros; se veía tan quebrada, tan vulnerable. — A mi hijo — esas palabras lo descolocaron bastante; nunca espero que Ariadne tuviera un hijo. — Todo va a estar bien, te juro que voy a recuperar a tu hijo, cálmate si — Ariadne lloro en el pecho de Alessandro mientras esté sacaba su teléfono para comunicarse con Giovanni, pidiendo que llevará la camioneta hasta el callejón, cuando está llegó Alessandro abrió la puerta para Ariadne — entra — ordeno con su tono de voz severo. Ella dudo, Alessandro noto como mordía su labio inferior, nerviosa; sin estar segura de sí debería ir con él o no, finalmente abordo la camioneta. — Alessandro, ¿quién es esa mujer? — se acercó Giovanni a preguntar discretamente. — Ella es Ariadne — Giovanni lo miro sorprendido. — ¿Esa Ariadne? — se atrevió a preguntar, pues él conocía muy bien la historia de su jefe y su gran amor, Alessandro asintió con un leve movimiento de cabeza — ¿Y ella no estaba muerta? — tenía que admitir que no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando. — Así lo creí — confesó Alessandro con claro pesar deformando sus facciones, ambos hombres abordaron la camioneta sin decir ni una palabra más. Durante el viaje tanto Alessandro como Giovanni tenían su mirada fija en la mujer sentada frente a ellos mientras que Ariadne tenía sus ojos fijos sobre la ventana del auto, el silencio era incómodo a tal punto que la tensión podría cortarse con un cuchillo. — ¿Quiénes tienen a tu hijo? — preguntó finalmente Alessandro. — Tu padre y su gente — respondió la mujer, intentando controlar las lágrimas que corrían por sus mejillas; no olvidaba que desde hace un par de meses Enzo Cassiano se había llevado a su hijo para mantenerla controlada — él es solo un bebé... tiene un año y medio, él necesita de su madre — su llanto ahogado provocó que a Alessandro le doliera el corazón. ¿Cómo es que su padre había sido capaz de secuestrar al hijo de Ariadne?, eso quería decir que Enzo siempre supo que ella estaba con vida, que aquel médico lo había engañado cuando aseguro que estaba muerta. ¿Todo había sido un maldito plan de su padre?. — ¿Tiene un año y medio?, vaya es muy pequeño aún. ¿Para qué quiere Enzo a un bebé? — Cuestiono Giovanni, Alessandro frunció el ceño ante la pregunta, era cierto ¿por qué Enzo quería al niño de Ariadne?, ¿caso ahora quería usar a la mujer para manipularlo?; parecía lo más lógico. — ¿Nació 6 meses después del atentado de Enzo? — cuestiono Alessandro, mirando directamente a los ojos de Ariadne, quien de inmediato desvío la mirada, tenía un presentimiento que no le estaba agradando. — Si, así es — respondió con voz temblorosa, Alessandro apretó los puños sintiendo como la ira lo invadía una vez más. Si ese niño había nacido tan solo seis meses después de que Enzo torturara a Ariadne con ese grupo de imbéciles, eso quería decir que el padre de ese niño no podía ser otro más que él. — Ariadne... — la mujer salió del auto apenas este estacionó en los jardines principales de la casa de Alessandro, sabía lo que venía; sabía que Alessandro haría cuentas, sabía que preguntaría si él era el padre — Ariadne espera — Alessandro siguió a la mujer, ambos quedaron en medio del jardín, ella de espaldas a él, intentando darse calor a si misma mientras el viento helado los azotaba — el niño... — Leandro, se llama Leandro — anunció, cerrando los ojos permitiendo que una solitaria lágrima abandonara sus ojos — es tu hijo, Alessandro... Leandro es tu hijo... por favor tráelo de vuelta... ve a salvarlo de las garras de tu padre — rogó entre lágrimas, sintió que las piernas le fallaban en ese momento dejándose caer solo para ser atrapada por los fuertes brazos de Alessandro, quien sentía que de pronto el mundo se había detenido. Tania un hijo... Ariadne le había dado un hijo, un niño que era el fruto de ese amor que se habían tenido en el pasado... un hijo al que no había visto nacer a causa de los engaños de Enzo. — Yo traeré de vuelta a nuestro hijo, te lo prometo. No pienso permitir que nada ni nadie me separe de él — hizo un juramento a esa mujer que tanto había amado y llorado en los últimos dos años; ahora tenía un nuevo motivo para odiar a Enzo Cassiano, ¡Ese miserable ser!, ¡esa escoria!, sabía que estaba acorralado, sabía que él estaba ganando cada vez más terreno en La 'Ndrangheta y que cada vez su final estaba más cerca; por eso había secuestrado al niño, por eso ahora le mandaba pistas para que encontrará a Ariadne. ¡Todo era parte de un maldito plan! Enzo quería acabar con él pero estaba muy lejos de lograrlo, porque dos podían jugar ese juego de mentiras y engaños. — Enzo me pagará todo lo que nos ha hecho, es una promesa, Ariadne.No supo cuánto tiempo estuvo así, sosteniendo a Ariadne entre sus brazos mientras está lloraba hasta que finalmente logró calmarse, era tan raro verla así, tan frágil, tan vulnerable... en su mente aún permanecía la imagen de la Ariadne de la que se enamoró, aquella mujer que muy poco había visto llorar, aquella mujer a la que no le temblaba el pulso para sostener un arma y acabar con la vida de sus enemigos.Está nueva Ariadne era la que había quedado después de la traición de Enzo, seguramente era el resultado de dos años llenos de sufrimiento e impotencia, era la imagen de una madre con el corazón roto por la ausencia de su hijo pero Alessandro sabía que debajo de todas esas capaz de fragilidad aguardaba una mujer llena de determinación que sería capaz de hacer hasta lo imposible por tener a su hijo entre sus brazos una vez más.La ayudo a ponerse de pie y ambos se dirigieron a la mansión sin mencionar palabra alguna, al ingresar se encontraron con un grupo de hombre esperando inst
El regreso a casa de Alessandro fue increíblemente tenso, en la camioneta principal los ojos no dejaban de estar fijos sobre Ariadne, quien parecía no percatarse de la situación mientras observaba tranquilamente por la ventana del auto.Ninguno de los presentes, a excepción de Alessandro; la conocía por lo que tenían sus reservas hacia la chica; no era usual ver a una mujer capaz de asesinar a sangre fría como ella acababa de hacerlo y mucho menos usando un arma blanca en lugar de un arma de fuego. Sin duda había que tener cuidado con esa mujer sino querían terminar perdiendo la vida en sus manos.Al llegar a la mansión Ariadne fue la primera en bajar del auto y perderse en los pasillos, Giovanni detuvo a Alessandro sujetándole del brazo.— ¿Confías en ella? — Indago, como hombre de confianza de Alessandro; su deber era mantenerlo a salvó, advertirlo de ciertos peligros o situaciones y esa mujer Ariadne Moretti gritaba peligro con cada una de las células de su cuerpo. Giovanni tenía l
Él va y ven de dos cuerpos que se entregan en un encuentro desenfrenado, el deseo a flor de piel haciendo estragos como si el tiempo no hubiera pasado, los jadeos y gemidos invadiendo la habitación ante la pasional entrega.— Nunca seré dulce contigo — le susurro al oído, ella sonrió con picardía, Alessandro la apego contrato la pared, haciendo que sintiera la frialdad chocar contra su pecho desnudo.— ¿En qué momento te he pedido que seas dulce conmigo? — cuestiono con picardía. En respuesta Alessandro beso la piel de su cuello, hasta llegar al lóbulo de su oreja, provocando que Ariadne dejara escapar un sonoro gemido.— Todos te van a escuchar — susurro, pasando su lengua por la sensible piel de la oreja ajena.— Que escuchen y se mueran de la envidia — respondió con descaro, una de las manos de Alessandro comenzó a jugar con el sonrosado pezón femenino mientras que la otra se perdía entre los muslos de tersa piel. Ariadne gimió cuando sintió los dedos de Alessandro jugar con su int
La oscuridad se había apoderado del horizonte, la luna llena se encontraba en su máximo punto... en un apartamento de la gran ciudad la penumbra era quien dominaba.Una figura masculina abrió la puerta, adentrándose en su hogar mientras encendía un puro, ni siquiera se molestó en encender alguna luz; conocía ese lugar como la palma de su mano o al menos eso le gustaba creer.— Hola Stefan — una voz femenina perturbo el silencio del lugar, haciendo que el hombre diera un brinco en su lugar; girándose a buscar el origen de aquella voz mientras su corazón latía apresurado, preso del miedo. Rápidamente apunto con su arma hacia las sombras — por Dios baja esa arma — continuo la voz femenina, seguidamente se escuchó el sonido de un latigazo rompiendo en el aire, Stefan sintió como la piel de su mano ardía a causa del golpe que recibió con la pieza de cuero.— ¿Quien anda ahí? — preguntó, retrocediendo un par de pasos.— ¿Ya no reconoces mi voz?, y pensar que en algún momento de tu vida me j
La cabeza le dolía, sentía que en cualquier momento su cerebro iba a explotar, seguramente a causa de alguna droga que debió haberle dado su padre... su padre. ¡Ese desgraciado! ¿Cómo se había atrevido a traicionarlo de esa manera?.Abrió los ojos con dificultad; sus párpados pesaban y la luz parecía estarlo cegando.— Al fin has despertado, mío figlio — la voz de su padre lo hizo reaccionar, sus ojos se posaron en la figura femenina atada en una silla frente a él.— ¡Suéltala!. ¡No te atrevas a ponerle un solo dedo encima! — grito, forcejeando con las ataduras que lo mantenían firmemente pegado a la silla.— Te lo advertí, Alessandro. Con la mercancía no se juega... te dije una y otra vez que no permitiría a una siciliana en mi familia — sujeto el rostro de la mujer, quien estaba amordazada, mirándolo con claro horror en sus ojos — te di un año para deshacerte de ella y estás son las consecuencia de no obedecer.Ella quería gritar... sus gritos amortiguados por aquella mordaza se cla
1 años antes...Su corazón latía frenético mientras corría, tropezando con las ramas caídas y las raíces sobre salientes de los árboles de aquel oscuro lugar donde se había sumergido...No le importaba el dolor de sus heridas, no le importaba quedarse sin aliento, ni siquiera le importaba caerse mil veces... solo le importaba huir, porque sabía que si caía en manos de esos hombres sería su fin, si la atrapaban se debería enfrentar a un cruel destino con el cual no deseaba lidiar.¿Por qué?, ¿por qué ella tenía que vivir aquel terror?... estaba siendo consumida por el miedo y la incertidumbre de no saber qué pasaría, a la distancia podía escuchar los pasos de sus captores, podía escuchar el eco de los ladridos de los perros de caza que usaban para buscarla... el terror hacía temblar sus piernas. ¿O quizás sería el cansancio por estar corriendo por su vida?.Dejo escapar un grito ahogado cuando chocó con algo, o mejor dicho; con alguien... era un hombre espantosamente alto, de pecho for
1 años antes...Alessandro se encontraba en su habitación, esperando que su nuevo entretenimiento fuera entregado, cuando escuchó un par de golpes en la puerta.— Adelante — autorizo, de inmediato la puerta, de dos alas; se abrió, alguien desde el exterior había empujado a una mujer adentro, vestida con un suave vestido blanco al estilo griego que llegaba hasta el suelo, con un pronunciado escote en V — vaya... que cambio — admitió observándola, su cabello castaño perfectamente arreglado en suaves rizos que caían sobre sus hombros y en su espalda, la piel pálida y cremosa que incitaba a ser tocada, libre de todo ese lodo y sangre la mujer era hermosa; a pesar de estar cubierta de algunos arañazos y moretones.Alessandro se acercó a ella, pasando su dedo índice por el brazo femenino; dónde había la clara marca de unos dedos que la habían sujetado con demasiada fuerza. Frunció el ceño, odiaba que tocarán lo que era suyo.— ¿De dónde eres? — demando saber.— Sicilia — respondió como si n
Ver cómo el agua corría mezclada con la sangre de Ariadne solo hacía que su rabia aumentará cada vez más. ¿Cómo su padre se había atrevido a traicionarlo de esa manera?, le acababa de arrebatar lo que más amaba en la vida, no le importaba poner La 'Ndrangheta de cabeza solo por estar junto a ella y ahora Enzo se la había arrebatado de la manera más cruel posible.Cerró el agua de la ducha, sintiendo como una nueva convicción surgía dentro de él, Enzo Cassiano quería guerra, eso iba a obtener; con sus actos acababa de despertar un monstruo sediento de venganza que no descansaría hasta verlo pudriéndose en las llamas del infierno, no sin antes arrebatarle todo lo que amaba, todo por lo que había trabajado durante años.Él se encargaría de quitarle todo, de dejarlo en la absoluta miseria hasta que se arrastrara hacia sus pies para pedir clemencia. Olvidaría que Enzo era su padre así como ese hombre había olvidado que él era su hijo haciéndolo pasar por tal dolor desgarrador.No tardó muc