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Capítulo 8: ¿Tentación?

El regreso a casa de Alessandro fue increíblemente tenso, en la camioneta principal los ojos no dejaban de estar fijos sobre Ariadne, quien parecía no percatarse de la situación mientras observaba tranquilamente por la ventana del auto.

Ninguno de los presentes, a excepción de Alessandro; la conocía por lo que tenían sus reservas hacia la chica; no era usual ver a una mujer capaz de asesinar a sangre fría como ella acababa de hacerlo y mucho menos usando un arma blanca en lugar de un arma de fuego. Sin duda había que tener cuidado con esa mujer sino querían terminar perdiendo la vida en sus manos.

Al llegar a la mansión Ariadne fue la primera en bajar del auto y perderse en los pasillos, Giovanni detuvo a Alessandro sujetándole del brazo.

— ¿Confías en ella? — Indago, como hombre de confianza de Alessandro; su deber era mantenerlo a salvó, advertirlo de ciertos peligros o situaciones y esa mujer Ariadne Moretti gritaba peligro con cada una de las células de su cuerpo. Giovanni tenía la impresión de que había mucho más detrás de esa cara bonita y que había algo que ellos aún desconocían.

— Confío en ella, no me asesinara mientras duermo — fue la respuesta de Alessandro, muy seguro de sí mismo aunque en el fondo tenía cierta duda; en definitiva esa no era la Ariadne que él conocía a la perfección pero pudo ver un poco de esa mujer en la actual Ariadne, así que disfrutaría descubrir las nuevas facetas de esa mujer.

— Permíteme dudarlo — esa frase se había convertido en una de las favoritas de Giovanni en las últimas veinticuatro horas.

— Estaré bien, igual si te deja más tranquilo ancla un guardia a la puerta de mi habitación — sugirió, aunque estaba seguro que de igual forma Giovanni tenía planeado dejar guardias para que lo cuidarán de la mujer desconocida, en la mente de sus hombres Ariadne era peligrosa y de cierto modo, tenían razón: ella era peligrosa, porque no le temblaba el pulso a la hora de matar.

Y esa era una de las razones por las que Alessandro se había enamorado de ella, era el tipo de mujer que deseas tener a tu lado cuando eres el líder de una mafia tan importante como La 'Ndrangheta, una mujer hermosa, inteligente y mortal.

Después de aclarar algunos puntos con Giovanni, Alessandro finalmente se dirigió a su habitación; al ingresar se encontró a Ariadne una vez más frente al espejo.

— Mis hombres deben descansar y mañana idearemos un plan para dirigirnos a Bruselas. Traeré a nuestro hijo de vuelta, cueste lo que cueste — informo.

— Sé que no podemos simplemente tomar un avión y emboscar a Enzo. Así que no te preocupes por darme explicaciones — respondió ella, quitando sus aretes para dejarlos sobre el tocador.

— Nuestro hijo estará bien, quiero que estés tranquila — aseguro Alessandro cruzándose de brazos y recostándose de la pared más cerca, su mirada fija en los movimientos de Ariadne.

— Alessandro, llevo dos meses sin ver a mi hijo, dos meses en los que sé que está en manos de tu padre. Si no he enloquecido en ese tiempo no lo haré está noche. Confío en ti y sé que vas a traerlo de vuelta — se giró para mirarlo directamente a los ojos — y confío lo suficiente en que no trataras de matarme para quedarte con el niño.

Alessandro frunció el ceño, ¡esa idea jamás se le pasaría por la cabeza!, ¿matarla solo para quedarse con el niño?, ¡por el amor de Dios!.

— Jamás sería capaz de cometer tal traición — aseguro.

— Lo sé, no eres igual a tu padre — fue la respuesta de Ariadne.

— ¿Me contarás todo lo que has vivido en los últimos dos años? — preguntó Alessandro, deseando aclarar muchas cosas.

— He vivido un verdadero infierno... estaba sola, embarazada, sin dinero y con Enzo Cassiano amenazándome con matarte o matar al bebé si me atrevía a buscarte — respondió, dejando escapar un suspiro — he hecho cosas de las que no me enorgullezco. Pero mi hijo es más importantes que cualquier cosa.

— Me hubiera gustado estar a tu lado... estar para ti y nuestro hijo — confesó Alessandro.

— Ahora puedes estarlo, salva a nuestro hijo y acaba con tu padre... mientras el viva Leandro jamás estará a salvo — aseguro, acercándose a Alessandro, colocó sus manos sobre el pecho masculino — Enzo Cassiano es quien más daño nos ha hecho, tu propio padre fue quien traicionó tu confianza; me vendió, permitió que me tomaran una y otra vez frente a tus ojos, te oculto que estaba viva y embarazada de tu hijo; amenazo la vida de Leandro aún antes de nacer... me ha obligado a hacer muchas cosas en los últimos dos años, secuestro a nuestro hijo y ahora está jugando con nosotros como si fuéramos simples peones — se inclinó para susurrarle al oído — acaba con él para que podamos ser felices... has que pague por todo el sufrimiento al que nos ha sometido...

Alessandro dejo escapar un suspiro cuando sintió como la lengua de Ariadne se deslizaba suavemente por su oreja de forma provocativa, colocó sus fuertes manos sobre la cintura femenina, atrayéndola más hacia su cuerpo; las manos de Ariadne se posaron sobre las mejillas de Alessandro atrayéndolo en un profundo beso, su lengua se enredó con la ajena en una lucha apasionante.

— Compláceme — ordeno Ariadne mientras sus manos tomaban la camisa de Alessandro para abrirla de un jalón, haciendo que los botones se desprendieran de la tela — hazme tuya... hazme el amor duro, fuerte... hazme olvidar el infierno que he pasado los últimos dos años — pidió en voz baja, Alessandro sintió como el cálido aliento de la chica chocaba contra la piel de su cuello, erizando su piel — Tócame — Ariadne sujeto la mano de Alessandro guiándola hacia sus piernas, haciendo que acariciara su piel hasta perderse debajo del abrigo; perdiéndose en su intimidad, pasando sus dedos por aquella zona sensible, sintiendo la humedad y calidez que allí se instalaba — hazme tuya, una y otra vez — Alessandro cerró los ojos, al sentir como su propia excitación aumentaba con rapidez.

Sin duda Ariadne sabía llevarlo a niveles inimaginables con demasiada rapidez, sabía calentarlo con una simple caricia, sabía ser una terrible tentación con solo hablarle al oído... sin duda Ariadne Moretti era el peor de los peligros a los que debía enfrentarse.

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