El regreso a casa de Alessandro fue increíblemente tenso, en la camioneta principal los ojos no dejaban de estar fijos sobre Ariadne, quien parecía no percatarse de la situación mientras observaba tranquilamente por la ventana del auto.
Ninguno de los presentes, a excepción de Alessandro; la conocía por lo que tenían sus reservas hacia la chica; no era usual ver a una mujer capaz de asesinar a sangre fría como ella acababa de hacerlo y mucho menos usando un arma blanca en lugar de un arma de fuego. Sin duda había que tener cuidado con esa mujer sino querían terminar perdiendo la vida en sus manos. Al llegar a la mansión Ariadne fue la primera en bajar del auto y perderse en los pasillos, Giovanni detuvo a Alessandro sujetándole del brazo. — ¿Confías en ella? — Indago, como hombre de confianza de Alessandro; su deber era mantenerlo a salvó, advertirlo de ciertos peligros o situaciones y esa mujer Ariadne Moretti gritaba peligro con cada una de las células de su cuerpo. Giovanni tenía la impresión de que había mucho más detrás de esa cara bonita y que había algo que ellos aún desconocían. — Confío en ella, no me asesinara mientras duermo — fue la respuesta de Alessandro, muy seguro de sí mismo aunque en el fondo tenía cierta duda; en definitiva esa no era la Ariadne que él conocía a la perfección pero pudo ver un poco de esa mujer en la actual Ariadne, así que disfrutaría descubrir las nuevas facetas de esa mujer. — Permíteme dudarlo — esa frase se había convertido en una de las favoritas de Giovanni en las últimas veinticuatro horas. — Estaré bien, igual si te deja más tranquilo ancla un guardia a la puerta de mi habitación — sugirió, aunque estaba seguro que de igual forma Giovanni tenía planeado dejar guardias para que lo cuidarán de la mujer desconocida, en la mente de sus hombres Ariadne era peligrosa y de cierto modo, tenían razón: ella era peligrosa, porque no le temblaba el pulso a la hora de matar. Y esa era una de las razones por las que Alessandro se había enamorado de ella, era el tipo de mujer que deseas tener a tu lado cuando eres el líder de una mafia tan importante como La 'Ndrangheta, una mujer hermosa, inteligente y mortal. Después de aclarar algunos puntos con Giovanni, Alessandro finalmente se dirigió a su habitación; al ingresar se encontró a Ariadne una vez más frente al espejo. — Mis hombres deben descansar y mañana idearemos un plan para dirigirnos a Bruselas. Traeré a nuestro hijo de vuelta, cueste lo que cueste — informo. — Sé que no podemos simplemente tomar un avión y emboscar a Enzo. Así que no te preocupes por darme explicaciones — respondió ella, quitando sus aretes para dejarlos sobre el tocador. — Nuestro hijo estará bien, quiero que estés tranquila — aseguro Alessandro cruzándose de brazos y recostándose de la pared más cerca, su mirada fija en los movimientos de Ariadne. — Alessandro, llevo dos meses sin ver a mi hijo, dos meses en los que sé que está en manos de tu padre. Si no he enloquecido en ese tiempo no lo haré está noche. Confío en ti y sé que vas a traerlo de vuelta — se giró para mirarlo directamente a los ojos — y confío lo suficiente en que no trataras de matarme para quedarte con el niño. Alessandro frunció el ceño, ¡esa idea jamás se le pasaría por la cabeza!, ¿matarla solo para quedarse con el niño?, ¡por el amor de Dios!. — Jamás sería capaz de cometer tal traición — aseguro. — Lo sé, no eres igual a tu padre — fue la respuesta de Ariadne. — ¿Me contarás todo lo que has vivido en los últimos dos años? — preguntó Alessandro, deseando aclarar muchas cosas. — He vivido un verdadero infierno... estaba sola, embarazada, sin dinero y con Enzo Cassiano amenazándome con matarte o matar al bebé si me atrevía a buscarte — respondió, dejando escapar un suspiro — he hecho cosas de las que no me enorgullezco. Pero mi hijo es más importantes que cualquier cosa. — Me hubiera gustado estar a tu lado... estar para ti y nuestro hijo — confesó Alessandro. — Ahora puedes estarlo, salva a nuestro hijo y acaba con tu padre... mientras el viva Leandro jamás estará a salvo — aseguro, acercándose a Alessandro, colocó sus manos sobre el pecho masculino — Enzo Cassiano es quien más daño nos ha hecho, tu propio padre fue quien traicionó tu confianza; me vendió, permitió que me tomaran una y otra vez frente a tus ojos, te oculto que estaba viva y embarazada de tu hijo; amenazo la vida de Leandro aún antes de nacer... me ha obligado a hacer muchas cosas en los últimos dos años, secuestro a nuestro hijo y ahora está jugando con nosotros como si fuéramos simples peones — se inclinó para susurrarle al oído — acaba con él para que podamos ser felices... has que pague por todo el sufrimiento al que nos ha sometido... Alessandro dejo escapar un suspiro cuando sintió como la lengua de Ariadne se deslizaba suavemente por su oreja de forma provocativa, colocó sus fuertes manos sobre la cintura femenina, atrayéndola más hacia su cuerpo; las manos de Ariadne se posaron sobre las mejillas de Alessandro atrayéndolo en un profundo beso, su lengua se enredó con la ajena en una lucha apasionante. — Compláceme — ordeno Ariadne mientras sus manos tomaban la camisa de Alessandro para abrirla de un jalón, haciendo que los botones se desprendieran de la tela — hazme tuya... hazme el amor duro, fuerte... hazme olvidar el infierno que he pasado los últimos dos años — pidió en voz baja, Alessandro sintió como el cálido aliento de la chica chocaba contra la piel de su cuello, erizando su piel — Tócame — Ariadne sujeto la mano de Alessandro guiándola hacia sus piernas, haciendo que acariciara su piel hasta perderse debajo del abrigo; perdiéndose en su intimidad, pasando sus dedos por aquella zona sensible, sintiendo la humedad y calidez que allí se instalaba — hazme tuya, una y otra vez — Alessandro cerró los ojos, al sentir como su propia excitación aumentaba con rapidez. Sin duda Ariadne sabía llevarlo a niveles inimaginables con demasiada rapidez, sabía calentarlo con una simple caricia, sabía ser una terrible tentación con solo hablarle al oído... sin duda Ariadne Moretti era el peor de los peligros a los que debía enfrentarse.Él va y ven de dos cuerpos que se entregan en un encuentro desenfrenado, el deseo a flor de piel haciendo estragos como si el tiempo no hubiera pasado, los jadeos y gemidos invadiendo la habitación ante la pasional entrega.— Nunca seré dulce contigo — le susurro al oído, ella sonrió con picardía, Alessandro la apego contrato la pared, haciendo que sintiera la frialdad chocar contra su pecho desnudo.— ¿En qué momento te he pedido que seas dulce conmigo? — cuestiono con picardía. En respuesta Alessandro beso la piel de su cuello, hasta llegar al lóbulo de su oreja, provocando que Ariadne dejara escapar un sonoro gemido.— Todos te van a escuchar — susurro, pasando su lengua por la sensible piel de la oreja ajena.— Que escuchen y se mueran de la envidia — respondió con descaro, una de las manos de Alessandro comenzó a jugar con el sonrosado pezón femenino mientras que la otra se perdía entre los muslos de tersa piel. Ariadne gimió cuando sintió los dedos de Alessandro jugar con su int
La oscuridad se había apoderado del horizonte, la luna llena se encontraba en su máximo punto... en un apartamento de la gran ciudad la penumbra era quien dominaba.Una figura masculina abrió la puerta, adentrándose en su hogar mientras encendía un puro, ni siquiera se molestó en encender alguna luz; conocía ese lugar como la palma de su mano o al menos eso le gustaba creer.— Hola Stefan — una voz femenina perturbo el silencio del lugar, haciendo que el hombre diera un brinco en su lugar; girándose a buscar el origen de aquella voz mientras su corazón latía apresurado, preso del miedo. Rápidamente apunto con su arma hacia las sombras — por Dios baja esa arma — continuo la voz femenina, seguidamente se escuchó el sonido de un latigazo rompiendo en el aire, Stefan sintió como la piel de su mano ardía a causa del golpe que recibió con la pieza de cuero.— ¿Quien anda ahí? — preguntó, retrocediendo un par de pasos.— ¿Ya no reconoces mi voz?, y pensar que en algún momento de tu vida me j
La cabeza le dolía, sentía que en cualquier momento su cerebro iba a explotar, seguramente a causa de alguna droga que debió haberle dado su padre... su padre. ¡Ese desgraciado! ¿Cómo se había atrevido a traicionarlo de esa manera?.Abrió los ojos con dificultad; sus párpados pesaban y la luz parecía estarlo cegando.— Al fin has despertado, mío figlio — la voz de su padre lo hizo reaccionar, sus ojos se posaron en la figura femenina atada en una silla frente a él.— ¡Suéltala!. ¡No te atrevas a ponerle un solo dedo encima! — grito, forcejeando con las ataduras que lo mantenían firmemente pegado a la silla.— Te lo advertí, Alessandro. Con la mercancía no se juega... te dije una y otra vez que no permitiría a una siciliana en mi familia — sujeto el rostro de la mujer, quien estaba amordazada, mirándolo con claro horror en sus ojos — te di un año para deshacerte de ella y estás son las consecuencia de no obedecer.Ella quería gritar... sus gritos amortiguados por aquella mordaza se cla
1 años antes...Su corazón latía frenético mientras corría, tropezando con las ramas caídas y las raíces sobre salientes de los árboles de aquel oscuro lugar donde se había sumergido...No le importaba el dolor de sus heridas, no le importaba quedarse sin aliento, ni siquiera le importaba caerse mil veces... solo le importaba huir, porque sabía que si caía en manos de esos hombres sería su fin, si la atrapaban se debería enfrentar a un cruel destino con el cual no deseaba lidiar.¿Por qué?, ¿por qué ella tenía que vivir aquel terror?... estaba siendo consumida por el miedo y la incertidumbre de no saber qué pasaría, a la distancia podía escuchar los pasos de sus captores, podía escuchar el eco de los ladridos de los perros de caza que usaban para buscarla... el terror hacía temblar sus piernas. ¿O quizás sería el cansancio por estar corriendo por su vida?.Dejo escapar un grito ahogado cuando chocó con algo, o mejor dicho; con alguien... era un hombre espantosamente alto, de pecho for
1 años antes...Alessandro se encontraba en su habitación, esperando que su nuevo entretenimiento fuera entregado, cuando escuchó un par de golpes en la puerta.— Adelante — autorizo, de inmediato la puerta, de dos alas; se abrió, alguien desde el exterior había empujado a una mujer adentro, vestida con un suave vestido blanco al estilo griego que llegaba hasta el suelo, con un pronunciado escote en V — vaya... que cambio — admitió observándola, su cabello castaño perfectamente arreglado en suaves rizos que caían sobre sus hombros y en su espalda, la piel pálida y cremosa que incitaba a ser tocada, libre de todo ese lodo y sangre la mujer era hermosa; a pesar de estar cubierta de algunos arañazos y moretones.Alessandro se acercó a ella, pasando su dedo índice por el brazo femenino; dónde había la clara marca de unos dedos que la habían sujetado con demasiada fuerza. Frunció el ceño, odiaba que tocarán lo que era suyo.— ¿De dónde eres? — demando saber.— Sicilia — respondió como si n
Ver cómo el agua corría mezclada con la sangre de Ariadne solo hacía que su rabia aumentará cada vez más. ¿Cómo su padre se había atrevido a traicionarlo de esa manera?, le acababa de arrebatar lo que más amaba en la vida, no le importaba poner La 'Ndrangheta de cabeza solo por estar junto a ella y ahora Enzo se la había arrebatado de la manera más cruel posible.Cerró el agua de la ducha, sintiendo como una nueva convicción surgía dentro de él, Enzo Cassiano quería guerra, eso iba a obtener; con sus actos acababa de despertar un monstruo sediento de venganza que no descansaría hasta verlo pudriéndose en las llamas del infierno, no sin antes arrebatarle todo lo que amaba, todo por lo que había trabajado durante años.Él se encargaría de quitarle todo, de dejarlo en la absoluta miseria hasta que se arrastrara hacia sus pies para pedir clemencia. Olvidaría que Enzo era su padre así como ese hombre había olvidado que él era su hijo haciéndolo pasar por tal dolor desgarrador.No tardó muc
Los gritos resonaban por todo el lugar, una bodega abandonada, mugrosa y solitaria era el escenario perfecto para una tortura; para hacer pagar a sus enemigos con sangre todo el daño que le habían hecho. Habían pasado exactamente dos años desde aquel fatídico día donde Ariadne había perdido la vida frente a sus ojos, dónde Enzo y sus cómplices la habían torturado, haciéndola sufrir la peor de las miserias hasta que no quedó nada de ella. La habían quebrado emocionalmente antes de que su cuerpo colapsara alcanzando la liberación de la muerte. Dos años desde que había acordado una sociedad con Gianfranco Salvatore, dos años de que las agujas del reloj habían comenzado a moverse marcando el comience del fin, de una sentencia de muerte y dolor. — ¡Por favor, no me mates! — rogaba aquel hombre atado a una silla, su ropa sucia, la sangre pegada a su piel, un ojo hinchado a causa de los golpes eran todo el panorama que representaba. — ¿Que no te mate? — Alessandro jalo el cabello de aque
— Ariadne — una vez más pronuncio su nombre, aunque ni siquiera estaba seguro de que en realidad fuera ella, observó como la mujer apretaba sus manos en puños; ni siquiera sabía si realmente se trataba de Ariadne y ya su corazón estaba latiendo frenético.— No me toques — pidió la mujer, esa voz... a pesar de haber hablado en un tono de voz apenas audible pudo reconocer esa voz de inmediato.— ¿Por qué?, ¿por qué no volviste a mi durante estos dos años? — finalmente expreso sus dudas en voz alta — ¡Llevo dos años pensando que estabas muerta!.— De alguna forma lo he estado — respondió finalmente girándose, quedando frente a frente, ella se quitó el antifaz y la peluca, dejando caer su cabello castaño claro que ahora había cortado por los hombros, Alessandro noto que el brillo en su mirada había desaparecido; siendo reemplazado por la tristeza.— Ariadne... ven conmigo ¿sí?, vamos a mi casa y hablemos calmadamente — extendió su mano hacia ella, con la esperanza de que ella la tomara y