Mi corazón se detiene por un instante, mis mejillas se ruborizan al punto de sentir que estoy ardiendo en fiebre y definitivamente me quedo sin palabras.
El hombre asiático, alto, y muy bien vestido de traje, me observa con severidad y quizá un poco de desdén. No puedo dejar de preguntarme si es que él me recuerda de anoche, pues me fui sin siquiera mediar palabras y mi primer pensamiento es qué podría estar haciendo él aquí.
No obstante, mi duda se aclara en el mismo momento en el que abre la boca.
—¿Qué sucede aquí?
—Director Han, la doctora Fernández tiene un pequeño inconveniente, creo que será mejor que lo aclare para que no haya acusaciones sin fundamento —le dice con mucho respeto. Cosa que me sorprende debido a la evidente diferencia de edad. Aunque para mí siempre ha sido un desafío descubrir cuál es la edad real de los coreanos.
—¿Di-Director? —tartamudeo tragando grueso— ¿Usted es el nuevo director?
Él no me responde, en cambio, me rodea y se posiciona frente al escritorio.
—Puede irse doctor Lee, yo me encargaré de ella.
El antiguo director asiente y con una ligera reverencia se retira de la oficina llevándose sus cosas. Estoy atónita, por un momento creo estar soñando, es que no puede ser que ocurran tantas coincidencias en un solo día.
—¿Encargarse de mí? ¿Eso qué significa? —pregunto olvidándome de mi shock inicial. Se acuerde de mí o no, la elección del nuevo jefe de cirugía es injusta.
—Ay niña, simplemente no sabes cuándo cerrar la boca, ¿no es así?
Mis músculos se tensan al punto de que me duelen. ¿Este hombre acaba de decirme niña?
—¿Disculpa? —pregunto de forma sarcástica. Mi furia no hace más que aumentar—. No soy ninguna niña y mucho menos aceptaré que me hable de esa manera.
—Estás haciendo un berrinche como una niña, ¿crees que no escuché lo que le dijiste al doctor Lee? No estoy nada impresionado con su actitud prepotente, doctora Fernández. Si cree que puedes tratar así a tus superiores solo por una insinuación de ascenso, entonces hice bien eligiendo al doctor Kwon en su lugar.
Estoy que echo chispas. Él no me conoce, mucho menos sabe cómo es mi comportamiento habitual. Llevo más de diez años trabajando y viviendo en Corea y jamás le he faltado el respeto a nadie.
—O lo hiciste por rencores personales —ataco sin pensar bien lo que estoy haciendo. Una parte de mi conciencia me dice que debo parar, pero estoy demasiado enojada como para hacerle caso.
En ese momento el señor Han sonríe de medio lado. Una sonrisa cargada de picardía y fanfarronería que hace que me vuelva a ruborizar. Sin esperarlo, él se acerca a mí mucho más de lo que debería, abre los ojos hasta el límite y mi corazón se acelera aún más cuando él no parece detener su camino hasta estar tan cerca que puedo oler su perfume masculino.
—Si me basara en rencores personales, debería guiarme por tu comportamiento en la cama. Y en ese caso, debería despedirte inmediatamente.
Mi cuerpo se estremece al escuchar la voz profunda del señor Han en mi oído y el aliento cálido golpeando mi oreja.
—¿Qué? —susurro.
El señor Han da un paso atrás y me mira triunfante. Mi mente viaja a mil por hora. Mi peor temor se confirma porque no solo ha reconocido que es el mismo hombre, sino que además, lo recuerda todo e incluso mejor que yo.
El hombre se vuelve a erguir y da media vuelta, rodea el escritorio tomando asiento con una actitud de superioridad que no puedo combatir. Estoy perdida, eso es todo lo que pasa por mi cabeza ahora mismo.
—Te daré solo una oportunidad, doctora Fernández. Podrás redimirte o, por el contrario, acabarás cavando tu propia tumba.
—¿Qué quiere decir?
—Si puedes probar que eres mejor que el doctor Kwon te daré el puesto. Tienes dos semanas.
No puedo creer lo que estoy escuchando. Me parece una locura total, pero por otro lado, es la única oportunidad que tengo para demostrarle a ese tirano que soy tan capaz como cualquiera de los otros.
—Bien, acepto —respondo con más confianza de la que tengo en realidad.
El señor Han me mira de arriba abajo con el semblante serio.
—Puedes retirarte —me dice con frialdad.
De inmediato salgo de la oficina con el corazón a mil. Ahora más que nunca necesito hablar con Yoon-Ah sobre lo que ocurrió.
Salgo disparada hacia las habitaciones de hospitalización, donde todavía mis compañeros se encuentran revisando las historias de los pacientes nuevos que ingresaron y chequeando a los que están en recuperación después de sus cirugías.
Yoon-Ah se encuentra en el pasillo cuando la veo. Sin dudarlo salgo corriendo y le tomo del brazo para llevármela al área de descanso.
—¡Eh! ¿Qué haces?
—Ven conmigo ahora mismo.
Como ambas tenemos la misma edad, comprendí rápidamente que Yoon-Ah podría ser mi amiga más cercana en el hospital y por fortuna ella aceptó también.
Ambas nos encerramos en la sala, observo por la mirilla de la puerta antes de hablar para asegurarme de que no venga nadie.
—¿Qué ocurre? ¿Te dijo el doctor Lee por qué no te dio el ascenso?
—Yoon-Ah, dime la verdad. El hombre de anoche, con el que me fui, ¿te dijo quién era?
—Dijo que se llamaba Han Hyun-Soo y nos dio su tarjeta de presentación, es un director ejecutivo.
—¿No dijo nada más? —pregunto con insistencia.
—No, ¿por qué?
—Porque ese hombre es el director del hospital.
Yoon-Ah suelta una carcajada en ese instante, seguramente pensando que le estoy jugando una broma descarada, pero no me río.
—No lo estás diciendo en serio, ¿verdad?
—Lo estoy diciendo muy en serio. Él es el nuevo director, dijo que si le ganaba a Kwon Seung-Ho me daría el puesto de jefe de cirugía.
CAPÍTULO 3: UN ERROR FATALNunca he estudiado tanto en mi vida como ahora. O al menos así lo siento. Si antes me la pasaba en el hospital, ahora prácticamente vivo allí. Llevo varios días tomando todas las guardias posibles, incluso las de cuarenta y ocho horas. He hecho varias suturas a alguno que otro niño o adulto que llega con una herida abierta en la pierna o en el hombro, pero nada demasiado extraordinario como para demostrar mis habilidades.Las bolsas en mis ojos están a punto de llegarme a las mejillas, no he dormido bien, ni mucho menos estoy comiendo como debería. Lo noto cuando me pongo el mono quirúrgico y un gran hueco se hace si halo de la pretina del pantalón. Pero nada de eso me importa en estos momentos, pues estoy enfocada en conseguir ese puesto a como dé lugar. He tratado por todos los medios de evitar a Han Hyun-Soo, pero eso me ha sido imposible ahora que lo han anunciado como el nuevo director del hospital general. Desde ese día en la oficina no hemos vuelto a
CAPÍTULO 4: DESPEDIDAMis ojos están hinchados de tanto llorar. Me encierro en un cubículo del baño de mujeres para no ver a nadie, pero ya todo el hospital se ha enterado de lo que hice, y cada vez que alguna doctora o enfermera entra al baño, solo hablan de lo mismo.—¿Supiste lo que hizo la doctora Fernández?—Sí, qué horror. Me alegro de que no le dieran el puesto de jefe de cirugía.—Casi mata a esa bebé, todo por ganar, es vergonzoso. Escuché que es la hija de alguien importante, tendrá suerte si no la demandan.Las enfermeras se quedan calladas cuando abro la puerta del cubículo, limpiándome las lágrimas. Me ven a través del espejo, pero evito hacer contacto visual y salgo apresurada de allí. La culpa por lo que hice me sigue a todas partes.Me abrazo el cuerpo y agacho la cabeza para no tener que detenerme a darle explicaciones a nadie. Mis pies me llevan hasta el área de neonatología en cuidados intensivos. Desde el vidrio que me separa del otro lado, puedo ver a la pequeña b
CAPÍTULO 5: UN RECUERDO DE COREAHacer las maletas nunca había sido tan duro. Las lágrimas caen sobre la ropa mientras empaco todo lo que he acumulado en tantos años viviendo en este país. Pero lo que más me duele no es eso, sino haber perdido todo lo que había logrado solo por obsesionarme con una idea estúpida y aceptar una apuesta que estaba destinada al fracaso.Con las pocas fuerzas que me quedan, cierro la maleta y la puerta con llave. Afuera, Yoon-Ah me espera para darme el último abrazo.—Cuida esto por mí —le pido entregándole las llaves.—Estoy segura de que podrás regresar.—Aunque pudiera, no lo haré. Ni siquiera sé si seguiré siendo médico.—¿Qué? No digas eso. Elena, eres excelente, no dejes que un solo error defina tu vida y tu carrera. Ambas sabemos que no estabas al cien por ciento ese día.—Como sea, soy una negligente irresponsable —digo con la cabeza gacha.El taxi que me aguarda en la entrada nos mira con impaciencia. Nos apresuramos a guardar la maleta y enseguid
CAPÍTULO 6: LA CULPA REGRESA5 años después…Me bebo la taza de café a toda prisa mientras miro el reloj en mi muñeca. Voy tarde para el hospital pues me quedé dormida la noche anterior ayudando a mi hijo con la tarea.El líquido caliente quema en mi lengua, le soplo suavemente, pero ni así parece que se enfriará pronto. Dejo la taza sobre la mesa y tomo mis cosas para salir.—Elena, ¿no te beberás el café?—Ya no tengo tiempo mamá. No te vayas a olvidar el cartel de Daniel. —Mamá, pero quiero que me lleves tú —protesta mi niño con esa carita de ángel adorable que me derrite. Cada vez que lo veo el recuerdo de todo lo que viví en Corea regresa a mi memoria. Han pasado cinco años y sigue tan fresco como si hubiera sido ayer.—Lo sé hijo, pero no puedo. Mami debe ir a trabajar.Daniel me hace un pequeño puchero y se cruza de brazos después de apartar el plato en la mesa.—No quiero.—Oye —le digo agachándome a su altura—, ¿qué sucede? ¿Por qué no quieres que te lleve la abuela?—Es que
CAPÍTULO 7: ESTOY FELIZDaniel¿A Corea? ¿Mi mamá me llevará a Corea? —¿De verdad?—Sí, de verdad —responde mi mamá con una sonrisa. Ella es tan bonita y la mejor mamá del mundo. Mi abuela siempre me ha hablado del tiempo que ella vivió en Corea. A penas tuve la oportunidad de aprender a usar una Tablet busqué todo sobre ese lugar, y descubrí que la gente allá se parece mucho a mí.Ella nunca me lo ha dicho, pero yo sé que mi padre vive en Corea. —¡Sí! ¡Quiero viajar a Corea! —le digo emocionado. Mamá me lleva al parque. El parque es mi lugar favorito porque puedo correr y jugar sin que nadie me moleste. Hay un tobogán rojo y uno azul. Mi favorito es el azul porque es más alto y rápido. Subo corriendo y me deslizo una y otra vez, riendo todo el tiempo. Mi mamá se sienta en un banco y me mira con una sonrisa. A veces, me olvido de todo lo demás cuando estoy en el tobogán.—¡Mamá, mira! —grito desde arriba.—¡Muy bien, Daniel! —responde ella, aplaudiendo.Después de jugar, vamos a un
CAPÍTULO 8: EL REENCUENTROLos nervios amenazan con hacerme tomar un avión y regresar de nuevo a España, ¿en qué estaba pensando cuando decidí volver? Lo único que me mantiene con los pies en la tierra es mi pequeño hijo.Daniel está tan emocionado conociendo el país y a la gente. Creo que es la primera vez que ve gente que se parece mucho a él. Sé que a veces se siente muy solo por verse diferente, y la maestra de su colegio me dijo que algunos niños no querían juntarse con él por sus rasgos asiáticos. Así que estar aquí es en parte algo terapéutico para mi niño.Sin embargo, la sola idea de pensar que podría volver a encontrármelo en el hospital me provoca nauseas. Nunca pensé regresar, mucho menos contarle sobre Daniel.—Tranquila, respira —me digo a mí misma frente al espejo—. A lo mejor él ya ni siquiera siga siendo director del hospital.Busco entre mis contactos a Yoon-Ah. Hace mucho que dejamos de hablar. Ella empezó a trabajar demasiado y después de algunos meses dejó de resp
CAPÍTULO 9: COMPATIBILIDAD DE MÉDULA ÓSEA—Yoon-Ah, ¿esta niña es hija del doctor Han? —pregunto apartándonos de la cama de la pequeña.Si ella es su hija la compatibilidad sanguínea entre los dos es obvia porque son hermanos. ¡Dios mío! No debí volver, sé que esta niña necesita la sangre, pero esto podría cambiarlo todo, si Hyun-Soo descubre que Daniel es su hijo… no sé qué sería capaz de hacer.—Mmm, pues no lo sé. Él es muy reservado, solo nos habla estrictamente profesional. Nunca ha salido con nosotros a tomar algo, no sabemos nada de su vida.—Necesito saber si es su hija —susurro.—¿Por qué? ¿Eso cambiaría algo? Aunque explicaría por qué te odia.Tendría más sentido la forma en la que me trata, sí, pero sería una pesadilla… casi acabé con la vida de la hija del director.En ese momento Hyun-Soo entra en la habitación.—¿Qué están haciendo aquí? Yo no he dado autorización para que entren. Retírense —ordena.—Lo lamento doctor Han, pensé que Elena podía ver a la pequeña Na-Ra ant
CAPÍTULO 10: ÉL PODRÍA SER MI PAPÁDanielEstoy muy enojado con mi mamá. Aunque ahora que la veo corriendo hacia mí con su cara roja y esa mirada que siempre me pone cuando me porto mal, creo que no debí salir corriendo de vuelta con el doctor Han. Mamá me alcanza y me agarra de la mano, tirando de mí hacia atrás antes de que pueda llegar a donde está el doctor Han. Ella habla con él en coreano, y aunque no entiendo nada de lo que están diciendo, sus voces suenan serias. Me siento confundido y un poco asustado, pero también muy curioso.El doctor Han se ve muy serio mientras habla con mamá. Tiene una expresión que me hace sentir que algo importante está pasando. Quiero preguntarle tantas cosas, pero no me dejan ni acercarme. En este lugar hay mucha gente que se parece a mí, pero él es diferente. Lo veo y siento algo especial, aunque siempre traiga cara de enojado. Ellos hablan por un rato más, él me mira de nuevo como en la tarde y yo trato de darle una sonrisa, pero el doctor Han s