LA VERDADERA FUENTE DE MI ODIOCorro por las calles oscuras, con el sonido de las sirenas resonando en mis oídos como un martillo constante, cada vez más fuerte, más amenazador. Mi cuerpo duele con cada paso, cada respiración es un esfuerzo agotador, pero no puedo detenerme. No ahora, no cuando todo está tan cerca de acabarse. Intento regresar a la casa, el único lugar donde puedo encontrar refugio, pero la sombra de mi hermano se aparece frente a mí, bloqueando mi escape.—Min-Ji —dice con esa voz fría y autoritaria, como siempre—. No hay más lugar al que puedas correr.Lo odio. Lo odio tanto que duele, mucho más de lo que mi cuerpo ha soportado esta noche. Él es la razón de todo, de mi sufrimiento, de mi caída. Pero lo más doloroso es saber que él sigue viéndome como una herramienta.Intento retroceder, pero el sonido de las puertas de los coches patrulla abriéndose me detiene. Las luces rojas y azules destellan en la oscuridad, iluminando las caras tensas de los policías que nos ap
CAPÍTULO 1: EL NUEVO DIRECTORAbro los ojos en la mañana con un intenso dolor de cabeza taladrándome los sentidos. Todo me da vueltas y el mareo amenaza con llevarme al baño directamente a vomitar. Me levanto de la cama y salgo corriendo sin percatarme de nada a mi alrededor. Por poco no consigo llegar al baño; con pocos segundos antes de que el contenido de mi estómago salga expulsado, logro abrir la tapa del inodoro y vomitarlo todo.Después de semejante desastre limpio el lugar y me lavo la cara y la boca con un buen enjuague que encuentro en el lavamanos. En ese momento me doy cuenta de que no reconozco el lugar. Esa no es mi casa, de hecho, ni siquiera es la casa de algún colega.—¿Qué pasó anoche? —me pregunto en voz alta acomodándome los rizos con un poco de agua. Salgo de nuevo a la habitación y allí mi corazón se paraliza al ver que la habitación donde me encuentro es enorme y lujosa, pero lo más preocupante es el hombre desnudo y bocabajo que está en la cama.Lentamente los
CAPÍTULO 2: ES UN TIRANOMi corazón se detiene por un instante, mis mejillas se ruborizan al punto de sentir que estoy ardiendo en fiebre y definitivamente me quedo sin palabras.El hombre asiático, alto, y muy bien vestido de traje, me observa con severidad y quizá un poco de desdén. No puedo dejar de preguntarme si es que él me recuerda de anoche, pues me fui sin siquiera mediar palabras y mi primer pensamiento es qué podría estar haciendo él aquí.No obstante, mi duda se aclara en el mismo momento en el que abre la boca.—¿Qué sucede aquí?—Director Han, la doctora Fernández tiene un pequeño inconveniente, creo que será mejor que lo aclare para que no haya acusaciones sin fundamento —le dice con mucho respeto. Cosa que me sorprende debido a la evidente diferencia de edad. Aunque para mí siempre ha sido un desafío descubrir cuál es la edad real de los coreanos.—¿Di-Director? —tartamudeo tragando grueso— ¿Usted es el nuevo director?Él no me responde, en cambio, me rodea y se posici
CAPÍTULO 3: UN ERROR FATALNunca he estudiado tanto en mi vida como ahora. O al menos así lo siento. Si antes me la pasaba en el hospital, ahora prácticamente vivo allí. Llevo varios días tomando todas las guardias posibles, incluso las de cuarenta y ocho horas. He hecho varias suturas a alguno que otro niño o adulto que llega con una herida abierta en la pierna o en el hombro, pero nada demasiado extraordinario como para demostrar mis habilidades.Las bolsas en mis ojos están a punto de llegarme a las mejillas, no he dormido bien, ni mucho menos estoy comiendo como debería. Lo noto cuando me pongo el mono quirúrgico y un gran hueco se hace si halo de la pretina del pantalón. Pero nada de eso me importa en estos momentos, pues estoy enfocada en conseguir ese puesto a como dé lugar. He tratado por todos los medios de evitar a Han Hyun-Soo, pero eso me ha sido imposible ahora que lo han anunciado como el nuevo director del hospital general. Desde ese día en la oficina no hemos vuelto a
CAPÍTULO 4: DESPEDIDAMis ojos están hinchados de tanto llorar. Me encierro en un cubículo del baño de mujeres para no ver a nadie, pero ya todo el hospital se ha enterado de lo que hice, y cada vez que alguna doctora o enfermera entra al baño, solo hablan de lo mismo.—¿Supiste lo que hizo la doctora Fernández?—Sí, qué horror. Me alegro de que no le dieran el puesto de jefe de cirugía.—Casi mata a esa bebé, todo por ganar, es vergonzoso. Escuché que es la hija de alguien importante, tendrá suerte si no la demandan.Las enfermeras se quedan calladas cuando abro la puerta del cubículo, limpiándome las lágrimas. Me ven a través del espejo, pero evito hacer contacto visual y salgo apresurada de allí. La culpa por lo que hice me sigue a todas partes.Me abrazo el cuerpo y agacho la cabeza para no tener que detenerme a darle explicaciones a nadie. Mis pies me llevan hasta el área de neonatología en cuidados intensivos. Desde el vidrio que me separa del otro lado, puedo ver a la pequeña b
CAPÍTULO 5: UN RECUERDO DE COREAHacer las maletas nunca había sido tan duro. Las lágrimas caen sobre la ropa mientras empaco todo lo que he acumulado en tantos años viviendo en este país. Pero lo que más me duele no es eso, sino haber perdido todo lo que había logrado solo por obsesionarme con una idea estúpida y aceptar una apuesta que estaba destinada al fracaso.Con las pocas fuerzas que me quedan, cierro la maleta y la puerta con llave. Afuera, Yoon-Ah me espera para darme el último abrazo.—Cuida esto por mí —le pido entregándole las llaves.—Estoy segura de que podrás regresar.—Aunque pudiera, no lo haré. Ni siquiera sé si seguiré siendo médico.—¿Qué? No digas eso. Elena, eres excelente, no dejes que un solo error defina tu vida y tu carrera. Ambas sabemos que no estabas al cien por ciento ese día.—Como sea, soy una negligente irresponsable —digo con la cabeza gacha.El taxi que me aguarda en la entrada nos mira con impaciencia. Nos apresuramos a guardar la maleta y enseguid
CAPÍTULO 6: LA CULPA REGRESA5 años después…Me bebo la taza de café a toda prisa mientras miro el reloj en mi muñeca. Voy tarde para el hospital pues me quedé dormida la noche anterior ayudando a mi hijo con la tarea.El líquido caliente quema en mi lengua, le soplo suavemente, pero ni así parece que se enfriará pronto. Dejo la taza sobre la mesa y tomo mis cosas para salir.—Elena, ¿no te beberás el café?—Ya no tengo tiempo mamá. No te vayas a olvidar el cartel de Daniel. —Mamá, pero quiero que me lleves tú —protesta mi niño con esa carita de ángel adorable que me derrite. Cada vez que lo veo el recuerdo de todo lo que viví en Corea regresa a mi memoria. Han pasado cinco años y sigue tan fresco como si hubiera sido ayer.—Lo sé hijo, pero no puedo. Mami debe ir a trabajar.Daniel me hace un pequeño puchero y se cruza de brazos después de apartar el plato en la mesa.—No quiero.—Oye —le digo agachándome a su altura—, ¿qué sucede? ¿Por qué no quieres que te lleve la abuela?—Es que
CAPÍTULO 7: ESTOY FELIZDaniel¿A Corea? ¿Mi mamá me llevará a Corea? —¿De verdad?—Sí, de verdad —responde mi mamá con una sonrisa. Ella es tan bonita y la mejor mamá del mundo. Mi abuela siempre me ha hablado del tiempo que ella vivió en Corea. A penas tuve la oportunidad de aprender a usar una Tablet busqué todo sobre ese lugar, y descubrí que la gente allá se parece mucho a mí.Ella nunca me lo ha dicho, pero yo sé que mi padre vive en Corea. —¡Sí! ¡Quiero viajar a Corea! —le digo emocionado. Mamá me lleva al parque. El parque es mi lugar favorito porque puedo correr y jugar sin que nadie me moleste. Hay un tobogán rojo y uno azul. Mi favorito es el azul porque es más alto y rápido. Subo corriendo y me deslizo una y otra vez, riendo todo el tiempo. Mi mamá se sienta en un banco y me mira con una sonrisa. A veces, me olvido de todo lo demás cuando estoy en el tobogán.—¡Mamá, mira! —grito desde arriba.—¡Muy bien, Daniel! —responde ella, aplaudiendo.Después de jugar, vamos a un