EL SECUESTROLa clínica está tranquila cuando llego. Vuelvo a verificar el nombre de la doctora en la entrada: Elena. Todo se ha planeado meticulosamente. Fingiré ser una paciente con una dolencia cualquiera, algo que la obligue a entrar en una sala privada, donde el plan finalmente cobrará vida.Entro al hospital disfrazada, con el rostro parcialmente oculto tras unas gafas oscuras y un pañuelo que me cubre la cabeza. Me acerco al mostrador con una leve cojeada, adoptando la pose de alguien que sufre un dolor físico y emocional. La recepcionista me mira con preocupación, y en cuestión de minutos me encuentro esperando en una pequeña sala.Mi corazón late con fuerza mientras me repito una y otra vez que esto es lo que quiero. Elena debe pagar, y este es el momento en que todo cambiará.Finalmente, la puerta se abre, y ahí está ella. Elena. Parece cansada, pero aún emana esa aura de calma que tanto me irrita. Su gentileza me exaspera. Se acerca a mí con una sonrisa tranquila, ignorando
LA ÚLTIMA DUDAEl trayecto se siente eterno, aunque apenas habrán pasado unos veinte minutos. Cada kilómetro que nos alejamos de la ciudad, mi mente se vuelve más caótica. Las palabras de Dae-Hyun resuenan en mi cabeza: “No te distraigas. La compasión es una debilidad”. Pero algo en mi interior no puede callar esa voz. La imagen de Elena, tan vulnerable, mezclada con las palabras de su hijo, sigue rondándome.A pesar de todo, intento no pensar en ello. Debo concentrarme en lo que sigue. Me obligo a ver a Elena como siempre la he visto: una amenaza, la barrera que me impide alcanzar lo que siempre he querido.Llegamos a la casa segura. Es un lugar apartado, bien oculto en las afueras de la ciudad. Dae-Hyun me señala que baje primero, mientras dos de sus hombres sacan a Elena de la camioneta. Ella sigue inconsciente, ajena al mundo, y eso me da un respiro. No estoy lista para enfrentarla despierta, para verla abrir los ojos y tener que mirarla a la cara.Dentro de la casa, todo está pre
CAMBIO DE PARECERCuando me acerco a la puerta de la habitación donde tengo a Elena, escucho pasos detrás de mí. Mi corazón se acelera al instante, esperando que sea Dae-Hyun. Pero cuando me giro, mi estómago se hunde. Ahí está Tae-Young, con su expresión seria y autoritaria, como si fuera el dueño absoluto de la situación. Me detengo en seco con la mano aún apoyada en el pomo de la puerta.—¿Qué haces aquí? —le pregunto con voz fría, aunque mi interior se agita. Este era mi plan, mi momento. ¿Por qué siempre tiene que entrometerse?—He venido a encargarme yo mismo —responde, empujándome a un lado sin siquiera mirarme. Es como si mi existencia fuera irrelevante, como si todo lo que he hecho hasta ahora no valiera nada.Mi sangre hierve de rabia. Siento cómo se aprieta mi pecho y el resentimiento, que durante años ha crecido dentro de mí, amenaza con explotar. Me esfuerzo por mantener la calma, pero la voz de Dae-Hyun resuena en mi mente: "¿Vas a dejar que tome el control otra vez? ¿O
LA VERDADERA FUENTE DE MI ODIOCorro por las calles oscuras, con el sonido de las sirenas resonando en mis oídos como un martillo constante, cada vez más fuerte, más amenazador. Mi cuerpo duele con cada paso, cada respiración es un esfuerzo agotador, pero no puedo detenerme. No ahora, no cuando todo está tan cerca de acabarse. Intento regresar a la casa, el único lugar donde puedo encontrar refugio, pero la sombra de mi hermano se aparece frente a mí, bloqueando mi escape.—Min-Ji —dice con esa voz fría y autoritaria, como siempre—. No hay más lugar al que puedas correr.Lo odio. Lo odio tanto que duele, mucho más de lo que mi cuerpo ha soportado esta noche. Él es la razón de todo, de mi sufrimiento, de mi caída. Pero lo más doloroso es saber que él sigue viéndome como una herramienta.Intento retroceder, pero el sonido de las puertas de los coches patrulla abriéndose me detiene. Las luces rojas y azules destellan en la oscuridad, iluminando las caras tensas de los policías que nos ap
CAPÍTULO 1: EL NUEVO DIRECTORAbro los ojos en la mañana con un intenso dolor de cabeza taladrándome los sentidos. Todo me da vueltas y el mareo amenaza con llevarme al baño directamente a vomitar. Me levanto de la cama y salgo corriendo sin percatarme de nada a mi alrededor. Por poco no consigo llegar al baño; con pocos segundos antes de que el contenido de mi estómago salga expulsado, logro abrir la tapa del inodoro y vomitarlo todo.Después de semejante desastre limpio el lugar y me lavo la cara y la boca con un buen enjuague que encuentro en el lavamanos. En ese momento me doy cuenta de que no reconozco el lugar. Esa no es mi casa, de hecho, ni siquiera es la casa de algún colega.—¿Qué pasó anoche? —me pregunto en voz alta acomodándome los rizos con un poco de agua. Salgo de nuevo a la habitación y allí mi corazón se paraliza al ver que la habitación donde me encuentro es enorme y lujosa, pero lo más preocupante es el hombre desnudo y bocabajo que está en la cama.Lentamente los
CAPÍTULO 2: ES UN TIRANOMi corazón se detiene por un instante, mis mejillas se ruborizan al punto de sentir que estoy ardiendo en fiebre y definitivamente me quedo sin palabras.El hombre asiático, alto, y muy bien vestido de traje, me observa con severidad y quizá un poco de desdén. No puedo dejar de preguntarme si es que él me recuerda de anoche, pues me fui sin siquiera mediar palabras y mi primer pensamiento es qué podría estar haciendo él aquí.No obstante, mi duda se aclara en el mismo momento en el que abre la boca.—¿Qué sucede aquí?—Director Han, la doctora Fernández tiene un pequeño inconveniente, creo que será mejor que lo aclare para que no haya acusaciones sin fundamento —le dice con mucho respeto. Cosa que me sorprende debido a la evidente diferencia de edad. Aunque para mí siempre ha sido un desafío descubrir cuál es la edad real de los coreanos.—¿Di-Director? —tartamudeo tragando grueso— ¿Usted es el nuevo director?Él no me responde, en cambio, me rodea y se posici
CAPÍTULO 3: UN ERROR FATALNunca he estudiado tanto en mi vida como ahora. O al menos así lo siento. Si antes me la pasaba en el hospital, ahora prácticamente vivo allí. Llevo varios días tomando todas las guardias posibles, incluso las de cuarenta y ocho horas. He hecho varias suturas a alguno que otro niño o adulto que llega con una herida abierta en la pierna o en el hombro, pero nada demasiado extraordinario como para demostrar mis habilidades.Las bolsas en mis ojos están a punto de llegarme a las mejillas, no he dormido bien, ni mucho menos estoy comiendo como debería. Lo noto cuando me pongo el mono quirúrgico y un gran hueco se hace si halo de la pretina del pantalón. Pero nada de eso me importa en estos momentos, pues estoy enfocada en conseguir ese puesto a como dé lugar. He tratado por todos los medios de evitar a Han Hyun-Soo, pero eso me ha sido imposible ahora que lo han anunciado como el nuevo director del hospital general. Desde ese día en la oficina no hemos vuelto a
CAPÍTULO 4: DESPEDIDAMis ojos están hinchados de tanto llorar. Me encierro en un cubículo del baño de mujeres para no ver a nadie, pero ya todo el hospital se ha enterado de lo que hice, y cada vez que alguna doctora o enfermera entra al baño, solo hablan de lo mismo.—¿Supiste lo que hizo la doctora Fernández?—Sí, qué horror. Me alegro de que no le dieran el puesto de jefe de cirugía.—Casi mata a esa bebé, todo por ganar, es vergonzoso. Escuché que es la hija de alguien importante, tendrá suerte si no la demandan.Las enfermeras se quedan calladas cuando abro la puerta del cubículo, limpiándome las lágrimas. Me ven a través del espejo, pero evito hacer contacto visual y salgo apresurada de allí. La culpa por lo que hice me sigue a todas partes.Me abrazo el cuerpo y agacho la cabeza para no tener que detenerme a darle explicaciones a nadie. Mis pies me llevan hasta el área de neonatología en cuidados intensivos. Desde el vidrio que me separa del otro lado, puedo ver a la pequeña b