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Capítulo 2 – Una vida sin mentiras. (E)

Emilia es una chica que vive de manera clara y concisa, ¿Qué quiere decir esto?

Bueno para ser más claros, siempre cumple con su palabra, pero así como le ha traído cosas buenas como continuar sus estudios a pesar de las dificultades que se le presentaban hasta terminar su carrera en Administración de empresas, o siempre tener la fe y confianza de su hermanito Damián, también le había traído problemas, como absorver incontables veces por responsable de destrozos o averías que hacían sus conocidos porque les había dicho que ella se encargaría de las consecuencias.

Desde chica Emilia tuvo claro que en el mundo hay una diferencia abismal entre dos tipos de personas, quienes cumplen su palabra y el resto; para un claro ejemplo Liliana, su madre, que se ha visto destrozada en incontables ocasiones por personas que no respetan su palabra, la han dejado sola para con el mundo, su amada madre siempre ha sido una persona romántica y desde muy joven ha deseado encontrar el verdadero amor, ese que contra todo pronóstico sale airoso.  

A sus escasos quince años Liliana creyó haberlo encontrado, un amor incontrolable y capas de eliminar cualquier barrera pero de eso solo resultó dolor, engaño y tener la responsabilidad de sacarla a ella adelante, porque en el momento en que ése hombre supo de la existencia de un nuevo bebé desapareció para nunca más regresar.

Emilia desde que tenía memoria hacía todo lo posible por cumplir su palabra costara lo que costara, y de paso quería enseñarle eso mismo a su hermano Damián, no quería que él fuera como la gran mayoría de hombres, que hacen promesas para conseguir lo que desean y después olvidan todo casi casi hasta su nombre.

No es que ella fuera una mujer experimentada en el amor, lo evitaba a toda costa realmente, pero había vivido de manera muy cercana lo que era creer en los hombres ciegamente,  y cómo sin importar lo enamorada que estés, y todo lo que des de ti misma para poder hacer crecer ese amor y esa relación, él simplemente toma todo, para cuando se cansa decide alejarse sin importarle los destrozos que deja atrás o las personas que abandona.

En el caso de su madre Liliana Puentes el amor le había traído de recompensa dos preciosos hijos, como ella siempre les decía y mucho, mucho dolor como ella siempre ocultaba.

Regresando al presente después de haber dejado atrás a Tadeo y su hermano, Emilia llega al restaurante y abre la puerta, al pasar se encuentra  con que está más oscuro de lo normal ya que se mira usualmente desde la vitrina con mucha luz y movimiento de personas pero curiosamente se veía listo para abrir, además la puerta estaba sin seguro.

-   Creo que llegamos temprano- se dijo Emilia bajito, pero no dejó de caminar, algo la empujaba a que siguiera avanzando, después de todo tenía mucho tiempo queriendo ir y no había podido, no perdía nada con mirar un poco.

Emilia siguió avanzando hasta que se encontró con una escena como de película, todo estaba a media luz provocado por todas las velas que estaban alrededor del lugar,  rosas rojas por todas partes, una música como de violines comenzó a sonar de fondo y en ese instante supo que no era el lugar en el que debía estar en ese momento, ella no era la persona correcta, todas esas cosas siempre le habían dado incomodidad. 

“Podría solamente empezar a caminar en reversa hasta desaparecer, haciendo como que nunca estuve aquí” pensó Emilia y por más que su cerebro le decía que era una magnífica idea el desaparecer como carruaje de cenicienta a medianoche, aún no acababa de convencerse, sin saber realmente qué la detenía ahí, siendo sincera para sí misma después de todo nadie la escucharía, “huele muy rico” pensó ahondando su respiración para quedarse con la fragancia entre sus fosas nasales.

No se veía nadie, alomejor era para más tarde estaba muy bonito, pero (sin afán de criticar a nadie) -ella sola se justificó poniendo los ojos en blanco-, esto ya está muy visto deberían tener en cuenta los deseos de la chica a quien se le van a declarar, supongo que la gran mayoría querrían algo diferente  o más personal.

En ese momento se dio cuenta que un hombre alto, muy alto realmente como de un metro ochenta salían de entre las sombras, pero no la volteaba a ver en ningún momento, “tal vez no me mira, si no me muevo”. Emilia se quedó estática para no desconcentrar al gran hombre que seguramente estaba practicando este gran momento, “debe estar muy nervioso” pensó Emilia.

-¿Quieres casarte conmigo?- escuchó que ese hombre susurraba encontrándose con sus ojos.

Su respiración se fue haciendo cada vez más superficial y ligera, como si así pudiera desaparecer o mínimo camuflarse en el ambiente para ser invisible, de un momento a otro se encienden unas luces de neón donde aparece una pregunta con letras enormes:

¿QUIERES CASARTE CONMIGO?

Se veía detrás de ese hombre que ya me había visto y atravesado con esos ojos tan negros como el azabache y una mirada absolutamente enigmática que se quedó pegada a mis ojos, con una reacción casi imperceptible dejó de lado que no fuera la mujer que él esperaba encontrar, pero se mantuvo estático e imperturbable esperando ¿qué?  Mi respuesta, básicamente no se suponía que me la hicieran a mí, yo a él ni lo conozco para empezar.

En ese momento miro por el rabillo del ojo un juego en las sombras, Tadeo y Damián habían llegado, escucho detrás de mí un ¡wow! susurrado, lleno de sorpresa con la voz de Damián mi hermanito, y ahora qué debo hacer.

Por una parte todo esto se supone que debe ser para alguien más, así que técnicamente la pregunta no es para mí, pero en contraparte yo soy quien está aquí así que pensando en la condición que tengo durante estas cuatro horas horas, “cosa que debo cumplir” me repito constantemente si digo que sí, estaría cumpliendo con mi condicionamiento y lo siguiente es que ese gran y guapo hombre que tengo frente a mí me diga que es un error y lo tomen como una broma, así se cumple mi castigo, no rompo las reglas y mi hermanito aprende a que no importa qué, siempre  se debe cumplir con lo que se promete y todos contentos.

Respiro profundamente y contra todo pronóstico digo fuerte y claro:

-Sí quiero.

El lugar se llena de un absoluto silencio con un gran toque de confusión.

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