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Capítulo 6 - Ciega, sorda y muda. (E)

Ya en la noche en casa de Emilia toda la cocina estaba inundada del aroma a  hamburguesa con papas a la francesa,  en su casa siempre se turnaban para elegir lo que iban a cenar y ese fue el turno de Damián, estaban los tres sentados en la mesa Emilia, Damián y Liliana su madre.

- ¡Quedaron deliciosas Emi!- gritó Damián para inmediatamente después pegarle una mordida a la hamburguesa lo más grande que le permitiera su pequeña boca.

- Gracias querido jurado- le contestó Emilia también queriendo empezar a comer.

- ¿Cómo les fue hoy chicos?- preguntó Liliana, como tenía turnos  rotativos en diferentes empresas de limpieza, no tenía horarios fijos, así que las cenas con sus hijos le servían para actualizarse y compartir lo que les había pasado.

- Bien mamá hoy entregué los pedidos de ropa que tenía programados e hice pedidos de otros modelos, espero tener el dinero que necesitamos para comprar un auto pronto, me preocupa que te muevas siempre en taxi o camines en la noche, es muy peligroso. 

- No te preocupes Emi, es algo que he hecho toda la vida, además si compras uno, lo utilizarás tú para que no batalles en mover la mercancía y dejes de pedirle favores a Tadeo, que  suficiente tiene con todos los pendientes de los locales de  su papá y aun saca espacio para ayudarte a mover los paquetes cada vez que los vas a recibir o entregar.

- Sí lo sé, pero…- quería decirle que en la noche es mucho más peligroso y para mujeres peor pero en eso la interrumpió Damián que ya había pasado todo el bocado.

- Mamá no te preocupes, Emi se va a casar pronto.

Un silencio invadió la habitación y la cara de confusión de Liliana no se hizo esperar, más aun por que no estaba enterada que le gustara nadie o que tuviera novio, como para que le cayera de una  que iba a casarse, con mucho esfuerzo consiguió articular las palabras:

- ¿De qué hablas Damián? explícame ¿con quién se va a casar tu hermana?

Fue un mal momento para que Emilia le diera una gran mordida a la comida en la que tuvo que apurar el bocado y desocupar la garganta para poder hablar lo antes posible.

- Ayer fuimos a un restaurante muy bonito, y cuando llegamos Tadeo y yo, mi hermana le dijo sí quiero a un señor que estaba entre flores y velas, estaba todo como en las películas que miras mamá con los señores bien cambiaditos y con todo apagado- para este punto Damián ya se había parado de la silla y estaba apuntando todo lo que describía como si estuviera ahí en ese momento- después salió el abuelo del señor y abrazo a Emi, fue una locura parecía que la conociera de toda la vida le dijo que era su abuelo, ¿también será mi abuelo Emi? ¿me lo prestas?- le pregunto emocionado con un brillo especial en los ojos y sonriendo de oreja a oreja.

- Y ¿de dónde lo conoces? - Liliana le preguntó directamente a Emilia porque no sabía qué creer la sorpresa le había caído peor que un balde con agua fría, los ojos poco más y se le salían de las cuencas de lo abiertos que los tenía.

- Tranquilízate mamá- le dijo Emilia después de tomar un trago de agua para poder hablar.- no fue nada, bueno sí, fue un malentendido, la propuesta era para otra persona, pero llegué por error, debieron detenerme en la entrada- “supongo” pensó Emilia- la cosa es que para este momento la verdadera prometida del guapote ese ya debe tener un hermoso anillo en su dedo y a mí me tendrán como una anécdota para recordar.

- ¿Guapote?- preguntó su mamá.

Emilia puso los ojos en blanco, después de eso no le iba a poder sacar la vuelta a toda la historia que se habría hecho su mamá en la cabeza.

- Es un decir, un hombre guapo y grandote.

- ¿Qué tan grande es un anciano?

- No mamá, tendría unos treinta y pocos, no lo sé, tampoco es que le pusiera mucha atención realmente. - Dijo mirando para otro lado.

- Parecía un príncipe mamá, de los que te gustan en las películas, ¿no te acabo de decir?- le cortó, desesperado Damián porque no le estaban poniendo suficiente atención y él explicaba mucho mejor que su hermana.

- Pero…

- No mami, ya es suficiente, como no quiero casarme ni encontrar el amor, eso fue una experiencia más.

Después del choque inicial por la noticia Liliana entendió que el destino realmente quería que su pobre hija entendiera que el amor es para todos, si hasta le había puesto a un desconocido proponiendo matrimonio, que más señal que esa quería para abrir los ojos y darse cuenta que el amor es una necesidad básica en la vida que alimenta el alma de las personas y las hace ser mejores para sí mismas y para su alrededor compensando la maldad que hay en el mundo.

Liliana suspiró desesperada y frustrada .

- Querido cupido, vas a necesitar mucho más y ser más claro con las señales porque mi hija parece ser ciega, sorda y muda.  Susurró Liliana al ver a su hija levantarse para alejarse literalmente de la conversación que estaban teniendo.

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