Capítulo 30: Astral

Cordelia

Mi trasero ya estaba dolido por haber pasado horas sentada en el suelo frío de la celda.

Cerré los ojos una vez más y respirando hondo.

Me concentré en la energía de este lugar, en la posibilidad de encontrar alguna presencia atrapada entre estos muros.

Pero no había nada.

Solo el sonido de la respiración pesada de Zeiren y el silencio sofocante del calabozo.

Frustrada, exhalé con fuerza y volví a intentarlo. Ignoré el dolor en mis músculos por estar tanto tiempo en la misma posición.

Mi abuela me enseñó que los espíritus estaban en todas partes. Y qué solo necesitaban una razón para responder.

Tenía que haber espíritus en este lugar, lo sentía en cada fibra de mi ser. Pero, por alguna razón, no podía alcanzarlos.

Era como si una barrera invisible se interpusiera entre nosotros... o como si algo los estuviera ahuyentando.

—Nada aún, ¿eh? —La voz de Fernanda interrumpió mi concentración.

No abrí los ojos, pero apreté la mandíbula.

—Dame un segundo más.

Ella resopló y se de
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