Parte 4. Capítulo 25. Marcados

Las lágrimas le corrían por las mejillas como único indicio del sufrimiento que sentía su alma.

La ansiedad la invadía, sirviéndole de chispa para encender la hoguera de rabias y determinación que siempre se apoderaba de ella cuando las cosas no salían como lo había programado.

Jesenia trastabilló hasta el baño en busca de un frasco de agua destilada que se vació sobre las heridas sangrantes del pie. Retiró los trozos de vidrio incrustados y se vendó con rapidez para salir apresurada hacia la sala.

Enseguida tomó su teléfono y alertó a todos los guerreros de lo que ocurría, sobre todo, a Deibi. El único a quien le había hablado en medio de un llanto desesperado sacando de su interior la tristeza y el miedo que llevaba atorado.

Los guerreros se dispersaron en la selva en busca de su hermano. Deibi fue el único que tomó otro camino, dirigiéndose al pueblo, utilizando sus instintos para encontrarla.

Su olor estaba adherido a sus fosas nasales y a sus emociones, aunque en esa ocasión lo q
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