Malena quiso acercarse a la chica, pero ella corrió al exterior. Irma trató de seguirla, interponiéndose Baudilio en su camino.—Acaba de llegar Gregory —informó—. Hay que dejarla asimilar la noticia.La mujer se cubrió el rostro para contener las lágrimas. Pablo se aproximó a ella y la abrazó para consolarla.Gregory bajó del auto de Javier viendo como la chica salía a las carreras. Había ido por ella a la casa de los Aldama y, al enterarse de que la habían llevado a ese lugar, su hermano le facilitó su Toyota para que fuera por la joven. Abrió los brazos para recibirla, apretándola contra su cuerpo mientras ella lloriqueaba.—¿Qué ocurrió?—Sácame de aquí.El joven levantó el rostro de los cabellos de Trini al sentir que alguien salía de la vivienda. Compartió una mirada con Malena y vio a Baudilio asomado por una ventana. Creyó comprender la situación, debieron decirle a la chica la verdad.—Sube al auto —indicó, ayudándola a hacerlo. Se ubicó en el asiento del piloto y, mientras e
Al regresar a la casa de Pablo, el ambiente se hallaba más relajado. Malena fumaba un tabaco al final del porche, sentada en el suelo y con la mirada perdida en la selva. Rafael se había dormido cerca de ella, despatarrado en un sillón y roncando como un oso.Trini solo compartió una mirada dura con su madre al entrar a la casa, prefería arreglar las cosas primero con sus recién adquiridos abuelos, pues lo que pretendía hacer a continuación necesitaba la aprobación de ellos antes de planearlo con Malena.Irma y Pablo la recibieron con emoción desbordante y le pidieron perdón sin saber por qué lo hacían, pero era lo único que se les ocurría para justificar dieciocho años de separación. Entre abrazos, y con algunas lágrimas incluidas, ataron lazos que jamás serían liberados, porque además de estar apretados por la sangre, lo hacía la necesidad de conocerse, de amarse y de recuperar el enorme tiempo que les habían arrancado de forma despiadada.Baudilio y Gregory se quedaron en la sala m
Luego de que todo estuvo preparado, Gregory sacó a Trini de los restos pestilentes del viejo hotel y la llevó hacia el lugar donde se hallaban aparcados los vehículos, escondiéndose entre ellos.Habían asistido a ese lugar a prepararse para invocar los espíritus y cumplir con la misión que tenían impuesta.—¿Qué ocurre? —preguntó ella cuando él se detuvo y repasó los alrededores con desconfianza.—Solo necesitaba darte un beso —dijo, antes de encerrarle el rostro entre las manos y saborear sus labios.Ella suspiró ante ese delicioso detalle, dejándose llevar por la efervescencia. Todo el tiempo en que estuvieron juntos, planeando aquel evento con Malena y los miembros de la sociedad, se miraban con anhelo, pudiendo solo entrelazar las manos en contadas ocasiones o darse rápidas caricias cuando pasaban uno frente al otro. Nunca lograron estar a solas y dar rienda suelta a las ganas que cada uno tenía en el otro. Ganas por tocarse y sentirse.Gregory profundizó el beso, dejando que actu
Llevaban casi una hora esperando y los guerreros comenzaban a perder la paciencia. Baudilio se había retirado para cederle el lugar a Malena y a Ciro, quienes se dedicaron a realizar sus típicos trabajos de espiritismo. Invocaban a Miguel, aun sabiendo que podía acercarse cualquier otro. La inestabilidad de las energías asentadas en aquel lugar dificultaba los esfuerzos.Trini intentaba concentrarse, pero con facilidad se distraía. Los ruidos de la selva y el largo tiempo de espera impedían que uniera sus fuerzas a la de su madre. En una ocasión abrió los ojos y vio el rostro decepcionado de Gregory, que seguía los movimientos de Malena y de Ciro cerca de ella con enfado. La rabia y la frustración la invadieron. Se sentía inútil. Todos esperaban mucho de ella, pero era incapaz de hacer lo único que le pedían: comunicarse con su padre.Decidió llevar a cabo la estrategia que siempre le había funcionado. Jamás había hablado con él luego de hacer extraños rituales, sus métodos habían sid
Baudilio la observó con atención.—¿Qué la entreguemos? ¿Cómo? —quiso saber Gabriel.Trini se apartó del líder y se giró hacia los guerreros buscando a Gregory. Al encontrarlo, se acercó a él y apoyó las manos en su pecho retomando su semblante ansioso.—Necesitamos herramientas para cavar un hoyo. —Él arrugó el ceño.—¿Cavar? ¿A esta hora? —indagó Ciro, aún más confundido.—En las bodegas hay suficientes herramientas —dijo Gregory en dirección a Jonathan, este asintió.—¿Dónde quieres que cavemos? —apuntó el moreno, acercándose.La chica repasó los alrededores buscando el lugar exacto donde habían visto desaparecer las partes del tazón. Vio los restos del árbol hueco que parecía humear, reconociéndolo.—Aquí —aseguró y se aproximó a él, aunque se entristeció al ver las pesadas láminas de cemento que cubrían el suelo—. Es debajo de este piso.—Puede quitarse. Tenemos el equipo para eso —garantizó Javier—. Será un trabajo duro, pero con la bestia…Los guerreros asintieron sin necesidad
Faltaban horas para la llegada del alba, aquel era un momento de paz en la selva. Los animales nocturnos mantenían su recorrido incesante en busca del alimento mientras la suave brisa marina mecía los inmensos árboles y las palmeras arrullando a los que descansaban.El centro del viejo hotel estaba alumbrado por el fulgor de los faros, mostrando los restos de lo que otrora fue una edificación llena de lujos y bellezas, sin saber que había albergado en su interior un portal sagrado, utilizado por los dioses que habían acudido al llamado indígena para desatar sobre ellos su poder.En el hoyo donde habían sacado los restos de la antigua vasija, realizaron la fogata. El nuevo tazón fue acuñado entre ramas, encima de carbones, conteniendo dentro los pedazos recuperados que estaban manchados con la sangre de los ancestros. Baudilio, Pablo y Williams entonaron viejos cantos mientras el fuego calentaba la sangre, dándoles tiempo a los guerreros para prepararse.Isabel, Jesenia, Rebeca y Mary
—¿Tan extraño te resulta? —le preguntó Trini al recostarse en la cama, a su lado.Se encontraban en una posada en el pueblo, descansando, mientras los líderes y Malena se ocupaban de dar el último adiós a los restos de la tinaja del pacto a varios kilómetros de La Costa, en medio del mar.—Nunca me había sentido tan vacío. Ni siquiera aquella vez en qué quedamos atrapados en la montaña. Esta ocasión es diferente, puedo asegurar que ella no está. Esta vez, sí nos abandonó —respondió Gregory, frotándose el pecho.Amanecía y al parecer, la bestia finalmente los había abandonado. La chica apoyó la cabeza en el pecho del joven dejando que él la cubriera con su brazo.—¿Crees que pueda sustituirla?Gregory la aferró más a él.—No serás una sustituta, sino la única. La bestia solo dominaba mis miedos y rabias, tú lo dominas todo, incluso, mi capacidad de controlarla a ella.La joven sonrió complacida y se encogió sobre su pecho.—Pero ahora, ella ya no está. Eso quiere decir, que no vas a se
El zigzagueo del auto por la empinada montaña le producía vértigo. Rebeca tenía el estómago desecho, pero no podía dejar de admirar las bellezas de aquel paraje.La selva nublada parecía engalanarse para recibirla y convencerla de quedarse.Árboles de una altura impresionante bloqueaban la mayor parte de la luz natural y convertían a la carretera en un camino sombreado, bordeado por palmeras, helechos, orquídeas y variadas hierbas de hoja ancha.Al pasar por los arroyos se intensificaban los zumbidos de los insectos, así como el chillido de los monos y el canto de los cientos de pájaros que habitaban la zona.A su lado, en el asiento del conductor, su madre no apartaba la mirada severa de la vía. Desde que habían salido de Caracas el estado de ánimo de la mujer había sido hermético, pero al sumergirse en la carretera que conducía hacia La Costa, este se volvió más irritable.Marian odiaba esa región, juró en innumerables oportunidades no regresar. Sin embargo, ahí estaba, hundida de n