Sofía. —Se presentó cómo su madre y lo comprobaron, señor— explica uno de los hombres que Donovan tiene contra un auto. —Al ser corroborado...—Esa mujer estuvo muerta para mí siempre y así va a continuar. Puede presentarse cuántas veces desee y del primer círculo de seguridad no pasa, ¿me doy a entender o debo llenarte las pelotas de plomo para que lo entiendas?— el hombre niega rápidamente. —La próxima vez que entre a mi casa uno de ustedes muere cada minuto. Lo suelta para entrar a la casa vuelto una furia. Me acerco a las escaleras y con lo que dice puedo entender una cosa de él. Lo abandonó al nacer. Su madre jamás estuvo con Donovan.—Nadie sabía nada de ella, señor. Nunca habla de su madre y...—No necesito que sepan nada, cuándo digo que los únicos que me interesan son tres personas, no la incluye a ella— sentencia iracundo. —Que todos sepan que aquí no es bienvenida. Azota la puerta del despacho al entrar, Gull se da la vuelta y aleja a todos con una sola orden, no entien
Sofía. Donovan al fin me deja poner un pie fuera de la cama, en lo que arreglo mi ropa para despertar Kilian con varios besos en su rostro, se frota la cara con pereza, en lo que amarro mi cabello en un moño, siendo sostenido por las misma hebras, para que no estorbe al bañarlo. La sorpresa en su mirada al ver a Donovan me parece curiosa. —¿Volviste a dormir aquí? —le pregunta a su padre con cierta emoción. Él por su parte, esconde la sonrisa que pude ver por milésimas de segundos. —Es mi casa, puedo dormir donde sea— observa al niño con cierto deje de orgullo en sus orbes. Lo esconde muy bien de todos, pero no lo puede disimular tan bien como cree. —Hasta parece que me van a limitar a mí. —¿Así cómo antes? —¿Cuál antes? —se acomoda en su lugar. Kilian frunce el ceño con esa mirada perdida igual a la de su padre. —¿Dormías con él? —termino por hacer la pregunta. —Sí— dice mi hijo. —No— responde Donovan al mismo tiempo. Kilian ladea la cara ofendido ante la negación del p
Sofía. A regañadientes salimos del auto al llegar al museo marítimo donde hay grupos, mayormente excursiones de escuelas queriendo entrar. Hacemos la fila para entrar ordenadamente, en lo que veo un puesto de banderillas, solo que Donovan se hace el idiota viendo a todos lados, menos a donde quiero. Sé que debe estar alerta a todo, yo también lo estoy. Algo dentro de mi pecho me pide proteger con mi vida a mi pequeño diamante gris, y es lo que me repito. Sin querer perder el avance no digo nada. Hasta que entramos al sitio, oyendo la explicación del guía. Kilian se ve más emocionado de lo que creí, perdiéndose en todas las cosas que nos rodean, mientras sujeto su mano y la de su padre. Me pide llevarlo a un baño y es su padre quien se hace cargo, en lo que veo que alguien me saluda con la mano en alto y una sonrisa. Trajeado y con imagen pulcra, simulo no haber visto nada para seguir oyendo al guía. Con la mujer que llegó a la casa me funcionó no decir nada sobre mi estado, pe
Donovan.—La señorita Elisa y el primo insisten en ver a su esposa, señor— me dice Gull cuándo subo al auto con él. —Quieren saber cómo está ella. —¿Para qué quiere un escultor Sofía? —cambio de tema. Puede haber sido por orden de Sofía o por el motivo que sea, pero ellos la dejaron sola. A Elisa le entregué a quiénes el polla chica delató, ella pudo matar a los tipos que la lastimaron, pero de los que dañaron a mi mujer no sé nada. A la más importante para mí no puedo darle la satisfacción y eso me empeora la vida. Les di lo que solicitaron. Vengaron lo que sucedió y no los maté, porque un día Valkyria los va a recordar y no quiero tener que pelear con ella por matar a sus amigos. Pero no los quiero cerca tampoco. La abandonaron. No me importa los motivos, sólo se repite en mi cabeza que la abandonaron. Camino al frente cuándo bajo del vehículo, con Oscar Lombardo y Gull siguiéndome, la puerta la abren para mí y con ellos cruzo el umbral, quedando ante la mesa dónde me esperan. J
Sofía Castel. “¿Qué voy a hacer?”La pregunta se repite en mi cabeza una y otra vez mientras conduzco. Con cada palabra del médico, las opciones se multiplican.Pensé que la prueba estaba defectuosa, pero los análisis no mienten. Lo confirman en lugar de descartar.Donovan no quiere hijos. Lo ha dicho muchas veces. Al menos no ahora, por eso nos hemos cuidado… excepto esa vez.¡Por Dios! ¿Qué voy a hacer?Sus palabras calcinan mi mente con cada metro recorrido. A medida que pasan los segundos, lo siento más mío. Descubro ese deseo de conocerlo y, solo de imaginar que tiene sus ojos o los míos, lo quiero ver.Aún recuerdo el día en que lo conocí en aquella cafetería. Nuestro primer encuentro me hizo pensar que siempre odiaría a la arrogancia personificada que tenía frente a mí. Sin embargo, bastaron solo un par de meses para que esas miradas, tan características de él, despertaran en mí el deseo de descubrir qué secretos ocultaba su silencio.Donovan Hunt, conocido como el Dragón. Un
Sofía Castel. Al bajar los escalones, Phoenix sostiene una taza con café entre las manos, cambia el gesto tenso en cuánto me ve. —¿No es tarde para que salgas? —pregunta mirando su reloj.—Elisa quiere que pase la noche con ella. Hace mucho no voy. —miento.—Pues dile a Elisa también puede ingresar a esta casa. No sólo en la suya se pueden quedar—, deja la taza sobre una mesita. —Si tienes unos minutos quiero que hablemos sobre algo.—¿Ahora? —se me está yendo el tiempo.—Puede ser mañana, si tienes prisa. —comprende. Me da un beso en la frente y pasa de largo. Es un manipulador que sabe cómo actuar para crear culpa en alguien y que haga lo que quiere. —¿De qué se trata? —lo alcanzó en la puerta. Mira arriba de las escaleras y sonríe entrando conmigo. —Tengo diez minutos.Se sienta atrás de su escritorio, sacando un folder negro que abre.—Tienes veintidós años. Sabes cómo llegaste a esta casa. —se refiere a mi adopción. —Sin embargo; debes comprender que has sido una Castel desde
Donovan Hunt “Sofía asesinó a su padre, señor. El clan está bajo ataque.” La garganta me arde al leer las mismas palabras una y otra vez. Algo me impulsa a comprobarlo porque odio las maldit@s mentiras. Pero al intentar salir lo que veo me hace empujar la puerta y cubrirme antes de que la ráfaga de balas arrase con ella. Nunca pensé que esto me pasaría. Probablemente fui ingenuo al creer que una traición nunca llegaría a mi vida. Pero cuando veo a Ronald bajar de su auto con varios sujetos rodeando mi casa, sé que es el momento de actuar. Saco las armas y me preparo antes de abrir la puerta que conecta con el pasillo hacia las escaleras. Me muevo hacia la ventana, en donde escucho las sirenas de las patrullas a lo lejos. Hay varios autos y de cada uno descienden al menos cuatro tipos con armas. Estoy rodeado. Sé que si no salgo muerto, lo haré con esposas. —Necesito que guardes algo por mí. —hablo al tipo al otro lado de la línea que acepta, dando a entender que puede intuir lo
Sofia.La repulsión que siento por mí misma me hace pasar grandes tragos de licor, cuidando de que nadie me vea. Los recuerdos me invaden, pero ya no hay lágrimas. Quizá se debe a que vacié mi alma.Soy físicamente igual, puedo verlo en el reflejo frente a mí, pero ya no me reconozco. Cuatro años han pasado desde esa noche. Tres años, dos meses y diecisiete días desde que crucé la salida de esa cueva debido al acuerdo que hice con Abraham Myers para casarme con su hijo. Estoy fuera, pero no soy libre y tal vez, nunca lo sea. —Levanta la cabeza. Mis ojos se clavan en el dueño de esa voz. —Cinco minutos te pedí. —Vierto todo el licor del vaso en mi boca, antes de volver a mi postura. —¿No puedes vivir ese tiempo sin mí? Me cuelgo del brazo de Dylan, adoptando mi cara más enamorada. Dentro del salón nos esperan sus padres y los socios de la familia, entre los que me sumerjo cómo la pieza de colección que soy para ellos. Me repugnan todos; la forma en que se ríen, como hablan, sus