Capítulo 77.

Sofía.

La putrefacta peste que invade mi nariz me hace recobrar la consciencia con una arcada, sumado a un ataque de tos que toman control de mí. Apenas puedo respirar y eso me resta al no encontrar de que sostenerme al irme de bruces al suelo, de nuevo.

Todo me duele. El costado me quema, los pies me tiemblan, las manos me arden y la nariz no me deja de sangrar. Por el aturdimiento no me puedo mover sin marearme, y menos con la argolla en mis pies que los mantienen juntos. Trato de mantener el aire en mis pulmones durante algunos segundos, pero aún eso se me dificulta. Tengo que soportar.

Conservo la calma al verme sola, intento sentarme con las pocas fuerzas que me quedan. En la frente también tengo sangre seca y en las uñas tengo sangre que descubro que no es mía. Respiro lo más lento que puedo para que no duela tanto.

Al recostar la cabeza en la pared, por fin siento alivio. Puedo respirar mejor y la presión en el pecho desaparece. Enderezar la espalda me cuesta, pero logro hac
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