Capítulo 38
Andrés se masajeó el puente de la nariz con resignación, esbozando una leve sonrisa. Se secó el agua del cuerpo y caminó hacia el otro lado de la cama, levantando las sábanas para acostarse.

Apagó la luz principal, dejando solo encendida su pequeña lámpara de noche.

En la tenue luz, María mantenía los ojos fuertemente cerrados, y cuando Andrés se acostó, su cuerpo se tensó. Era la primera vez en su vida que compartía cama con un hombre.

El dormitorio estaba inquietantemente silencioso.

Andrés tampoco podía concentrarse en su teléfono, su mente seguía recordando a María aplicándose la crema corporal. Sus piernas eran delgadas y proporcionadas, tan blancas que casi deslumbraban. Se preguntaba cómo se sentiría tocarlas...

Se sentía como un pervertido.

Mientras se despreciaba internamente por estos pensamientos, también anhelaba intensamente que algo sucediera. Pero no se atrevía a hacer ningún movimiento, temiendo asustarla.

Notando su respiración pesada, María entreabrió los ojos cautelo
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