Capítulo 39
María lo miró con los ojos inundados de lágrimas, mordiéndose el labio con una expresión tan vulnerable e inocente que amenazaba con hacer perder el control a Andrés. Su mirada suplicante y desvalida casi lo volvía loco.

Él se inclinó para besar sus ojos mientras su voz temblaba, mezclando una risa suave con desesperación:

—Cierra los ojos, mi amor. Cuando me miras así, con esa expresión, pierdo completamente la cordura.

María quedó paralizada unos instantes, su mente intentando procesar por qué su mirada tendría ese efecto en él. Pero antes de poder comprenderlo, un dolor desgarrador la atravesó, interrumpiendo abruptamente sus pensamientos.

Abrió los ojos de golpe y las lágrimas rodaron por sus mejillas mientras miraba a Andrés con una mezcla de reproche y vulnerabilidad:

—Me duele mucho...

Andrés permaneció completamente inmóvil, consolándola con besos delicados como plumas:

—Lo sé, mi amor, lo sé.

Solo cuando percibió que su dolor comenzaba a ceder, se atrevió a continuar con movim
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