Isabel le dio un codazo a María.Pero ella seguía distraída mirando su anillo.Mmm... seguro pensando en su nuevo jefe.—María.Daniel golpeó suavemente la barra con los nudillos frente a ella.María alzó la vista:—¿Necesitas algo?Llevaba una blusa blanca de seda con el cuello ligeramente abierto. Al estar inclinada sobre la barra, se podían ver las marcas en su clavícula.Las pupilas de Daniel se contrajeron al notarlas y los celos volvieron a consumirlo.Al ver que no respondía, María se incorporó y acomodó su ropa, ocultando las marcas.Daniel la miró impasible:—Hablemos.María pensó que estaba loco:—No tenemos nada de qué hablar.Pero él insistió:—María, terminaste conmigo sin considerar mis sentimientos.—Sí, rompí tu planta y admito que empujarte estuvo mal, ¿pero tú no tuviste la culpa?—Pudimos resolver estos problemas en privado, pero tuviste que contarles a nuestros padres, hacer que intervinieran y que cancelaran el compromiso.—María, ¿pensaste en mí cuando hiciste tod
Isabel, quien había observado toda la escena de María, aplaudió emocionada:—¡María, eres mi ídola!—¡Estuviste brillante! Lo dejaste sin palabras en segundos.—¡Deberías haber visto su cara cuando se fue! Parecía repollo podrido de mi abuela, ¡apestaba!María soltó una carcajada. Vaya comparación tan acertada.El bar abría a mediodía, y para la una ya comenzaba a llenarse.María estaba revisando el inventario de licores y contactando proveedores desde la barra para pedir un nuevo suministro cuando Isabel gritó mirando su celular:—¡María! ¡Nos volvimos virales! ¡El bar se va a hacer famoso!María levantó la vista confundida:—¿Eh?Isabel le mostró un video viral:—El señor Vargas puso un anuncio digital en su restaurante celebrando su boda y ofreciendo 50% de descuento por tres días en Encuentro. Como es un lugar popular en redes sociales, la gente grabó el anuncio, lo subió y te encontraron. Ya vienen para acá.En ese momento, una oleada de gente entró al bar exclamando:—¡Felicidade
Andrés miró su teléfono inundado de mensajes y sonrió resignado, frotándose la frente.Pero pacientemente respondió: [Ya está bien.][No es cortés tanto beso.]María: [¡¿Por qué?!]Andrés: [Si gastas toda tu energía ahora, ¿qué harás esta noche?]María optó por hacerse la muerta.Bebió agua nerviosamente, fingiendo no haber visto su último mensaje.María cenó en el restaurante de Andrés, quien para mostrar su sinceridad, invitó a todo el personal del bar como gesto de cortesía.Los más de diez empleados entraron en grupo al Encuentro.No parecía que fueran a cenar a un restaurante, sino más bien a un banquete.María entró saltando alegremente y Andrés la recibió con un abrazo.—¡Ooooh! —corearon todos.María se giró, tomando el brazo de Andrés con expresión seria aunque fingida:—El que siga molestando se queda sin cena. ¡Encima que mi esposo les invita y ustedes burlándose!Los empleados corrieron a sentarse como un vendaval.Andrés, conteniendo la risa, la llevó a su oficina.—¿Estás
¿Otra vez con la planta? ¿No lo va a superar nunca?Una chispa de impaciencia cruzó los ojos de Andrés.Daniel seguía superando sus límites de estupidez una y otra vez.—¿Y qué le respondiste? —preguntó Andrés limpiándose la boca con una servilleta mientras le servía sopa a María.María revolvió la sopa para que se enfriara y poder beberla:—Le dije que me denunciara con un abogado para ver cuántos años me darían de cárcel por su planta.Andrés se sorprendió brevemente antes de que una sonrisa cálida se dibujara en sus labios:—Eres única.María hizo un puchero orgulloso:—Por supuesto, él sigue comportándose como un idiota frente a mí.Andrés bajó la mirada a su plato y de repente preguntó:—¿Todavía te duele hablar de él?María negó con la cabeza:—Ya no.—Porque ya no lo amo.—Es curioso cómo dejar ir a alguien que amaste profundamente puede suceder en un instante.—Quizás me curó una frase que leí por casualidad hace poco.—¿Qué frase? —preguntó Andrés, levantando la mirada hacia e
—¿Verdad? ¿Cómo creen que llamarán a sus hijos?Cuando Andrés y María regresaron, los empleados ya fantaseaban sobre sus nietos.Incluso algunos planeaban tener hijos atractivos para que fueran amigos de los futuros hijos de Andrés.Andrés y María, tomados de la mano, escuchaban sonrientes detrás de ellos hasta que alguien tosió para advertirles.—Eh... —el empleado se rascó la nuca avergonzado—. Jefe, no queríamos chismear sobre ustedes, es que nos da mucha curiosidad.Andrés lo miró con expresión neutral, imposible saber si estaba molesto:—La curiosidad mató al gato.Todos rieron mientras el empleado se sonrojaba intensamente.Como había que trabajar por la tarde, todos se fueron a descansar.La declaración de amor de María en la pantalla del bar se difundió por todo su círculo social.El primero en escribirle fue su querido hermano Carlos:Carlos: [*captura de pantalla*][¿No solo el cerdo se llevó mi repollo sino que también aró mi tierra?]María rio: [¿Qué pasa? ¿No deberías agra
Daniel miró fríamente la pantalla de su teléfono: [¿Y la razón?]Jorge, con una sonrisa cada vez más maliciosa: [¿Necesitamos una razón?][Por supuesto que es para celebrar tu regreso a la soltería y que nuestra pequeña María haya entrado al sagrado matrimonio.]Carlos, avivando el drama, respondió: [Perfecto, nos vemos esta noche.]Otros miembros del grupo confirmaron su asistencia.Después de todo, ¿a quién no le gustaría presenciar semejante encuentro? Especialmente si había posibilidad de que el ex y el actual se enfrentaran. Sería espectacular.María, recostada en su silla, sonreía mientras veía las confirmaciones. Probablemente Andrés llegaría cuando ellos estuvieran allí. Conociendo a Jorge, seguramente invitaría a Andrés a beber...Suspiró. Le dolía la cabeza solo de pensarlo. Ninguno de ellos sabía comportarse.Jorge, que ya conocía a Andrés y mantenía una buena relación con él, le envió capturas del chat: [Felicidades, finalmente te llevaste a María.]Andrés respondió serio:
A pesar de no ser el favorito de los Vargas, su origen era innegable y todos eran lo suficientemente astutos para no sobrepasarse con él.Andrés rodeó la cintura de María al sentarse y le pidió agua de limón.Carlos, sentado junto a Andrés, alzó una ceja al ver el gesto y miró significativamente a Daniel, que bebía en silencio.El reservado era grande, suficiente para muchas personas.Hoy habían venido unos diez, otros no pudieron asistir.María bebía su agua cuando Alejandro Ortiz, sentado frente a ella, protestó:"¡Eh María! ¿Cómo puedes beber agua de limón? No está permitido, hoy tienes que beber alcohol."Andrés alzó levemente la mirada:—María está herida, no puede beber.Alejandro los miró sorprendido:—¿Herida? ¿Qué pasó?Andrés dirigió una mirada burlona hacia Daniel, con una sonrisa sarcástica:—Pregúntele al señor Martínez.Daniel siguió bebiendo en silencio, fingiendo no existir. Había venido solo para ver a María. Últimamente soñaba con ella cada noche - con cómo intentaba
Alejandro y Jorge aprovecharon para bromear con Carlos:—Oye, Carlos, ¿no vas a hacer nada? ¡Ese tipo se llevó a tu hermanita!Carlos sonrió levemente, su rostro normalmente serio se suavizó.—Ya creció, no la puedo controlar.—Que sea feliz.Jorge y Alejandro se rieron a carcajadas.María aprovechó para pellizcar a Carlos en la cintura. ¡¿Qué dice su hermano?! ¡Unos desatinados!Se quedaron hasta que cerró el bar. María ayudaba a Andrés a caminar con dificultad, pero Carlos terminó por intervenir:—Déjame, se te ve que te cuesta.María le sacó la lengua.Daniel tenía buen aguante, a pesar de todo lo que había tomado, no estaba borracho, solo un poco desorientado. Vio a María sola y, con el alcohol en la cabeza, se le acercó por detrás y la abrazó.Apenas salieron del bar, hizo esa escena. Todos se sorprendieron.María se soltó con fuerza.—¡Suéltame! ¡¿Qué haces?! ¡Daniel! ¡¿Estás loco?!Daniel parecía haber olvidado que había gente alrededor, su voz se quebró.—María, lo siento.—No