Capítulo 48
Andrés miró su teléfono inundado de mensajes y sonrió resignado, frotándose la frente.

Pero pacientemente respondió: [Ya está bien.]

[No es cortés tanto beso.]

María: [¡¿Por qué?!]

Andrés: [Si gastas toda tu energía ahora, ¿qué harás esta noche?]

María optó por hacerse la muerta.

Bebió agua nerviosamente, fingiendo no haber visto su último mensaje.

María cenó en el restaurante de Andrés, quien para mostrar su sinceridad, invitó a todo el personal del bar como gesto de cortesía.

Los más de diez empleados entraron en grupo al Encuentro.

No parecía que fueran a cenar a un restaurante, sino más bien a un banquete.

María entró saltando alegremente y Andrés la recibió con un abrazo.

—¡Ooooh! —corearon todos.

María se giró, tomando el brazo de Andrés con expresión seria aunque fingida:

—El que siga molestando se queda sin cena. ¡Encima que mi esposo les invita y ustedes burlándose!

Los empleados corrieron a sentarse como un vendaval.

Andrés, conteniendo la risa, la llevó a su oficina.

—¿Estás
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