Andrés rodeó la cintura de María con un brazo mientras que con la otra mano atrajo suavemente su rostro hacia él, inclinándose para besarla.

En el instante en que sus labios fríos se encontraron con los cálidos de ella, una corriente eléctrica pareció recorrerle desde los pies hasta la cabeza.

En ese momento, Andrés finalmente entendió lo que significaba volverse adicto al sabor de alguien.

María, sin aliento por el beso, intentaba retroceder, pero Andrés la mantenía cerca, siguiéndola con cada movimiento.

Cuando María ya no pudo más, golpeó suavemente el pecho de Andrés.

Él la soltó, atrayéndola contra su pecho mientras una risa grave escapaba de sus labios.

Las mejillas de María se tiñeron de rosa, sus manos aferradas al borde de la camisa de él mientras escondía el rostro en su pecho, completamente avergonzada.

Cuando el ascensor finalmente llegó, María tomó la mano de Andrés y salieron juntos.

Frente a la puerta de su casa, mientras ella se concentraba en marcar el código, Andrés l