Capítulo 57
¿Un té para la resaca? ¿No habías dicho antes que harías una sopa?

Andrés estaba confundido, pero lo atribuyó a su estado de embriaguez.

María encontró la miel en la alacena, puso una cucharada en el té y lo llevó al dormitorio.

—Bébelo, está a la temperatura perfecta.

Andrés lo tomó y dio un sorbo. El dulzor de la miel y el aroma del té verde se expandieron en su lengua. Sorprendido, arqueó las cejas y se bebió todo de un trago.

—¿Qué tal? ¿Está rico?

María lo miraba con ojos brillantes.

Andrés dejó la taza y le acarició el pelo: —Delicioso, muy delicioso.

Y añadió:

—Es el mejor té para la resaca que he probado.

En realidad, nunca antes una mujer le había preparado un té así. María era la primera.

La felicidad se reflejó instantáneamente en el rostro de María.

Andrés tomó su cara entre las manos y la besó suavemente. María no se lo esperaba.

Cuando intentó retroceder, Andrés la sujetó por la cintura: —Esta vez no te escaparás.

Se refería a lo del ascensor.

María cerró los ojos y corre
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