Capítulo 36
El Bentley negro entró en la urbanización, mientras que el Maybach negro que los seguía tuvo que quedarse fuera al no poder ingresar. Andrés, manejando con destreza, notó por el retrovisor el auto bloqueado y un destello de frialdad cruzó su mirada. Qué persistente, ¿ya había encontrado la dirección de su nuevo hogar?

Estacionaron en el garaje y subieron tomados de la mano.

—Ve a ducharte mientras guardo en el refrigerador lo que empacó mamá —dijo Andrés.

Laura, preocupada de que no tuvieran tiempo para preparar el desayuno por el trabajo, les había empacado comida favorita de ambos.

—Bien, me voy a bañar —respondió María.

Mientras ella entraba al dormitorio, la mirada de Andrés se tornó oscura y profunda observando su silueta. Después de guardar todo y tirar las bolsas, entró también a la habitación. María seguía en la ducha.

Andrés apagó el aire acondicionado con el control remoto y cerró las cortinas con el control de la cabecera. Recostado en la cama esperando, su teléfono sonó.

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