Capítulo 119.

Por completo ajenos a lo que ocurría en la otra habitación, si habiendo escuchado el disparo, pero pasándolo por alto justo como pasaban por alto cada grito e imploración que se escuchaban resonar en el aire, los torturadores de Kenzo continuaban, siguiendo las órdenes que les habían aplicado, no tener clemencia de su víctima, y, solo era necesario ver los ojos rojos y agónicos de Kenzo para saber que la misión impuesta se estaba llevando a cabo de la mejor manera.

El grupo de torturadores se trataban de ocho sujetos, cuyas características físicas eran dignas de ser descritas, para tal vez así, poder crearse un dibujo mental de estos infames.

El primero, que era el líder el grupo era un hombre de piel preciosa y morena, color canela apasionante, ojos oscuros, aunque no tanto como lo era su corazón, era el único del grupo que no tenía ningún tatuaje, su

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