En su pecho se esparció un fuerte dolor, sintió sus pulmones apretujados, su corazón roto de manera literal, sus ojos se dilataron como si buscaban salir, su boca se abrió el dolor, luego su espalda se arqueó, y no logró pronunciar nada más que jadeos intermitentes, pero, de alguna forma que ni ella misma era capaz de comprender, el odio y la furia de los recuerdos, consiguieron darle la fuerza que necesitaba para no dejarse vencer por el dolor.
Escuchó tras ella los pasos de Derek acercándose, alarmado corriendo hacia ella, la habían golpeado en el pecho, en una parte que él tanto amaba de su cuerpo, era evidente que se alarmaría. Se maldecía a sí mismo por haberla metido en aquel juego, ¿y si moría por aquel golpe?, se culpó, paranoico.
Derek elevó su arma y disparó nueve veces seguidas entre los árboles, dispuesto a herir a muer
El saber que todo dependía de una bala era la peor de las torturas para la mente angustiada de Adalia, era muy pobre el refuerzo que tenía, pues si esa bala era mal empleada todo se volvería oscuro para ella. Jamás, ni tras su muerte la cual decía anhelar, se perdonaría que su hermana resultara herida a causa de sus imprudencias.No se atrevía a decir nada, a quejarse en absoluto, sus labios parecían sellados por cemento, solo sentía los impactos que su cuerpo sufría debido a la alta velocidad con la que Derek manejaba el auto, su cuerpo se remeneaba de una esquina para otra, como salmones en una lata a medio llenar. Era evidente que él estaba enfadado, solo que no decía nada. Lo cual era extraño, pues él no era la clase de personas que se tragara su furia, al contrario, la revelaba de las peores maneras habidas.Como una Cheetah en busca de una Gacela, Derek miraba hacia
Y fue como si una luz le alumbró el interior del alma, aquella cuchilla en su cuello, dispuesta a arrancar la vida fuera de su cuerpo ocasionó un incontrolable parloteo en su cabeza, iba a morir, aquel día, en aquella oportunidad, en aquel instante, él iba a matarla, a matarla… a matarla… el parloteo se volvió más estrepitoso, un chillido se desprendió de entre aquellos labios aterrados, elevó su rodilla con la poca voluntad que le pendía del cuerpo, rozando la entrepierna de Kenzo, quería golpearlo, pero no lo había logrado, era muy pequeña de estatura, el parloteo seguía creciendo en la cabeza de Adalia, iba a morir como la persona más cobarde del mundo, fue lo que pensó, aunque no tuvo demasiada base aquel pensamiento.Un segundo grito brotó, una bofetada llovió al rostro de la muchacha, con designio de silenciar tan molesto sonido que parec&
—¡Adalia! ¡Adalia! ¡Habla! ¡Habla, demonios! —La apretujó por los hombros, pero ella parecía muerta en vida, por completo ajena a todo lo que la envolvía, no era capaz de reaccionar, parecía sumergida en el trance más recóndito.Tenía sangre embarrada entre sus labios, lo cual revelaba demasiado, y a la vez dejaba demasiadas dudas para la mente, aunque él creía tener una idea de la razón de la sangre en aquel sitio, o eso esperaba. Había ido en busca de ella, cuando esta se había desvanecido por entre los arboles tras Kenzo, unos dos minutos de no tenerla bajo su campo de visión lograron alterar sus sentidos demasiado, Derek había llegado a la idea de que había sido el peor de los planes el dejar a Adalia sola con un hombre en el bosque, ella era demasiado débil, se decía en su mente, Kenzo podría matarla con demasia
«Cuando sucedió lo que sucedió con mamá, papá… él se fue a refugiar con prostitutas en un burdel, pero solo yo y las personas que lo conocen saben lo tan enfermo que puede llegar a estar papá. Aquello no le pareció suficiente, y decidió ir ciertamente, más lejos de simples prostitutas. Papá empezó a secuestrar a muchachas y a encerrarlas en el sótano de la casa. Jamás me lo dijo, y sé que solo muy pocas personas son conocedoras de un hecho como este, pero no es muy fácil ocultarme algo, él debió saberlo, tomarme por tonto no saldría bien, recuerdo como, los maestros me felicitaban por mi capacidad de comprensión, por mi redacción perfecta a una edad tan prematura, por mi capacidad de análisis, él creyó que algo así podría ocultarse de mí, pero era imposible, incluso si yo hubiese sido un ton
«Estoy solo en esta casa, ahueca y silenciosa, no tengo ánimos de hablar con nadie y solo necesito ver a Adalia, una vez más, tan solo una vez más, pero sé que aquel anhelo tal vez jamás se cumpla, y a veces temo empezar a escribir sobre ella porque es como si la reviviera con mis letras. Mientras escribo esto… mientras describo, una vez más sus ojos azules como el océano más claro y su cabello tan perfecto, es como si ella danzara por los costados de mi mente, pisando tan fuerte en cada paso que rompe la superficie, conduciéndome hacia la locura, demonios, jamás he visto un cabello rubio tan perfecto. ¿Cómo es eso acaso posible? ¿Es ella realmente un ser humano? A veces creo que fue un sueño, que lo que ocurrió con ella, aquel beso fue todo un sueño, porque, demonios, la manera en la que se desapareció fue tan irreal, como un susurro justo despué
Maldijo, una y otra vez, solo blasfemias se escapaban de entre sus labios lastimados por sus propios dientes. Hacía mucho que se sentía muerto por dentro, hueco, como si se desplomara por un recóndito pozo que fin alguno no tenía, pero aquellos escritos habían despertado en él sensaciones de nuevo, aunque, todas demasiados desagradables como para que se sintiera mínimamente orgulloso de experimentarlas. Solo podía blasfemar y enfurecerse. En aquellos escritos Derek tenía dieciocho años casi diecinueve. Maldijo de nuevo. Su hijo había sabido aquello por tanto tiempo. Maldijo otra vez, sabía que la percepción que Derek tenía sobre él, era la del asesino de su madre, pero creyó que hasta ahí quedaba, no creyó que Derek supiera aquello sobre él. Aunque, no estaba del todo asegurado que Derek lo supiera… todo, pensó, con el designio de brindar
«Sentí una profunda sorpresa, he de admitir, aunque, no quise sacar conclusiones demasiado rápido. Aquel día me fui de la casa de aquella zorra, casi corriendo hacia la mía, no tomé taxis, no pedí que me vinieran a buscar, nada de aquello, estaba realmente lleno de adrenalina y ansiedad, tanto así, que en unos quince minutos había llegado caminando a mi casa, sin una gota de sudor que osara resbalarse por mi frente. Me encontré con papá, quien tomaba café, lo miré directo a los ojos, tan directo como jamás lo había hecho jamás, tan directo que incluso, él me preguntó: “¿Sucede algo, Derek?”, ¿Qué si sucede algo? ¡¿Qué si sucede algo?!, demonios quise romperme de la risa en su cara. Yo negué con la cabeza y solo subí a mi habitación de manera silenciosa y reflexiva, como un niño qu
«Esperé una tarde a que papá saliera de la casa para romper la contraseña de su computadora, me comentó que era por unos asuntos de negocios que tendría que salir, pero yo dejaba de empezar a creerle demasiado. Tal vez solo iba a secuestrar a otra muchacha, aunque era increíble como las llevaba a casa sin llamar la atención de nadie, supongo las ha de llevar dopadas por pastillas, o con las bocas selladas, no lo sé, es la única explicación con sentido en mi mente, pero no he empezado a escribir esto con la intención de explayarme en aquel hecho.Son las cinco y veintisiete de la madrugada, y aquí estoy, despierto, tengo tres días que no duermo demasiado bien, pero eso no es ni siquiera importante, he descubierto cosas que son imprescindibles de poner sobre papel.El tal sujeto llamado Kenneth, Dominick y yo, nos reunimos los tres en un lugar que no creo que debería m