Capítulo 128.

—¡Adalia! ¡Adalia! ¡Habla! ¡Habla, demonios! —La apretujó por los hombros, pero ella parecía muerta en vida, por completo ajena a todo lo que la envolvía, no era capaz de reaccionar, parecía sumergida en el trance más recóndito.

Tenía sangre embarrada entre sus labios, lo cual revelaba demasiado, y a la vez dejaba demasiadas dudas para la mente, aunque él creía tener una idea de la razón de la sangre en aquel sitio, o eso esperaba. Había ido en busca de ella, cuando esta se había desvanecido por entre los arboles tras Kenzo, unos dos minutos de no tenerla bajo su campo de visión lograron alterar sus sentidos demasiado, Derek había llegado a la idea de que había sido el peor de los planes el dejar a Adalia sola con un hombre en el bosque, ella era demasiado débil, se decía en su mente, Kenzo podría matarla con demasia

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