«La curiosidad que se apoderó de cada partícula de mi ser tras descubrir que papá no tenía no uno, si no casi todos los videos que Dominick y yo grabamos con las gemelas, fue escalofriante. Me puse de pie con tanta rapidez que casi me caí entre mis propios apuros, saqué mi celular y marqué de manera desordenada el número de Dominick. No contestó. Llamé de nuevo. Tampoco contestó. Me puse a recordar… a recordar, a intentar darle forma a mis pensamientos fofos y desordenados, pero sentido ninguno tenían mis intentos. Necesitaba saber una cosa antes de ponerme a crear hipótesis que no me llegarían a ningún lugar ajeno a la locura. Recuerdo haber observado mi móvil, odiaba cuando Dominick no contestaba mis llamadas, de seguro debía de estar drogándose, o peleando, o haciendo cualquier cosa estúpida e ilícita. Llamé de nuevo, esta
«El transcurso de los días se ha vuelto mi mejor amigo, me ha ayudado a confirmar ciertas cosas. Como que por alguna razón ajena a mi conocimiento hasta hace pocas horas, ya no soy capaz de escuchar aquellos sollozos provenir del sótano de papá. Creí que era algo normal, entre lo que cabe, y que pronto los volvería a escuchar, porque así habían ido ocurriendo los hechos: se dejaban de escuchar por un par de días los lastimeros sollozos, y, luego, estos volvían con más ánimo y desesperación, incluso una vez se escuchaban sollozos que eran evidentes que provenían de distintas muchachas, lo que indicaba que papá en ocasiones se arriesgaba a traer a más de una. Pero ya aquello no sucedía, dos semanas completas habían transcurrido, no se escuchaba nada, no transcurría tanto tiempo entre muchacha y muchacha, o al menos eso logré deducir; soy una persona muy observadora y capaz, por lo que creo haber descifrado el modus operandi de papá: las secuestra por unos cuantos días, que, consideran
Matthew arrojó los papeles sobre la cama, luego, en un arranque de furia repentina, los lanzó a todos al suelo, gritando groserías, sintió el impulso de romperlos, pero por producto de un milagro, logró contenerse, respiró de manera honda; la única razón por la que no los rompía era porque necesitaba conocer hasta que punto Derek había descubierto todo, por lo que había leído, era evidente que hasta un punto bastante extenso, pero la última hoja que leyó, Derek amenazaba con exponerlo a la ley y ante su familia, pero nada de aquello había tenido lugar. Él seguía teniendo una reputación de oro, su familia seguía amándolo, dentro de lo que cabía, nadie había descubierto que él era el asesino de la madrugada… significaba que Derek se había tal vez arrepentido de delatarlo, lo cual era algo bueno, pero necesitaba s
La observaba, observaba su piel luminosa y suave, sus ojos azules apagados, sus piernas delgadas, su pecho pequeño, la observaba sin ropa, como un lobo feroz, listo para cazar. Le dejó un beso entre los labios, ella apenas reaccionó, él la besó con más fuerza, mordiéndole el labio, ahí ella lo miró, adolorida, él sonrió, de alguna forma debía de llamar la atención de aquella alma exhausta. Ella había estado tan ida en aquellos días, desde el asesinato de Kenzo, una semana había transcurrido desde eso, pero seguía fresco en su memoria, como si hacía unos segundos aquello había ocurrido, si cerraba sus ojos con la suficiente fuerza, era como si pudiese escuchar el sonido seco que emergió del cuerpo de Kenzo al caer.En algunas ocasiones se despertaba en las noches, con ojos llorosos, agitada, con la suficiente adrenalina entre sus extremida
Decir que no había dormido bien, era decir demasiado, no había dormido, en absoluto, por tres días consecutivos. Unas bolsas oscuras se marcaban bajo sus ojos, un dolor de cabeza no lo había abandonado en por lo menos unas cuarenta y ocho horas, apenas había consumido liquido alguno y solo una pasta pasada de sal había probado su estómago. No debió de haberse puesto a rebuscar entre los escritos de Derek. No debió. No debió. No debió. Todo estaba perfecto hasta que se puso a rebuscar en esos escritos y ahora no podía conciliar el sueño. Ni siquiera sabía la razón de su nerviosismo, era algo irracional casi, si Derek no lo había delatado, no lo haría, o eso quería creer, no era que el siguiente paso de Derek era predecible, jamás se sabía con exactitud que esperar o que no esperar de su hijo Derek, Matthew era el que menos sabía que espera
Matthew abrió la computadora de su escritorio con la mayor rapidez que sus extremidades se lo permitieron, se sentó en un golpe brusco, dejó salir el aire que, paradójicamente, lo estaba sofocando, tecleó con desesperación “Víctima sobrevivió al asesino de la madrugada” en el buscador, para luego darle a enviar, mirando de manera impaciente todas las noticias que ahí salían.Frunció sus labios, supo que tendría que desplazarse más a lo profundo si quería encontrar lo que buscaba, puesto que lo que quería encontrar no era una noticia reciente, era una noticia un tanto polvorienta de hacía unos años atrás, por lo que era probable que los primeros resultados no arrojaran aquello que él buscaba. Se desplazó hasta el fondo, deslizándose y deslizándose, no se detendría hasta encontrar un encabezado que lo conven
Mantuvo una breve conversación con su secretaria, aunque la mayoría de sus respuestas eran monosílabas que solo buscaban zanjar aquella conversación. En aquel momento se encontraba sentado en su escritorio, con una taza llena de café a su lado, y con sus manos ocupadas en desenvolver el papel con la letra de su hijo Derek sobre él. Estaba harto de las incógnitas sin respuestas, de las informaciones a medias. Quería tomar aquel papel y desgarrarlo en tantos pequeños trozos que nadie jamás pueda volver a reconstruirlo, luego quemarlo y arrojar las cenizas al lugar más aislado de aquel país. Tal vez terminaría haciendo exactamente aquello, pero una vez terminase de leer el contenido y respondiese a su inquietud principal, así que sin demasiados preámbulos, empezó a leer la parte final de aquellos escritos de Derek.«Siete días han transcurrido desde que la
Llantos de antiguos amantes y familiares se hacían escuchar, unos mucho más descontrolados que otros. “Se metía en asuntos ilegales, por eso terminó así”, pensaban la mayoría de los presentes, al mismo compás, tanto así, que esos pensamientos parecían dejarse escuchar ante el mórbido silencio que envolvía aquel funeral, que, de vez en cuanto se hallaba roto por un lamento quejumbroso.Chad abrazó a la hermana de Kenzo, depositó un beso en su frente, la muchacha temblaba como si estuviese a punto de ser víctima de un frenético ataque de pánico, sus extremidades se movían sin su consentimiento, su voz se hallaba rota, con esfuerzo podría susurrar algunos lamentos. Él no sabía como consolarla, no sabía que palabras debería o no debería de decir, por lo que solo la abrazaba, no quería decir algo inadecu
Parecía estar desarrollando un fetiche con sus labios, mucho más profundo del que ya tenía. No podía dejar de observarlos, de tocarlos… de besarlos, podría pasar horas solo besándolos, enrojeciéndolos, tocándolos con las yemas de sus dedos, tan suaves como acariciar a una nube. En aquel momento, los besaba de manera lenta y apasionada, arrojados ambos sobre la cama, él la besaba, ella se movía apenas, ambos se encontraban con ropa, él no quería tocar su cuerpo, solo sus labios, aquellos que lo traían loco desde hacía unos días.—Te amo demasiado —le susurró Derek al oído—. Mucho más de lo que puedes lograr imaginar. Mucho más de lo que he amado jamás a nadie, mucho más de lo que alguna vez volveré a amar a alguien.Ella tragó saliva, sabía que él esperaba una respuesta por