Parecía estar desarrollando un fetiche con sus labios, mucho más profundo del que ya tenía. No podía dejar de observarlos, de tocarlos… de besarlos, podría pasar horas solo besándolos, enrojeciéndolos, tocándolos con las yemas de sus dedos, tan suaves como acariciar a una nube. En aquel momento, los besaba de manera lenta y apasionada, arrojados ambos sobre la cama, él la besaba, ella se movía apenas, ambos se encontraban con ropa, él no quería tocar su cuerpo, solo sus labios, aquellos que lo traían loco desde hacía unos días.
—Te amo demasiado —le susurró Derek al oído—. Mucho más de lo que puedes lograr imaginar. Mucho más de lo que he amado jamás a nadie, mucho más de lo que alguna vez volveré a amar a alguien.
Ella tragó saliva, sabía que él esperaba una respuesta por
La lluvia se deslizaba por las ventanas de vidrio, la oscuridad arropaba con su manto a toda la ciudad y el frío penetraba los huesos de todos los que no se encontraban lo suficientemente abrigados como para enfrentarlo.Adalia llevaba un grueso abrigo puesto, a pesar de esto, temblaba como si estuviese por completo desnudo, sus labios estaban secos y empezaban a adquirir un color azul, como el de la muerte arropando a un cuerpo, sus dedos temblaban de una manera exagerada, apenas los sentía, sus uñas estaban moradas, su rostro más pálido de lo que de por sí era, jamás había estado presente ante un frío con tal magnitud como aquel. Por otro lado, Derek llevaba una camisa sin mangas y un pantalón holgado hasta las rodillas, aquel frío destructor no parecía afectarle, no parecía importarle.¿Cómo el frío atacaría a quien ya era frío por dent
Él tragó saliva. Apagó de manera brusca la televisión. Giró su cuerpo hacia Adalia. Lucía enojado, pero de un segundo a otro su expresión se suavizó, lo cual, en lugar de transmitirle calma a Adalia, llenó su corazón del más corrompedor desasosiego.Derek la tomó por la cintura, sentándola sobre él. Ella sintió un violento frío atravesarla la columna, tenía un muy mal presentimiento. Sentir los labios de Derek sobre los suyos solo la alteró más, la saliva no pasó por su garganta, se sentía genuinamente nerviosa, la expresión de Derek indicaba lo peor, y era que, cuando Derek se encontraba calmado, algo andaba mal, mal para ella, por supuesto.—Él está bien —le respondió—. Tu padre se encuentra bien.Mentiras. Se podían casi palpar en el aire.—¿Y
La había cargado entre sus brazos, luego de haberla obligado a tragarse unas drogas para dormir, el vómito que descansaba a un costado del sofá revelaba los esfuerzos de Adalia por evitar que esa pastilla llegara a su organismo, la ropa mojada y los cojines también húmedos eran una evidencia más. Ahora ella se encontraba sobre sus brazos, desmayada, libre por un par de segundos del infierno en el que se había convertido su vida. Cuando llegó a la habitación, dejó el fino cuerpo de Adalia sobre la cama, colocó una sábana sobre sus extremidades, tan débiles que parecía ser solo necesario un simple suspiro para partirlas. Se acostó al lado de ella, llevó la punta de su dedo hacia los labios de Adalia, acariciándolos con suavidad. Irónico era el hecho de que los dedos que la acariciaban con tanto empeño y delicadeza, eran los mismos que le sacaban gritos de dolor. Acarició el cabello de la muchacha, con delicadeza, amaba su cabello tanto que no se encargaba de ocultarlo. Podría
La sirvienta era quien solía administrarle los alimentos a ambos, pues Adalia escaso conocimiento tenía en el área de la cocina y Derek ninguno. Él pedía para ella ensaladas, jugos sin azúcar, cocteles de frutas… nada con grasa, nada de carne, nada de carbohidratos. A pesar de ver lo delgada que se tornaba Adalia, no pedía nada que pudiese ayudarla a subir de peso, la rubia no comprendía la razón, no lo cuestionaba tampoco.En aquel momento, ella se encontraba desayunando, él no le permitía hacerlo por su propia cuenta, llevaba la comida hacia la boca de la rubia, de manera lenta, como si se tratase de un bebé, pero ella estaba ciertamente acostumbrada a aquel comportamiento absurdo, y mientras comía, su mirada estaba perdida en la nada. Su mente, como lo acostumbrado, era un constante parloteo perseverante, pensaba en demasiadas cosas a la vez, y era irónico, pues sus ojo
Se estremeció de inmediato al escucharlo hablar de aquella manera, aunque aquella fría sensación no nació en ella a raíz de sus palabras, si no de lo que se podía leer bajo estas, si no de la oscuridad de la que se caló su mirada al decirlo.—No l-le hagas nada a mi mad-dre… p-por f-favor… por favor… por… por… por… favor… Derek… —le imploró girándose hacia él, no le gustaba humillarse rogándole por cosas, pero tarde o temprano siempre terminaba haciéndolo. Él la miró con soberbia, amaba verla asustada, temblorosa, tartamudeando a causa de él.—¿Qué te hace pensar que no le he hecho nada?La mirada de Adalia se convirtió en hielo, pero rápidamente se derritió dejando salir gruesas lágrimas que resbalaron hasta su esbelto y tan lastimado cuello. N
Ella se espantó en el momento en el que vio lágrimas deslizándose desde los ojos de él, en lugar de generarle los usuales sentimientos que se tenía al ver a una persona llorar, ella sintió un profundo miedo, pues él no era cualquier otra persona, él era un monstruo, ver a un monstruo llorar era aterrador. Podría tratarse de una táctica más de él para persuadirla, pensó Adalia, ya no sabía que esperar.—¡Cállate! —le gritó Derek, secando sus lágrimas de manera rápida, lo que antes era una mirada llorosa se convirtió en una cargada de cólera, aunque, dolor y furia, iban de la mano, solían disfrazarse el uno del otro, o uno gritaba cuando era el otro el que verdaderamente debía de hacerlo. Tal vez toda su furia era dolor, tal vez todo lo que lo torturaban eran recuerdos.En aquel instante, Adalia trag&o
Derek se sentó sobre el sofá que había en aquella casa. Siempre cargaba un bolígrafo consigo así que la sacó, entre su bolsillo tenía una hoja de papel doblada, así que hizo lo mismo que con el bolígrafo; lo sacó, a diferencia de lo que Adalia tenía creído, entre las intenciones de Derek no estaba el lastimar a su madre, el regalo que le enviaría sería simplemente una carta, no aclaró eso con Adalia porque le gustaba ver el horror dibujado en sus ojos. Rió ante el recuerdo de la rubia nerviosa cuando él le había dicho que le enviaría un regalo a su madre.Colocó el papel sobre un cojín del sofá, se le hacía dificultoso el escribir sobre aquel cojín, pero debía de hacerlo allí, pues, aunque una simple orden de él diciéndole a Adalia que se mantuviera quieta en su lugar sería su
La sirvienta se encontraba entre la espada y la pared, tambaleándose entre un filo bastante frágil, al caer podría romperse en dos, incluso al quedarse quieta podría resultar herida, así de peligrosa era la situación en la que se encontraba: por un lado, si le decía que no a la que —según lo que había visto—, era la mujer de su jefe, podría meterse en problemas, pero si hacía algo que no iba en común con las normas de Derek… se metería todavía más en serios problemas. Pero también cabía la posibilidad de que, independientemente de la decisión que tomase, terminara involucrada en asuntos que no le concernían, solo por encontrarse en el lugar equivocado.—Señorita… yo no creo que el señor quiera que yo le preste mi celular… d-debería… creo que debería de notificarle eso a &e