Capítulo 137.

La observaba, observaba su piel luminosa y suave, sus ojos azules apagados, sus piernas delgadas, su pecho pequeño, la observaba sin ropa, como un lobo feroz, listo para cazar. Le dejó un beso entre los labios, ella apenas reaccionó, él la besó con más fuerza, mordiéndole el labio, ahí ella lo miró, adolorida, él sonrió, de alguna forma debía de llamar la atención de aquella alma exhausta. Ella había estado tan ida en aquellos días, desde el asesinato de Kenzo, una semana había transcurrido desde eso, pero seguía fresco en su memoria, como si hacía unos segundos aquello había ocurrido, si cerraba sus ojos con la suficiente fuerza, era como si pudiese escuchar el sonido seco que emergió del cuerpo de Kenzo al caer.

En algunas ocasiones se despertaba en las noches, con ojos llorosos, agitada, con la suficiente adrenalina entre sus extremida

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