XXVIII Sacrificio

Las luces se encendieron en el gran salón y Paula deseó que nadie recordara qué número era el que representaban las velas, que había arrancado del pastel nada más apagarlas y escondía a su espalda, aunque nunca faltaba el infeliz que grababa.

Para su fortuna, nadie le prestó atención a las velas ni a ella, eso pasaba cuando en tu fiesta ocurría un espantoso crimen. Frente al hermoso pastel, y ante las miradas de incrédulo horror, la sangre se amontonaba.

—¡Llamen a una ambulancia! —gritó Sofi, sosteniendo a quien había recibido una artera puñalada por la espalda en vez de ella.

Markus y Vincent sometieron a quien había picado el anzuelo. Las ansias de dañar a Sofi eran tantas que no pensó en las consecuencias, ni en que se quedaría sin escapatoria. De entre todos los que rodeaban la trágica escena, sólo una persona se acercó tanto como para mancharse la ropa con sangre al empuñar el cuchillo.

—¿Lidia? —balbuceó Kun, atónito.

Lidia negó con desesperación, pero fue esposada de inmediato
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