Luego de la crisis, Sofi y Andy se relajaban en la habitación. Ella estiró los brazos, se oyeron algunos tronidos y sonrió.—Dios, Andy, ¿cuál es la explicación científica para esto?—Me encantaría poder decírtela, pero no soy científico, sólo un hombre común y corriente dispuesto a hacer lo que sea para complacer a su ardiente novia. —Y lo logras. Eres un amante excepcional y el sexo sin cejas es alucinante.—Espero que sea por la falta de cejas y no por lo que fumé, odiaría volverme adicto a algo que no seas tú.—Oh, Andy. Ya me dieron ganas de hacerlo de nuevo. Te ves tan raro e... irresistible. Si los extraterrestres se parecen un poquito a ti, pueden invadirnos cuando quieran.—No digas eso o me pondré celoso. No quiero a ningún alien cerca de ti, tocándote con sus tentáculos erectos y babosos. —Muy tarde, ya estoy sintiendo uno por acá jajajajaja...Andy dejó la habitación media hora después para ir por algo de beber.—¡¿Qué te pasó en la cara?! —le preguntó Cami con horror.—
Sentada en la sala de interrogatorios, Tabitha parecía tranquila, no como Andy. Él y Sofi habían insistido en estar presentes y esperaban en la sala tras el cristal espejo.—¡Con tu asistente, Andy! Qué poco profesional. Al trabajo se va a trabajar, no a hacer indecencias. ¿La llevaste a nuestro escritorio?—No, Sofi. Yo tengo escrúpulos, no como tú, que te fuiste al otro lado del mundo con tu amante a vivir en la miseria.—Fue por razones humanitarias y él no era mi amante. No compares mi filantropía con tu calentura. Ambos se cruzaron de brazos, sin mirarse. Estaban enfadados, pero sin cejas no se les notaba. En la otra sala, Markus se sentó frente a Tabitha. Su relajada expresión daba a entender que sería el policía bueno. El malo, Vincent, aguardaba cerca del muro. Markus preguntó dónde estuvo Tabitha en cada uno de los atentados en contra de Sofi. —¿Cómo espera que recuerde lo que hice hace un mes? Sólo dijo tener coartada para el evento más reciente, que debía ser confirmad
—No puedo creer que alguien te haya hecho algo así. No sé si es demencial o... infantil.A media mañana Sofi recibió la visita de Kun. Bebían café en la terraza.—Pero me veo bien, ¿no?—Sí, tú siempre te ves bien, ese no es el punto. Esto debe ser el trabajo de una mujer, alguna arpía envidiosa de telenovela.—No conozco a nadie así, ¿quién será? Andy llegó vistiendo ropa deportiva. Estrechó la mano de Kun en un saludo amistoso.—Iré al club con los chicos, necesito botar energías.—Diviértete, amor y dales mis saludos, en especial a Felipe. Andy besó la cabeza de Sofi, volvió a estrechar la mano de Kun y salió.—Tú y Andy son tal para cual —comentó Kun—. Aunque él no se ve tan bien sin cejas.Sofi rio con ternura. El destino había sido muy sabio, poniendo cada cosa en su lugar y el camino que creyó que iba directo a Kun, en realidad sólo serpenteaba en torno a él. La meta siempre había sido Andy.—Todavía no conozco a tu novia. Sería grandioso que fuéramos los cuatro al club un dí
—¿Dónde está Violeta?Esas fueron las aterradoras palabras con las que Vlad Sarkov, de catorce años, despertó a su madre una aciaga noche de otoño.Su oscura silueta, a los pies de la cama, se acercó. Anya se llevó una mano al pecho, la otra buscó a tientas a su esposo en la oscuridad. Estaba sola. —Fui a su habitación, pero hay alguien más ahí —agregó Vlad.La mujer encendió su lámpara y, al ver al niño, deseó no haberlo hecho. El rostro de su hijo era espantoso. Tenía los ojos desorbitados y toda la cordura parecía haber desaparecido de ellos. Quiso llamar a la policía. —Vlad... querido, debiste tener una pesadilla... ¿De qué Violeta hablas? Él se llevó una mano a la cabeza. —Pues... ¡De Violeta!... La única que existe... ¡Tú sabes quién es! —Querido, no hay ninguna Violeta, yo no conozco a ninguna. Puedes preguntarle a quien quieras en la casa y obtendrás la misma respuesta. —Pero recuerdo su risa... ¡Y la vi! ¡La vi en la pérgola! Pero cuando fui a buscarla ya no estaba. Any
—El año pasado, los índices de rentabilidad de las inversiones en el mercado extranjero superaron al promedio del último trienio en cinco puntos porcentuales, con un error de 0,0002. La capacidad de inversión, respecto a las cifras nacionales, ha ido al alza y se estima que para...Sentado a la cabeza de la mesa de directivos, Vlad Sarkov parecía ser el más atento a lo que el relator de la junta decía. Llevaban allí dos horas, que no era nada comparado con otras reuniones que habían tenido. Se soltó el primer botón de la camisa y aflojó un poco la corbata. Tal vez algo iba mal con el aire acondicionado.Elisa le dejó un vaso con agua. Estaba fría y refrescante, justo lo que él necesitaba. A veces creía que la mujer le leía la mente. —Haré que revisen el aire acondicionado —le susurró ella, volviendo a su puesto en la esquina. Qué eficiente asistente era, qué sospechosa le parecía a veces, tan imperturbable y perfecta, tan aburrida.Miró por el gran ventanal de un costado. Las nubes c
Vlad se miró disimuladamente la mano. Sin importar lo claro que había sido al despedir a la mujer, ella insistía en regresar. Esta vez por un finiquito pese al pago que le habían dado por adelantado. Ella había entrado a hurtadillas, casi como si sintiera asco de tocar el impecable piso de su despacho, casi como si estuviera entrando a la guarida de un lobo feroz. Ese rol de víctima no le serviría de nada. Era una mentirosa, muy probablemente una estafadora, que ni siquiera se atrevía a mirarlo a los ojos. Sin embargo, al verse descubierta en sus tretas, sacaba a relucir su verdadera naturaleza perversa: le había tocado la mano para arrebatarle el teléfono e impedirle llamar a la policía. Un escalofrío recorrió a Vlad de pies a cabeza y reprimió el impulso de correr a lavarse la mano, de llamar a Markus para que se llevara a la atrevida y de encerrarse en algún lugar pequeño y oscuro. Desconocía la naturaleza de su sentir, pero lo inquietaba. Deseó ser dueño de sus recuerdos para po
Completamente posicionado de su rol de CEO de una de las empresas más poderosas del país, Vlad Sarkov se preparaba para un nuevo día. La muchacha nueva, completamente posicionada en su rol de sirvienta, le llevó el café en un tiempo prudente y cuidando la presentación. Se mantuvo estática esperando por su veredicto. El café estaba negro y cargado. Demasiado amargo para su gusto ¿Se suponía que así le gustaba? —¿Necesita algo más? —le preguntó ella. No había reemplazado el delantal que él le había quitado. Esperaba que lo hubiera hecho, tenía ganas de quitarle otro. —Largo. Con sus ojos de cervatillo atentos al peligro, la mujer retrocedió hasta la puerta. Vlad oyó sus pasos corriendo por el pasillo y no pudo evitar sonreír. Luego de beberse el café, se dedicó a revisar documentos. Se aburrió pronto y fue a mirar por la ventana. Sólo un jardín monótono había allí afuera, triste y silencioso como una tumba. Había un pozo también. El oscuro ojo apareció en su cabeza, como una puerta
Samantha abrazó a Ingen, dándole ánimos para su primer día de vuelta a clases. La escuela era un infierno creado para torturar a los niños, eso pensaba él. Inhaló el aroma del cabello de la mujer, que era su refugio. Y fue feliz hasta que su decrépito hermano lo obligó a separarse de ella. Si había algo peor que la escuela eso era ver a su hermano enojado.Su hermano cambiaba. No de humor, como la mayoría de la gente, sino de personalidad. A veces era un simple gruñón y otras un loco psicópata, él lo sabía muy bien y sabía que sus padres también sabían, pero nadie hacía nada.Todos le temían.A veces torturaba mujeres. Había torturado a su niñera Antonella."¡Ay, Vlad, no me castigues!... ¡Me vas a matar con eso!", gritaba ella en el interior de