Sentada en la sala de interrogatorios, Tabitha parecía tranquila, no como Andy. Él y Sofi habían insistido en estar presentes y esperaban en la sala tras el cristal espejo.—¡Con tu asistente, Andy! Qué poco profesional. Al trabajo se va a trabajar, no a hacer indecencias. ¿La llevaste a nuestro escritorio?—No, Sofi. Yo tengo escrúpulos, no como tú, que te fuiste al otro lado del mundo con tu amante a vivir en la miseria.—Fue por razones humanitarias y él no era mi amante. No compares mi filantropía con tu calentura. Ambos se cruzaron de brazos, sin mirarse. Estaban enfadados, pero sin cejas no se les notaba. En la otra sala, Markus se sentó frente a Tabitha. Su relajada expresión daba a entender que sería el policía bueno. El malo, Vincent, aguardaba cerca del muro. Markus preguntó dónde estuvo Tabitha en cada uno de los atentados en contra de Sofi. —¿Cómo espera que recuerde lo que hice hace un mes? Sólo dijo tener coartada para el evento más reciente, que debía ser confirmad
—No puedo creer que alguien te haya hecho algo así. No sé si es demencial o... infantil.A media mañana Sofi recibió la visita de Kun. Bebían café en la terraza.—Pero me veo bien, ¿no?—Sí, tú siempre te ves bien, ese no es el punto. Esto debe ser el trabajo de una mujer, alguna arpía envidiosa de telenovela.—No conozco a nadie así, ¿quién será? Andy llegó vistiendo ropa deportiva. Estrechó la mano de Kun en un saludo amistoso.—Iré al club con los chicos, necesito botar energías.—Diviértete, amor y dales mis saludos, en especial a Felipe. Andy besó la cabeza de Sofi, volvió a estrechar la mano de Kun y salió.—Tú y Andy son tal para cual —comentó Kun—. Aunque él no se ve tan bien sin cejas.Sofi rio con ternura. El destino había sido muy sabio, poniendo cada cosa en su lugar y el camino que creyó que iba directo a Kun, en realidad sólo serpenteaba en torno a él. La meta siempre había sido Andy.—Todavía no conozco a tu novia. Sería grandioso que fuéramos los cuatro al club un dí
—La decoración del lugar es hermosa —decía Paula, extasiada observando el salón de eventos del Sepia donde se llevaría a cabo la fiesta—. ¡Y trajiste a DJ Zort! Es el DJ e influencer sensación del momento y estará en mi fiesta, aunque no entiendo por qué lleva un chaleco antibalas y un casco. ¿Será la nueva moda en Europa? Sofi le dedicó una fingida sonrisa. No podían arriesgarse a que muriera una celebridad si las cosas se ponían feas. —La gente famosa es extravagante, nada de qué preocuparse. Lo importante es que disfrutes esta fiesta, te lo mereces. —Estoy segura de que será inolvidable. Si hasta los meseros son guapos y esculturales, no les hacen entrevistas de trabajo, sino castings. Creo que estoy descubriendo el secreto tras el éxito de este hotel, ja, ja, ja, ja. —Lo mejor para mi amigui —Sofi le guiñó un ojo y Paula la abrazó enternecida, luego se fue a recibir a los invitados que iban llegando. Markus y Vincent ya estaban allí, usando ropas casuales para mezclarse co
Las luces se encendieron en el gran salón y Paula deseó que nadie recordara qué número era el que representaban las velas, que había arrancado del pastel nada más apagarlas y escondía a su espalda, aunque nunca faltaba el infeliz que grababa.Para su fortuna, nadie le prestó atención a las velas ni a ella, eso pasaba cuando en tu fiesta ocurría un espantoso crimen. Frente al hermoso pastel, y ante las miradas de incrédulo horror, la sangre se amontonaba.—¡Llamen a una ambulancia! —gritó Sofi, sosteniendo a quien había recibido una artera puñalada por la espalda en vez de ella.Markus y Vincent sometieron a quien había picado el anzuelo. Las ansias de dañar a Sofi eran tantas que no pensó en las consecuencias, ni en que se quedaría sin escapatoria. De entre todos los que rodeaban la trágica escena, sólo una persona se acercó tanto como para mancharse la ropa con sangre al empuñar el cuchillo.—¿Lidia? —balbuceó Kun, atónito.Lidia negó con desesperación, pero fue esposada de inmediato
—Tuve un extraño sueño donde era un globo, que flotaba por sobre un campo lleno de flores en un día radiante. Luego el cielo se nublaba, las flores se marchitaban y aparecían enormes cactus en la tierra árida. Uno de ellos me pinchaba con una espina y yo empezaba a perder el aire y me perdía, a la deriva en el cielo oscuro.La doctora terminó de revisar el estado de Moe y sonrió.—Más o menos eso fue lo que te pasó, el cuchillo te perforó un pulmón. Eres un niño muy valiente y muy creativo también. —¿Sigo teniendo dos pulmones?—Por supuesto que sí, todo salió bien con la cirugía. Tardarás en recuperarte, pero podrás llevar una vida completamente normal.Esa palabra, «normal», le pareció muy lejana, casi imposible de conciliar luego de lo ocurrido.—¿Qué pasó con mi hermana? —No tengo mayor información al respecto, pero pronto podrás recibir visitas, así que anímate. —¿Está aquí la policía? No quiero hablar con la policía... Estoy muy cansado y me duele.—Te administraré un analgés
En la larga mesa, donde abundaban la gente y la comida, Vlad alzó su copa y tomó la palabra.—Quiero brindar porque, a pesar de la adversidad y de los momentos difíciles, hemos sido lo suficientemente fuertes para afrontarlos y permanecer unidos. Espero que siga siendo así por mucho tiempo más.Todos alzaron sus copas y brindaron.—Yo quiero brindar porque sigo viva y para pedir que en el futuro mis amigos no le hablen de mí a sus novias —dijo Sofi.—Yo voy a brindar porque por fin me libraré del molesto guardaespaldas con el que perdí mi libertad y autonomía —agregó Cami. —¿Yo puedo conservar a mi guardaespaldas? —quiso saber Benja y Vlad asintió—. Entonces brindo por eso —alzó su vaso de jugo y se lo bebió de un trago.Andy también levantó su copa.—Brindo porque podamos seguir disfrutando de más cenas familiares como ésta.Sofi le dedicó una sonrisa tierna mientras por debajo de la mesa su mano perversa le acariciaba el muslo. No era la primera vez que en la inocencia de una buena
—¿Dónde está Violeta?Esas fueron las aterradoras palabras con las que Vlad Sarkov, de catorce años, despertó a su madre una aciaga noche de otoño.Su oscura silueta, a los pies de la cama, se acercó. Anya se llevó una mano al pecho, la otra buscó a tientas a su esposo en la oscuridad. Estaba sola. —Fui a su habitación, pero hay alguien más ahí —agregó Vlad.La mujer encendió su lámpara y, al ver al niño, deseó no haberlo hecho. El rostro de su hijo era espantoso. Tenía los ojos desorbitados y toda la cordura parecía haber desaparecido de ellos. Quiso llamar a la policía. —Vlad... querido, debiste tener una pesadilla... ¿De qué Violeta hablas? Él se llevó una mano a la cabeza. —Pues... ¡De Violeta!... La única que existe... ¡Tú sabes quién es! —Querido, no hay ninguna Violeta, yo no conozco a ninguna. Puedes preguntarle a quien quieras en la casa y obtendrás la misma respuesta. —Pero recuerdo su risa... ¡Y la vi! ¡La vi en la pérgola! Pero cuando fui a buscarla ya no estaba. Any
—El año pasado, los índices de rentabilidad de las inversiones en el mercado extranjero superaron al promedio del último trienio en cinco puntos porcentuales, con un error de 0,0002. La capacidad de inversión, respecto a las cifras nacionales, ha ido al alza y se estima que para...Sentado a la cabeza de la mesa de directivos, Vlad Sarkov parecía ser el más atento a lo que el relator de la junta decía. Llevaban allí dos horas, que no era nada comparado con otras reuniones que habían tenido. Se soltó el primer botón de la camisa y aflojó un poco la corbata. Tal vez algo iba mal con el aire acondicionado.Elisa le dejó un vaso con agua. Estaba fría y refrescante, justo lo que él necesitaba. A veces creía que la mujer le leía la mente. —Haré que revisen el aire acondicionado —le susurró ella, volviendo a su puesto en la esquina. Qué eficiente asistente era, qué sospechosa le parecía a veces, tan imperturbable y perfecta, tan aburrida.Miró por el gran ventanal de un costado. Las nubes c