Las luces se encendieron en el gran salón y Paula deseó que nadie recordara qué número era el que representaban las velas, que había arrancado del pastel nada más apagarlas y escondía a su espalda, aunque nunca faltaba el infeliz que grababa.Para su fortuna, nadie le prestó atención a las velas ni a ella, eso pasaba cuando en tu fiesta ocurría un espantoso crimen. Frente al hermoso pastel, y ante las miradas de incrédulo horror, la sangre se amontonaba.—¡Llamen a una ambulancia! —gritó Sofi, sosteniendo a quien había recibido una artera puñalada por la espalda en vez de ella.Markus y Vincent sometieron a quien había picado el anzuelo. Las ansias de dañar a Sofi eran tantas que no pensó en las consecuencias, ni en que se quedaría sin escapatoria. De entre todos los que rodeaban la trágica escena, sólo una persona se acercó tanto como para mancharse la ropa con sangre al empuñar el cuchillo.—¿Lidia? —balbuceó Kun, atónito.Lidia negó con desesperación, pero fue esposada de inmediato
—Tuve un extraño sueño donde era un globo, que flotaba por sobre un campo lleno de flores en un día radiante. Luego el cielo se nublaba, las flores se marchitaban y aparecían enormes cactus en la tierra árida. Uno de ellos me pinchaba con una espina y yo empezaba a perder el aire y me perdía, a la deriva en el cielo oscuro.La doctora terminó de revisar el estado de Moe y sonrió.—Más o menos eso fue lo que te pasó, el cuchillo te perforó un pulmón. Eres un niño muy valiente y muy creativo también. —¿Sigo teniendo dos pulmones?—Por supuesto que sí, todo salió bien con la cirugía. Tardarás en recuperarte, pero podrás llevar una vida completamente normal.Esa palabra, «normal», le pareció muy lejana, casi imposible de conciliar luego de lo ocurrido.—¿Qué pasó con mi hermana? —No tengo mayor información al respecto, pero pronto podrás recibir visitas, así que anímate. —¿Está aquí la policía? No quiero hablar con la policía... Estoy muy cansado y me duele.—Te administraré un analgés
En la larga mesa, donde abundaban la gente y la comida, Vlad alzó su copa y tomó la palabra.—Quiero brindar porque, a pesar de la adversidad y de los momentos difíciles, hemos sido lo suficientemente fuertes para afrontarlos y permanecer unidos. Espero que siga siendo así por mucho tiempo más.Todos alzaron sus copas y brindaron.—Yo quiero brindar porque sigo viva y para pedir que en el futuro mis amigos no le hablen de mí a sus novias —dijo Sofi.—Yo voy a brindar porque por fin me libraré del molesto guardaespaldas con el que perdí mi libertad y autonomía —agregó Cami. —¿Yo puedo conservar a mi guardaespaldas? —quiso saber Benja y Vlad asintió—. Entonces brindo por eso —alzó su vaso de jugo y se lo bebió de un trago.Andy también levantó su copa.—Brindo porque podamos seguir disfrutando de más cenas familiares como ésta.Sofi le dedicó una sonrisa tierna mientras por debajo de la mesa su mano perversa le acariciaba el muslo. No era la primera vez que en la inocencia de una buena
—¿Dónde está Violeta?Esas fueron las aterradoras palabras con las que Vlad Sarkov, de catorce años, despertó a su madre una aciaga noche de otoño.Su oscura silueta, a los pies de la cama, se acercó. Anya se llevó una mano al pecho, la otra buscó a tientas a su esposo en la oscuridad. Estaba sola. —Fui a su habitación, pero hay alguien más ahí —agregó Vlad.La mujer encendió su lámpara y, al ver al niño, deseó no haberlo hecho. El rostro de su hijo era espantoso. Tenía los ojos desorbitados y toda la cordura parecía haber desaparecido de ellos. Quiso llamar a la policía. —Vlad... querido, debiste tener una pesadilla... ¿De qué Violeta hablas? Él se llevó una mano a la cabeza. —Pues... ¡De Violeta!... La única que existe... ¡Tú sabes quién es! —Querido, no hay ninguna Violeta, yo no conozco a ninguna. Puedes preguntarle a quien quieras en la casa y obtendrás la misma respuesta. —Pero recuerdo su risa... ¡Y la vi! ¡La vi en la pérgola! Pero cuando fui a buscarla ya no estaba. Any
—El año pasado, los índices de rentabilidad de las inversiones en el mercado extranjero superaron al promedio del último trienio en cinco puntos porcentuales, con un error de 0,0002. La capacidad de inversión, respecto a las cifras nacionales, ha ido al alza y se estima que para...Sentado a la cabeza de la mesa de directivos, Vlad Sarkov parecía ser el más atento a lo que el relator de la junta decía. Llevaban allí dos horas, que no era nada comparado con otras reuniones que habían tenido. Se soltó el primer botón de la camisa y aflojó un poco la corbata. Tal vez algo iba mal con el aire acondicionado.Elisa le dejó un vaso con agua. Estaba fría y refrescante, justo lo que él necesitaba. A veces creía que la mujer le leía la mente. —Haré que revisen el aire acondicionado —le susurró ella, volviendo a su puesto en la esquina. Qué eficiente asistente era, qué sospechosa le parecía a veces, tan imperturbable y perfecta, tan aburrida.Miró por el gran ventanal de un costado. Las nubes c
Vlad se miró disimuladamente la mano. Sin importar lo claro que había sido al despedir a la mujer, ella insistía en regresar. Esta vez por un finiquito pese al pago que le habían dado por adelantado. Ella había entrado a hurtadillas, casi como si sintiera asco de tocar el impecable piso de su despacho, casi como si estuviera entrando a la guarida de un lobo feroz. Ese rol de víctima no le serviría de nada. Era una mentirosa, muy probablemente una estafadora, que ni siquiera se atrevía a mirarlo a los ojos. Sin embargo, al verse descubierta en sus tretas, sacaba a relucir su verdadera naturaleza perversa: le había tocado la mano para arrebatarle el teléfono e impedirle llamar a la policía. Un escalofrío recorrió a Vlad de pies a cabeza y reprimió el impulso de correr a lavarse la mano, de llamar a Markus para que se llevara a la atrevida y de encerrarse en algún lugar pequeño y oscuro. Desconocía la naturaleza de su sentir, pero lo inquietaba. Deseó ser dueño de sus recuerdos para po
Completamente posicionado de su rol de CEO de una de las empresas más poderosas del país, Vlad Sarkov se preparaba para un nuevo día. La muchacha nueva, completamente posicionada en su rol de sirvienta, le llevó el café en un tiempo prudente y cuidando la presentación. Se mantuvo estática esperando por su veredicto. El café estaba negro y cargado. Demasiado amargo para su gusto ¿Se suponía que así le gustaba? —¿Necesita algo más? —le preguntó ella. No había reemplazado el delantal que él le había quitado. Esperaba que lo hubiera hecho, tenía ganas de quitarle otro. —Largo. Con sus ojos de cervatillo atentos al peligro, la mujer retrocedió hasta la puerta. Vlad oyó sus pasos corriendo por el pasillo y no pudo evitar sonreír. Luego de beberse el café, se dedicó a revisar documentos. Se aburrió pronto y fue a mirar por la ventana. Sólo un jardín monótono había allí afuera, triste y silencioso como una tumba. Había un pozo también. El oscuro ojo apareció en su cabeza, como una puerta
Samantha abrazó a Ingen, dándole ánimos para su primer día de vuelta a clases. La escuela era un infierno creado para torturar a los niños, eso pensaba él. Inhaló el aroma del cabello de la mujer, que era su refugio. Y fue feliz hasta que su decrépito hermano lo obligó a separarse de ella. Si había algo peor que la escuela eso era ver a su hermano enojado.Su hermano cambiaba. No de humor, como la mayoría de la gente, sino de personalidad. A veces era un simple gruñón y otras un loco psicópata, él lo sabía muy bien y sabía que sus padres también sabían, pero nadie hacía nada.Todos le temían.A veces torturaba mujeres. Había torturado a su niñera Antonella."¡Ay, Vlad, no me castigues!... ¡Me vas a matar con eso!", gritaba ella en el interior de