Siento algo mullido debajo de mí, el aroma de mi compañera está a mi alrededor y aunque me duele el cuerpo, la verdad es que me siento de maravilla para alguien a quien le dispararon con una bala de plata líquida. Siento que mi cuerpo está pesado, aunque no lo suficiente como para no poder moverme, y por eso lo intento, entendiendo que estoy solo cuando, aunque el perfume que de ella me envuelve, realmente estoy solo. Al abrir los ojos, noto que es de día y me pregunto cuánto tiempo llevo inconsciente, cuánto recuperándome y cuánto de mi trabajo estará acumulado. Será que Andrew habrá adelantado aunque sea un poco, o eso espero, el bastardo podría haberme dejado todo como castigo por asustarlo con casi morirme quizás… Con cuidado, me pongo recto y bajo los pies, viendo si los tengo firmes o si están débiles para sostener mi peso. Dudo un poco al principio, mas cuando estoy por empujar, la puerta se abre y el rostro de Caperucita aparece por ella, sorprendiéndose al verme despierto.
-¡ZAFIRO VEN AQUÍ, DEJA EN PAZ A ESE POBRE CONEJO! Mi niña se ríe mientras corre de nuevo hacia mí y la alzo en brazos, quitándole parte de la naturaleza que se pegó a su pequeña persona. Tres años y ya es más revoltosa que cualquier otro ser humano que haya conocido. Cinco años han pasado desde que Rache volvió a abrir los ojos cuando temí que no lo hiciera, y desde entonces, muchas cosas han pasado. Mi madre sanó definitivamente, y aunque no dejó de ser ella, sí que por fin se olvidó de su deseo irrisorio sobre mi casamiento con Luka y aceptó mi relación con mi lobo (aún no saben lo que él es en verdad ni nada relacionado a eso, solo que su familia tiene tierras bosque adentro y que vivimos aquí juntos desde hace ya más de tres años) y se puso feliz cuando se enteró de que sería abuela. Mi padre fue incluso más eufórico al enterarse, me abrazó tan fuerte que casi me dejó sin aire. Desde que mi pequeña nació, se queda por lo menos una noche a la semana con ellos, sino más en oc
Lo veo herido, la sangre brotando entre el obscuro pelaje de ese hueco de bala, esa maldita bala de plata que me recuerda tanto a nuestro primer encuentro, ese que parecía en su momento una locura, y ahora podría considerarlo el reinicio de mi vida, el punto de inflexión donde toda la verdad salió a la luz y mi existencia dio un giro de ciento ochenta grados. Hombres lobo, eran realidad, mi realidad ahora, y tenía que defenderla, no dejaría que me la arrancaran, no dejaría que me lo arrancaran a ÉL. Pronto volvería a su forma humana y estaría aún más indefenso, no puedo permitirlo.Sin dudarlo siquiera un instante, y aunque sé que no le va a gustar nada, me interpongo entre ambos, cubriendo su cuerpo con el mío, y me pongo en guardia, impidiendo que pueda acercarse a él. -No te lo voy a permitir, no voy a dejar que le hagas más daño. Tienes que entender que las cosas son como son ahora, y ya no hay vuelta atrás. -Hazte a un lado. -No.-No quiero hacerte daño, mi lucha es con él. -
Reviso una vez más la lista que llevo en mis manos y tacho lo que ya recolecté hasta ahora, notando que solo me falta una muestra. Una orquídea silvestre, que se supone, debe de estar en plena floración. La abuelita quiere hacer un trabajo inicial éste año, sobre el cuidado y la clasificación de diferentes tipos de plantas, para que sea interesante para los de primer año, y me pidió ayuda con la recolección. A su edad, ya no puede andar como yo por el bosque sin preocuparse de hacerse daño, un mal movimiento y podría quedarse sola en el bosque quién sabe cuánto tiempo hasta que alguien lo note y la encuentre. Por eso me pidió que viniera yo, ser su asistente es entretenido cuando me encarga cosas así. Una excusa perfecta para pasar mi tarde en la naturaleza sin que nadie pueda decirme nada por eso. A mi familia no le gusta mucho que haga esto, dicen que es un lugar peligroso para que una chica de veintiuno ande por su cuenta, que hay animales salvajes como lobos, y no lo niego, desp
En ningún momento hace nada más que observarme, siempre atento a mis movimientos en tanto reviso mi bolso en busca de mi pequeño botiquín de primeros auxilios. Obviamente, no tengo pinzas de cirugía ni mucho menos, pero supongo que las que tengo para quitar espinas deberían de servir para el propósito, o eso espero. En cuanto saco la pequeña caja, sus orejas bajan como si no le gustara nada lo que sabe que estoy por hacer, y trato de sonreírle para tranquilizarlo.-No te preocupes, es por tu bien e intentaré que sea lo menos molesto y doloroso que pueda... Eso... creo que no ayuda, pero creo que la intención es lo que cuenta, ¿no?No parece muy convencido, por lo que decido hacerlo de todas formas y saco las pinzas y la botellita de alcohol en aerosol para "esterilizarlas". El aroma se nota que no le gusta nada, y menos le va a gustar cuando se lo aplique, porque posiblemente le duela, mas no es algo a discusión, tengo que desinfectar la zona. Antes de que me arrepienta y él pueda h
-No, no yo... va a sonar raro.-Pues dime, vivo de rarezas querida, y lo sabes.-Pueeeeees... en resumidas cuentas, estaba buscando los especímenes en el bosque, escuché un disparo y luego me encontré con un enorme lobo negro que estaba lastimado.-¿Cazadores? Pero si está prohibido...-La gente no siempre cumple con lo que se le dice. Como sea, él estaba lastimado y sentí el impulso de ayudarlo.-Y adivino por la sangre, que tuviste éxito.-Se comportó casi como si fuera un perro. No se movió en todo el tiempo en que lo estuve examinando o cuando me acerqué o siquiera cuando vio que estaba por meterle una pinzas en la pata. El único momento en que lo hizo fue cuando intenté extraer la bala y eso pareció dolerle.-Imagino que sí, que debió de ser molesto. ¿Te dejó suturarlo?-No, obvio que no, pero lo que me sorprendió fue que no vi que sangrara más luego, como si la herida se hubiera curado, cosa imposible porque estuvo botando sangre desde que lo encontré.-Pues es evidente que mal
Su sangre tiene un sabor bastante dulce, me bastaron solo unas pocas gotas para saberlo, y nuevamente me maldigo en silencio, ¿por qué tenía que ser ella? ¡Es humana! Son frágiles, débiles, sus sentidos son un asco, son traicioneros y maliciosos... Y yo justo vengo a cruzarme con una que me parte al medio mis preconceptos sobre ellos. Maldita sea mi suerte. Es como si me hubiesen arrojado un cubo con agua helada: todo un shock. Cuando ese maldito me disparó con la idea de que muriera, logré herirlo lo suficiente como para escapar, aunque temí que me siguiera por los rastros de sangre, mas lo tóxico de ese maldito metal me afectó mucho y no pude seguir demasiado, tuve que echarme a descansar. Me sentía tan mal que ni siquiera fui capaz de escuchar cuando ella se acercó, mas en mi estado afectado, ni siquiera tuve la iniciativa de alejarla. Se veía como un hada con esa nariz respingada, esos ojos verdes como la naturaleza y esos labios carnosos... Los mechones rubios que se escapaban
-¿¡TE PUSISTE MI MANTA FAVORITA PARA CUBRIR TU TRASERO Y TU ENTREPIERNA!?-¿Acabo de decir que eres mi compañera y la manta es la que te importa? ¿Es en serio? Wow, tú sí que tienes tus prioridades en orden.-Lo siento, es solo que me la hizo mi abuela y ella ya no está yyyyyy ¿acabas de decir que soy tu compañera o yo estoy alucinando?La forma en la que me observa, como si no estuviera segura de si le estoy jugando o no una broma, aunque creo que la broma en realidad es para mí, y de parte de la Diosa. Y una de muy mal gusto si tengo que decirlo.Suspiro y me masajeo los ojos intentando mantener mi temperamento bajo control. Ser Alfa implica que mi temperamento es más fuerte y complicado de controlar, y que ella sea humana hace que las cosas sean mucho más difíciles, porque no está acostumbrada y seguro se asustará. Maldita sea...-Mira, para suerte o, quizás, mala suerte de ambos, la Diosa Luna nos ha puesto como compañeros, eso implica que estaremos juntos hasta que nos llegue la