En ningún momento hace nada más que observarme, siempre atento a mis movimientos en tanto reviso mi bolso en busca de mi pequeño botiquín de primeros auxilios. Obviamente, no tengo pinzas de cirugía ni mucho menos, pero supongo que las que tengo para quitar espinas deberían de servir para el propósito, o eso espero.
En cuanto saco la pequeña caja, sus orejas bajan como si no le gustara nada lo que sabe que estoy por hacer, y trato de sonreírle para tranquilizarlo.
-No te preocupes, es por tu bien e intentaré que sea lo menos molesto y doloroso que pueda... Eso... creo que no ayuda, pero creo que la intención es lo que cuenta, ¿no?
No parece muy convencido, por lo que decido hacerlo de todas formas y saco las pinzas y la botellita de alcohol en aerosol para "esterilizarlas". El aroma se nota que no le gusta nada, y menos le va a gustar cuando se lo aplique, porque posiblemente le duela, mas no es algo a discusión, tengo que desinfectar la zona.
Antes de que me arrepienta y él pueda hacerse a un lado si entiende lo que pretendo, dirijo la boquilla del espray hacia la herida y aprieto el botón, haciendo se contraiga momentáneamente y su entrecejo se frunza.
Puede que suene raro, aunque no tanto después de toda ésta situación completamente anormal, sin embargo, tiene rasgos y expresiones tan humanas... que me da miedo. Como si su físico y complexión no fueran suficiente ya para esa tarea.
Como sea, luego de limpiar y echar también un poco de agua para despejar la zona, sujeto con cuidado el orificio y, con la mayor delicadeza de la que soy capaz, introduzco lentamente las pinzas en él. Las hundo hasta casi la mitad de éstas, por lo que se nota que la bala está profundo, y en cuanto la toco con las puntas, intento agarrarla y tirar de ella. Eso sí que parece hacerle doler, gime un poco y hasta trata de hacerse a un lado, alejarse de mi toque, no obstante, no lo permito y sujeto su pata lo mejor que puedo, sintiendo la pinza bien aferrada en los bordes de la bala y tiro de ella.
Supongo que, la lentitud, en este caso es inútil y dolorosa, por lo que decido hacer como cuando te sacan una muela: un tirón y ya, un momento de dolor y luego listo.
El pobre animal chilla, es obvio que esto le causó dolor, mas ésta vez sí que lo suelto y, cuando la pinza está fuera, una brillante bala plateada está agarrada en su punta. El lobo me gruñe con enojo, lo que me asusta un poco, mas le muestro el proyectil mientras me alejo un poco de él, lista para correr en menos de un segundo si veo por solo un segundo, que toda esa calma y tranquilidad que mostró antes, desaparece aunque sea por un segundo.
-Tranquilo... ya-ya está... la... la tengo... ¿ve-ves?
Esos brillantes e intensos iris se clavan en el objeto ahora en mi mano, observándolo con lo que casi puedo jurar que es odio, y decido guardarlo mejor en mi bolso. Esto no es algo que deba estar por ahí tirado.
Y ahora que está recuperado (o al menos, ya no siente el mismo dolor que antes que lo dejaba tirado), estoy empezando a considerar si es buena idea el que esté tan cerca de mí, porque aunque haya estado tranquilo, sigue siendo un gigantesco lobo negro que me está mirando con demasiado interés.
-Am... sí bueno... creo... creo que ya debería irme.
Siempre con calma, cuidando de no hacer movimientos bruscos y con sus iris escaneando cada uno de ellos, logro ponerme de pie y acercarme al río para limpiar los restos de su sangre de mi piel. Menos mal que éstas cosas no me dan impresión, de lo contrario, seguro que alguien habría salido perdiendo aquí. Cuando todo está listo, empiezo a alejarme, no obstante, contrario a lo que esperaba, él no solo no se queda en donde estaba, sino que, además, empieza a caminar en mi dirección, lo que me hace poner en alerta. No va a atacarme ahora, ¿o sí?
No lo ha hecho hasta éste momento, ¿por qué me sigue ahora?
-Quieto.
Y ahora lo trato como perro, ok, ya perdí la cabeza. ¿Qué pasa conmigo? Sin embargo, me sorprende el ver que me hace caso y se detiene en el sitio donde le digo, desconcertándome.
-Ok, esto es raro. Am... Quédate ahí, yo me voy.
Él inclina ligeramente la cabeza, aún observándome en silencio, y vuelvo a emprender la marcha hacia la salida del bosque, hasta que noto un par de pasos más adelante, que él ha vuelto a avanzar. ¡Demonios!
Freno inmediatamente y me vuelvo hacia él.
-Dije quieto, no puedes seguirme.
Ésta vez ni siquiera espera a que voltee o avance, simplemente da otro paso hacia mí y alzo la mano con intención de detenerlo.
-No, no puedes venir conmigo. No eres un perrito, eres una bestia enorme que haría que mi madre pusiera el grito en el cielo con solo verte. Además... Creo que ya tiene más que suficiente con el invernadero improvisado que armé en el jardín.
Eso me hace recordar el fin de semana que me quedé sola en la casa y ellos se fueron de viaje. Para cuando volvieron, me encontraron terminando de montar un invernadero con madera y plásticos para mis estudios sobre plantas. Me adueñé literalmente de medio jardín. Ese pensamiento me distrae lo suficiente como para que él pueda acercarse por completo y lamer suavemente mis dedos para luego meter su trompa y cabeza bajo mi mano, como si buscara una caricia.
Eso me deja sorprendida y dudo por un momento, hasta que esos ojos se clavan directo en los míos otra vez y tentativamente le doy lo que parece querer, rascándole sobre todo el mentón y tras las orejas. Aún está húmedo por la lluvia, su pelaje está un poco sucio, pero a pesar de eso, no apesta a perro mojado ni nada parecido, al contrario, siento un aroma raro aunque agradable emanando de él.
Paso un par de minutos dándole lo que parece querer hasta que noto la hora y decido que es momento de irme.
-Ok, ya te di lo que querías (eso creo), ya tengo que irme, en serio. Quédate aquí, se ¿un buen lobo?, y hazme caso. No me sigas.
Aún sin darle la espalda, empiezo a caminar hacia el sendero que me llevará hasta el pueblo nuevamente y cuando creo que ya es una distancia prudente (y él no se ha movido de donde se sentó mientras lo acariciaba), finalmente me volteo y sigo mi camino. Aunque no escucho nada a mi alrededor y tampoco lo veo nuevamente, de todas formas siento la presencia de alguien muy cerca y, más de una vez, reviso mi entorno con los ojos. Quizás debería preocuparme el hecho de que el cazador pueda volver por el lobo, o que éste me haya visto curarlo y ahora esté furioso.
No estoy muy segura de que así sea, porque, si fuera el caso, ¿por qué no me detuvo mientras lo hacía? Pero eso no implica que no me sienta extraña.
No importa, antes de que me dé cuenta, ya estoy saliendo de la arboleda y entrando a los terrenos de la universidad luego de saltar la cerca que evita que, criaturas como ese enorme lobo, puedan acercarse a los estudiantes. Que yo sea una loca que disfruta de andar por esos lugares y exponerse de semejante manera, no implica que todos piensen igual, hay que ser justos.
De todas formas, intentando que nadie me vea para que no me regañen, me dirijo rápido hacia el edificio de estudios biológicos y, una vez dentro, hacia el departamento de botánica.
La luz de la puerta está encendida, lo que me implica que la Abuelita está aquí, y entro sin preocuparme, encontrándola mirando por su microscopio sumamente concentrada.
A pesar de su avanzada edad, es una científica de renombre, que vino aquí hace ya un par de décadas a estudiar la biología de éste bosque y, como el pueblo le gustó, decidió quedarse. Fue por ella que abrieron la carrera que actualmente curso y lo que me permitió conocerla. Su aspecto de viejita dulce, con su melena corta de color gris, sus lentes de pasta negra y esa sonrisa rodeada de arrugas, junto con su carácter amable y su fama de ayudar a sus estudiantes en todo lo que puede cuando van a su encuentro por ayuda, le ha ganado el apodo de "la Abuelita", como la típica abuela que le da un billete a su nieto a escondidas o le cocina cuando va a visitarla.
Por mi lado, desde el día en que la conocí, nos llevamos bien y nos entendimos, porque ambas compartimos el amor por la naturaleza, y es por eso que, desde hace más de año y medio, me volví su asistente personal.
En cuanto nota mi presencia, alza su mirada del microscopio y sonríe.
-Querida, veo que volviste a salir en la lluvia, ¿tienes mi pedido?
-Por supuesto a ambas cosas, los días lluviosos son los mejores para éstas cosas.
Me acerco a ella mientras busco los frascos con muestras, hasta que noto que su sonrisa desaparece, transformada en una mueca de preocupación.
-Jhoana, ¿te lastimaste? Estás manchada de sangre.
Y entonces reviso el bolso y la parte baja de mis mangas, donde, efectivamente, el escarlata fresco me delata. Ups...
-No, no yo... va a sonar raro.-Pues dime, vivo de rarezas querida, y lo sabes.-Pueeeeees... en resumidas cuentas, estaba buscando los especímenes en el bosque, escuché un disparo y luego me encontré con un enorme lobo negro que estaba lastimado.-¿Cazadores? Pero si está prohibido...-La gente no siempre cumple con lo que se le dice. Como sea, él estaba lastimado y sentí el impulso de ayudarlo.-Y adivino por la sangre, que tuviste éxito.-Se comportó casi como si fuera un perro. No se movió en todo el tiempo en que lo estuve examinando o cuando me acerqué o siquiera cuando vio que estaba por meterle una pinzas en la pata. El único momento en que lo hizo fue cuando intenté extraer la bala y eso pareció dolerle.-Imagino que sí, que debió de ser molesto. ¿Te dejó suturarlo?-No, obvio que no, pero lo que me sorprendió fue que no vi que sangrara más luego, como si la herida se hubiera curado, cosa imposible porque estuvo botando sangre desde que lo encontré.-Pues es evidente que mal
Su sangre tiene un sabor bastante dulce, me bastaron solo unas pocas gotas para saberlo, y nuevamente me maldigo en silencio, ¿por qué tenía que ser ella? ¡Es humana! Son frágiles, débiles, sus sentidos son un asco, son traicioneros y maliciosos... Y yo justo vengo a cruzarme con una que me parte al medio mis preconceptos sobre ellos. Maldita sea mi suerte. Es como si me hubiesen arrojado un cubo con agua helada: todo un shock. Cuando ese maldito me disparó con la idea de que muriera, logré herirlo lo suficiente como para escapar, aunque temí que me siguiera por los rastros de sangre, mas lo tóxico de ese maldito metal me afectó mucho y no pude seguir demasiado, tuve que echarme a descansar. Me sentía tan mal que ni siquiera fui capaz de escuchar cuando ella se acercó, mas en mi estado afectado, ni siquiera tuve la iniciativa de alejarla. Se veía como un hada con esa nariz respingada, esos ojos verdes como la naturaleza y esos labios carnosos... Los mechones rubios que se escapaban
-¿¡TE PUSISTE MI MANTA FAVORITA PARA CUBRIR TU TRASERO Y TU ENTREPIERNA!?-¿Acabo de decir que eres mi compañera y la manta es la que te importa? ¿Es en serio? Wow, tú sí que tienes tus prioridades en orden.-Lo siento, es solo que me la hizo mi abuela y ella ya no está yyyyyy ¿acabas de decir que soy tu compañera o yo estoy alucinando?La forma en la que me observa, como si no estuviera segura de si le estoy jugando o no una broma, aunque creo que la broma en realidad es para mí, y de parte de la Diosa. Y una de muy mal gusto si tengo que decirlo.Suspiro y me masajeo los ojos intentando mantener mi temperamento bajo control. Ser Alfa implica que mi temperamento es más fuerte y complicado de controlar, y que ella sea humana hace que las cosas sean mucho más difíciles, porque no está acostumbrada y seguro se asustará. Maldita sea...-Mira, para suerte o, quizás, mala suerte de ambos, la Diosa Luna nos ha puesto como compañeros, eso implica que estaremos juntos hasta que nos llegue la
-Así que me vas a rechazar.-¿Qué?Mirándolo con curiosidad, me quedo pensando en qué estará cruzando por su mente. Su rostro parece muy obscuro, sobre todo por las sombras que lo marcan por el sitio donde se ha puesto y por estar con la cabeza inclinada, mirando hacia el suelo. Mis ojos lo recorren entero y me quedo un par de segundos más en su cadera, de donde aún cuelga la manta que me hizo mi abuela. Dios mío, todavía con ella cubriendo la mitad inferior de su cuerpo, no es posible ocultar dos cosas muy importantes: la primera, que Rache está más que bueno, no está inflado como un globo, y sin embargo, cada músculo y tendón de su anatomía está perfectamente definido, y dos (y quizás más importante), que sin importar cuánto diga que esto le molesta, parece ser que su mente y su cuerpo no están de acuerdo, porque se nota el levantamiento producido por la excitación en la parte frontal de la manta, casi como una tienda de campaña. De todas formas, mi mente no repara demasiado en es
Cierro mi libro y suspiro con cansancio: llevo aquí desde hace más de una hora y, por más que he leído más de seis veces mis apuntes, resulta que no recuerdo siquiera una palabra de todo lo que repetí una y otra vez. Me siento frustrada, absolutamente frustrada, porque a pesar de que intento con todas mis ganas prestarle atención a mis estudios, no obstante, hay algo que copa mis pensamientos con mucha más fuerza, y eso es ese lobo de ojos índigo. Gruño frustrada por no poder controlar mi propia mente, y empiezo a juntar mis cosas: tengo una clase más hoy, pero creo que será mejor que me vaya a casa, no puedo concentrarme ahora y sería desperdiciar absolutamente el tiempo. Agarrando mi mochila, me dirijo hacia la salida de la biblioteca y hacia fuera del campus, mas me encuentro con un revuelo femenino en plena entrada, pues parece que (por lo que logro escuchar de los cuchicheos), hay un chico que nadie conoce que parece un "Dios". Curiosa, porque es raro que haya alguien desconoc
Síp, ya lo dije, ella tendría que volverse mi Luna, y verla quedarse muda por primera vez desde que la conocí, la verdad se siente bien, es algo incluso gracioso. Caperucita creía que trataba con un lobo cualquiera, incluso un simple guerrero... Sí, soy el mejor luchador de mi manada, pero es precisamente porque soy el Alfa. Si no lo fuera, quienquiera que me hubiese desafiado, me habría quitado mi puesto hace mucho tiempo.Como sea, eso no es lo que importa en éste momento: quizás con ésta revelación, entienda un poco más mis razones para sentirme como me siento con respecto a su condición de humana porque, vamos, ¿una Luna humana? ¿A quién se le ocurre algo semejante? Las Lunas defienden a su manada tanto como los Alfas, son un pilar importante para la estabilidad, y una humana dudo mucho que sea capaz de algo así, aunque sepa pelear como ella me dijo. Es inteligente, es verdad, y sus conocimientos podrían ser útiles, mas eso no solventa el hecho de su verdadera naturaleza. ¿Qué pa
-¿Que qué digo? Que es una locura. -¿Y eso como por qué?-Porque soy humana, ¿por qué querría cambiar quien soy? El único que parece tener un problema con eso eres tú.-Ser un hombre lobo es una ventaja evolutiva, todos tus sentidos se agudizan, te vuelves más fuerte, más rápido, más ágil, más longevo... -Rache, no me estás vendiendo un producto, me estás diciendo que cambie mi persona desde lo más profundo de mi ser. ¿Te das cuenta de la locura que es eso?-Es que si aceptaras, todo sería mucho más sencillo. -¿Para quién? ¿Para ti?-Si fueras como yo, la manada te aceptaría, no importaría que fueras mestiza. Podrías sobrevivir con mayor facilidad a lo que se avecina y cumplir con tus deberes como mi compañera con muchas menos dificultades de las que tendrías como humana. Vivirías más y todo tu ser se vería potenciado. ¿No entiendes lo positivo que sería eso para ti?Aprieto los labios para no soltar la sarta de maldiciones que tengo en la punta de mi lengua e intento mantener la c
-Si debo decidir, te agradecería que aclararas de qué se trata en concreto y en qué difiere de las novelas y la mitología. Sería más sencillo darte una respuesta si sé a lo que me enfrentaría. -Supongo que es justo: hacerlo a ciegas sería una tontería.-¿Y bien? ¿Tiene que ser durante la luna llena? ¿Tienes que morderme en el cuello? ¿Tienes que estar teniendo relaciones conmigo mientras ocurre? ¿Tienes que estar medio transformado para que el vínculo se establezca realmente? ¿Tienes que estar dentro de mí al tiempo en que me muerdes para que funcione? ¿Se verá como una mordida realmente? -Alto, alto, alto, esas son demasiadas preguntas. Si no te importa, te agradecería encarecidamente que las hicieras una a una, no como una ametralladora, porque sino, no puedo contestarte como corresponde. -Entiendo, lo siento. -Parece ser que lo pensaste mucho más de lo que, seguramente, estás dispuesta a admitir. -No realmente, solo son las cosas que me vienen a la mente de lo que he leído. Te