3° ¿Es un sueño?

-No, no yo... va a sonar raro.

-Pues dime, vivo de rarezas querida, y lo sabes.

-Pueeeeees... en resumidas cuentas, estaba buscando los especímenes en el bosque, escuché un disparo y luego me encontré con un enorme lobo negro que estaba lastimado.

-¿Cazadores? Pero si está prohibido...

-La gente no siempre cumple con lo que se le dice. Como sea, él estaba lastimado y sentí el impulso de ayudarlo.

-Y adivino por la sangre, que tuviste éxito.

-Se comportó casi como si fuera un perro. No se movió en todo el tiempo en que lo estuve examinando o cuando me acerqué o siquiera cuando vio que estaba por meterle una pinzas en la pata. El único momento en que lo hizo fue cuando intenté extraer la bala y eso pareció dolerle.

-Imagino que sí, que debió de ser molesto. ¿Te dejó suturarlo?

-No, obvio que no, pero lo que me sorprendió fue que no vi que sangrara más luego, como si la herida se hubiera curado, cosa imposible porque estuvo botando sangre desde que lo encontré.

-Pues es evidente que mal no estaba si pudo moverse luego.

-Sí, lo hizo, y hasta creo que quería seguirme.

-¿En serio? Wow, entiendo porqué dices que se comportaba como perro. Lo impediste, ¿verdad? Si lo intentaron matar antes, si llegase a venir aquí, podrían conseguirlo ésta vez y quizás sería peor, porque "estaría justificado por seguridad".

-Lo sé, por eso hice lo posible porque se quedara en el bosque.

-Me alegra escucharlo, la gente no entiende lo delicado del equilibrio de la naturaleza y lo peligroso de eliminar a sus eslabones.

Le doy la razón y empiezo a sacar las muestras de mi bolso al igual que las vendas empapadas de sangre y el botiquín que usé para sanar al lobo. Un destello brillante llama mi atención y volteo hacia la Abuelita, encontrándola estudiando la bala que me guardé.

-Ah, esa es la bala con la que le dispararon.

-Curiosa manufactura, esto evidentemente es sólido, no hueco como la mayoría de las balas, no se ha florado tampoco ni parece estar hecha de aluminio, acero, níquel o latón. Incluso es bastante pesada.

-Sí, también me lo pareció, mas tenía otras preocupaciones en ese momento, por eso no le presté mucha atención.

-¿Te parece si la examinamos? Quizás podríamos averiguar quién es el cazador furtivo y que las autoridades intervengan.

-No es mala idea.

Su arrugado rostro muestra una sonrisa y lima un poco la punta para conseguir unas virutas del material. Éstas las pone en un portaobjetos y lo introduce en un analizador. Mientras el aparato hace su trabajo, ambas nos ponemos a acomodar lo que traje según su plan, comprendiendo mejor lo que quiere hacer para los ingresantes y dando mis propias ideas para ayudar.

Trabajar con ella me resulta tan fácil y cómodo, nos entendemos bien y como solo me queda un año, ya he empezado a planear mi tesis con ella como mi directora, asi que aprovecho la oportunidad para charlar sobre el tema, sin embargo, no alcanzamos mucho, pues el analizador nos avisa pronto que ha terminado.

La Abuelita se acerca a la pantalla de datos y parece que la composición es algo que no esperaba, pues sus cejas se alzan incluso por encima de sus lentes.

-¿Qué ocurre?

-Está hecha de plata.

-¿Qué?

-Así es, está compuesta casi enteramente de plata pura.

-Wow, eso sí que no me lo esperaba, ¿quién gastaría tanto para hacer unas balas? ¿Y para qué? Parece más pesada que una normal, y eso no es práctico en absoluto.

-No sabría decirte cariño, sin embargo, lo mejor será darle esto al alguacil y que él se encargue. Gracias a Dios que ama la naturaleza, se pondrá furioso a buscar a quien haya sido en cuanto se entere.

Asiento dándole la razón y ella mira el reloj, decidiendo que ya ha sido suficiente por hoy y que debo volver a casa pronto. Acepto y me retiro, agarrando mi bicicleta del frente de la universidad para irme tranquilamente pedaleando a casa. No está muy lejos, quizás unos quince minutos pedaleando cuanto mucho, por lo que dedico mi tiempo a pensar en las cosas extrañas del día, intentando darles algún sentido sin conseguirlo en absoluto.

Ya lo del lobo fue algo inusual, pero ¿una bala de plata? Dios mío, algunas personas en serio están locas.

De todas formas, al tiempo en que pedaleo, algo empieza a molestarme y es sentir una mirada fija sobre mi persona. Se dice que hay quienes poseen ese "súper poder", que les permite sentir cuando alguien los está mirando, y no sé si yo lo tengo o si solo estoy psicopateada, pero creo casi puedo jurar que hay alguien que me acecha y eso me hace acelerar el paso, acortando el tiempo de viaje de quince minutos a ocho.

En cuanto entro al garaje de la casa, dejo rápido la bicicleta y me asomo por la puerta del mismo, revisando el entorno, y sobre todo al bosque, buscando algo que haya podido ser el origen de esa sensación, mas no veo nada y me siento frustrada. ¿Me estoy volviendo loca? Gruño molesta conmigo misma por mis tonterías y cierro la puerta para luego entrar completamente en la casa.

No me sorprende no encontrar a nadie aquí ahora, después de todo, mis padres tienen una empresa de diseño y construcción y a menudo viajan por trabajo. El que tenga más de veinte y haya aprendido a cuidar de mí misma, les da la oportunidad de irse sin preocuparse de nada.

No es que no me sienta sola de vez en cuando, sin embargo, creo que con el tiempo me he ido acostumbrando.

Sea como sea, mi tarea está hecha y tengo una serie pendiente para ver en N*****x, por lo que me ocupo rápido de las telas manchadas, asegurándome de que nada quede impregnado de sangre en ningún lugar y me meto a la ducha para quitar cualquier resto del bosque que haya podido quedar unido a mi persona.

En cuanto salgo del baño y entro a mi cuarto, nuevamente me siento observada y, otra vez, me reprendo por mi tontería: estoy en un primer piso y los vidrios de las ventanas de la casa son espejados, además de que tengo cortinas, ¿cómo alguien podría estar mirándome así? Y lo más importante, ¿por qué?

Dejo eso de lado y me coloco mi pijama para irme a buscar algo para comer y prenderme de la TV.

************

Miro la hora y niego con la cabeza: llevo casi cuatro horas mirando N*****x, ya es momento de ir a la cama, y con eso llevo lo que utilicé a la cocina, limpio todo y me voy a mi cuarto a meterme en la cama.

Por lo general suelo dormirme rápido, lo cual es una bendición para alguien que es bastante noctámbulo como yo y tiene que aprovechar cada minuto que puede para dormir, sin embargo, estoy sintiendo que floto en el limbo entre la conciencia y el sueño, cuando un sonido sordo me hace abrir los ojos.

Un tanto adormilada, quizás con medio cerebro apagado aún, repaso el cuarto en penumbras, hasta que algo llama mi atención: ojos azules.

¿Qué demonios?

De entre las sombras, una enorme figura obscura empieza a moverse en dirección a mi cama y, cuando la luz que entra por la rendija ilumina mínimamente la sombra, aún en mi somnolencia, logro comprender que se trata del enorme lobo de hoy en la tarde.

Esto es ridículo, es obvio que sigo soñando porque la casa está completamente cerrada y él es un lobo, no puede abrir puertas ni cerraduras, así que me relajo.

-Así que me seguiste aunque te dije que te quedaras en el bosque. Lobito travieso...

Me levanto de la cama y me acerco a él, arrodillándome justo frente a su cuerpo para acariciarlo como hoy, solo que avanzo más que solo su cabeza y bajo por su cuello hasta su abdomen. Mi accionar parece sorprenderlo, mas lo permite y hasta me deja empujarlo suavemente hasta el suelo, acariciando su peludo vientre al punto de que incluso mueve su pata rítmicamente.

La situación me causa gracia y me doy el lujo de enterrar mi rostro en esa mata negra, sintiendo el aroma que noté antes en el bosque, proveniente de su cuerpo. ¿Qué será?

-No creas que no me gusta eso, porque la verdad es que me halaga, pero tu audacia me sorprende.

Esa voz casi suena en mi cabeza, no en mis oídos, y me hace levantarme de golpe, buscando el origen de la misma, mas como no hay nadie, mis ojos vuelven hacia el lobo, el cual se ha volteado sobre su abdomen y ahora me observa apacible.

-¿Quién dijo eso?

-Yo.

No veo que mueva su boca, mas no hay otro ser aparte de nosotros en este cuarto, y empiezo a maldecirme a mí misma al darme cuenta que, otra vez, estoy soñando con hombres lobo.

-Tengo que dejar de ver series y leer novelas sobre licántropos, en serio.

-Espero que no creas que todos somos como los protagonistas de esos libros, algunos nos dan vergüenza.

-Ésta conversación es bastante extraña, aún para un sueño.

-¿Crees que esto es un sueño?

-¿Qué más va a ser? Eres un lobo que entró en medio de la noche a mi cuarto, cuando toda la casa estaba cerrada y, para colmo, estás hablando en mi mente. Síp, definitivamente es un sueño.

Puedo ver su ceño frunciéndose y, antes de que entienda lo que ocurre, su cuerpo empieza a retorcerse y a cambiar de forma, retrocediendo el pelaje y dejando a la vista una piel bronceada y un cuerpo humano que, a decir verdad, me ha dado hambre y no de comida precisamente.

Incluso me felicito mentalmente cuando se pone recto frente a mí y su rostro queda expuesto, dejando ver rasgos masculinos y sexys, con unos labios sensuales y perfilados, una nariz bastante triangular aunque no precisamente en punta, sino un poco más curvada, cejas intermedias sobre unos ojos del mismo índigo que los del lobo, y una melena igual de negra, quizás como la obsidiana o el ébano, móvil como las alas de los cuervos.

-Wow, mi mente sí que se esforzó ésta noche, estás muy bueno. Esos abdominales son de infarto, creo que hasta podría lavar ropa en ellos.

-Supongo que gracias, no obstante, te reitero que no soy un producto de tu mente, soy muy real.

-Sí claro, eres un hombre lobo, lo siento. Esto es tan irreal, casi parece una mala broma.

-¿Por qué lo dices?

-Porque a caperucita roja también se la quería comer el lobo grande y malo, yo usaba un impermeable rojo, pero creo que se ajusta de todos modos a la situación, ¿no te parece?

Me acerco a él aún más mientras hablo y me inclino hasta casi rozar su boca. Noto cómo su nariz se amplía, respirando profundo al tiempo en que sus ojos me escanean completa. Agradezco a Dios por haber elegido mi camisón negro favorito de lencería y no el de pantalón de rallas que es lo menos sexy que puede haber.

No lo dejo responder, lo beso tomándolo por sorpresa y me subo sobre su regazo, notando que ha estado ocultado esa zona de su persona de mi mirada, aunque ahora puedo sentir cada centímetro de él y, gracias a mi mente por algo como esto, tiene una herramienta que, estoy segura, si esto fuera real, me daría miedo que me parta al medio.

Sus manos me aprietan contra él con fuerza, como si algo se hubiera quebrado en su mente y se rindiera, mas lo siguiente que sé es que ha dejado de besarme en la boca, solo para bajar a mi cuello y que un dolor punzante en él me haga alejarme asustada. ¡¿Qué carajo?!

La sangre que veo en su boca, aunque no es mucha, me deja en shock.

-Te dije que no era un sueño.

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