84. El diagnóstico

Hadriel y Hellen vivían juntos, compartían momentos y rutinas, pero al final del día, cada uno se retiraba a su habitación separada, y Hellen se encontraba sola con sus pensamientos, anhelando algo que sentía no merecer. Cada vez que veía la ternura en los ojos de Hadriel o sentía su mano en la suya durante los momentos difíciles, su corazón se encogía con un dolor dulce y amargo. Sabía que estaba enamorándose irremediablemente de él, pero la sombra de su pasado y el muro del contrato la mantenían atrapada en su propio dilema, incapaz de confesar lo que realmente sentía.

En el segundo trimestre del embarazo, Hellen comenzó a notar cambios más significativos en su cuerpo. Su vientre, que antes mostraba solo una pequeña curva, ahora se había expandido notablemente, un recordatorio constante de las dos vidas que crecía dentro de ella. Sus caderas se ensancharon y sus brazos y piernas comenzaron a mostrar un ligero pero perceptible aumento de volumen. Era como si todo su cuerpo se estuvie
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