YELIZAVETA BELUCCI

—Sabía que esto no era buena idea, pero no, tenías que ser tan testarudo y arriesgarte a venir. —Explota furioso Flavio, quien mira hacia atrás y veo como nos siguen dos camionetas las cuales no pertenecen a mis hombres—. ¡No te detengas! —Le grita al chofer, mientras baja el vidrio de su lado, toma una de las armas que se encontraban aquí y comienza a disparar, cuando una de las camionetas está a nuestro nivel, comienzan a empujarnos para desviarnos de nuestro camino.

—¿Qué intentan hacer? —Pregunto cortando cartucho de mi arma.

—Nos quieren llevar hacia esa parte de la autopista que esta desolada. —Comenta el chofer—. Hay un túnel, una vez allí temo lo peor.

Y justo como lo dijo llegamos a una parte bastante desolada, a lo lejos se vislumbran unas pequeñas luces procedentes de ese túnel, por lo demás todo está a oscuras, el chofer me mira unos instantes por el espejo retrovisor y toma más fuerte el volante.

—Sin importar que suceda quiero que huyas, ¿me entendiste Alexandre? —Pregunta Flavio quien sigue disparando, como no respondo se gira para mirarme—. No me hagas repetirlo Alexandre, le prometí a Bellini que cuidaría de ti y es lo que haré, más te vale que huyas.

No me da tiempo a responder, cuando finalmente entramos al túnel el caos comienza, más adelante nos espera una camioneta la cual nos cierra el paso, pero debido a la velocidad con la que viajamos, la arrastramos un poco, por su parte una de las camionetas que nos seguían nos golpean una y otra vez.

Después de lo que me pareció una eternidad salimos del túnel, pero con varias bajas, los hombres que me protegían cada uno apostado a mi lado fueron asesinados, tomo una de sus armas dispuesto a volver a disparar, sin embargo, cuando otra nueva camioneta nos golpea haciendo que el chofer pierda el control nos volcamos hasta llegar a una parte boscosa que sale de la autopista.

Cuando al fin recuperó el conocimiento escucho como se acercan varias camionetas, le doy una patada al vidrio y éste cede fácilmente por lo que me arrastro para salir, observo a mi alrededor y dentro de la camioneta aún se encuentra Flavio inconsciente, intento sacarlo cuando despierta poco a poco.

—Largo de aquí Alexandre. —Susurra con un hilillo de sangre escurriendo por su nariz.

—No puedo dejarte, si nos damos prisa…

—Si puedes dejarme, corre ahora e intenta salvarte tú, anda corre, no desperdicies la oportunidad que tus madres te brindaron hace tantos años al protegerte con sus vidas. —Me aleja con la mano y no me queda más opción que salir corriendo.

Continuó corriendo mientras a lo lejos escucho varios disparos, no supe en qué momento una bala me rozó el brazo izquierdo por lo que ejerzo un poco de presión con el fin de parar el sangrado, por un momento siento que me alcanzarán, pero cuando salgo de esa zona boscosa llegó hasta una pequeña carretera desierta o al menos lo era hasta hace un momento.

Giro mi rostro y observo como una moto se acerca rápidamente hasta donde me encuentro, por instinto levanto mi arma dispuesto a disparar si es necesario, por lo que la persona que se encuentra manejándola frena en seco y levanta sus manos en señal de paz.

—¡Tranquilo bombón!, no deseo hacerte daño. —Responde una sensual voz femenina, al momento siguiente se quita el casco dejando a la vista a una hermosa mujer de ojos verdes y cabellera castaña, cuando veo que no trae ninguna arma me relajo y bajo la mía—. ¿Te llevo? Me parece que no llegaras muy lejos tú solo y por lo que deduzco es a ti a quién están buscando. —Comenta con una pequeña sonrisa en cuanto escuchamos gritos a los lejos.

—Si esto no te genera molestia, acepto. —Respondo rápidamente, me indica que suba detrás de ella y sin dudarlo ni un segundo me abrazó a su pequeña cintura, en cuanto la toco siento como mi corazón se acelera y como si mi cuerpo hubiese recibido una pequeña descarga eléctrica, la cual me deja en blanco por un momento, ella por su parte se coloca su casco y de inmediato acelera hasta que nos perdemos de vista.

—¿A dónde deseas que te lleve? —Pregunta después de un rato.

—A Porto Venere.

—En ese caso, sujétate bien. —Me aferro más fuerte a su cintura y después de al menos una hora de viaje, le indicó que ruta tomar, por fin a lo lejos diviso la casa del abuelo, por lo que comienzo a respirar con mayor tranquilidad, reduce la velocidad lo cual me permite observar que hay varios hombres corriendo como locos con miedo a que se trate de alguna trampa, me bajo y cuando se dan cuenta que soy yo se relajan un poco.

—Me llamo Yelizaveta Belucci, ¿Cuál es tu nombre? —Pregunta antes de que pueda traspasar esa reja, dudo en decirle mi nombre, si bien es cierto que me ayudó no puedo fiarme por completo de ella—. Si alguna vez necesitas mi ayuda ya sabes cómo me llamo, hasta luego bombón. —Se acerca a mí y me da un beso rápido en los labios, el cual no me esperaba, observo como se coloca su casco y vuelve a acelerar su Fat Boy.

Sonrió un poco ante la osadía de esta chica y antes de que se pierda en la oscuridad le gritó.

—Yo soy El hijo de la reina de la mafia.

En cuanto entro a la estancia observo que Bellini camina de un lado para el otro con las manos en puños, mientras que para mi sorpresa veo a Flavio con unos cuantos golpes, pero por lo demás ileso, cuando me ven lanzan un suspiro de alivio.

—¡Gracias a Dios estas bien Alexandre! —Se acerca hasta mi Bellini y me abraza, pero noto que tiembla un poco—. Déjame revisar esa herida. —Debido a la adrenalina de viajar con esa chica me olvide por completo de mi brazo.

—¿Cómo es que estas bien Flavio? —Pregunto anonadado, cuando éste se acerca a mí y me aprieta el hombro derecho.

—Cuando lograste huir, pensé que sería mi fin, sin embargo, llegaron varios hombres del ruso y nos salvaron.

—¿Del ruso?

—Sí, de Nicolai. —Se explica.

—Claro que sé a quién te refieres, es solo que pensé que solo llevaba esos dos hombres con los que estaba.

—Pues no, al parecer tenía más hombres, algunos estaban esperando afuera del bar, cuando comenzó toda la cacería tuvieron algunas bajas igual que nosotros, pero fueron lo bastante prudentes de mandar llamar a más de sus hombres, como nos separamos en diferentes camionetas, no sabían si Nicolai viajaba con nosotros y gracias a eso es que estamos vivos.

—¿Sabes cómo esta él?

—¡Eres un idiota Alexandre! —Me regaña Bellini sin ningún descaro, lo miro con el ceño fruncido y cuando estoy por responderle se me adelanta—. Me importa un bledo que seas El hijo de la reina de la mafia o el mismísimo nieto de Giuseppe Lombardi, yo le prometí a tu abuelo, a tu madre y prácticamente a toda la corte celestial que te mantendría con vida, ¿te das cuenta de lo peligroso que fue tu acto de heroísmo al regresar por el ruso? —Alza la voz con cada una de sus palabras, mientras mantiene sus manos en puños dispuesto a darme un coscorrón en cualquier momento y ahora que lo menciona es que no pensé en las consecuencias de lo que hice en ese momento, solamente me nació hacerlo.

—Ya no lo regañes Bellini, ahora está bien y con nosotros.

—¿Qué no lo regañe? ¿Sabes lo que hubiese hecho Lilibeth si se entera que por nuestra culpa su hijo murió? Es capaz de venir y asesinarme a sangre fría, además de que estaría destrozada ante su muerte. De ahora en adelante quiero que te andes con cuidado y si te digo que algo es peligroso y no debes de ir me harás caso.

—Tu no me puedes ordenar Bellini, sabes…

—¿Acaso quieres que me comunique con tu madre y le explique lo que sucedió? —Sus palabras son un golpe bajo, por lo que lo miro con los ojos entrecerrados.

—Te recuerdo que ya no soy un niño, no puedo estar todo el tiempo detrás de las faldas de mi madre, y ahora escúchame tu Bellini, no me importa si es algo peligroso, simplemente debo de hacer lo necesario para encontrar al maldito infeliz que me está jodiendo la vida como si fuese un forúnculo en el trasero. ¿Cómo está el ruso? —Le pregunto a Flavio quien solo parece un espectador en toda esta discusión.

—Según lo que sus hombres me dijeron después de salvarnos, es que se comunicaron con sus otros hombres y está bien, una bala le dio en el hombro derecho y otra le rozo la pierna, pero nada de gravedad. ¿Cómo llegaste hasta aquí?

—Una chica me ayudo a huir. —Comento con una pequeña sonrisa de idiota al recordar a esa mujer.

—¿Una chica? ¿Sabes cómo se llama? —Pregunta Bellini quien no deja de fulminarme con la mirada.

— Yelizaveta Belucci, la encontré cuando estaba tratando de escapar de esos hombres y me ayudo sin pensarlo dos veces. —Dicho esto, ambos hombres lanzan un sonoro quejido—. ¿Sucede algo malo?

—Es la hija de Stefano Belucci, ahora sabrá que nosotros estuvimos metidos en el lío del bar y ten por seguro que el muy maldito no tardará en venir a culparnos. —Expresa en voz alta Flavio.

—¿Le dijiste tu nombre? —Pregunta Bellini mientras camina de un lado al otro.

—Le dije que era El hijo de la reina de la mafia, no me pareció conveniente decirle mi nombre.

—Es lo mismo, con eso sabrá quién eres. Lo mejor será que no te acerques nuevamente a esa chica y, más si no quieres sufrir la ira de su padre.

—Yo no la vi peligrosa, por el contrario, me ofreció su ayuda si es que en un futuro la necesitaba.

—Esta vez Bellini tiene razón es mejor que te mantengas alejado de Yelizaveta Belucci.

Como no deseo seguir discutiendo solo asiento y subo a mi habitación para darme una ducha y poder limpiar la herida que tengo, la verdad es que, sí se me presenta la oportunidad de estar nuevamente frente a esa chica no la pienso desperdiciar, así eso me cueste un enfrentamiento con su padre.

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