—Sabía que esto no era buena idea, pero no, tenías que ser tan testarudo y arriesgarte a venir. —Explota furioso Flavio, quien mira hacia atrás y veo como nos siguen dos camionetas las cuales no pertenecen a mis hombres—. ¡No te detengas! —Le grita al chofer, mientras baja el vidrio de su lado, toma una de las armas que se encontraban aquí y comienza a disparar, cuando una de las camionetas está a nuestro nivel, comienzan a empujarnos para desviarnos de nuestro camino.
—¿Qué intentan hacer? —Pregunto cortando cartucho de mi arma.
—Nos quieren llevar hacia esa parte de la autopista que esta desolada. —Comenta el chofer—. Hay un túnel, una vez allí temo lo peor.
Y justo como lo dijo llegamos a una parte bastante desolada, a lo lejos se vislumbran unas pequeñas luces procedentes de ese túnel, por lo demás todo está a oscuras, el chofer me mira unos instantes por el espejo retrovisor y toma más fuerte el volante.
—Sin importar que suceda quiero que huyas, ¿me entendiste Alexandre? —Pregunta Flavio quien sigue disparando, como no respondo se gira para mirarme—. No me hagas repetirlo Alexandre, le prometí a Bellini que cuidaría de ti y es lo que haré, más te vale que huyas.
No me da tiempo a responder, cuando finalmente entramos al túnel el caos comienza, más adelante nos espera una camioneta la cual nos cierra el paso, pero debido a la velocidad con la que viajamos, la arrastramos un poco, por su parte una de las camionetas que nos seguían nos golpean una y otra vez.
Después de lo que me pareció una eternidad salimos del túnel, pero con varias bajas, los hombres que me protegían cada uno apostado a mi lado fueron asesinados, tomo una de sus armas dispuesto a volver a disparar, sin embargo, cuando otra nueva camioneta nos golpea haciendo que el chofer pierda el control nos volcamos hasta llegar a una parte boscosa que sale de la autopista.
Cuando al fin recuperó el conocimiento escucho como se acercan varias camionetas, le doy una patada al vidrio y éste cede fácilmente por lo que me arrastro para salir, observo a mi alrededor y dentro de la camioneta aún se encuentra Flavio inconsciente, intento sacarlo cuando despierta poco a poco.
—Largo de aquí Alexandre. —Susurra con un hilillo de sangre escurriendo por su nariz.
—No puedo dejarte, si nos damos prisa…
—Si puedes dejarme, corre ahora e intenta salvarte tú, anda corre, no desperdicies la oportunidad que tus madres te brindaron hace tantos años al protegerte con sus vidas. —Me aleja con la mano y no me queda más opción que salir corriendo.
Continuó corriendo mientras a lo lejos escucho varios disparos, no supe en qué momento una bala me rozó el brazo izquierdo por lo que ejerzo un poco de presión con el fin de parar el sangrado, por un momento siento que me alcanzarán, pero cuando salgo de esa zona boscosa llegó hasta una pequeña carretera desierta o al menos lo era hasta hace un momento.
Giro mi rostro y observo como una moto se acerca rápidamente hasta donde me encuentro, por instinto levanto mi arma dispuesto a disparar si es necesario, por lo que la persona que se encuentra manejándola frena en seco y levanta sus manos en señal de paz.
—¡Tranquilo bombón!, no deseo hacerte daño. —Responde una sensual voz femenina, al momento siguiente se quita el casco dejando a la vista a una hermosa mujer de ojos verdes y cabellera castaña, cuando veo que no trae ninguna arma me relajo y bajo la mía—. ¿Te llevo? Me parece que no llegaras muy lejos tú solo y por lo que deduzco es a ti a quién están buscando. —Comenta con una pequeña sonrisa en cuanto escuchamos gritos a los lejos.
—Si esto no te genera molestia, acepto. —Respondo rápidamente, me indica que suba detrás de ella y sin dudarlo ni un segundo me abrazó a su pequeña cintura, en cuanto la toco siento como mi corazón se acelera y como si mi cuerpo hubiese recibido una pequeña descarga eléctrica, la cual me deja en blanco por un momento, ella por su parte se coloca su casco y de inmediato acelera hasta que nos perdemos de vista.
—¿A dónde deseas que te lleve? —Pregunta después de un rato.
—A Porto Venere.
—En ese caso, sujétate bien. —Me aferro más fuerte a su cintura y después de al menos una hora de viaje, le indicó que ruta tomar, por fin a lo lejos diviso la casa del abuelo, por lo que comienzo a respirar con mayor tranquilidad, reduce la velocidad lo cual me permite observar que hay varios hombres corriendo como locos con miedo a que se trate de alguna trampa, me bajo y cuando se dan cuenta que soy yo se relajan un poco.
—Me llamo Yelizaveta Belucci, ¿Cuál es tu nombre? —Pregunta antes de que pueda traspasar esa reja, dudo en decirle mi nombre, si bien es cierto que me ayudó no puedo fiarme por completo de ella—. Si alguna vez necesitas mi ayuda ya sabes cómo me llamo, hasta luego bombón. —Se acerca a mí y me da un beso rápido en los labios, el cual no me esperaba, observo como se coloca su casco y vuelve a acelerar su Fat Boy.
Sonrió un poco ante la osadía de esta chica y antes de que se pierda en la oscuridad le gritó.
—Yo soy El hijo de la reina de la mafia.
En cuanto entro a la estancia observo que Bellini camina de un lado para el otro con las manos en puños, mientras que para mi sorpresa veo a Flavio con unos cuantos golpes, pero por lo demás ileso, cuando me ven lanzan un suspiro de alivio.
—¡Gracias a Dios estas bien Alexandre! —Se acerca hasta mi Bellini y me abraza, pero noto que tiembla un poco—. Déjame revisar esa herida. —Debido a la adrenalina de viajar con esa chica me olvide por completo de mi brazo.
—¿Cómo es que estas bien Flavio? —Pregunto anonadado, cuando éste se acerca a mí y me aprieta el hombro derecho.
—Cuando lograste huir, pensé que sería mi fin, sin embargo, llegaron varios hombres del ruso y nos salvaron.
—¿Del ruso?
—Sí, de Nicolai. —Se explica.
—Claro que sé a quién te refieres, es solo que pensé que solo llevaba esos dos hombres con los que estaba.
—Pues no, al parecer tenía más hombres, algunos estaban esperando afuera del bar, cuando comenzó toda la cacería tuvieron algunas bajas igual que nosotros, pero fueron lo bastante prudentes de mandar llamar a más de sus hombres, como nos separamos en diferentes camionetas, no sabían si Nicolai viajaba con nosotros y gracias a eso es que estamos vivos.
—¿Sabes cómo esta él?
—¡Eres un idiota Alexandre! —Me regaña Bellini sin ningún descaro, lo miro con el ceño fruncido y cuando estoy por responderle se me adelanta—. Me importa un bledo que seas El hijo de la reina de la mafia o el mismísimo nieto de Giuseppe Lombardi, yo le prometí a tu abuelo, a tu madre y prácticamente a toda la corte celestial que te mantendría con vida, ¿te das cuenta de lo peligroso que fue tu acto de heroísmo al regresar por el ruso? —Alza la voz con cada una de sus palabras, mientras mantiene sus manos en puños dispuesto a darme un coscorrón en cualquier momento y ahora que lo menciona es que no pensé en las consecuencias de lo que hice en ese momento, solamente me nació hacerlo.
—Ya no lo regañes Bellini, ahora está bien y con nosotros.
—¿Qué no lo regañe? ¿Sabes lo que hubiese hecho Lilibeth si se entera que por nuestra culpa su hijo murió? Es capaz de venir y asesinarme a sangre fría, además de que estaría destrozada ante su muerte. De ahora en adelante quiero que te andes con cuidado y si te digo que algo es peligroso y no debes de ir me harás caso.
—Tu no me puedes ordenar Bellini, sabes…
—¿Acaso quieres que me comunique con tu madre y le explique lo que sucedió? —Sus palabras son un golpe bajo, por lo que lo miro con los ojos entrecerrados.
—Te recuerdo que ya no soy un niño, no puedo estar todo el tiempo detrás de las faldas de mi madre, y ahora escúchame tu Bellini, no me importa si es algo peligroso, simplemente debo de hacer lo necesario para encontrar al maldito infeliz que me está jodiendo la vida como si fuese un forúnculo en el trasero. ¿Cómo está el ruso? —Le pregunto a Flavio quien solo parece un espectador en toda esta discusión.
—Según lo que sus hombres me dijeron después de salvarnos, es que se comunicaron con sus otros hombres y está bien, una bala le dio en el hombro derecho y otra le rozo la pierna, pero nada de gravedad. ¿Cómo llegaste hasta aquí?
—Una chica me ayudo a huir. —Comento con una pequeña sonrisa de idiota al recordar a esa mujer.
—¿Una chica? ¿Sabes cómo se llama? —Pregunta Bellini quien no deja de fulminarme con la mirada.
— Yelizaveta Belucci, la encontré cuando estaba tratando de escapar de esos hombres y me ayudo sin pensarlo dos veces. —Dicho esto, ambos hombres lanzan un sonoro quejido—. ¿Sucede algo malo?
—Es la hija de Stefano Belucci, ahora sabrá que nosotros estuvimos metidos en el lío del bar y ten por seguro que el muy maldito no tardará en venir a culparnos. —Expresa en voz alta Flavio.
—¿Le dijiste tu nombre? —Pregunta Bellini mientras camina de un lado al otro.
—Le dije que era El hijo de la reina de la mafia, no me pareció conveniente decirle mi nombre.
—Es lo mismo, con eso sabrá quién eres. Lo mejor será que no te acerques nuevamente a esa chica y, más si no quieres sufrir la ira de su padre.
—Yo no la vi peligrosa, por el contrario, me ofreció su ayuda si es que en un futuro la necesitaba.
—Esta vez Bellini tiene razón es mejor que te mantengas alejado de Yelizaveta Belucci.
Como no deseo seguir discutiendo solo asiento y subo a mi habitación para darme una ducha y poder limpiar la herida que tengo, la verdad es que, sí se me presenta la oportunidad de estar nuevamente frente a esa chica no la pienso desperdiciar, así eso me cueste un enfrentamiento con su padre.
Yelizaveta Belucci Después de dejar al bombón en su casa, regreso a la mía. En cuanto llegó donde se encuentran los guardias veo todo un caos, hombres corriendo de un lado para el otro gritándose instrucciones como si estuviesen esperando algo de lo cual aún no soy participe. —Hola Bill, ¿Sucede algo malo? —Pregunto al hombre que está apostando en las rejas. —Buenas noches, señorita Belucci. Creo que es mejor que entre sus padres están esperándola. —Responde un tanto cansado, sigo mi camino y me sorprende ver tanta gente despierta a esta hora, sé que siempre debemos de tener cuidado por el tipo de negocios de mi padre, pero en todos estos años nunca vi algo semejante, gente corriendo como si fuesen a un batallón de guerra con armas por doquier. Una vez que entró, me dirijo a la sala que supongo es donde me deben de estar esperando mis padres. —¿Dónde estabas Yelizaveta? —Pregunta mi padre furioso una vez que entró en su campo de visió
Días despuésMe encuentro en mi habitación donde he permanecido todos estos días enfurruñada por la paranoia de papá, sus malditos hombres no se me despegan ni cuando salgo a tomar el Sol, odio este maldito encierro y lo peor de todo es que tío Mich aun no me ha dicho nada del bombón, lo cual me tiene aún más inquieta, estoy mirando el techo de mi habitación cuando tocan a la puerta.—¡Adelante! —Les permito pasar.—Mi niña, ¿adivina qué? —Susurra tía Melike cuando cierra la puerta de mi habitación, me siento de inmediato y la miro sin comprender—. ¿No me digas que ya no quieres saber nada de Alexandre Carluccio? —Responde con tristeza, me levanto como resorte y corro hasta su lado.—Claro que quiero saber, pero ¿Cómo sabes que estoy interesada en él? —Inq
Miro por la ventanilla del avión como el cielo comienza a oscurecerse dejando a su paso una mezcla de colores violeta, azul y un pequeño rastro rojizo, si no estuviese tan preocupado me detendría a observar este magnífico atardecer, suspiro y trato de recordar algo de la última vez que estuve aquí, cosa que me es totalmente imposible era apenas un niño cuando dejé este lugar (el lugar donde nací) en compañía de mis padres.Hoy, sin embargo, aunque ellos no lo quieran decidí volver para vengarme de aquellos que intentaron lastimar a mi abuelo, ese gran hombre tan amable que siempre nos apapacha a mis hermanas y a mí, que sus ojos se llenan de bondad y amor cuando nos ve, pero que a la vez es tan temible que toda Italia respeta, Al grande capo Giuseppe Lombardi, ellos sabrán que con El hijo de la reina de la mafia nadie se mete.
Alexandre Carluccio Han pasado 20 años desde que mis padres nos llevaron a México, en todo este tiempo nunca volvimos a pisar Italia, en parte porque a mamá le daba miedo que alguien nos hiciera daño en cuanto se enterasen de nuestro regreso y por otro lado el abuelo también nos lo prohibió con el mismo argumento de mamá, de cierta forma él siempre la apoyo tanto en Italia como en México.Cuando se es niño uno no sabe bien este tipo de cosas, recuerdo que ya que tuvimos una edad considerable mis padres nos contaron la verdad sobre el pasado de papá, el gran Massimo Carluccio un mafioso bastante temido en Italia y mamá mejor conocida como La reina de la mafia (en realidad así es como el abuelo la apodo y a lo largo de los años el nombre de mamá también se hizo respetar debido a que fue gracias a su plan de venganza lo que acabo con los Salvatore, un
Llegamos al antro El bajo mundo y para pasar desapercibidos nos separamos para que no me vean junto a Bellini, ya que esto podría desatar ciertas sospechas sobre quién soy yo y por el momento es mejor que no se sepa mi verdadera identidad.Bellini se dirige a la oficina del abuelo donde al parecer ya se ha instalado “el nuevo dueño” de todos los negocios de mi abuelo, de acuerdo a lo que hemos planeado cuando sus hombres me den señal debo dirigirme hasta allí; según lo que me ha dicho Flavio en todo este tiempo, hay varios capos de mediana categoría reunidos en una de las salas VIP recibiendo órdenes del supuesto dueño, me dedico a observar todo a mi alrededor y me doy cuenta de que nuestros hombres superan en número al de todos los traidores por lo que sonrío satisfecho ante los cuidadosos arreglos de Bellini, ahora entiendo porque ha sido la mano derecha de mi abuelo por tanto tiempo.
Diez años atrás Hace unos cuantos meses que cumplí 15 años y en todo este tiempo he sido testigo de la gran adoración que mi padre siente por mi madre, es tanto el amor que se tienen que se puede ver en cada mirada, cada beso, cada palabra y en sus acciones día con día; acabo de regresar de la escuela cuando mis padres me mandan llamar, ambos están esperándome en el estudio en cuanto entro me doy cuenta de que el ambiente se siente un tanto tenso.—¡Alex siéntate por favor! —Me dice mi madre con una tierna sonrisa la cual no llega hasta sus ojos los cuales están un poco rojos, veo como se retuerce las manos en un intento por tranquilizarse y por un momento temo lo peor, que me digan que han decidido separarse, lo cual no tendría lógica debido al amor que aún se aprecia en ambos.—¿Sucede algo malo? —Pregunto con un lige
Me apresuro a llegar a mi casa y toco el timbre, en cuanto la puerta se abre veo a la abuela Marion quien me mira con el entrecejo fruncido, es evidente que también está molesta conmigo por la actitud que tome con mamá.—¿Dónde está ma… mamá? —No entiendo porque ahora me cuesta tanto trabajo llamarla mamá cuando antes se me hacía de lo más normal.—En su habitación llorando, no ha querido salir de allí desde que te fuiste. —Solo asiento y subo hasta su habitación, toco la puerta y quién me abre es mi padre, quien a diferencia de la abuela me mira con evidente desilusión, lo cual me hace tragar saliva y sentirme avergonzado por mi actitud.—Pasa Alexandre. —En cuanto mamá escucha mi nombre se da la vuelta y veo sus ojos inyectados en sangre de tanto llanto y tan hinchados que me parece increíble que pued
Han pasado cinco días desde que llegue a Italia y en todo este tiempo he comenzado a tomar el control de todos los negocios de mi abuelo, al principio los socios con los cuales trabajaba no parecían tan convencidos de que yo me hiciera cargo, sin embargo, les demostré que soy tan apto como mi abuelo para estar al frente de todo, aunque, a decir verdad, no me importaba si estaban en desacuerdo, simplemente tomaría lo que por derecho me corresponde según palabras de Bellini. También he ido a visitar a mi abuelo quien permanece en estado crítico como desde el primer día en que llegue, por otro lado, Giulio se ha mantenido callado durante todo este tiempo no dejándome otra alternativa que deshacerme de él.—Ya estoy cansado de que ese maldito no hable, hagámosle una última visita. —Les comento a Bellini y Flavio una vez que llegó de resolver unos cuantos problemas con unos revol