Al día siguiente cuando bajo a desayunar me encuentro a mi madre conversando con Bellini, el cual la ha puesto al tanto de todo lo sucedido, así como del estado de salud de mi abuelo.
—Cariño por fin despertaste, en cuanto terminemos nuestro desayuno deseo ver a tu abuelo.
—Claro madre, además estoy seguro de que hay otra persona que estará encantado de volver a verte.
—¿Quién? —Pregunta de inmediato.
—Lo sabrás en cuanto lleguemos. —Me acercó a ella y le doy un beso, en cuanto terminamos nuestro desayuno nos encaminamos al hospital donde se encuentra el abuelo, durante el trayecto me doy cuenta de que Flavio muestra bastante interés en mi madre a lo que no puedo evitar ponerle mala cara.
Una vez que llegamos al hospital, mi madre observa a todos los hombres que están custodiando el piso donde se encuentra el abuelo y veo como su mirada se ensombrece, pero antes de que pueda agregar algo aparece Giovanni.
—¡Señora Carluccio! —Le tiende la mano y en cuanto mi madre se percata de quien se trata su semblante cambia, dando paso a una gran sonrisa.
—¡Por Dios, Giovanni! por un momento no te reconocí, hace muchos años que no nos veíamos. —Se acerca y le da un gran abrazo—. ¿Cómo se encuentra tu madre? Hace mucho que no hablo con ella.
—Está muy bien, ya sabe mal criando a sus nietos. ¿Ha venido a ver al señor Lombardi?
—Si deseo verlo antes de regresar a México.
—Puede pasar, sólo trate de no hablarle de cosas con las que se pueda alterar, muchas veces piensan que porque un paciente está sedado no puede escucharnos, pero se sorprenderían de todas las veces que cuando algún familiar le da palabras de aliento, el paciente simplemente comienza a mejorar.
—Claro lo entiendo.
—Esa es su habitación. —Le indicó con un movimiento de cabeza.
—Quiero entrar sola. —Yo solo asiento al igual que Giovanni y nos alejamos de ella.
—Debo ir a revisar a unos pacientes Alexandre, pero más tarde paso a despedirme de tu madre.
En cuanto quedamos a solas le hago una seña a Flavio y le indicó que me siga hasta una habitación vacía.
—Quiero ser franco contigo Flavio no me gustó la forma en que demostraste cierto interés en mi madre, como comprenderás ella es una mujer casada y…
—Disculpa que te contradiga Alexandre, sí reconozco que mostré interés en tu madre, pero no en el sentido que tú crees, simplemente es admiración lo que siento por ella, sé que es una mujer casada y no es mi intención crear una disputa entre tú padre y ella. Yo la admiro por todo lo que logró estando prácticamente sola, tú no lo comprendes porque eras un niño cuando todo sucedió.
—¿A qué te refieres?
—Cuando ella regresó a Italia buscando el apoyo de tu abuelo se arriesgó demasiado, confío en él sin saber si llegado algún momento él podría traicionarla, además de que gracias a lo que hizo nos libró a todos de los Salvatore. —Se explica rápidamente.
—¿Tan malos eran?
—Eran despreciables, cuando tomaron el control de todos los negocios de tu padre comenzaron a reprimirnos de tal forma que muchos se vieron obligados a colaborar con ellos para hacer que su dinero fuese limpio. ¿Sabes a lo que me refiero?
—Claro lo entiendo.
—Cuando tu padre tenía el control nunca nos obligó a trabajar para él, uno era consciente de que, si le pedías un favor a Massimo Carluccio éste tarde o temprano te lo cobraría, pero también él te dejaba tranquilo si no metías las narices en sus negocios, siempre existió esa armonía. En cambio, con los Salvatore ellos no pedían, ellos tomaban, se hicieron con muchos negocios que pertenecieron a generaciones, muchas familias abandonaron sus hogares porque no querían estar contra ellos y a todo aquel que intentará revelarse la muerte era la única salida.
—Nunca pensé que las cosas fuesen tan terribles en ese tiempo. —Sonríe de lado y una mueca de disgusto se forma en su rostro.
—Lo fueron, mi madre perdió su sastrería, pero en ese entonces yo era un simple jovencito que nada podía hacer contra esos infelices, por lo que no nos quedó más remedio que callar y bajar la cabeza ante esos engendros. Cuando tu madre se unió con el señor Lombardi y se deshicieron por fin del yugo al que nos tenían sometidos los Salvatore, muchas personas se acercaron a tu madre para pedirle que por favor intercediera por ellos ante tu abuelo y les entregase lo que una vez fue suyo. La verdad es que muchos pensaron que perderían su tiempo al intentar algo así, sin embargo, tu madre no los decepcionó, nos entregaron todo lo que ellos nos robaron.
—Mis padres nunca nos contaron esto.
—Tu padre en ese tiempo aún no recordaba nada de su pasado y como tú madre era muy allegada a tu abuelo ella se encargó de todo. Yo fui uno de esos tantos que conocieron la bondad de tu madre, es por eso por lo que siento una profunda admiración por ella. —Termina por explicarse.
—Yo lo lamento es sólo que…
—Lo entiendo, eres celoso de tu madre. —Me pone la mano en el hombro y me sonríe dando por finalizada está incómoda conversación.
Lilibeth
Entro a la habitación donde permanece Giuseppe y sin poder evitarlo las lágrimas acuden a mis ojos, «¿Cómo es posible que se encuentre en este estado?», me acerco a él y tomo una de sus manos con mucho cuidado.
—Giuseppe soy Lilibeth, espero que te recuperes muy pronto, no sabes la falta que nos haces, las niñas están muy preocupadas por ti, querían venir a verte, pero simplemente no se los permitimos al menos no por el momento. Recupérate pronto, yo te debo tanto que nunca podré agradecerte lo que hiciste por mis hijos y por mi hace veinte años. —Deposito un ligero beso en su mano y limpio una lágrima que ha parado en su marchita piel.
—No debes preocuparte por nada, Alexandre se hará cargo de todo, lo único que debes de hacer es recuperarte para volver a ver a tu familia… —De la nada una de las máquinas que tiene conectadas comienza a pitar y sé que esto no es buena señal, mucho menos cuando entra corriendo una enfermera y me aparta—. ¿Q-qué le sucede? —Pregunto una vez que entran otras enfermeras y al final llega corriendo Giovanni.
—Salga de aquí señora, por favor. —Me pide Giovanni, pero dado que permanezco firme en mi lugar, este se gira y comienza a darle resucitación a Giuseppe.
—Por Dios Giuseppe no me hagas esto, ya he perdido a mis padres, no quiero perderte a ti también. —Grito presa de los nervios al ver que no reacciona, sin embargo, cuando creo que lo hemos perdido para siempre, su corazón vuelve a latir, por lo que suelto el aire de mis pulmones.
—Vamos madre, déjalos que trabajen. —Comenta Alexandre quien enreda su brazo en mi cintura, con la firme intención de sacarme de esta habitación, estaba tan nerviosa que no me di cuenta en qué momento entro.
—No puedo Alexandre, simplemente no puedo, él estuvo conmigo cuando más lo necesite, no puedo abandonarlo cuando ahora es él quien me necesita. —Respondo entrecortadamente.
—No puedes hacer nada por él, además aquí estaré yo y no está solo, Giovanni siempre esta con él. —En cuanto el aludido escucha esto solo asiente.
—Es mejor que descanse señora, le prometo que haré todo lo posible por mantenerlo con vida.
Me acerco a Giuseppe y susurro en su oído, para que solo él pueda escucharme.
—Te estaré esperando, te necesito, eres como un padre para mí, todos te necesitamos por favor no nos abandones. —Le doy un beso en la frente y después me dejo arrastrar por Alexandre, viendo por última vez a Giuseppe quien ahora luce un poco más pálido que hace un rato.
—¿Lo ves? No estará solo, vamos el abuelo debe descansar. Creo que lo mejor es que regreses a México, no es bueno para ti que te preocupes más de lo que ya estás, además cualquier cosa yo te avisaré.
—Yo no quiero…
—Por favor, madre no me obligues a llamar a mi padre, para que venga a buscarte. —Me amenaza Alexandre, sin embargo, sé que tiene razón nada puedo hacer al quedarme aquí.
—Está bien volveré a México, pero por favor quiero que me hables todos los días para saber cómo sigue Giuseppe.
—Te lo prometo madre, ahora vamos, es momento de volver a casa, para que descanses un rato y puedas partir nuevamente. —Me toma por lo hombros y me guía hacia la salida.
Alexandre Observo a mi madre mientras sube a ese jet donde finalmente estará a salvo, si bien es cierto que hace años ella logró cosas increíbles, en este momento no deseo que nada malo le suceda, me observa desde la ventanilla con una pequeña sonrisa la cual no llega hasta sus bellos ojos, levanto la mano y me despido de ella.—¿Tienes alguna información sobre el atentado del abuelo? —Pregunto a Flavio en cuanto me giro.—Conseguí información de un tipo, al parecer hay alguien en un bar llamado el Passione Proibita que podría darnos algo de información.—Entonces vamos, no perdamos tiempo. —Corto a Flavio.—No es tan sencillo como crees, ese lugar es bastante peligroso, no entra en nuestro territorio, ese pertenece a Stefano. —Comenta con cierto recelo.—¿Y se supone que ese nombre debería de s
Cuando logramos entrar al lugar, observo todo a mi alrededor, caminamos por un pasillo iluminado con luces neón, en cuanto llegamos al final de éste me quedo impresionado de lo enorme que es por dentro, me abro paso a través de todo el gentío que inunda el lugar y subo una pequeña escalera, siguiendo al tipo que nos llevará al lugar reservado donde hemos quedado de vernos.Abre la puerta y me permite pasar con Flavio pegado a mis talones, dentro de esta veo todo el lugar el cual está adornado con unos enormes espejos, un sillón en L en color vino y unas pequeñas mesitas donde ya reposan unas cubiteras con champagne, así como unas botellas de whisky, al final mi mirada se detiene en un hombre algo mayor, bastante canoso esperando por mí y con una amplia sonrisa en su rostro, el cual va acompañado por otros dos hombres quienes nos miran con suspicacia, esperando un movimiento en falso por nuestr
—Sabía que esto no era buena idea, pero no, tenías que ser tan testarudo y arriesgarte a venir. —Explota furioso Flavio, quien mira hacia atrás y veo como nos siguen dos camionetas las cuales no pertenecen a mis hombres—. ¡No te detengas! —Le grita al chofer, mientras baja el vidrio de su lado, toma una de las armas que se encontraban aquí y comienza a disparar, cuando una de las camionetas está a nuestro nivel, comienzan a empujarnos para desviarnos de nuestro camino.—¿Qué intentan hacer? —Pregunto cortando cartucho de mi arma.—Nos quieren llevar hacia esa parte de la autopista que esta desolada. —Comenta el chofer—. Hay un túnel, una vez allí temo lo peor.Y justo como lo dijo llegamos a una parte bastante desolada, a lo lejos se vislumbran unas pequeñas luces procedentes de ese túnel, por lo demás todo está a
Yelizaveta Belucci Después de dejar al bombón en su casa, regreso a la mía. En cuanto llegó donde se encuentran los guardias veo todo un caos, hombres corriendo de un lado para el otro gritándose instrucciones como si estuviesen esperando algo de lo cual aún no soy participe. —Hola Bill, ¿Sucede algo malo? —Pregunto al hombre que está apostando en las rejas. —Buenas noches, señorita Belucci. Creo que es mejor que entre sus padres están esperándola. —Responde un tanto cansado, sigo mi camino y me sorprende ver tanta gente despierta a esta hora, sé que siempre debemos de tener cuidado por el tipo de negocios de mi padre, pero en todos estos años nunca vi algo semejante, gente corriendo como si fuesen a un batallón de guerra con armas por doquier. Una vez que entró, me dirijo a la sala que supongo es donde me deben de estar esperando mis padres. —¿Dónde estabas Yelizaveta? —Pregunta mi padre furioso una vez que entró en su campo de visió
Días despuésMe encuentro en mi habitación donde he permanecido todos estos días enfurruñada por la paranoia de papá, sus malditos hombres no se me despegan ni cuando salgo a tomar el Sol, odio este maldito encierro y lo peor de todo es que tío Mich aun no me ha dicho nada del bombón, lo cual me tiene aún más inquieta, estoy mirando el techo de mi habitación cuando tocan a la puerta.—¡Adelante! —Les permito pasar.—Mi niña, ¿adivina qué? —Susurra tía Melike cuando cierra la puerta de mi habitación, me siento de inmediato y la miro sin comprender—. ¿No me digas que ya no quieres saber nada de Alexandre Carluccio? —Responde con tristeza, me levanto como resorte y corro hasta su lado.—Claro que quiero saber, pero ¿Cómo sabes que estoy interesada en él? —Inq
Miro por la ventanilla del avión como el cielo comienza a oscurecerse dejando a su paso una mezcla de colores violeta, azul y un pequeño rastro rojizo, si no estuviese tan preocupado me detendría a observar este magnífico atardecer, suspiro y trato de recordar algo de la última vez que estuve aquí, cosa que me es totalmente imposible era apenas un niño cuando dejé este lugar (el lugar donde nací) en compañía de mis padres.Hoy, sin embargo, aunque ellos no lo quieran decidí volver para vengarme de aquellos que intentaron lastimar a mi abuelo, ese gran hombre tan amable que siempre nos apapacha a mis hermanas y a mí, que sus ojos se llenan de bondad y amor cuando nos ve, pero que a la vez es tan temible que toda Italia respeta, Al grande capo Giuseppe Lombardi, ellos sabrán que con El hijo de la reina de la mafia nadie se mete.
Alexandre Carluccio Han pasado 20 años desde que mis padres nos llevaron a México, en todo este tiempo nunca volvimos a pisar Italia, en parte porque a mamá le daba miedo que alguien nos hiciera daño en cuanto se enterasen de nuestro regreso y por otro lado el abuelo también nos lo prohibió con el mismo argumento de mamá, de cierta forma él siempre la apoyo tanto en Italia como en México.Cuando se es niño uno no sabe bien este tipo de cosas, recuerdo que ya que tuvimos una edad considerable mis padres nos contaron la verdad sobre el pasado de papá, el gran Massimo Carluccio un mafioso bastante temido en Italia y mamá mejor conocida como La reina de la mafia (en realidad así es como el abuelo la apodo y a lo largo de los años el nombre de mamá también se hizo respetar debido a que fue gracias a su plan de venganza lo que acabo con los Salvatore, un
Llegamos al antro El bajo mundo y para pasar desapercibidos nos separamos para que no me vean junto a Bellini, ya que esto podría desatar ciertas sospechas sobre quién soy yo y por el momento es mejor que no se sepa mi verdadera identidad.Bellini se dirige a la oficina del abuelo donde al parecer ya se ha instalado “el nuevo dueño” de todos los negocios de mi abuelo, de acuerdo a lo que hemos planeado cuando sus hombres me den señal debo dirigirme hasta allí; según lo que me ha dicho Flavio en todo este tiempo, hay varios capos de mediana categoría reunidos en una de las salas VIP recibiendo órdenes del supuesto dueño, me dedico a observar todo a mi alrededor y me doy cuenta de que nuestros hombres superan en número al de todos los traidores por lo que sonrío satisfecho ante los cuidadosos arreglos de Bellini, ahora entiendo porque ha sido la mano derecha de mi abuelo por tanto tiempo.