Cuando logramos entrar al lugar, observo todo a mi alrededor, caminamos por un pasillo iluminado con luces neón, en cuanto llegamos al final de éste me quedo impresionado de lo enorme que es por dentro, me abro paso a través de todo el gentío que inunda el lugar y subo una pequeña escalera, siguiendo al tipo que nos llevará al lugar reservado donde hemos quedado de vernos.
Abre la puerta y me permite pasar con Flavio pegado a mis talones, dentro de esta veo todo el lugar el cual está adornado con unos enormes espejos, un sillón en L en color vino y unas pequeñas mesitas donde ya reposan unas cubiteras con champagne, así como unas botellas de whisky, al final mi mirada se detiene en un hombre algo mayor, bastante canoso esperando por mí y con una amplia sonrisa en su rostro, el cual va acompañado por otros dos hombres quienes nos miran con suspicacia, esperando un movimiento en falso por nuestra parte.
Por el reflejo del espejo observo a Flavio quien parece bastante tenso y quien disimuladamente tiene su mano metida donde guarda su arma, le lanzo una mirada de advertencia para que se relaje un poco y no provocar a nuestro anfitrión antes de tiempo.
—Por favor joven Carluccio, tome asiento no tiene nada que temer. —Esboza una sonrisa y le indica al tipo de la puerta que se marche, para dejarnos a solas, éste tiene un acento un tanto raro, pero estoy seguro de que es ruso.
—Gracias, disculpe, pero ¿Cuál es su nombre?
—Mi nombre es lo de menos, le agradezco la confianza de venir a hablar conmigo aun sin saber qué clase de información puedo proporcionarle. —Comenta mientras toma un vaso de whisky y le da un trago—. ¿Qué desea tomar?
—Un whisky está bien. —Observo como me sirve un vaso para después ofrecérmelo, aunque deseo no beberlo por miedo a que esto sea una trampa, no me queda más remedio que hacerlo.
—No se preocupe joven Carluccio, puede estar seguro de que esa bebida no está envenenada. Como no deseo retenerlo más tiempo del necesario es mejor que hablemos de negocios. Mi nombre es Nicolai Vólkov…
—¿Cómo puede llamarse Nicolai Vólkov, cuando ese fue el maldito que le tendió una trampa a mi abuelo? —Lo interrumpo mientras me pongo de pie y saco mi arma al igual que Flavio y sus dos hombres.
—Por favor joven Carluccio, antes de que saque conclusiones erróneas déjeme explicarle las cosas. —Les hace un movimiento de mano a sus hombres para que estos bajen sus armas, cuando veo esta acción me quedo totalmente desconcertado, si esto fuese una trampa este hombre no actuaría así.
—Lo escucharé. —Respondo con voz áspera, al mismo tiempo que le lanzo una mirada a Flavio para que baje su arma.
—Como le decía mi nombre es Nicolai Vólkov, el maldito infeliz con el que su abuelo se reunió hace semanas era un empleado mío, para ser exactos mi mano derecha. —Estoy por interrumpirlo nuevamente cuando hace un gesto con su mano pidiéndome que aguarde un poco más—. Ese infeliz se hizo pasar por mí, yo había estado manteniendo comunicación con su abuelo porque sí, efectivamente habíamos pactado hacer negocios, pero justamente tuve una emergencia por lo que tuve que trasladarme a Polonia por cuestiones familiares.
—Me parece que eso fue muy conveniente, ¿no lo cree? —Pregunto en tono afilado, algo ante lo cual comienza a reír.
—Exactamente joven Carluccio, me parece que alguien planeo justamente eso para tenderle una trampa a su abuelo, alguien ataco el auto donde viajaba mi esposa y como podrá darse cuenta tenía que estar a su lado. Pero dejando de lado ese accidente, cuando regrese a Italia me di cuenta de que ese infeliz había robado toda la mercancía que tenía destinada para el negocio con su abuelo, de inmediato intente comunicarme con él, mi sorpresa fue enorme cuando me entere de lo que ese bastardo hizo.
—Si ese fue el caso, ¿Por qué no viajo para aclarar todo en cuanto supo la verdad? —Inquiero mirándolo con el ceño fruncido, a decir verdad, no me trago nada de sus palabras.
—¿Cree que sería tan estúpido como para presentarme ante Bellini como Nicolai Vólkov? Todo mundo sabe de sobra que le es fiel hasta el tuétano y presentarme ante él sería como firmar mi sentencia de muerte.
—¿Por qué ante él no, pero conmigo sí?
—Simple joven Carluccio, es más fácil que usted pueda entender que todo esto que se está llevando a cabo es un plan bien ejecutado por alguien que no desea revelar su verdadera identidad, al menos no de momento, como su madre lo hizo en su tiempo.
—¿Cómo sabe lo de mi madre?
—¿Quién no conoce a la gran Lilibeth Carluccio, La reina de la mafia? Su abuelo se encargó de hacer que su nombre fuese tan temido como el de él, aunque aquí lo importante es descubrir al verdadero culpable de todo lo que está sucediendo, por un lado, intentan apartarme para que ese maldito se hiciera pasar por mí y por el otro lo hizo con el único propósito de intentar asesinar a su abuelo.
Me quedo callado unos segundos sopesando lo que me ha contado hasta el momento, giro mi rostro y observo a Flavio, quien al parecer tampoco está muy conforme con la información que este hombre nos ha proporcionado.
—¿Hay algo más que desee contarnos? —Pregunto después de ese breve intercambio de miradas con Flavio.
—Sí, comprendo si no confía en mí, pero he traído algunas pruebas. Estuve buscando entre las pocas cosas que ese maldito traidor dejo en mi casa y resulta que desde hace aproximadamente tres años estuvo recibiendo dinero de una cuenta del extranjero, mis hombres intentaron rastrearla, pero sin éxito alguno. —Mira a uno de sus hombres quien le tiende un maletín que no había visto hasta el momento, a mi lado Flavio se tensa un poco, sin embargo, cuando nos muestra su contenido en efecto se trata de varios documentos, estoy por tomarlos cuando la puerta se abre con violencia dejando a la vista varios hombres armados.
—¡Al suelo! —Escucho la voz estridente de Flavio quien me tira al piso y comienza a disparar, observo a los hombres de Nicolai y estos también disparan tratando de proteger a su jefe, levanto un poco la vista y observo que este yace en el suelo sangrando de algún lugar que no logro identificar.
—¡Huya joven Carluccio! —Logra articular el hombre antes de cerrar los ojos, no sabría decir si está muerto o simplemente se ha desmayado.
Trato de levantarme, pero Flavio sigue protegiéndome y ha tomado una de las mesas como escudo, saco mi arma y comienzo a disparar al igual que éste, una vez que al parecer hemos acabado con todos esos infelices, Flavio me permite ponerme en pie.
—¿Cómo esta su jefe? —Pregunto mirando a los hombres de Nicolai, quienes están bastante heridos, uno de ellos le toma el pulso y lanza un suspiro.
—Aún está vivo, lo mejor será irnos de aquí. —Toman a Nicolai por los hombros, pero antes de alejarse me tienden el maletín donde se encontraban los documentos que este deseaba mostrarme, sin dudarlo ni un segundo los tomo y al igual que ellos salgo con Flavio quien observa de un lado al otro.
Justo salimos de ese pequeño reservado cuando escuchamos gritos de terror, así como el inconfundible sonido de varias armas al dispararse.
—¡Corre Alexandre!, en la puerta trasera deben de estar otros de nuestros hombres. —Exclama Flavio, mientras me empuja por la espalda, detrás de éste vienen los hombres de Nicolai, pero al ver que no pueden sostenerlo por el dolor de sus propias heridas, hago lo más estúpido que podría hacer—. ¿Qué haces Alexandre? —Inquiere Flavio cuando le doy un leve empujón y tomo a Nicolai por los hombros—. ¡Maldita sea eres igual que tu madre! —Resopla furioso y en este momento no sé si tomar sus palabras como un cumplido o como una ofensa.
Estamos cerca de llegar a la salida cuando se escuchan más disparos, sin mirar atrás veo como Flavio le da una patada a la puerta la cual se abre de golpe, en un callejón maloliente y donde a unos cuantos metros esperan varias camionetas con nuestros hombres a bordo.
—¡Con un demonio, cubran a Alexandre! —Vocifera Flavio, en cuanto lo escuchan gritar salen sin dudarlo ni un segundo con armas en mano—. Lo mejor será que vayan en camionetas separadas. —Sugiere Flavio, cuando lo miro sin comprender señala a Nicolai.
—Tienes razón, quiero que lo lleven a algún hospital, pero no donde el abuelo, eso sería muy peligroso. —Le ordeno al chofer quien solo asiente—. Aquí nos despedimos. —Les grito a los hombres de Nicolai quienes me miran agradecidos, rápidamente subo a la camioneta que ya espera por mí y arrancamos mientras veo como salen al menos veinte hombres dispuestos a deshacerse de nosotros.
—Sabía que esto no era buena idea, pero no, tenías que ser tan testarudo y arriesgarte a venir. —Explota furioso Flavio, quien mira hacia atrás y veo como nos siguen dos camionetas las cuales no pertenecen a mis hombres—. ¡No te detengas! —Le grita al chofer, mientras baja el vidrio de su lado, toma una de las armas que se encontraban aquí y comienza a disparar, cuando una de las camionetas está a nuestro nivel, comienzan a empujarnos para desviarnos de nuestro camino.—¿Qué intentan hacer? —Pregunto cortando cartucho de mi arma.—Nos quieren llevar hacia esa parte de la autopista que esta desolada. —Comenta el chofer—. Hay un túnel, una vez allí temo lo peor.Y justo como lo dijo llegamos a una parte bastante desolada, a lo lejos se vislumbran unas pequeñas luces procedentes de ese túnel, por lo demás todo está a
Yelizaveta Belucci Después de dejar al bombón en su casa, regreso a la mía. En cuanto llegó donde se encuentran los guardias veo todo un caos, hombres corriendo de un lado para el otro gritándose instrucciones como si estuviesen esperando algo de lo cual aún no soy participe. —Hola Bill, ¿Sucede algo malo? —Pregunto al hombre que está apostando en las rejas. —Buenas noches, señorita Belucci. Creo que es mejor que entre sus padres están esperándola. —Responde un tanto cansado, sigo mi camino y me sorprende ver tanta gente despierta a esta hora, sé que siempre debemos de tener cuidado por el tipo de negocios de mi padre, pero en todos estos años nunca vi algo semejante, gente corriendo como si fuesen a un batallón de guerra con armas por doquier. Una vez que entró, me dirijo a la sala que supongo es donde me deben de estar esperando mis padres. —¿Dónde estabas Yelizaveta? —Pregunta mi padre furioso una vez que entró en su campo de visió
Días despuésMe encuentro en mi habitación donde he permanecido todos estos días enfurruñada por la paranoia de papá, sus malditos hombres no se me despegan ni cuando salgo a tomar el Sol, odio este maldito encierro y lo peor de todo es que tío Mich aun no me ha dicho nada del bombón, lo cual me tiene aún más inquieta, estoy mirando el techo de mi habitación cuando tocan a la puerta.—¡Adelante! —Les permito pasar.—Mi niña, ¿adivina qué? —Susurra tía Melike cuando cierra la puerta de mi habitación, me siento de inmediato y la miro sin comprender—. ¿No me digas que ya no quieres saber nada de Alexandre Carluccio? —Responde con tristeza, me levanto como resorte y corro hasta su lado.—Claro que quiero saber, pero ¿Cómo sabes que estoy interesada en él? —Inq
Miro por la ventanilla del avión como el cielo comienza a oscurecerse dejando a su paso una mezcla de colores violeta, azul y un pequeño rastro rojizo, si no estuviese tan preocupado me detendría a observar este magnífico atardecer, suspiro y trato de recordar algo de la última vez que estuve aquí, cosa que me es totalmente imposible era apenas un niño cuando dejé este lugar (el lugar donde nací) en compañía de mis padres.Hoy, sin embargo, aunque ellos no lo quieran decidí volver para vengarme de aquellos que intentaron lastimar a mi abuelo, ese gran hombre tan amable que siempre nos apapacha a mis hermanas y a mí, que sus ojos se llenan de bondad y amor cuando nos ve, pero que a la vez es tan temible que toda Italia respeta, Al grande capo Giuseppe Lombardi, ellos sabrán que con El hijo de la reina de la mafia nadie se mete.
Alexandre Carluccio Han pasado 20 años desde que mis padres nos llevaron a México, en todo este tiempo nunca volvimos a pisar Italia, en parte porque a mamá le daba miedo que alguien nos hiciera daño en cuanto se enterasen de nuestro regreso y por otro lado el abuelo también nos lo prohibió con el mismo argumento de mamá, de cierta forma él siempre la apoyo tanto en Italia como en México.Cuando se es niño uno no sabe bien este tipo de cosas, recuerdo que ya que tuvimos una edad considerable mis padres nos contaron la verdad sobre el pasado de papá, el gran Massimo Carluccio un mafioso bastante temido en Italia y mamá mejor conocida como La reina de la mafia (en realidad así es como el abuelo la apodo y a lo largo de los años el nombre de mamá también se hizo respetar debido a que fue gracias a su plan de venganza lo que acabo con los Salvatore, un
Llegamos al antro El bajo mundo y para pasar desapercibidos nos separamos para que no me vean junto a Bellini, ya que esto podría desatar ciertas sospechas sobre quién soy yo y por el momento es mejor que no se sepa mi verdadera identidad.Bellini se dirige a la oficina del abuelo donde al parecer ya se ha instalado “el nuevo dueño” de todos los negocios de mi abuelo, de acuerdo a lo que hemos planeado cuando sus hombres me den señal debo dirigirme hasta allí; según lo que me ha dicho Flavio en todo este tiempo, hay varios capos de mediana categoría reunidos en una de las salas VIP recibiendo órdenes del supuesto dueño, me dedico a observar todo a mi alrededor y me doy cuenta de que nuestros hombres superan en número al de todos los traidores por lo que sonrío satisfecho ante los cuidadosos arreglos de Bellini, ahora entiendo porque ha sido la mano derecha de mi abuelo por tanto tiempo.
Diez años atrás Hace unos cuantos meses que cumplí 15 años y en todo este tiempo he sido testigo de la gran adoración que mi padre siente por mi madre, es tanto el amor que se tienen que se puede ver en cada mirada, cada beso, cada palabra y en sus acciones día con día; acabo de regresar de la escuela cuando mis padres me mandan llamar, ambos están esperándome en el estudio en cuanto entro me doy cuenta de que el ambiente se siente un tanto tenso.—¡Alex siéntate por favor! —Me dice mi madre con una tierna sonrisa la cual no llega hasta sus ojos los cuales están un poco rojos, veo como se retuerce las manos en un intento por tranquilizarse y por un momento temo lo peor, que me digan que han decidido separarse, lo cual no tendría lógica debido al amor que aún se aprecia en ambos.—¿Sucede algo malo? —Pregunto con un lige
Me apresuro a llegar a mi casa y toco el timbre, en cuanto la puerta se abre veo a la abuela Marion quien me mira con el entrecejo fruncido, es evidente que también está molesta conmigo por la actitud que tome con mamá.—¿Dónde está ma… mamá? —No entiendo porque ahora me cuesta tanto trabajo llamarla mamá cuando antes se me hacía de lo más normal.—En su habitación llorando, no ha querido salir de allí desde que te fuiste. —Solo asiento y subo hasta su habitación, toco la puerta y quién me abre es mi padre, quien a diferencia de la abuela me mira con evidente desilusión, lo cual me hace tragar saliva y sentirme avergonzado por mi actitud.—Pasa Alexandre. —En cuanto mamá escucha mi nombre se da la vuelta y veo sus ojos inyectados en sangre de tanto llanto y tan hinchados que me parece increíble que pued