Jarli, ya todo está listo, solo falta llevar a tu hermano al auto-aviso. Debora le ofreció una sonrisa tímida.-Ayudaré a los escoltas a subir a mi hermano al auto -respondió Jarli, situando su mano sobre su herida, la cual era superficial.-No, los muchachos se encargaran. Solo quédate dentro del auto.Jarli obedeció a su esposa y así fue. Javier fue llevado al auto con todo el cuidado del mundo.Tayyar no se despidió de la pareja, solo permaneció dentro de su oficina.-Debora, mañana iremos a visitarlos -dijo su madre con una sonrisa.-Te esperamos.Ambas se despidieron con un abrazo ligero. Debora subió al auto junto a su esposo. En la parte trasera iba Javier, aún dormido. La razón de su convulsión fue más por el cambio de clima, lo que le produjo un fuerte resfriado, pero no era motivo de preocupación.Jarli se sentía feliz. Por fin se había acabado la molestia de su suegro, ya no había quien le dijera nada. Solo una noche bastó para quedar libre de ese malvado hombre.-Debora, a
Debora cerró sus ojos, dejándose llevar hasta la habitación, estando allí, sintió como las manos de su esposo rasgaban su vestido.-Te lo pedí de buenas maneras, ahora tendrás que atenerte a las consecuencias-susurra Jarli, su tono era absurdo. se creía el alfa, el mandón. sabía que Debora estaba a sus pies.Jarli tomó las manos de Debora y las unió, luego las llevó encima de su cabeza. En esta posición Debora se veía indefensa y tierna.Eso lo único que provocó fue despertar el león que tenía Jarli en su interior. Tenía ganas de hacerle el amor a Debora hasta dejarla completamente desmayada. -Jarli, tus heridas aún no sanan, podemos hacerlo otro día.Debora intentó hacerlo cambiar de parecer, pero él estaba decidido, lejos de la vista de su suegra podía ser quien era en verdad, y también podía poner a Debora en todas las posiciones que le diera la gana.-Te dije que te callaras, tú aún me debes mucho.Debora sabía exactamente a qué se refería su esposo, la muerte de Amanda no sería
El sol se filtraba por la ventana y Débora aún yacía en su cama, descansando del ajetreo de la noche. Despertó de un brinco al escuchar la voz de Javier, quien pedía ayuda desde el otro cuarto. A duras penas levantó su cuerpo cansado, se puso las pantuflas y, arrastrando los pies con gran esfuerzo, se desplazó hasta la habitación de Javier. Al abrir la puerta, se encontró con él, que intentaba alcanzar un vaso con agua. Débora inmediatamente se acercó, tomó el vaso y se lo entregó con una sonrisa sutil en los labios. Este gesto tan hermoso hizo que Javier se ruborizara de vergüenza.—¿Cómo te sientes hoy, Javier? —preguntó Débora, ayudándole a beber el agua.—Mi hermano salió esta mañana, iba vestido formal —Javier no se inmutó en responder cómo se sentía, solo le avisó que su hermano había salido.De inmediato, Débora sonrió con ironía, aunque por dentro se moría de nervios. Era el primer día de su esposo en la oficina de su padre.—Así es Javier, hoy empieza a trabajar—confirmó ella
La noche había llegado y Jarli se sentía demasiado cansado. Fue su primer día y pareciera que hubiera pasado un año en la empresa. Al parecer, su suegro le había puesto demasiada carga laboral. Guardó todos los papeles en su escritorio y lo cerró. Luego caminó con dificultad hasta llegar al ascensor, pero antes de oprimir el botón hacia el primer piso, Laura, la secretaría, vino corriendo y metió las manos en el ascensor para que no se cerrara la puerta. Con una dulce y tierna mirada, miró a Jarli y le sonrió saludándolo. Él, por su parte, solo sonrió forzadamente y por fin oprimió el botón hacia el primer piso, no sin antes preguntarle a Laura hacia dónde iba. Ella se sonrojó y le dijo que también iba al primer piso.—Muchas gracias, jefe —dijo Laura, lo que hizo que a Jarli se le subiera el ego.Cuando salieron del ascensor, la chica se adelantó ya que corrió hacia un carro que la venía a recoger. Jarli detuvo sus pasos y miró detenidamente a la chica. En realidad, era pequeña y de
El hombre le dio un empujón a Débora, haciéndola caer al piso. Débora sintió el impacto y el miedo la paralizó por un momento. Desde el suelo, miró al hombre con terror, tratando de entender qué estaba sucediendo.—¡Jarli ayúdame! —gritó, esperando que su esposo pudiera escucharla desde el baño.Jarli, que estaba en la ducha, escuchó el grito desesperado de Debora y salió corriendo, envuelto en una toalla. Al llegar a la sala, vio a Debora en el suelo y al hombre armado que la amenazaba.—¡Déjala! —gritó Jarli, su corazón latiendo con fuerza—. ¿Qué quieres?El hombre giró la mirada hacia Jarli, con una expresión fría y decidida.—Solo quiero hablar contigo, Jarli. —dijo, acercándose un paso más—Pero no me obligues a hacer algo que ambos lamentaremos.Jarli levantó las manos en señal de rendición, intentando calmar la situación.—Está bien, hablemos. Pero por favor, deja a mi esposa en paz. Ella está embarazada.Debora, aún en el suelo, respiraba con dificultad, se había golpeado fuert
Jarli se levantó del suelo y ayudó a su esposa a sentarse en el sofá. Luego fue a la cocina y le preparó un vaso con agua de azúcar para que bajara su tensión.—Debora, con esto estarás bien —dijo él.Ella apreció mucho el gesto de su esposo, pero aún tenía esa espina clavada en el pecho: la supuesta mercancía que tenían que entregar.—Jarli, no necesito agua de azúcar para estar bien. Lo estaré cuando este tormento acabe —Débora hizo una pausa y tomó aire—. ¿Dónde tengo que llevar la mercancía?Jarli no dudó en buscar en su teléfono la ubicación.—Está a unos kilómetros de aquí, al parecer en una zona poco habitada.—No te preocupes, la llevaré. Solo deséame suerte, porque creo que la voy a necesitar.Debora se fue hasta su habitación, completamente decidida. De alguna manera, tenía que acabar con todo este conflicto. Además, ¿por qué Jarli tenía tanto miedo? Solo era llevar una mercancía, no era para tanto. ¿Acaso es una gallina?Debora tomó lo primero que vio en su armario. Esta ve
—¡Jarli! —grité nuevamente. La fuerza de Débora se desvanecía y el latido de su corazón disminuían; a este paso iba a colapsar.De repente, se escucharon dos disparos y el hombre soltó a Débora, cuyo cuerpo cayó al suelo como un bulto de papas.Débora tenía los ojos cerrados, estaba aterrada.—Debora, mi vida —esa voz varonil y llena de seguridad hizo que abriera los ojos y corriera hacia su amado esposo.—Jarli, estaba tan asustada —dijo, con lágrimas saliendo de sus ojos.—¿Estás bien? —preguntó él mientras la miraba con ternura—Ahora todo está bien, amor. Estoy aquí contigo—Agregó.Ella se aferró a él, sintiendo su calor y la seguridad de sus brazos. Jarli la abrazó con fuerza, acariciando su cabello.—Si no hubieras llegado, quizás, ese hombre me hubiera asesinado.—No dejaré que te hagan daño, nunca más —susurró él, lleno de coraje.Debora, sintiendo el latido del corazón de Jarli, empezó a calmarse. La angustia se disipaba lentamente mientras él la sostenía.El sonido de sirenas
Ya era por la mañana y el sonido de los pájaros hizo que Jarli despertara de un brinco. Estaba sobre el tiempo, así que se levantó rápidamente del sofá. Su pierna dio un tirón debido al dolor, y con los ojos un poco llenos de lagañas, se dirigió hacia la sala de estar. Al llegar, se encontró a su esposa, Debora, con la mesa llena de ricos manjares, un buen desayuno para un campeón, y con una hermosa sonrisa se le acercó.- Buenos días, mi amor. ¿Cómo estás? -saludó Debora.Jarli no la saludó, solamente le dio un breve mordisco a un cupcake y un sorbo a la taza de café, y sin siquiera mirarse en el espejo, salió rápidamente hacia la empresa.Debora miró lo que había preparado y sintió un gran peso en su corazón. Se había esforzado demasiado. Luego fue hasta la habitación de Javier y este aún dormía, a lo que Debora solamente salió de la habitación y, soltando un suspiro, se sentó en el sofá, relajó sus músculos ya que se había levantado a las 5:30 de la madrugada para prepararle el bu