Amelia.
Normalmente, de entre mis hermanos, soy la menos problemática, salvo cuando hay un enfrentamiento, a campo abierto, entre los cuatro herederos Miller, en ese caso la mansión familiar, se convierte en un animado y bélico episodio de Juego de Tronos, donde hay de todo, alianzas, traiciones, amenazas, como en esa gloriosa serie, nadie sabe quién es el primero que muerde el polvo, sólo se sabe que el conflicto se acaba cuando la reina de dragones, la diosa Miller, hace que su más fiel verdugo, mi padre, ejecute su orden. Aunque esto no lo considero yo conflicto, es más bien, supervivencia entre hermanos que se aburren.
En general, y sin que sirva de precedente, sólo me meto en verdaderos problemas cuando sigo las locas ideas de la terrorista de Connelly Blake, gesto que no habla muy bien de mí carácter tranquilo, que una niña cuatro años más joven que yo, me meta en estos líos, lo responde todo.
- “¿No quieres saber a dónde han ido los chicos? ¿Y qué están hablando?”- dijo esta con una sonrisa cautivadora, como si fuera un dulce ángel.
- “No me engañas, ¿Quién es? Dímelo, ¿Quién es esta vez? ¿Qué amigo de tu hermano ha vuelto a despertar tu vena acosadora?”- le dije mirándola seria mientras cruzaba los brazos.
Ella sólo amplió su sonrisa, confirmándome mis sospechas.
- “¡Olvídalo!, no voy a ningún lado, Betty Boo.”- le dije seria, e intenté huir.
- “¿Ni siquiera para saber qué opina mi hermano tras verte así?”- dijo esa bruja pelirroja, usando un golpe bajo, que lo definió todo.
Ni se cómo ocurrió, ni como acabé aquí, escondida en la parte de detrás del celador de la piscina, junto al enrejado que daba a la ventana, desde allí se podía escuchar todo lo que se hablaba, dentro del celador. Sólo sé que, por un momento, estuve a punto de regresarme, no entendía que hacía allí, y por qué siempre me dejaba convencer por esa terrorista pelirroja. Pero una pregunta que hizo Gary, con la segura intención de molestar a mi hermano Roy, me detuvo.
- “Bueno ¿Qué pensáis del cambio tan espectacular que ha hecho Amelia, esta noche? Si este cambio es definitivo, Roy, tiene que ir más al gimnasio, porque no vas a dar abasto, seguro que, desde ya, durante la fiesta, le van a llover peticiones de citas, y se van a multiplicar los buitres que la van a acosar.”- dijo Gary, y un gruñido de disgusto, se oyó alto y fuerte.
Conocía ese sonido, normalmente lo solía provocar Ailan, en su hermano gemelo. Lógicamente ante la diversión que suponía burlarse de mí, lo mal que lo estaba pasando el Rey Arturo, el resto de los chicos, animados por su reacción, comenzaron a hablar de que me veían muy atractiva, que de lo más seguro era que muchos más chicos, en el instituto, me verían igual, que seguramente la veda para cazar a Amelia Paola Miller había comenzado, e incluso algunos, comentaron que serían capaces de jugarse la vida, y su integridad, con tal de salir con esa nueva yo, al menos una vez.
Los gruñidos roncos de advertencia se sucedían con cada vez más fuerte, ante cada comentario, hasta que, al final, alguien inesperado, intervino con una actitud indiferente, dejándolos callados a todos. Al mismo tiempo que terminaba por aniquilar mis esperanzas futuras.
- “Pues que quieres que te diga, ver vestida Amelia así, no le pega, se ve como artificial, para mí entender, ella siempre será como una niña, mi hermana pequeña, es normal, ahora está jugando a convertirse en adulta, pero no es ella misma, suele ser algo machona, así que, por una vez que se vestía con un vestido seductor, eso no cambiara su interior…”- dijo un serio y beligerante Angus, sólo otro gruñido de Roy, esta vez algo menos furioso que las anteriores veces, hizo que este se callara.
Oir esto fue como cuando estás en un dulce sueño, y despiertas de repente, justo en el mejor momento del sueño, como cuando estás ciego, y te quitan la venda de los ojos. Simplemente se me rompieron las ilusiones, quedaba claro que para Angus Blake nunca me vería como una mujer, como esa tal Penélope, por mucho que me … “disfrazara”, como dice el dicho, “Por mucho que la mona se vista de seda, …”, pero los más gracioso de todo esto, era que, en el fondo, yo todo esto, ya lo sabía.
- “No le hagas caso, Amelia, ese idiota no sabe reconocer algo bueno, aunque le golpe en esa narizota tan altiva que tiene, a veces no entiendo cómo podemos ser hermanos de los mismos padres, este estúpido debe de ser adoptado, seguro.”- me dijo Connelly, cuando vio mi cara, y como me levantaba de donde estaba agachada, con cierta sensación de derrota, la derrota de una guerra en la que ni siquiera había participado, y que ya había perdido.
- “No importa, Betty Boo, si esto yo ya lo sabía en el fondo.”- le dije aguantándome las ganas de llorar, mientras sentía que me dolía el corazón, siempre se dice que los desamores adolescentes suelen sentirse como los más dolorosos, por ser los más descontrolados, justo ahora, lo entiendo.
Esa noche, tras fiesta, ya sola en mi habitación, lloré todo lo que llevaba conteniendo, desde que escuché esas palabras, en el fondo, la culpa era mía, nunca debí aspirar a algo que me era inalcanzable, yo era como era, como decía él, algo masculina en mi forma de vestir, tranquila, con mi propia forma de ser, no tenía por qué cambiarla, y menos para gustar a un hombre.
Fue en ese mismo momento, el que determino mi futura relación con Angus, sustancialmente no cambio mucho, pero lo que, si pasó a destacar, fue que deje de recurrir a él, para todo como solía hacer antes. Mis llamadas semanales acabaron, así como mi manía, casi patológica, de preguntarle todo lo que tenía que ver con mis tareas de clase, cuando tenía una duda.
No fue muy difícil, la verdad, los primeros meses estaba aún muy dolida, y en cierta forma me daba vergüenza tropezarme con él, mientras aún recordaba sus palabras, pero luego, cinco meses después de mi cumpleaños, Roy y Angus se fueron Stanford a estudiar económicas, Ailan a una universidad en Londres, a estudiar diseño y arquitectura, y Gary se fue a estudiar interpretación a la Escuela Superior de Danza, Música y Artes Escénicas de Juilliard, aquí en Nueva York. Así que muy pronto, nuestros encuentros se limitaron a fiestas, vacaciones y eventos familiares, aunque muchas veces hasta eso yo lo evitaba, cuando me gradué, y comencé la universidad en Boston, para estudiar fisioterapia, ya casi, nuestros encuentros, era uno o dos al año, como mucho, anulé mis recuerdos con mis estudios, y pensé que con eso era suficiente, pero me equivoqué.
Todo cambio siete años después, en Londres, la noche que, todo el resentimiento que yo tenía dentro, y que ni sabía que había guardado todos esos años, salió a la luz, cambiándolo todo, cambiándome a mí.
Ocurrió en una fiesta que celebraba mi familia, en la víspera de Navidad, para presentar a la novia de mi hermano Roy, Hanna Müller, una fecha que cambio también la forma que todos tenían de verme incluido el propio Angus, todos excepto mi familia, que ya conocía la guerrera dormida que llevaba dentro, y que sólo ellos habían visto en ocasiones, pero que ahora vería el mundo entero.
Amelia. - “Dime la verdad, Connelly, ¿Wendy y tú han preparado algo?, ¿Verdad? ¿Algo que no me va a gustar? Les aviso, sólo he venido a conocer a Hanna, únicamente, nada más, así que suelta por esa boquita, pero ya”- le dije a Connelly muy seria y decidida, mientras subíamos en el ascensor privado, al ático de lujo que tenía mi hermana en Londres. - “No sé de lo que me estás hablando.”- me dijo la pelirroja con esa sonrisa descarada que tanto miedo me daba, confirmándome que, si habían preparado algo, que de seguro no me iba a gustar. - “Me voy…”- dije acercándome al tablero del ascensor, para detenerlo, pero esa enana pelirroja era mucho más rápida que yo, cuando se lo proponía, la futura Top model, se colocó delante de mí, interrumpiéndome para que no pudiera llegar a mis objetivos. - “Ni lo sueñes, ya no tienes escapatoria, ordenes de tu hermana.”- me dijo la atractiva heredera Blake. A sus diecisiete años, Connelly Blake era un sueño pecaminoso para cualquier hombre, algo qu
Clara. Mientras mi hermana le contaba a la novia de mi hermano, quien era la pelirroja incordio, yo sólo miraba alrededor, para hacerme a la idea de lo que me esperaba. La visión de los secadores, y los miles de utensilios que comenzaba a dejar los profesionales sobre diferentes superficies, los grandes percheros que pasaban cargados de ropa, las cajas de zapatos, bolsos, joyas y demás, que se exponían como si fuera una tienda de lujo, sobre dos grandes mesas del salón, sólo me provocaban ganas de salir huyendo de allí. - “… y mi primo Angus, el hermano de Connelly, pretenden poner a las mujeres de su familia en cúpula de cristal, para que ningún hombre se acerque, por desgracia para ellos, todas nosotras, siempre rompemos el cristal de la cúpula, incluido mi madre y mi tía.”- fue lo último que oí de la explicación que mi hermana le estaba diciendo a Hanna. Pero el momento de charla duró poco, para mi desgracia, pronto me vi físicamente arrastrada, y bajo la supervisión del person
Angus. -” Pero ¿Por qué siempre nos metes en tus líos, Rod Roy?”- me quejé, aunque yo ya sabía que era como hablar con una pared, ese ególatra CEO, era incapaz de ver más allá de su nariz. Quizás justo por eso nos llevábamos también los dos, teníamos caracteres parecidos, dominantes, serios, seguros de nosotros mismos, éramos exigentes, protectores con lo nuestros, algo intensos, y definitivamente siempre sabíamos lo que queríamos, e íbamos a por ello, sin importar quien se pusiera por delante. -” No, lo entiendo, porque quieres hacerle esto a tu hermana, y con Finlay Alacintye, nada menos, ese hombre es un pez gordo, es como tú, pero con humor, y más rico.”- dijo Lean burlándose del gran CEO del Grupo Miller, algo que sólo los años de amistad, y algunos golpes, a su debido momento, había cultivado. Lean Murdock era un guaperas abogado de veintitrés años, que, junto a su padre, y otros socios, llevaba el famoso bufete de abogados de Murdock associated, en realidad llevaba muchos g
Angus. Según los infiernos que pintó Dante, hay nueves círculos de infiernos, pues yo acabo de descubrir otro, uno que me iba a tragar por entero, que haría que, en la víspera de navidad, yo supiera lo que es el miedo y la desesperanza, sin contar con la ira, y un maldito dolor de cabeza que me estalló en el mismo momento que esas cuatro peligrosas mujeres se pararon en la puerta del salón, para ser el centro de atención, en especial de cualquier hombre entre trece, y noventa y nueve años, como demostró el estúpido de Gavin, junto al amigo de Finlay, Sean, al hablar a la vez: - “¿No me digas que esa es tu mujer? Dios si esta para ponerla en un cuadro y morir contemplándola, no hay hombre en esta sala que no la desee, ahora mismo.”- dijo Sean ganándose una mirada de Finlay que claramente decía que su vida tenía los minutos contados. Yo lo entendí perfectamente, pero una mujer que lo acompañaba, que presentaron como su representante, lo arregló, ya que cogió al actor, por la oreja, m
Amelia. - “No sé cómo me he dejado convencer, heredera”- oí que decía Hanna a la loca de Wendy, esa maldita provocadora, siempre te mete en problemas. Entendía a Hanna, completamente, no sabía qué hacía yo en esta fiesta, con esta pintan de femme fatal, a la que nunca me acostumbraría, sobre todo, con todo el mundo mirándonos, en especial, eso dos controladores de Roy y Angus, que, desde lejos, ya se veía que no estaban nada contentos, hasta a mi padre, y mi tío Jason, se les veía serio e incomodos, en cambio mi madre y mi tía Kim, estaban radiantes mirándonos orgullosas. - “Para darle una lección a mi hermano, pero visto lo visto, y tras ver a quien ha invitado para mortificarme, se merece todo eso, y más. Hasta que tu salgas de esta casa, con otro hombre, abandonándolo a su suerte, maldito traidor.”- respondió la maldita manipuladora de Ailan Miller, con una sonrisa de mala de película. Quizás deba explicar esto para que lo entendáis, la relación entre los hermanos Miller es d
Angus. - “Desde luego Amely, da vergüenza que te hayas dejado convencer por la loca de Ailan, y esta niñada, ¿es que no sabes nada de la vida?, pensé que eras más sensata, me decepcionas, no sabes lo que piensan los hombres cuando te ven así, ¡Qué vergüenza!”- no sé por qué dije eso, simplemente no me pude controlar, algo que nunca me había pasado, al menos con Amelia. Tampoco es que estuviera costumbrado a esta Amelia, hacía años que no tenía ese contacto que teníamos cuando éramos adolescentes, pero reaccioné como en esa época, sin pensarlo, verla así, tan diferente, tan tentadora, tan mujer, era algo que me descolocaba. Quería que todo volviera a lo conocido, a lo tranquilo, a lo de antes, a lo controlado, pero al parecer, por como reaccionó, eso no iba a volver a pasar ya, jamás. - “¿A quién llamas niñata, gilipollas?”- dijo Connelly cerrando los puños como para golpearme, algo que yo esperaba, pero es que esa maldita diabla pelirroja, es mi maldito castigo, desde que nació. L
Amelia. -” ¡Genial! Es que no me lo creo, por fin despertaste, Amelia Earhart, pensé que toda la vida serías como los perros que mueven las cabezas asintiendo sin control, que se colocan en los salpicaderos de los coches cutre, diciendo que sí, a todo lo que mi hermano diga, o haga.”- las carcajadas de Betty Boo destacaban sobre el sonido de la fiesta, mientras nos desplazábamos hasta la barra que había al fondo de la otra sala, mientras a mí aún me hervía la sangre por dentro. -” Ahora en serio, ¿De verdad, vamos a buscar a un hombre para cabrear a mi hermano? ¿O sólo estas dejando salir la ira?”- me preguntó la pelirroja cuando llegamos a la barra para pedir dos copas, que al menos para mí, serían de lo más fuerte que tuvieran. -” ¿Por qué crees que no estoy hablando en serio?”- pregunté mientras en mi cabeza resonaban las exigencias de ese estúpido de Angus, aunque tenía que reconocer que, la rabia que me roía ahora por dentro era más contra mí misma, que contra ese maldito est
Angus. Aun no me podía creer que esa desvergonzada mujer estuviera bailando con un desconocido, nunca lo había hecho, desde que la conozco, siempre había bailado o con Roy, o conmigo, dos veces en su vida había bailado con Gavin, y una con Lean, y aunque los dos siempre la han tratado como una hermana, conociendo los antecedentes con las mujeres, de esos dos, siempre yo terminaba intercambiando mi pareja con ellos, para evitar que se le metiera ideas extrañas, con la dócil y tranquila Amelia. -” ¡Dócil y tranquila! Eso es una maldita broma.”- dije en un murmullo, mientras la ira aumentaba. -” ¿Qué haces, Angus el aniquilador? ¿Por qué no estas persiguiendo alguna desvergonzada rubia, o morena, con muchas tetas, y poco celebró, que está loca por convertirse en la futura señora Blake?”- la voz deslenguada del castigo que mis padres me dieron, en forma de hermana, me hizo desviar la vista de esa pareja que tanto me molestaba, para mirarla. Frente a mí, con claro signos de querer ase