Amelia.
- “No sé cómo me he dejado convencer, heredera”- oí que decía Hanna a la loca de Wendy, esa m*****a provocadora, siempre te mete en problemas.
Entendía a Hanna, completamente, no sabía qué hacía yo en esta fiesta, con esta pintan de femme fatal, a la que nunca me acostumbraría, sobre todo, con todo el mundo mirándonos, en especial, eso dos controladores de Roy y Angus, que, desde lejos, ya se veía que no estaban nada contentos, hasta a mi padre, y mi tío Jason, se les veía serio e incomodos, en cambio mi madre y mi tía Kim, estaban radiantes mirándonos orgullosas.
- “Para darle una lección a mi hermano, pero visto lo visto, y tras ver a quien ha invitado para mortificarme, se merece todo eso, y más. Hasta que tu salgas de esta casa, con otro hombre, abandonándolo a su suerte, maldito traidor.”- respondió la m*****a manipuladora de Ailan Miller, con una sonrisa de mala de película.
Quizás deba explicar esto para que lo entendáis, la relación entre los hermanos Miller es de la mejor, pero algo complicada de entender, provocado por los caracteres fuertes, y bastantes especiales, por decir algo, que tenemos los cuatro.
Desde luego que nos adoramos, estamos muy unidos, sobre todos mis dos hermanos mayores, lo gemelos, Ailan y Roy, pero por norma, tendemos a hacernos pequeñas jugadas, que, de pequeños, eran pequeñas bromas, pero ahora tendemos molestarnos como sea, no quiero ni contaros la que le he montado al enano, mi hermano Marcus, también conocido como Robin Hood, sólo por bromear, o por ejemplo cuando había batallas de géneros en casa entre los dos bandos, pero claro, como siempre, todo acaba cuando mi madre, se enteraba, lógicamente ella quedaba como clara vencedoras de cualquier conflicto que los hermanos Miller montábamos entre nosotros, nunca le ganábamos una.
Esto lo digo porque, que nosotras apareciéramos como reinas de las noches, con alfombra roja, fotógrafos y público, en la fiesta de víspera de navidad de los Miller, no sólo era por destacar, y ser el nuevo centro de atención, era más bien debido a que, esa bruja que tengo por hermana mayor quería sacar de quicio a su gemelo Roy.
-” ¡Mierda! y encima mis padres están aquí, justo lo que ese gilipollas quería, conocer a mis padres, tengo que sacarlo de aquí como sea.”- dijo mi hermana de pronto dejando de sonreír, y de poner esa cara de malvada de película.
Yo la miré extrañada por el cambio de actitud, y vi que ella miraba a Roy, a Angus y a un atractivo hombre muy alto, como una m*****a montaña, que era la viva imagen de gladiador romano, un auténtico regalo para la vista de cualquier mujer, y que para colmo miraba fijamente, con una intensidad increíble a una Wendy totalmente asustada en este momento, me mente se activó casi de inmediato, algo estaba pasado entre esos dos.
-” Vaya, vaya, astuta Miller, tienes algo que contar, ¿Verdad, m*****a Wendy?”- pensé sonriendo, olvidándome de la incomodidad del atuendo que llevaba, me encantaba ver que, a mi hermana, después de lo que había pasado con el maldito del Patel, que aun existirá hombres tan guapos que, aún pudiera ponerla así de nerviosa, eso era genial.
- “¿Retirada estratégica? ¿Lejos de la fiesta?, así evitamos montar un escándalo”- dijo Hana, y yo me iba a unir a esa idea, pero Wendy tenía “ganas de fiesta”, que ni Hanna, ni yo, compartíamos.
“Ni de coña, si quieren guerra que la tengan, yo nunca huyo, mejor los ignoramos, te voy a presentar a todo el mundo, si mi hermano se pone mandón y gilipollas, es fácil, acércate a mis padres, y no le queda otra que comportarse. Mi madre odia lo espectáculos, y por muy machito que será Roy William Miller, no se atreve a contrariar a mi madre, si no quiere morir a manos de mi padre.”- dijo Ailan.
-” ¡Mierda! Wendy estaba en plan General de los ejércitos, no voy a poder huir.”- pensé, y pronto se confirmó mi pensamiento.
- “Amelia y Connelly, ahí vienen Roy y Angus, por su cara, algo me dice que están en plan hermanos dictadores, grado nueve, así que si no quieren…”- dijo Amelia, pero Connery la interrumpió, a esta pelirroja todo lo que fuera hacer rabiar a Roy y Angus, era divertido, y atrayente, yo por en cambio, no pensaba así, lo mejor era huir de los conflictos, sobre todo, si Angus estaba de por medio.
- “Entendido, lo de siempre, yo me encargo de Amelia, esta estúpida siempre obedece a Angus.”- dijo Connelly cogiéndome de la mano, y girando al lado contrario de la sala de donde iban a ir Hanna y Amelia, que además era una dirección alejada de esos tres, que nos miraba muy serios, acercándose a nosotras, yo me sentí ofendida.
- “¡Eso no es cierto! Tú hermano no tiene nada que ver conmigo, simplemente no deseo tener que darle explicaciones”- le dije a Connelly mientras ella tiraba de mí, sin compasión, al menos tenía puesto el chal sobre mis hombros, no me sentía tan cómoda estando tan expuesta, si fuera por mi ahora estaría en un conjunto de mono fiesta, de pantalón, de Armani.
-” ¿Y esta niñata tiene diecisiete años? Quién lo diría, m*****a mandona.”- pensé, mientras me sujetaba el chal para que no se soltara con las prisas.
- “Seguro que es por eso no discutes con él, nada de lo que te diga, siempre eres la niña buena, la que es nada problemática.”- dijo Connelly riéndose de mí.
- “No soy así, lo que pasa es que a mí no me interesa atraer la atención de los hombres, y a ustedes les encanta demasiado.”-dije intentado justificarme, mientras ponía sin darme cuenta morritos, ante una declaración que me parecía intolerable.
Estábamos tan distraídas discutiendo, que ni siquiera nos habíamos dado cuenta de que, a unos metros de nosotras, mirándonos con una mirada extraña que nunca había visto en él, estaba Angus, hasta que después de un tiempo que nos acorraló cerca de una enorme ventana, fue cuando lo vi de frente, y como siempre me pasaba, ante los enfados de Angus, me sentí nerviosa.
Esto era debido a que lejos de mirar con esa mirada severa que siempre tiene con su hermana, su mirada estaba claramente puesta en mí, era una mirada directa, intensa, y lógicamente para nada amigable, sentí como algo mis nervios crecían en mi interior aún más. Tampoco ayudaba su altura, yo era alta, pero junto él, me sentía pequeña.
- “¿Dónde creéis que vais niñatas? Ahora mismo suben y se cambian, y se ponen algo más recatado, o no volvéis a la fiesta.”- por un segundo me pareció genial esa idea, no me sentía cómoda con lo que llevaba, no estaba acostumbrada, pero que nos llamara niñata, como cuando era niña, me trajo recuerdos a mi mente que creía olvidados, además ese idiota sólo era dos años mayor que yo, y un año menor que mis hermanos gemelos.
-” ¿De qué va este estúpido?”- pensé, sin poder invitarlo.
- “Si crees que te voy a hacerte caso, Angus el aniquilador, es que te has vuelto locos, en tres meses tengo dieciocho, se acabó el despotismo por tu parte, maldito controlador. “- dijo la rebelde de Connelly, algo que ya era muy normal para mí, pero aún más para Angus, para su desgracia.
Pensé que con eso estaba todo dicho lo que no esperé es que es estúpido gira su actitud despótica hacia mí, haciendo que los recuerdos, que ahora estaba a flor de piel, de ese encuentro cuando tenía quince años, y el despreció que me hizo en ese momento, de esa forma, salieran como lava explosiva de mi interior, alimentando esa parte de mí, que sólo conocía mi familia. Pero que ese idiota de Angus iba a conocer de una m*****a vez.
- “Desde luego Amely, da vergüenza que te hayas dejado convencer por la loca de Ailan, y esta niñada, ¿es que no sabes nada de la vida?, pensé que eras más sensata, me decepcionas, no sabes lo que piensan los hombres cuando te ven así, ¡Qué vergüenza!”- dijo mientras yo sentía crecer en mi interior la guerrera que tenía dentro, no me llaman mis hermanos Amelia Earhart por nada, ya era hora que Angus el aniquilador, conociera a mi verdadera yo.
Angus. - “Desde luego Amely, da vergüenza que te hayas dejado convencer por la loca de Ailan, y esta niñada, ¿es que no sabes nada de la vida?, pensé que eras más sensata, me decepcionas, no sabes lo que piensan los hombres cuando te ven así, ¡Qué vergüenza!”- no sé por qué dije eso, simplemente no me pude controlar, algo que nunca me había pasado, al menos con Amelia. Tampoco es que estuviera costumbrado a esta Amelia, hacía años que no tenía ese contacto que teníamos cuando éramos adolescentes, pero reaccioné como en esa época, sin pensarlo, verla así, tan diferente, tan tentadora, tan mujer, era algo que me descolocaba. Quería que todo volviera a lo conocido, a lo tranquilo, a lo de antes, a lo controlado, pero al parecer, por como reaccionó, eso no iba a volver a pasar ya, jamás. - “¿A quién llamas niñata, gilipollas?”- dijo Connelly cerrando los puños como para golpearme, algo que yo esperaba, pero es que esa maldita diabla pelirroja, es mi maldito castigo, desde que nació. L
Amelia. -” ¡Genial! Es que no me lo creo, por fin despertaste, Amelia Earhart, pensé que toda la vida serías como los perros que mueven las cabezas asintiendo sin control, que se colocan en los salpicaderos de los coches cutre, diciendo que sí, a todo lo que mi hermano diga, o haga.”- las carcajadas de Betty Boo destacaban sobre el sonido de la fiesta, mientras nos desplazábamos hasta la barra que había al fondo de la otra sala, mientras a mí aún me hervía la sangre por dentro. -” Ahora en serio, ¿De verdad, vamos a buscar a un hombre para cabrear a mi hermano? ¿O sólo estas dejando salir la ira?”- me preguntó la pelirroja cuando llegamos a la barra para pedir dos copas, que al menos para mí, serían de lo más fuerte que tuvieran. -” ¿Por qué crees que no estoy hablando en serio?”- pregunté mientras en mi cabeza resonaban las exigencias de ese estúpido de Angus, aunque tenía que reconocer que, la rabia que me roía ahora por dentro era más contra mí misma, que contra ese maldito est
Angus. Aun no me podía creer que esa desvergonzada mujer estuviera bailando con un desconocido, nunca lo había hecho, desde que la conozco, siempre había bailado o con Roy, o conmigo, dos veces en su vida había bailado con Gavin, y una con Lean, y aunque los dos siempre la han tratado como una hermana, conociendo los antecedentes con las mujeres, de esos dos, siempre yo terminaba intercambiando mi pareja con ellos, para evitar que se le metiera ideas extrañas, con la dócil y tranquila Amelia. -” ¡Dócil y tranquila! Eso es una maldita broma.”- dije en un murmullo, mientras la ira aumentaba. -” ¿Qué haces, Angus el aniquilador? ¿Por qué no estas persiguiendo alguna desvergonzada rubia, o morena, con muchas tetas, y poco celebró, que está loca por convertirse en la futura señora Blake?”- la voz deslenguada del castigo que mis padres me dieron, en forma de hermana, me hizo desviar la vista de esa pareja que tanto me molestaba, para mirarla. Frente a mí, con claro signos de querer ase
Angus. -” ¿Qué demonios quier...?”- la voz de mi padre, igual de enfadado que yo, interrumpió mis maldiciones. -” Eso mismo quiero saber yo, Angus Blake, que me expliques ¿Por qué tu hermana ha montado una escena en la pista de baile, amenazando con matarte, y ha terminado golpeando la entrepierna a uno de los invitados, con el que, según testigos, la dejaste bailando, para luego salir del salón completamente enfurecida? ¿Tienes algo que contarme?”- me dijo mi padre haciendo que yo mirara al cielo con hastío. -” Sólo puedo decir en mi defensa, que hubiera preferido ser hijo único, o al menos haber tenido un hermano.”- dije con voz cansada. -” No me sirve, busca a tu hermana, y entérate que pasó, si ese idiota con el que bailo, insulto a mi princesa, encárgate de que lo pague. Y espero que tú no hayas tenido nada que ver con todo esto, o entras también en el castigo.”- ese fue el ultimátum del parcial Jason Blake, cuando se traba de su princesa perdía las formas. Esa noche no volv
Amelia. -” ¿Qué hacéis vosotras aquí? ¿Dónde está Hanna?”- un rugido aniquilador, y muy típico del rey Arturo, resonó en el amplio salón del ático. El brinco que pegamos, tras ser despertadas bruscamente, tanto la futura top Model, como yo, fácilmente puedo asegurar, como futura fisioterapeuta que soy, que podía haber provocado una contractura, o una luxación grave en cualquiera de los discos cervicales del cuello o la espalda, desembocando sin lugar a duda en alguna lesión severa, por no hablar del cambio brusco de nuestro ritmo cardiaco, que el estúpido de mi hermano mayor provocó en las dos, y que estuvo muy cerca del paro cardiaco. -” Pero a ti, ¿qué te pasa, Rey Arturo? ¿Eres idiota? casi nos matas del susto.”- le dije con un gruñido, mientras aún sostenía mi mano sobre mi pecho, para comprobar si mi corazón, aún estaba allí. -” ¡Joder, primo Roy! ¡Eres un jodido psicópata! ¿No puedes ser ...?”- un nuevo rugido tipo león del Rey Arturo interrumpió nuestras quejas. -” ¿Dónde
Amelia. -” ¡Por fin! Pensé que ni siquiera vendrías en el día más importante de mi vida, comprendo que la gran fisioterapeuta esté tan ocupada, que sólo has aparecido para el nacimiento de sus sobrinos, o para tratar, en los primeros años de rehabilitación, a la preciosa Mía, durante estos tres años, claramente eres la peor amiga del mundo...”- las quejas interminables de esa enana, comenzaron, como era costumbre, a partir de ese momento, y yo no pude evitar sonreír ante la crítica telefónicas que la exigente Connelly me dirigía, mientras yo, como siempre, dejaba mi mente vagar en mis recuerdos. La verdad es que, desde hace tres años, mi vida has ido un sin número de viajes, cursos, y másteres, en los mejores institutos de fisioterapia, de América, Europa y Asía, que se intensifico tras acabar mi año de carrera. Incluso asistí medio año al centro especializado en traumatología, al que asistió Mía en Alemania, exactamente en Berlín, para poder volver a caminar. Estos años me han se
Angus. -” ¡Déjame en paz!, ¡vale Leah!, me da igual lo que mi madre te haya dicho, ya tengo bastante con las dos multinacionales que dirijo, las locuras de mi madre, y mi hermana, para buscarme más líos con esas mujeres, que no conozco, y que sólo tú conoces. Lo que me da que pensar que debo tener cuidado, a saber, de dónde las has sacado.”- le dije con una mirada seria, y directa, a ese abogaducho pesado. -” A mí no me culpes, tu madre esta por mandar a tu padre desheredarte si no te casas, y le das un nieto pronto, está muy celosa de que tu madrina, la señora Miller, en menos de dos años, se haya llenado de nietos, seis en total, siete si contamos con la pequeña Mia, y tú con veintiséis, aún no sales con una mujer, en serio.”- dijo el entrometido abogado cogiendo el vaso de whisky que estaba sobre la barra. -” Ni en serio, ni en broma, Angus el aniquilador, se ha convertido en un maldito eunuco.”- dijo muerto de risa Gavin, el muy idiota era un director y actor genial, pero como
Amelia. -” Estas en forma pequeña.”- me dijo una voz que yo reconocería en cualquier parte, pocos hombres amo tan incondicionalmente en mi vida, de hecho, los puedo contar con los dedos de una mano, pero si hay un lugar que sobre sale de todos ellos, es la del hombre, que ahora, me está hablando. -” ¡Papá!”- me giré emocionada, para buscar sobre el tatami, al dueño de esa voz que yo adoraba, arrojándome, inmediatamente, entre sus brazos. Acababa de terminar mi sesión de Jiujitsu, para poder desestresarme, en tres horas tenía cita con Greg Watson, y sus empleados desquiciados..., digo, especializados en estilismos, y eso necesitaba, para mi paz mental, un proceso de gestión de la agresividad, y de la paciencia, de manera inmediata y urgente. -” ¿Cuándo has llegado?”- oí que me decía mi padre, mientras yo enterraba mi cara en su pecho, para oler su aroma familiar, desde muy pequeña, el olor de mi padre era el mejor de los calmantes para mí. -” Llegué anoche de madrugada, la verd