Amelia. Casi no podía creer que esto estaba sucediendo, las manos me temblaban, y el dolor en el corazón era agudo, insoportable. -” ¡Nooo! ¡Él es mío! Suéltalo zorra.”- dijo una voz a gritos, desde mi interior. Esa voz fue la que me hizo avanzar en la dirección en que esos dos estaban, sabía que cuando llegara hasta Angus, probablemente lo iba a golpear con todas mis fuerzas, y lo más seguro que terminaría arrastrando a esa perra por el suelo, por no conocer cuál era su lugar, para mi lógica esa metida se estaba jugando la vida, pero todo cambió pronto, cuando los vi avanzar hacia la salida, algo me llamó la atención frenándome en mi avance, de forma que, luego descubrí, fue una acción, por mi parte, estúpida, y definitivamente, peligrosa. Mis conocimientos en fisioterapia me hicieron darme cuenta de que Angus no caminaba de forma normal, iba más bien de forma errática, y descontrolada, con las extremidades caídas, y sin fuerza, además su cabeza caía hacía delante, como si le cos
Angus. La sensación de que todo giraba a mi alrededor, junto a una maldita pesades que me embargaba, fueron los primeros síntomas de que algo no andaba bien, increíblemente mi mente percibía que esto no era normal, y quería buscar una solución, pero mi cuerpo, no recibí esa orden, no quería colaborar, simplemente se dejaba arrastrar por alguien, que yo sabía que, era el motivo de mi estado actual. Intentaba levantar la cabeza, que me caía inerte casi sobre el pecho, pero los malditos músculos de mi cuello habían decidido que no tenían la fuerza suficiente para hacerlo. Me tenía que conformar con intentar reconocer las imágenes que, veía en el suelo, sobre la moqueta, mientras caminábamos por los pasillos del hotel. La persona que me sujetaba era una mujer, y no muy fuerte, dada la dificultad que estaba teniendo al caminar, algo que, en mi estado normal, me hubiera sido hasta humillantemente fácil, hacia ella, poder desbaratar las intenciones que tuviera para conmigo, en ese momento
Amelia. -” Sujétenlo, vamos a curar sus heridas.”- dije a los dos hombres que aún me acompañaban, que no eran otros que Gavin y Gordon. Mientras curaba las heridas de sus manos, lo oir gruñir mientras trata de soltarse, su mirada estaba perdida en mi cuerpo, mientras con un gran esfuerzo, el asistente y el actor trataba de inmovilizarlo sin hacerle daño. -” ¿Qué hacemos con él? El médico está en camino...”- preguntó Gordon, preocupado por su jefe, pero yo lo interrumpí. -” No va a servir de nada, no para su emergencia más urgente... sólo hay una manera...”- le dije, acercándome a un furioso Angus, mientras sujetaba su cara, entre mis manos. Esto pareció calmarlo, un poco, cerró los ojos, y se apoyó contra mis manos, como queriendo sentir mi tacto. Dejando de gruñir, y de resistirse. -” Bien Aniquilador, cálmate, sé lo que necesaritas, pronto estarás mejor.”- le dije con voz dulce, mientras aproximaba mis labios a los suyos. -” ¿Amelia?”- me advirtió Gavin, intentando no mirar
Amelia. -” Los declaro marido y mujer, puedes besar a la novia.”- oí que decía el párroco escoces, mientras yo hacía de testigo de cómo un enamorado, y totalmente dichoso, Rowdy besaba su esposa secreta, la incombustible Connelly Blake, que ahora se llamaba Cooper, delante de mí. La verdad es que la envidia me corroe por dentro, la maldita Betty Boo, al final se ha salido con la suya, y a las espaldas de las grandes controladoras de las tres familias, se había casado con el hombre que amaba, a escondidas, sin grandes intromisiones, ni de su madre, ni de su madrina, y sobre todo de su hermano, y de su padre. La maldita modelo, ni siquiera ha compartido con las familias que estaba enamorada, y desde hacía ya un año, se consideraba una mujer perfectamente casada, lo de hoy sólo es la implicación legal, de un hecho consumado. Soy la única que conoce este hecho, algo que al final le ayuda a la maldita de Connelly a aprovecharme de mí, ¿Sabéis lo difícil que me resulta hacerme la loca,
Queridas lectoras, finalizada la quinta novela de la saga Miller, quedan sueltos algunos detalles, que pasaran con Maryorie y su sobrina, también la reacción de los progenitores, o si pronto la familia Blake podrá tener su primer heredero, pero eso se sabrá en la sexta, y última, novela de la saga, no creo que vuelva a escribir más sobre esta familia, creo que ya es hora de desarrollar otras historias, y probar cosas nuevas, por eso os pongo la trama de la historia la próxima historia que voy a escribir, que es mucho más oscura que las historias que escribo hasta ahora. La esposa consentida de la familia De Falco. Coorah Bell es la única heredera de la familia Bell, son los fundadores del grupo Bell, empresarios mercantes australianos que operan con sus barcos en toda Oceanía. Por tradición familiar, cada heredero varón puede heredar sin problemas, aunque no se case, pero las mujeres, para heredar, deben casarse, y no con cualquiera, sino con el hombre que sus progenitores elijan,
Amelia. - “Es increíble lo inquieta que eres, ¿Te puedes a quedar quieta de una maldita vez, Amelia Earhart? O te juro que te ahogo con mis propias manos, enana del demonio”- la voz de mi hermana Ailan se oyó alta y desesperada, en la sala privada de mi madre, que estaba en el segundo piso de la mansión Miller, en Nueva York. No podía evitarlo, a mis quince años, era la primera vez que me maquillaba, y sinceramente, no se vosotras mujeres del mundo, pero para mí, esto del rímel, y el Enliner, es un maldito invento del demonio, hecho para torturar los ojos de las mujeres incautas, que se dejan arrastrar por estas estúpida manía del estilismo y el maquillaje, por mucho que lo intentaba, no podía evitar que mis ojos parpadearan, lagrimando, cosa que provocaba que intentara secarme las lágrimas, aumentando así la ira de la estúpida de Wendy. - “¡Es totalmente imposible! Mamá me rindo, tu hija es un maldito hombre, en cuerpo de mujer, mírala, si se parece un panda.”- se quejó Wendy a
Angus. Nada más entrar con mi familia en el lujoso vestíbulo de la mansión Miller, ya se oía el sonido de la música del gran salón de baile del primer piso. - “Bienvenidos señor y señora Blake. Gavin los acompañara, a la sala principal.”- nos dijo nada más vernos, el famoso y eficiente mayordomo de los Miller, James Conway, es abuelo de Gavin Conway, mi otro mejor amigo. Hace ocho años, los padres Gavin murieron en un accidente de coche, el padre de Gavin era el único hijo de James Conway, el mayordomo de cincuenta y ocho años de los Miller, así que Gavin vino a vivir a la mansión Miller, convirtiéndose en uno más de la familia, por deseo del bisabuelo Miller, con las misma oportunidades que sus nietos, fue así como nació nuestra amistad, el trio de triunfadores, éramos Roy, Gary y yo, los guaperas, ricos, los mejores estudiantes, y deportistas del Instituto Privado Horacio Mann, por no hablar de éxito que tenemos entre las féminas, lo tenemos todo. El próximo año Gary ira a la
Clara. Mucho antes de bajar las escaleras, y gracias al consejo de la reina de las grandes entradas, Alian Caroline Miller, me dije a mí misma que me mostraría altiva, segura, y no prestaría atención a nadie, en especial a ese atractivo joven, moreno, alto, y musculoso, de dieciocho años, de ojos verde profundos, y mirada altiva, que para mí desgracia, llevaba siendo mi fuente recurrente de fantasías amorosas, como adolescente, desde que cumplí los doce años. Y creo que lo conseguí, los primeros seis escalones, hasta que mi impaciencia y curiosidad de estúpida enamorada, y porque no decirlo, mi inseguridad, pudieron conmigo, así que rápidamente miré hacia la multitud, tratando de localizar al personaje principal de mi enamoramiento juvenil, para descubrir, decepcionada como mi hermano, Gary, él y el grupo de descerebrados, que eran amigos de esos tres, salían por la puerta que daba a la terraza, desde donde se accede al jardín, sin tan siquiera mirar atrás, en ningún momento. Por