Amelia. -” ¡Genial! Es que no me lo creo, por fin despertaste, Amelia Earhart, pensé que toda la vida serías como los perros que mueven las cabezas asintiendo sin control, que se colocan en los salpicaderos de los coches cutre, diciendo que sí, a todo lo que mi hermano diga, o haga.”- las carcajadas de Betty Boo destacaban sobre el sonido de la fiesta, mientras nos desplazábamos hasta la barra que había al fondo de la otra sala, mientras a mí aún me hervía la sangre por dentro. -” Ahora en serio, ¿De verdad, vamos a buscar a un hombre para cabrear a mi hermano? ¿O sólo estas dejando salir la ira?”- me preguntó la pelirroja cuando llegamos a la barra para pedir dos copas, que al menos para mí, serían de lo más fuerte que tuvieran. -” ¿Por qué crees que no estoy hablando en serio?”- pregunté mientras en mi cabeza resonaban las exigencias de ese estúpido de Angus, aunque tenía que reconocer que, la rabia que me roía ahora por dentro era más contra mí misma, que contra ese maldito est
Angus. Aun no me podía creer que esa desvergonzada mujer estuviera bailando con un desconocido, nunca lo había hecho, desde que la conozco, siempre había bailado o con Roy, o conmigo, dos veces en su vida había bailado con Gavin, y una con Lean, y aunque los dos siempre la han tratado como una hermana, conociendo los antecedentes con las mujeres, de esos dos, siempre yo terminaba intercambiando mi pareja con ellos, para evitar que se le metiera ideas extrañas, con la dócil y tranquila Amelia. -” ¡Dócil y tranquila! Eso es una maldita broma.”- dije en un murmullo, mientras la ira aumentaba. -” ¿Qué haces, Angus el aniquilador? ¿Por qué no estas persiguiendo alguna desvergonzada rubia, o morena, con muchas tetas, y poco celebró, que está loca por convertirse en la futura señora Blake?”- la voz deslenguada del castigo que mis padres me dieron, en forma de hermana, me hizo desviar la vista de esa pareja que tanto me molestaba, para mirarla. Frente a mí, con claro signos de querer ase
Angus. -” ¿Qué demonios quier...?”- la voz de mi padre, igual de enfadado que yo, interrumpió mis maldiciones. -” Eso mismo quiero saber yo, Angus Blake, que me expliques ¿Por qué tu hermana ha montado una escena en la pista de baile, amenazando con matarte, y ha terminado golpeando la entrepierna a uno de los invitados, con el que, según testigos, la dejaste bailando, para luego salir del salón completamente enfurecida? ¿Tienes algo que contarme?”- me dijo mi padre haciendo que yo mirara al cielo con hastío. -” Sólo puedo decir en mi defensa, que hubiera preferido ser hijo único, o al menos haber tenido un hermano.”- dije con voz cansada. -” No me sirve, busca a tu hermana, y entérate que pasó, si ese idiota con el que bailo, insulto a mi princesa, encárgate de que lo pague. Y espero que tú no hayas tenido nada que ver con todo esto, o entras también en el castigo.”- ese fue el ultimátum del parcial Jason Blake, cuando se traba de su princesa perdía las formas. Esa noche no volv
Amelia. -” ¿Qué hacéis vosotras aquí? ¿Dónde está Hanna?”- un rugido aniquilador, y muy típico del rey Arturo, resonó en el amplio salón del ático. El brinco que pegamos, tras ser despertadas bruscamente, tanto la futura top Model, como yo, fácilmente puedo asegurar, como futura fisioterapeuta que soy, que podía haber provocado una contractura, o una luxación grave en cualquiera de los discos cervicales del cuello o la espalda, desembocando sin lugar a duda en alguna lesión severa, por no hablar del cambio brusco de nuestro ritmo cardiaco, que el estúpido de mi hermano mayor provocó en las dos, y que estuvo muy cerca del paro cardiaco. -” Pero a ti, ¿qué te pasa, Rey Arturo? ¿Eres idiota? casi nos matas del susto.”- le dije con un gruñido, mientras aún sostenía mi mano sobre mi pecho, para comprobar si mi corazón, aún estaba allí. -” ¡Joder, primo Roy! ¡Eres un jodido psicópata! ¿No puedes ser ...?”- un nuevo rugido tipo león del Rey Arturo interrumpió nuestras quejas. -” ¿Dónde
Amelia. -” ¡Por fin! Pensé que ni siquiera vendrías en el día más importante de mi vida, comprendo que la gran fisioterapeuta esté tan ocupada, que sólo has aparecido para el nacimiento de sus sobrinos, o para tratar, en los primeros años de rehabilitación, a la preciosa Mía, durante estos tres años, claramente eres la peor amiga del mundo...”- las quejas interminables de esa enana, comenzaron, como era costumbre, a partir de ese momento, y yo no pude evitar sonreír ante la crítica telefónicas que la exigente Connelly me dirigía, mientras yo, como siempre, dejaba mi mente vagar en mis recuerdos. La verdad es que, desde hace tres años, mi vida has ido un sin número de viajes, cursos, y másteres, en los mejores institutos de fisioterapia, de América, Europa y Asía, que se intensifico tras acabar mi año de carrera. Incluso asistí medio año al centro especializado en traumatología, al que asistió Mía en Alemania, exactamente en Berlín, para poder volver a caminar. Estos años me han se
Angus. -” ¡Déjame en paz!, ¡vale Leah!, me da igual lo que mi madre te haya dicho, ya tengo bastante con las dos multinacionales que dirijo, las locuras de mi madre, y mi hermana, para buscarme más líos con esas mujeres, que no conozco, y que sólo tú conoces. Lo que me da que pensar que debo tener cuidado, a saber, de dónde las has sacado.”- le dije con una mirada seria, y directa, a ese abogaducho pesado. -” A mí no me culpes, tu madre esta por mandar a tu padre desheredarte si no te casas, y le das un nieto pronto, está muy celosa de que tu madrina, la señora Miller, en menos de dos años, se haya llenado de nietos, seis en total, siete si contamos con la pequeña Mia, y tú con veintiséis, aún no sales con una mujer, en serio.”- dijo el entrometido abogado cogiendo el vaso de whisky que estaba sobre la barra. -” Ni en serio, ni en broma, Angus el aniquilador, se ha convertido en un maldito eunuco.”- dijo muerto de risa Gavin, el muy idiota era un director y actor genial, pero como
Amelia. -” Estas en forma pequeña.”- me dijo una voz que yo reconocería en cualquier parte, pocos hombres amo tan incondicionalmente en mi vida, de hecho, los puedo contar con los dedos de una mano, pero si hay un lugar que sobre sale de todos ellos, es la del hombre, que ahora, me está hablando. -” ¡Papá!”- me giré emocionada, para buscar sobre el tatami, al dueño de esa voz que yo adoraba, arrojándome, inmediatamente, entre sus brazos. Acababa de terminar mi sesión de Jiujitsu, para poder desestresarme, en tres horas tenía cita con Greg Watson, y sus empleados desquiciados..., digo, especializados en estilismos, y eso necesitaba, para mi paz mental, un proceso de gestión de la agresividad, y de la paciencia, de manera inmediata y urgente. -” ¿Cuándo has llegado?”- oí que me decía mi padre, mientras yo enterraba mi cara en su pecho, para oler su aroma familiar, desde muy pequeña, el olor de mi padre era el mejor de los calmantes para mí. -” Llegué anoche de madrugada, la verd
Amelia. -” No, gracias, Robin Hood, siempre tan servicial.” le dije con sarcasmo. Él sólo soltó una pequeña carcajada. -” Por ciento, como van la universidad, te adaptas a vivir sólo, o mamá ya ha enviado a alguien para que te cuidé, una nana para su pequeño.”- le dije en tono de broma. Marcus siempre ha sido, de mis hermanos, el sobreprotegido por mi madre de forma inconsciente, lo más seguro, motivado porque es su hijo más pequeño, el último de los Miller por años, hasta claro, el nacimiento de mis sobrinos. Este es el motivo por lo que casi le da algo, a la diosa Miller, cuando mi hermano decidió que, en vez de estudiar en Inglaterra, Derecho, para convertirse en abogado, lo haría en la universidad de Harvard, en Boston, Estados Unidos, a miles de kilómetro del ojo protector de mi madre. Esta obsesión de la Diosa, por Robin Hood, solía provocar muchas bromas entre nosotros, sus hermanos mayores, siempre que queríamos burlarnos de ese enano, cuando creció, y en una adolescenci