Angus. -” Es que no es justo, ¿Por qué tu hermana tiene que ponerlo todo tan difícil? ¿Por qué tiene que ser tan parecida a tu madre?”- no pude evitar sonreír al oír estas preguntas, que salían de la boca de mi padre, ya que las había escuchado, prácticamente, toda mi vida, desde el nacimiento de mi mayor castigo. Desde que nació Connelly Blake, y su verdadera personalidad, se fue desarrollando, tanto mi padre, como yo, supimos que estábamos en graves problemas. La realidad es que, aunque Jason y Kimberly Blake, son tan diferentes, tan polos opuestos, han formado a una pareja que, increíblemente, se complementa perfectamente. Es normal, que la unión de ambos diera lugar a hijos, e hijas, complicados, aunque en lo que no calibraron bien esos dos, fue que la mezcla de sus genes, darían lugar a personalidades, que muy probablemente, les volverían locos. Tanto Connelly, como yo, somos una mezcla perfecta de personas que van desde la tranquilidad, la insensibilidad, el frío, y el carác
Amelia. -” Somos los últimos en llegar, mamá está que trina”- me dijo en un murmullo, mi hermano mientras avanzábamos, yo del brazo de él, por la alfombra roja del gran Instituto de la Moda de París. Me imaginé, que ese había sido el mensaje que le había llegado a Marcus, cuando la limusina se detuvo delante del instituto, como siempre mi madre, la reina del protocolo, quería controlarlo todo. -” A lo mejor es que la diosa Miller, piensa que somos nosotros los que vamos a desfilar, tendremos que explicarle que nosotros solo somos espectadores, y que, por eso, está bien con que lleguemos media hora antes del inicio del evento.”- le dije murmurando también, mientras mantenía mi sonrisa a todos aquellos que nos observaban llegar, que estaban a los laterales de la alfombra roja, como espectadores. Lógicamente mi hermano no pudo evitar, una pequeña carcajada que hizo que sus hombros se subieran un poco, la verdad era que había echado mucho de menos, en estos tres años, esta complicidad
Angus. -” Creo que estas muy equivocado señor Blake, la persona de la que usted habla, hace tres años que desapareció, lo cual me lleva a la conclusión de que, o no nadie se lo ha comunicado hasta ahora, o se lo comunicaron mal, la verdad es que estaba harta de esa estúpida, idiota, que no sabía defenderse. La que esta delante de usted, es la auténtica y genuina, quizás le sea algo difícil de digerir, dado, su tendencia controlarlo y a pesar de que sólo usted tiene la razón, pero lamentablemente, ni quiero, ni me importa, su opinión así que, si no le gusta la verdadera Amelia, cosa que por otro lado me da igual, siempre puede evitarme, es más estoy deseando que lo haga, pero si no es así, no se queje ya que se lo he advertido, ya al menos dos veces.”- le oí decir con una sonrisa que nada reflejaba sus palabras, ni la ira ardiente de sus ojos. Aún no me lo podía creer, me costó unos segundos gestionar lo que acababa de escuchar, mientras en mi interior, miles de emociones se entremez
Amelia. Me sentí como una maldita idiota, me odié a mí misma por bajar la mirada, por dejarme influenciar por eso intensos ojos verdes, cuando ese maldito me estaba restando tan abiertamente. Tengo que reconocer, que, en esto del ataque directo, Angus Blake tienen mucha más experiencia que yo, y está mucho más preparado. Pero por muy humillada que sienta ahora, observando como él, sonríe de satisfacción, al saberse vencedor de este enfrentamiento de voluntades, tengo que tomármelo como una pequeña derrota. No me hubiera metido en todo esto, ni tomado la decisión que tomé, si a las primeras de cambio me iba a dar por vencida. De esto se trataba todo, de demostrarle a ese estúpido, que nunca me había conocido, que la servicial Amelia que, por lo visto, él echaba tanto de menos, era una mera ilusión, o definitivamente había muerto, hace tres años. El resto del desfile se desarrolló como se esperaba, Betty Boo brillo con todo su esplendor, y al final cuando desfiló en increíble, y va
Amelia. -” Ya puedes largar, y con detalle, ¿Qué ha pasado entre El aniquilador y tú? Y no trates de engañarme diciéndome que nada, porque no te voy a creer, los conozco demasiado a los dos.”- me dijo con una sonrisa peligrosa Betty Boo, mientras en el Uber que habíamos alquilado, nos llevaba al hotel de la Top Model, tras, literalmente, fugarnos del coctel, sin decirle nada a nadie. El ataque directo, sin medir las consecuencias, es una de las habilidades que más desarrollada tiene la pelirroja, y que más odio yo, en ocasiones como esta, cuando tienes la guardia baja, y tú eres el ingenuo objetivo a su inquisitiva personalidad, por el contrario, en otras ocasiones, es hasta liberador. -” No ha pasado nada de importancia, simplemente ya no le aguanto sus aires de todo poderoso, centro del mundo, que cree conocer todo, y a todos, y que por eso puede darse el lujo de decirle a los demás como deben de ser y comportarse, simplemente eso...”-le dije a la pelirroja tratando de parecer d
Narrador. -” Como siempre estas niñas hacen lo que les da la gana. Mi hija Connelly es totalmente ingobernable. Te lo he dicho muchas veces Jason, has mimado demasiado a esa niña.”- el comentario de Kimberly Blake, fue recibido por su marido con apenas una mueca, mientras ese exasistente dejaba que sus pensamientos, sobre la reclamación de su mujer, quedasen sólo en eso, un pensamiento. -” Claro, como si tú, Valkiria, no tuvieras nada que ver en lo independiente que es esa maldita niña, si fuera por mí, nunca hubiera sido modelo.”- pensó el padre de Betty Boo, guardándose sus pensamientos, algo de había aprendido con los años. Su esposa adoraba los enfrentamientos, sobre todo si el rival era él, lógicamente en ocasiones, y pensando en las reconciliaciones, él cedían a darle lo que ella pedía, pero cuando se trataba de sus hijos, solía dejar que ella creyese que había ganado, era la mejor manera de ser constructivo, sobre todo cuando se trataba de su hija Connelly, ya que ambas ten
Amelia. -” Que alguien silencie esas malditas trompetas de Jericó, de una vez, o mejor, que un ser misericordioso me arranque la cabeza, de una sólo golpe, lo que sea que haga que esta maldita resaca desaparezca de una maldita vez”- fue lo primero que pensé esa mañana. Sobre todo, cuando intentaba abrir los ojos, mientras una la vibración intensa, e incesante, de mi móvil, mi cabeza, reproducía como si tuviera a quinientos carpinteros, con una taladradora en mano, trabajado afanosamente, para tratar de amueblar mi mente, que, a esas horas, salvo por la necesidad de querer morirme, para no seguir sufriendo, poco más tenía en su interior. La necesidad de que esa constante vibración, de torno de dentista, acabara de una vez por todas, fue lo que hizo que buscara con los ojos cerrados, por la cómoda superficie en la que, ahora descansaba, mi problemática resaca, dentro de mi cabeza. Al fin lo localicé bajo lo que supuse era mi almohada, y sin pensarlo, aún con los ojos cerrados, int
Angus. -” Disculpe señor Blake, si me reclama, como si yo fuera una de sus citas de negocio, no sé por qué me llama a mí, mejor, para pedir una hora adecuada, pónganse en contacto con mi secretaría, es la que lleva mi agenda profesional.”-dijo la altanera Amelia, a través del teléfono, demostrando cuanto había cambiado, desde esa fatídica noche, antes de navidad. -” ¿Secretaría? ¿Qué secretaría? ¿Las fisioterapeutas clínicas tienen secretarías?”-tuve que preguntar ante la actitud condescendiente de la tercera heredera de los Miller, aún a riesgo de recibir la respuesta que recibí. -” Exacto, muy bien, veo que lo ha cogido a la primera, y resuelto su problema con las exigencias, le voy a dejar claro que hasta la tarde no deseo, ni tengo la desagradable intención de verlo, Angus el Aniquilador, así que podrías dejar de molest...”- tuve que interrumpirla mientras trataba de que una carcajada no escapara de mis labios. Esta nueva Amelia, aparte de descarada, altanera, y totalmente g