Angus. -” ¡Déjame en paz!, ¡vale Leah!, me da igual lo que mi madre te haya dicho, ya tengo bastante con las dos multinacionales que dirijo, las locuras de mi madre, y mi hermana, para buscarme más líos con esas mujeres, que no conozco, y que sólo tú conoces. Lo que me da que pensar que debo tener cuidado, a saber, de dónde las has sacado.”- le dije con una mirada seria, y directa, a ese abogaducho pesado. -” A mí no me culpes, tu madre esta por mandar a tu padre desheredarte si no te casas, y le das un nieto pronto, está muy celosa de que tu madrina, la señora Miller, en menos de dos años, se haya llenado de nietos, seis en total, siete si contamos con la pequeña Mia, y tú con veintiséis, aún no sales con una mujer, en serio.”- dijo el entrometido abogado cogiendo el vaso de whisky que estaba sobre la barra. -” Ni en serio, ni en broma, Angus el aniquilador, se ha convertido en un maldito eunuco.”- dijo muerto de risa Gavin, el muy idiota era un director y actor genial, pero como
Amelia. -” Estas en forma pequeña.”- me dijo una voz que yo reconocería en cualquier parte, pocos hombres amo tan incondicionalmente en mi vida, de hecho, los puedo contar con los dedos de una mano, pero si hay un lugar que sobre sale de todos ellos, es la del hombre, que ahora, me está hablando. -” ¡Papá!”- me giré emocionada, para buscar sobre el tatami, al dueño de esa voz que yo adoraba, arrojándome, inmediatamente, entre sus brazos. Acababa de terminar mi sesión de Jiujitsu, para poder desestresarme, en tres horas tenía cita con Greg Watson, y sus empleados desquiciados..., digo, especializados en estilismos, y eso necesitaba, para mi paz mental, un proceso de gestión de la agresividad, y de la paciencia, de manera inmediata y urgente. -” ¿Cuándo has llegado?”- oí que me decía mi padre, mientras yo enterraba mi cara en su pecho, para oler su aroma familiar, desde muy pequeña, el olor de mi padre era el mejor de los calmantes para mí. -” Llegué anoche de madrugada, la verd
Amelia. -” No, gracias, Robin Hood, siempre tan servicial.” le dije con sarcasmo. Él sólo soltó una pequeña carcajada. -” Por ciento, como van la universidad, te adaptas a vivir sólo, o mamá ya ha enviado a alguien para que te cuidé, una nana para su pequeño.”- le dije en tono de broma. Marcus siempre ha sido, de mis hermanos, el sobreprotegido por mi madre de forma inconsciente, lo más seguro, motivado porque es su hijo más pequeño, el último de los Miller por años, hasta claro, el nacimiento de mis sobrinos. Este es el motivo por lo que casi le da algo, a la diosa Miller, cuando mi hermano decidió que, en vez de estudiar en Inglaterra, Derecho, para convertirse en abogado, lo haría en la universidad de Harvard, en Boston, Estados Unidos, a miles de kilómetro del ojo protector de mi madre. Esta obsesión de la Diosa, por Robin Hood, solía provocar muchas bromas entre nosotros, sus hermanos mayores, siempre que queríamos burlarnos de ese enano, cuando creció, y en una adolescenci
Angus. -” Es que no es justo, ¿Por qué tu hermana tiene que ponerlo todo tan difícil? ¿Por qué tiene que ser tan parecida a tu madre?”- no pude evitar sonreír al oír estas preguntas, que salían de la boca de mi padre, ya que las había escuchado, prácticamente, toda mi vida, desde el nacimiento de mi mayor castigo. Desde que nació Connelly Blake, y su verdadera personalidad, se fue desarrollando, tanto mi padre, como yo, supimos que estábamos en graves problemas. La realidad es que, aunque Jason y Kimberly Blake, son tan diferentes, tan polos opuestos, han formado a una pareja que, increíblemente, se complementa perfectamente. Es normal, que la unión de ambos diera lugar a hijos, e hijas, complicados, aunque en lo que no calibraron bien esos dos, fue que la mezcla de sus genes, darían lugar a personalidades, que muy probablemente, les volverían locos. Tanto Connelly, como yo, somos una mezcla perfecta de personas que van desde la tranquilidad, la insensibilidad, el frío, y el carác
Amelia. -” Somos los últimos en llegar, mamá está que trina”- me dijo en un murmullo, mi hermano mientras avanzábamos, yo del brazo de él, por la alfombra roja del gran Instituto de la Moda de París. Me imaginé, que ese había sido el mensaje que le había llegado a Marcus, cuando la limusina se detuvo delante del instituto, como siempre mi madre, la reina del protocolo, quería controlarlo todo. -” A lo mejor es que la diosa Miller, piensa que somos nosotros los que vamos a desfilar, tendremos que explicarle que nosotros solo somos espectadores, y que, por eso, está bien con que lleguemos media hora antes del inicio del evento.”- le dije murmurando también, mientras mantenía mi sonrisa a todos aquellos que nos observaban llegar, que estaban a los laterales de la alfombra roja, como espectadores. Lógicamente mi hermano no pudo evitar, una pequeña carcajada que hizo que sus hombros se subieran un poco, la verdad era que había echado mucho de menos, en estos tres años, esta complicidad
Angus. -” Creo que estas muy equivocado señor Blake, la persona de la que usted habla, hace tres años que desapareció, lo cual me lleva a la conclusión de que, o no nadie se lo ha comunicado hasta ahora, o se lo comunicaron mal, la verdad es que estaba harta de esa estúpida, idiota, que no sabía defenderse. La que esta delante de usted, es la auténtica y genuina, quizás le sea algo difícil de digerir, dado, su tendencia controlarlo y a pesar de que sólo usted tiene la razón, pero lamentablemente, ni quiero, ni me importa, su opinión así que, si no le gusta la verdadera Amelia, cosa que por otro lado me da igual, siempre puede evitarme, es más estoy deseando que lo haga, pero si no es así, no se queje ya que se lo he advertido, ya al menos dos veces.”- le oí decir con una sonrisa que nada reflejaba sus palabras, ni la ira ardiente de sus ojos. Aún no me lo podía creer, me costó unos segundos gestionar lo que acababa de escuchar, mientras en mi interior, miles de emociones se entremez
Amelia. Me sentí como una maldita idiota, me odié a mí misma por bajar la mirada, por dejarme influenciar por eso intensos ojos verdes, cuando ese maldito me estaba restando tan abiertamente. Tengo que reconocer, que, en esto del ataque directo, Angus Blake tienen mucha más experiencia que yo, y está mucho más preparado. Pero por muy humillada que sienta ahora, observando como él, sonríe de satisfacción, al saberse vencedor de este enfrentamiento de voluntades, tengo que tomármelo como una pequeña derrota. No me hubiera metido en todo esto, ni tomado la decisión que tomé, si a las primeras de cambio me iba a dar por vencida. De esto se trataba todo, de demostrarle a ese estúpido, que nunca me había conocido, que la servicial Amelia que, por lo visto, él echaba tanto de menos, era una mera ilusión, o definitivamente había muerto, hace tres años. El resto del desfile se desarrolló como se esperaba, Betty Boo brillo con todo su esplendor, y al final cuando desfiló en increíble, y va
Amelia. -” Ya puedes largar, y con detalle, ¿Qué ha pasado entre El aniquilador y tú? Y no trates de engañarme diciéndome que nada, porque no te voy a creer, los conozco demasiado a los dos.”- me dijo con una sonrisa peligrosa Betty Boo, mientras en el Uber que habíamos alquilado, nos llevaba al hotel de la Top Model, tras, literalmente, fugarnos del coctel, sin decirle nada a nadie. El ataque directo, sin medir las consecuencias, es una de las habilidades que más desarrollada tiene la pelirroja, y que más odio yo, en ocasiones como esta, cuando tienes la guardia baja, y tú eres el ingenuo objetivo a su inquisitiva personalidad, por el contrario, en otras ocasiones, es hasta liberador. -” No ha pasado nada de importancia, simplemente ya no le aguanto sus aires de todo poderoso, centro del mundo, que cree conocer todo, y a todos, y que por eso puede darse el lujo de decirle a los demás como deben de ser y comportarse, simplemente eso...”-le dije a la pelirroja tratando de parecer d