Narrador. -” Como siempre estas niñas hacen lo que les da la gana. Mi hija Connelly es totalmente ingobernable. Te lo he dicho muchas veces Jason, has mimado demasiado a esa niña.”- el comentario de Kimberly Blake, fue recibido por su marido con apenas una mueca, mientras ese exasistente dejaba que sus pensamientos, sobre la reclamación de su mujer, quedasen sólo en eso, un pensamiento. -” Claro, como si tú, Valkiria, no tuvieras nada que ver en lo independiente que es esa maldita niña, si fuera por mí, nunca hubiera sido modelo.”- pensó el padre de Betty Boo, guardándose sus pensamientos, algo de había aprendido con los años. Su esposa adoraba los enfrentamientos, sobre todo si el rival era él, lógicamente en ocasiones, y pensando en las reconciliaciones, él cedían a darle lo que ella pedía, pero cuando se trataba de sus hijos, solía dejar que ella creyese que había ganado, era la mejor manera de ser constructivo, sobre todo cuando se trataba de su hija Connelly, ya que ambas ten
Amelia. -” Que alguien silencie esas malditas trompetas de Jericó, de una vez, o mejor, que un ser misericordioso me arranque la cabeza, de una sólo golpe, lo que sea que haga que esta maldita resaca desaparezca de una maldita vez”- fue lo primero que pensé esa mañana. Sobre todo, cuando intentaba abrir los ojos, mientras una la vibración intensa, e incesante, de mi móvil, mi cabeza, reproducía como si tuviera a quinientos carpinteros, con una taladradora en mano, trabajado afanosamente, para tratar de amueblar mi mente, que, a esas horas, salvo por la necesidad de querer morirme, para no seguir sufriendo, poco más tenía en su interior. La necesidad de que esa constante vibración, de torno de dentista, acabara de una vez por todas, fue lo que hizo que buscara con los ojos cerrados, por la cómoda superficie en la que, ahora descansaba, mi problemática resaca, dentro de mi cabeza. Al fin lo localicé bajo lo que supuse era mi almohada, y sin pensarlo, aún con los ojos cerrados, int
Angus. -” Disculpe señor Blake, si me reclama, como si yo fuera una de sus citas de negocio, no sé por qué me llama a mí, mejor, para pedir una hora adecuada, pónganse en contacto con mi secretaría, es la que lleva mi agenda profesional.”-dijo la altanera Amelia, a través del teléfono, demostrando cuanto había cambiado, desde esa fatídica noche, antes de navidad. -” ¿Secretaría? ¿Qué secretaría? ¿Las fisioterapeutas clínicas tienen secretarías?”-tuve que preguntar ante la actitud condescendiente de la tercera heredera de los Miller, aún a riesgo de recibir la respuesta que recibí. -” Exacto, muy bien, veo que lo ha cogido a la primera, y resuelto su problema con las exigencias, le voy a dejar claro que hasta la tarde no deseo, ni tengo la desagradable intención de verlo, Angus el Aniquilador, así que podrías dejar de molest...”- tuve que interrumpirla mientras trataba de que una carcajada no escapara de mis labios. Esta nueva Amelia, aparte de descarada, altanera, y totalmente g
Amelia. -” Puntual, ni un minuto menos, ni uno más, así que no puedes tener queja. Pido un café, y empezamos.”- le dije sentándome con elegancia, tal como me había enseñado Connelly. Aunque mi entrada impactante y triunfal, como medio de descolocar al oponente, había sido medida y meditada, siguiendo las instrucciones de la provocadora Betty Boo, la reina de las puestas en escena, y experta en ser el centro de atención, me era imposible mirar al hombre que me esperaba en una de las mesas de la terraza de eso famoso café, sin apreciar lo deseable, masculino, tentador y atractivo que era. Quizás fuera provocado por los años de adoración ciega que aún, pese a mi determinación hace tres años, desde los doce años, había sentido por Angus Blake, algo que dejaba claro lo estúpidas que somos algunas mujeres con los hombres de los que nos enamoramos, aunque, como en este caso, no sea lo más conveniente para nosotras. Mientras pedía en francés un café, y algo de desayuno, pese a la hora q
Angus. ” Qué sabes tú que es lo que me pega, no me conoces, ni siquiera sabes como soy en realidad, lo único que ha hecho que me comportara como una estúpida contigo, algo que ni hacía con mis hermanos mayores, y de lo que aún me arrepiento, fue mi estúpido, e idiota, enamoramiento infantil hacía ti, que tú mismo te encargaste de destrozar a los quince años, así que no me des lecciones, Angus Blake, no te las consiento, ni a ti, ni a nadie.”- le oí decir mientras todos los pensamientos de mi cabeza entraban en barrena, cayendo, desde las alturas, con clara incredulidad. Por mucho que intentaba gestionar lo que estaba oyendo, sólo las palabras “enamoramiento infantil” eran las que más rebotaban en mi mente de forma candente, como un maldito anuncio de neón, mientras el resto de sus palabras se diluían en la inmensidad. -” ¿Amelia Blake se había enamorado de mí? ¿Cuándo? ¿Como? ¿Aun me amaba? ¿No será esto otra forma de reírse de mí?”- miles me preguntas bailaban en mi mente mientras
Angus. Tras abonar la cuenta, me alejé del café con paso lento, ignorando, como siempre, las miradas apreciativas de las damas, pensando que la próxima vez que ganara a la amazona, pensaba cobrarme mi tributo al vencedor, de laguna manera, y mi mente, pero sobre todo mi cuerpo recién despierto, ya barájame algunas opciones interesantes, que antes me tenía prohibido pensar, y que tomaría deseoso de esa amazona, cuando la venciera. Estaba tan concentrado en mis pensamientos mientras caminaba lentamente hasta el hotel para recoger mi equipaje, y pagar la cuenta, ya que en dos horas volaba a Escocia, tenía una reunión de accionista de las empresas Campbell a primera hora, que ni me di cuenta de que el teléfono me vibraba insistentemente, sólo la mirada molesta de una señora, con la que me crucé en el camino, hizo que regresara al presente, para sentir la vibración en el bolsillo de mi pantalón. Al mirar la pantalla, saltó el identificador de llamada, sin pensarlo, respiré profundament
Rowdy. -” Vaya Rowdy, te has hecho famoso de nuevo”- dijo Peter Creen, uno de mis amigos, y jefe de nuevos proyectos de la empresa de Silicom, donde trabamos los dos. Yo no le preste atención, seguí almorzando, y revisando en la pantalla de mi iPad las convenciones, charlas y exposiciones de proyectos que teníamos en la tarde de hoy, en dos horas teníamos que asistir a la convención de telecomunicaciones, y nuevas tecnologías, que había organizado la Universidad de la Sorbona, en Paris Además, no era la primera vez que, en las revistas de tecnología y comunicaciones, salía mi nombre, por algo era la cabeza visible, ejecutivo, e ingeniero, responsable del departamento I+D de una de las más famosas empresas en telecomunicaciones. Pero pronto mi curiosidad se despertó, ante las palabras burlonas de Navil Basak “Si, pero esta vez, no tiene nada que ver con ningún avance que hayas creado el genio de I+D.… Aunque tengo que decir que, como joven hombre soltero hetero, me gusta más estas
Rowdy. -” ¿Así que aquí es donde te escondes, maldita Lombriz?”- oí decir a la arpía antes de levantar la cabeza, cosa que hizo que mi humor se oscureciera más aún. Al alzar la mirada puede verla de pie delante de mí con los brazos cruzados mirándome, iba vestida con un traje negro ajustado, que llegaban justo unos centímetros por encima de las rodillas, el traje estaba cubierto por un abrigo de cuero a lo Matrix, largo y abierto, del mismo color que el traje. El pelo lo tenía recogido en una especia de gorra de diseño negra Gucci de cuero, que ocultaba su cara, y finalmente tenía unas gafas negras de sol oscuras de marca, algo que es totalmente ridículo, porque estamos en interior. Tuve la impresión de que la arpía de pelo rojo estaba disfrazada de espía de cuarta en una película de serie B, una de esas donde el espía trata de pasar desapercibido, pero lo único que consigue es llamar más la atención, por las estupideces que hace, y como va vestido. -” Que yo sepa, bruja arpía, yo