Connelly. -” Déjalo ya Betty Boo, llevas quejándote todo el viaje, si al final hemos conseguido lo que siempre hemos querido desde niñas, vivir juntas una temporada, y solas a kilómetros de la Diosa Miller, y de la Reina del control, Kimberly Blake .”- me dijo Amelia mientras bajamos de la limusina que nos dejaba frente al caserón reformado por Ailan, que el cuñado de Amelia, el multimillonario y dueño de M.F.P. Global multinacional, Finlay Alacintye, le había regalado en Edimburgo, Escocia, por conseguir su título de Fisioterapeuta. Amelia había conseguido trabajo en uno de los centros de Traumatología y Fisioterapia más prestigiosos de Reino Unido, que justamente se encontraban en la capital de Escocia. Además, Ailan, la hermana de Amelia, junto con su marido, Finlay, y los cuatro revoltosos sobrinos de Amelia, los cuatrillizos, se habían trasladado a vivir una larga temporada en el castillo de los Alacintye, al parecer Ailan deseaba supervisar la decoración de las habitaciones d
Angus. -” Me gusta tu hermana Amelia como mujer, quiero sali...¡Ah!”- mis palabras se quedaron a medias en lo más profundo de mis pulmones. Un puño fuertemente cerrado, como el contundente ariete del enemigo golpeando los portones de una fortaleza, de forma rápida, contundente, y desde luego esperada, golpeó en mi mentón haciendo que mi cara, y hasta yo mismo, fuera desplazado hacia un lado unos centímetros. -” Desde luego Angus eso de ser sutil, y comedido con estos temas, sobre todo sabiendo como es el Rey Arturo, no es la mejor forma de abordarlo, como que aún no lo entiendes.”- oí decir a lo lejos al bocazas de Gavin, mientras la risita de Leah se dejaba oir por debajo de sus palabras. Yo sólo me agarraba la mandíbula, para volver a mirar a un serio, y definitivamente furioso Roy Williams Miller, que ahora mismo me miraba con la intención de que me recuperará lo suficiente como para, seguramente, volverme a golpear. -” Déjame algo cuñado, que yo también tengo unas palabra
Amelia. Esa mañana me levanté con toda la ilusión que tiene alguien que por fin va a ver sus sueños cumplidos, años de estudio, prácticas interminables, un máster a muchos kilómetros de tu familia, prácticamente al otro lado del mundo, desembocaba en lo que iba a suceder esa mañana, mi primer día oficial como fisioterapeuta, en uno de los institutos más famosos que existía en el Reino Unido. Me había costado mucho pasar las diferentes entrevistas para conseguir esta plaza, y aunque no era mi única opción, por varias razones era la que más deseaba era mi familia, siempre había considerado, que pese a la diferencia que existe entre los cuatro herederos Miller, en cuanto a carácter, y forma de ser, nuestros padres nos habían enseñado a que la familia era lo primero. Se puede decir que crecí en una familia muy unida, que, pese a nuestro fuerte caracteres, siempre estábamos ahí para lo que necesitará el otro. Con esa idea fue la que me hizo decantarme por la oferta del instituto de fi
Angus. -” ¿Qué demonios haces aquí, Maldito Aniquilador?”- fue la primera reacción que tuvo esa salvaje amazonas al verme. Llevaba desde hacía rato mirándola desde lejos mientras ella se dirigía a su coche, su sonrisa sincera, y de felicidad, le hacía parecer incluso más atractiva, y no importaba que fuera con esos vaqueros ajustados oscuros, esa chaqueta de beisbol americana cerrada, y el pelo recogido en una coleta alta que despejaba su cara. Su forma de caminar, su sonrisa, el brillo de sus ojos, le hacía ver como si fuera vestida con el mejor vestido, del mejor diseñador del mundo, esa mujer era de esas bellezas que nunca te cansas de mirar, hasta el punto de obsesionarte con ella. Pero claro toda esa belleza etérea, y hasta divina, acaba cuando esa mujer abría su boca, sobre todo, y últimamente, cuando me ve, para transformarse en una guerrera amazona sedienta de sangre, en una valkiria descontrolada y agresiva, cosa que, por otro lado, me hace desearla más, creo que en defini
Amelia. En algún momento, de esa tarde debí tomar conciencia hacia donde desembocaba todo esto, en algún momento, debimos parar eso, pero bien sea por mi maldita cabezonería, o bien sea por mi furia desmedida, o por su actitud decidida de que no darse por vencido, de un ser al que no le gustaba perder, nos dejamos llevar por sentimientos, y acciones que en esos momentos, no eran lo más adecuados para enfrentarnos entre nosotros, sin pagar un alto precio, el cual, desde luego yo, no quería pagar, y del que él se arrepentiría más tarde, seguro. Creo que todo comenzó desde el momento que el idiota de Angus, de forma tan energúmena posible, me arrojo sobre el asiento de mi adorado y mimado Bumblebee, para mí fue tan indignante, que físicamente ese hombre me hubiera anulado, como que también impusiera sus decisiones sobre las mías, añadiendo a esto, que se atrevió a subirse a mi coche para conducirlo, algo que ni el propio Rey Arturo, que fue la persona que me lo regaló, se había atrevid
Angus. -” Para que te des por enterado, no sólo he dormido con hombres, sino que también he experimentado con más de uno, estaba en mi época universitaria es normal experimentar, adentrarte en lo desconocido, se puede decir que ...”- mientras escuchaba a la maldita guerrera lo bien que se lo había pasado en la cama de otros, cuando estudiaba en la universidad, sentí como una ira que yo desconocía, y que sólo la había sentido hace tres años en esa fiesta de víspera de navidad de los Blake, me inundó por entero. Hasta ese momento habia tratado de usar la razón para no asustarla, no sabía los sentimientos que Amelia sentía por mí con claridad, por lo menos desconocía los sentimientos que la actual, y desconocida Amelia me profesaba, pero esa ira descontrolada, esas reacciones que tuvo al contarme, a su manera, lo que había escuchado que dije a sus quince años, me dio esperanzas para pensar que, quizás, la pequeña Amelia, sentía más de lo que demostraba sentir por mí, y que por eso, ant
Amelia. No fui yo quien lo desnudos para poder tocarlo, fue un ser desconocido y descontrolado que tomó el control de mi mente y de mi cuerpo, un ser que tras sentir la magia que sus manos creaban en mi cuerpo, se dejó llevar por las ansias y el placer que él había descubierto, y despertado en mí. Eso fue lo que me dije a mi misma cuando la realidad nos golpeó, a los dos, mucho tiempo después, pero ahora, en ese momento, sólo sentía, y le hacía sentir, en mi nube de sentimientos descontrolados no sabía que me gustaba más, si sentir sus manos y su boca en mi piel, o la tensión y los gruñidos animales que mis caricias arrancaban de su boca, y de su cuerpo. Me sentía tan poderosa, tan femenina, tan capaz, del poder que me proporcionaba volver loco a ese hombre de deseo, que con eso sólo, saciaba mi placer. Pero pronto necesitamos más mucho más, y sin palabras, algo que ninguno de los dos dejo escapar en ningún momento, cuando la locura se desató, por miedo a que la magia se rompiera,
Angus. Nos quedamos abrazados sin quieren hablar, tapados por una mata que tenía sobre el sofá, mientras mirábamos el paisaje que se veía a través de la ventana, mientras oscurecía. Los ecos de las sensaciones vividas, aun nos arrasaban, de pronto una sensación de responsabilidad, y algo de arrepentimiento, me hizo abrir la boca, y de repente se desataron los infiernos. -” ¿Por qué me mentiste? ¿Por qué no me dijiste que eras virgen? ¿Sabes que después de esto, y por lo que une a nuestras familias, tenemos que casarnos? Hoy mismo hablaré con tu padre y con Roy...”- ni siquiera vi lo que me venía encima, pensé que la rigidez repentina de la mujer que estaba entre mis brazos era causada por la sorpresa de mis palabras, pero todo acabó cuando la escuché decirme. -” ¿Quién te ha dicho que me voy a casar contigo, Angus Blake? Sólo he cumplido una fantasía de mi juventud, simplemente has sido un pasatiempo, el que hayas sido el primero, ha sido como desbloquear un logro enquistado en mi