Angus.
-” Pero ¿Por qué siempre nos metes en tus líos, Rod Roy?”- me quejé, aunque yo ya sabía que era como hablar con una pared, ese ególatra CEO, era incapaz de ver más allá de su nariz.
Quizás justo por eso nos llevábamos también los dos, teníamos caracteres parecidos, dominantes, serios, seguros de nosotros mismos, éramos exigentes, protectores con lo nuestros, algo intensos, y definitivamente siempre sabíamos lo que queríamos, e íbamos a por ello, sin importar quien se pusiera por delante.
-” No, lo entiendo, porque quieres hacerle esto a tu hermana, y con Finlay Alacintye, nada menos, ese hombre es un pez gordo, es como tú, pero con humor, y más rico.”- dijo Lean burlándose del gran CEO del Grupo Miller, algo que sólo los años de amistad, y algunos golpes, a su debido momento, había cultivado.
Lean Murdock era un guaperas abogado de veintitrés años, que, junto a su padre, y otros socios, llevaba el famoso bufete de abogados de Murdock associated, en realidad llevaba muchos grandes conglomerados, entre los que estaban el grupo Miller, y las empresas de mi familia, el grupo Blake, pero sobre todo mi empresa principal y de la que yo era su CEO, Campbell Corp. Aunque era un buen abogado, tenía un gran fallo para mi entender que compartir con mi otro mejor amigo Gavin Conway, los dos eran los hombres más mujeriegos y bromistas que he conocido en mi vida, era algo muy normal que esos dos se metieran en problemas, sobre todo de faldas, y tuviéramos que, tanto Roy, como yo, sacarlos de ellos.
Gavin Conway, prácticamente creció con los Miller como uno más, se vino a vivir con su abuelo, el antiguo mayordomo de los Miller, James, que falleció hace dos años, y el difunto bisabuelo Miller, le dio la misma oportunidad que a sus bisnietos, y pronto descubrieron que era una persona dada a las artes, tanto a la interpretación, como al música, a sus veintipocos años, es un famoso actor de Hollywood, cantante y modelo, que como ya he comentado, comparte el defecto de Lean, algo que para un famoso como él, es extraño, y peligroso, algo que su agente, sufre a sobre manera.
-” Ella se lo buscó primero, yo sólo le facilito que la consiga, esa niñata es un cabezota.”- dijo haciendo que yo lo mirara sorprendido intentado descubrir si el gran CEO había bebido algo, que estaba borracho, en realidad.
-” Y desde cuando Rod Roy, tú permites que un hombre se acerque a tu hermana, si Ailan no te llega a engañar, ni hubiera podido acercarse a Patel.”- le pregunté usando el mote que usan los Miller, y entre nuestro grupo de amigos.
-” Desde que se dieron de puñetazos los dos, y de tantos golpes que recibieron ambos, hasta se hicieron amigos.”- dijo Gavin muerto de risa.
Decididamente en estos años entre Nueva York y Escocia, me había perdido mucho, y esto era parte de lo que me había perdido, llevar dos compañías era algo muy agotador, pero hasta este nivel de no reconocer a mi mejor amigo, al Rod Roy que yo conocía, era imposible, definitivamente las mujeres lo fastidiaban todo, que el serio CEO Miller encontrara a la mujer que amaba, lo había trastornado.
-” Y desde que, también, ese eficiente y seguro CEO, me va a quitarme de encima, a cierta pesada e incordiarte hermana, que le encanta volverme loco con sus locuras.”- me dijo Roy mirándome por encima del borde de mi copa, mientras sonreía de forma peligrosa, y reconociendo que, ese maldito, en el fondo no había cambiado.
En cierta forma lo envidié, al mismo tiempo que me enfado, que el pudiera librase tan rápido, y de forma tan eficiente, de uno de sus grandes problemas, y para mí, lo más pesado de pertenecer a una de estas dos familias, a mí me quedaban muchos años de carga, con la enana, rebelde, y desquiciada de Connelly, hasta que encontrar al estúpido merecedor hombre que fuera tan idiota de enamorarse de esa niña problemática.
Mi mirada de odio al maldito CEO fue más que justificada, aunque ante esos términos, desde luego, me alegraba que se libré, mi mejor amigo, de su carga, faltaría más, solidaridad masculina.
Roy en ese momento señaló con su mentón, hacia la puerta, y los tres dirigimos nuestra mirada, hacia donde él había hecho el movimiento. Por un momento, la mirada de un enorme gigante, muy atractivo, coincidió con la de Roy, y él comenzó a acercarse a nosotros.
-” ¿Miller?”- dijo escuetamente cuando estuvo a nuestro lado.
-” ¿Alacintye?, veo que te has decidido.”- le dijo el CEO Miller.
-” Nunca dije que no lo haría. ¿Murdock?”- dijo el liberador de la carga de Rod Roy, dándole la mano de paso a Lean, pronto comenzaron las presentaciones, donde se establecido una extraña fraternidad, incluso Finlay nos presentó a sus amigos.
-” ¿Cómo estas Alacintye?, Te presento a Gavin Conway, actor y cantante reconocido, y a Angus Blake, CEO Campbell Company.”- le dijo Lean.
- “Se quien es Gavin, y Murray también, aparte del encuentro que tuvimos para hacer “ejercicios”, ambos han trabajado juntos, pero no conocía a Angus Blake, pero si conozco a su abuelo, era amigo de mi padre. Encantado de conocerlo señor Blake, es un placer.”- dijo saludándole, dándole la mano.
- “¿No me digas que tú eres el hijo del señor G, digo, el señor Alacintye?, mi abuelo y tu padre fueron muy buenos amigos, antes de la muerte del señor G, mi abuelo también es escoces.”- le dije a Finlay Alacintye, reconociendo esos ojos que había visto anteriormente en el mejor amigo de mi abuelo, al que yo de pequeño llamaba el señor G.
Cuando me iba a responder Finlay, con una sonrisa, un revuelo en la entrada del salón hizo que todos nos giráramos. En la puerta cuatro mujeres vestidas para arrastrar a un hombre al infierno robaban la atención de todos, incluido nosotros. Cada una iba vestida con un vestido diferente, al cual más espectacular, y más delirante, fue así como mi infierno personal, se abrió para no cerrase jamás.
De golpe una pesadilla, que no sólo me afectó a mí, una pesadilla nada prevista, comenzaría en ese momento, una pesadilla que sólo fue el inicio de lo que, pronto, me haría descubrir algunas verdades, que me costaría reconocer, pero que volverían a mi vida planificada, segura, y perfecta del revés, la peor de las pesadillas.
Angus. Según los infiernos que pintó Dante, hay nueves círculos de infiernos, pues yo acabo de descubrir otro, uno que me iba a tragar por entero, que haría que, en la víspera de navidad, yo supiera lo que es el miedo y la desesperanza, sin contar con la ira, y un maldito dolor de cabeza que me estalló en el mismo momento que esas cuatro peligrosas mujeres se pararon en la puerta del salón, para ser el centro de atención, en especial de cualquier hombre entre trece, y noventa y nueve años, como demostró el estúpido de Gavin, junto al amigo de Finlay, Sean, al hablar a la vez: - “¿No me digas que esa es tu mujer? Dios si esta para ponerla en un cuadro y morir contemplándola, no hay hombre en esta sala que no la desee, ahora mismo.”- dijo Sean ganándose una mirada de Finlay que claramente decía que su vida tenía los minutos contados. Yo lo entendí perfectamente, pero una mujer que lo acompañaba, que presentaron como su representante, lo arregló, ya que cogió al actor, por la oreja, m
Amelia. - “No sé cómo me he dejado convencer, heredera”- oí que decía Hanna a la loca de Wendy, esa maldita provocadora, siempre te mete en problemas. Entendía a Hanna, completamente, no sabía qué hacía yo en esta fiesta, con esta pintan de femme fatal, a la que nunca me acostumbraría, sobre todo, con todo el mundo mirándonos, en especial, eso dos controladores de Roy y Angus, que, desde lejos, ya se veía que no estaban nada contentos, hasta a mi padre, y mi tío Jason, se les veía serio e incomodos, en cambio mi madre y mi tía Kim, estaban radiantes mirándonos orgullosas. - “Para darle una lección a mi hermano, pero visto lo visto, y tras ver a quien ha invitado para mortificarme, se merece todo eso, y más. Hasta que tu salgas de esta casa, con otro hombre, abandonándolo a su suerte, maldito traidor.”- respondió la maldita manipuladora de Ailan Miller, con una sonrisa de mala de película. Quizás deba explicar esto para que lo entendáis, la relación entre los hermanos Miller es d
Angus. - “Desde luego Amely, da vergüenza que te hayas dejado convencer por la loca de Ailan, y esta niñada, ¿es que no sabes nada de la vida?, pensé que eras más sensata, me decepcionas, no sabes lo que piensan los hombres cuando te ven así, ¡Qué vergüenza!”- no sé por qué dije eso, simplemente no me pude controlar, algo que nunca me había pasado, al menos con Amelia. Tampoco es que estuviera costumbrado a esta Amelia, hacía años que no tenía ese contacto que teníamos cuando éramos adolescentes, pero reaccioné como en esa época, sin pensarlo, verla así, tan diferente, tan tentadora, tan mujer, era algo que me descolocaba. Quería que todo volviera a lo conocido, a lo tranquilo, a lo de antes, a lo controlado, pero al parecer, por como reaccionó, eso no iba a volver a pasar ya, jamás. - “¿A quién llamas niñata, gilipollas?”- dijo Connelly cerrando los puños como para golpearme, algo que yo esperaba, pero es que esa maldita diabla pelirroja, es mi maldito castigo, desde que nació. L
Amelia. -” ¡Genial! Es que no me lo creo, por fin despertaste, Amelia Earhart, pensé que toda la vida serías como los perros que mueven las cabezas asintiendo sin control, que se colocan en los salpicaderos de los coches cutre, diciendo que sí, a todo lo que mi hermano diga, o haga.”- las carcajadas de Betty Boo destacaban sobre el sonido de la fiesta, mientras nos desplazábamos hasta la barra que había al fondo de la otra sala, mientras a mí aún me hervía la sangre por dentro. -” Ahora en serio, ¿De verdad, vamos a buscar a un hombre para cabrear a mi hermano? ¿O sólo estas dejando salir la ira?”- me preguntó la pelirroja cuando llegamos a la barra para pedir dos copas, que al menos para mí, serían de lo más fuerte que tuvieran. -” ¿Por qué crees que no estoy hablando en serio?”- pregunté mientras en mi cabeza resonaban las exigencias de ese estúpido de Angus, aunque tenía que reconocer que, la rabia que me roía ahora por dentro era más contra mí misma, que contra ese maldito est
Angus. Aun no me podía creer que esa desvergonzada mujer estuviera bailando con un desconocido, nunca lo había hecho, desde que la conozco, siempre había bailado o con Roy, o conmigo, dos veces en su vida había bailado con Gavin, y una con Lean, y aunque los dos siempre la han tratado como una hermana, conociendo los antecedentes con las mujeres, de esos dos, siempre yo terminaba intercambiando mi pareja con ellos, para evitar que se le metiera ideas extrañas, con la dócil y tranquila Amelia. -” ¡Dócil y tranquila! Eso es una maldita broma.”- dije en un murmullo, mientras la ira aumentaba. -” ¿Qué haces, Angus el aniquilador? ¿Por qué no estas persiguiendo alguna desvergonzada rubia, o morena, con muchas tetas, y poco celebró, que está loca por convertirse en la futura señora Blake?”- la voz deslenguada del castigo que mis padres me dieron, en forma de hermana, me hizo desviar la vista de esa pareja que tanto me molestaba, para mirarla. Frente a mí, con claro signos de querer ase
Angus. -” ¿Qué demonios quier...?”- la voz de mi padre, igual de enfadado que yo, interrumpió mis maldiciones. -” Eso mismo quiero saber yo, Angus Blake, que me expliques ¿Por qué tu hermana ha montado una escena en la pista de baile, amenazando con matarte, y ha terminado golpeando la entrepierna a uno de los invitados, con el que, según testigos, la dejaste bailando, para luego salir del salón completamente enfurecida? ¿Tienes algo que contarme?”- me dijo mi padre haciendo que yo mirara al cielo con hastío. -” Sólo puedo decir en mi defensa, que hubiera preferido ser hijo único, o al menos haber tenido un hermano.”- dije con voz cansada. -” No me sirve, busca a tu hermana, y entérate que pasó, si ese idiota con el que bailo, insulto a mi princesa, encárgate de que lo pague. Y espero que tú no hayas tenido nada que ver con todo esto, o entras también en el castigo.”- ese fue el ultimátum del parcial Jason Blake, cuando se traba de su princesa perdía las formas. Esa noche no volv
Amelia. -” ¿Qué hacéis vosotras aquí? ¿Dónde está Hanna?”- un rugido aniquilador, y muy típico del rey Arturo, resonó en el amplio salón del ático. El brinco que pegamos, tras ser despertadas bruscamente, tanto la futura top Model, como yo, fácilmente puedo asegurar, como futura fisioterapeuta que soy, que podía haber provocado una contractura, o una luxación grave en cualquiera de los discos cervicales del cuello o la espalda, desembocando sin lugar a duda en alguna lesión severa, por no hablar del cambio brusco de nuestro ritmo cardiaco, que el estúpido de mi hermano mayor provocó en las dos, y que estuvo muy cerca del paro cardiaco. -” Pero a ti, ¿qué te pasa, Rey Arturo? ¿Eres idiota? casi nos matas del susto.”- le dije con un gruñido, mientras aún sostenía mi mano sobre mi pecho, para comprobar si mi corazón, aún estaba allí. -” ¡Joder, primo Roy! ¡Eres un jodido psicópata! ¿No puedes ser ...?”- un nuevo rugido tipo león del Rey Arturo interrumpió nuestras quejas. -” ¿Dónde
Amelia. -” ¡Por fin! Pensé que ni siquiera vendrías en el día más importante de mi vida, comprendo que la gran fisioterapeuta esté tan ocupada, que sólo has aparecido para el nacimiento de sus sobrinos, o para tratar, en los primeros años de rehabilitación, a la preciosa Mía, durante estos tres años, claramente eres la peor amiga del mundo...”- las quejas interminables de esa enana, comenzaron, como era costumbre, a partir de ese momento, y yo no pude evitar sonreír ante la crítica telefónicas que la exigente Connelly me dirigía, mientras yo, como siempre, dejaba mi mente vagar en mis recuerdos. La verdad es que, desde hace tres años, mi vida has ido un sin número de viajes, cursos, y másteres, en los mejores institutos de fisioterapia, de América, Europa y Asía, que se intensifico tras acabar mi año de carrera. Incluso asistí medio año al centro especializado en traumatología, al que asistió Mía en Alemania, exactamente en Berlín, para poder volver a caminar. Estos años me han se