Después de unos minutos, Rut decidió regresar a casa. Al entrar, vio a David sentado en la mesa del comedor, trabajando en su computadora. Sin embargo, Rut pasó directamente a la cocina, donde encontró a doña Rebeca, con quien comenzó a platicar.Rut sentía la necesidad de compartir toda la verdad con ella. Mientras tanto, doña Rebeca le contaba a Rut un pasaje de la biblia que se encuentra en el libro de San Lucas, capítulo 10, versículo 25. Rut escuchaba atentamente, y luego doña Rebeca le dijo:— En la biblia hay un libro que lleva tu nombre. Cuando tengas tiempo, puedes leerlo. Rut respondió que no tenía una biblia, y doña Rebeca le ofreció conseguírsela, con la condición de que se comprometiera a leerla. Rut aceptó dicho compromiso:— Lo prometo — dijo.— Trato hecho, espera aquí mientras regreso — concluyó doña Rebeca.Doña Rebeca fue por la Biblia y Rut se quedó en la cocina esperando. Al poco tiempo, doña Rebeca regresó con la Biblia y se la entregó. Aunque Rut intentaba dis
Luego, las chicas continuaron viendo más fotos y, efectivamente, en todas ellas aparecía Olivia. Doña Rebeca tenía razón. Sin embargo, por alguna razón, las chicas no mencionaron nada al respecto hasta que llegaron a las fotos más recientes y Wendy exclamó: — Esta foto es reciente. Rut se la mostró a doña Rebeca, quien afirmó: — Sí, esa foto fue tomada en el último cumpleaños de David y, como puedes ver, allí está Olivia. Nunca falta a sus celebraciones de cumpleaños — dijo doña Rebeca. Rut cerró el álbum y se lo entregó a doña Rebeca, quien lo guardó. Ambas chicas se quedaron en silencio, pensando en lo mismo. Después de un rato, Rut recordó lo que le había prometido a doña Rebeca y pidió a Wendy que la ayudara. Se levantaron y fueron a buscar la Biblia. Wendy enseñó a Rut cómo buscar cada libro, pero le sugirió que la leyera en privado. Luego, bajaron a la cocina. Mientras preparaban el almuerzo, Rut hizo una torta a petición de Wendy. Como los chicos no llegaría
Ella estaba leyendo la Biblia con el libro de Rut en mano cuando sonó la puerta; era Doña Rebeca, a quien Rut le abrió. Al entrar, Doña Rebeca le dijo: — Ah, estás leyendo el libro que te dije, ¿te costó trabajo encontrarlo?. A lo que Rut respondió: — No, Wendy me ayudó. Entonces Doña Rebeca preguntó: — Ah ya, me parece bien. Cuéntame, ¿de qué se trata?. Rut comenzó a contarle la historia. Después, Doña Rebeca volvió a preguntar: — Y dime, ¿qué te parece esa historia?. Rut respondió: — Pues bonita, con un final feliz, sin poder encontrar las palabras para describirla. Doña Rebeca permaneció observando a Rut y le dijo: — Si decidimos vivir para Dios, nuestra historia también tendrá un final feliz.A la mañana siguiente, como el día anterior, todos se levantaron muy temprano y se sentaron a comer. Después de agradecer a Dios, estaban comiendo cuando David recordó algo y dijo: — Mamá, hoy no llevaremos almuerzo...Un gemelo lo interrumpió: — ¿Vamos a venir a comer aquí?.
Luego de regresar, Rut se reunió con los chicos, quienes no dejaron de mirarla hasta que llegó a donde estaban ellos.— ¿Ya probaron la torta? — preguntó Rut al ver que todos la miraban fijamente.Los gemelos, al escuchar esto, parecieron despertar y comenzaron a repartir porciones de torta. Sin embargo, David, en lugar de unirse, se quedó pensativo mirando al suelo y ni siquiera terminó de comer.Después de la merienda, se dispusieron a trabajar. Rut se unió a uno de los gemelos para ayudarle, y luego se les unieron los niños. Juntos les explicaban cómo plantar. El sol estaba intenso y Rut, al no llevar nada en la cabeza para protegerse, pronto se puso colorada como un tomate. Decidió tomar un descanso, lo que animó a los demás a hacer lo mismo. Se miraban entre sí.— Rut, parece que te pintaste la cara de rojo — bromeó uno de los gemelos. El otro le quitó el sombrero y se lo colocó a Rut, diciendo: — Ahora sí, Rut, ríete del sol. Todos rieron, incluso Rut, al ver la jovialida
"Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu" (Salmos 34:18). Una ligera llovizna caía cuando Gabi llegó a la puerta de la casa de su tía. Tocó la puerta y el esposo de su tía la abrió. Al verla, llamó a su esposa, la tía de Gabi, quien al verla dijo: — ¿Qué haces aquí? Mi madre ya falleció, así que no tengo nada que ver contigo. No tengo por qué tolerarte, ya que la que me obligaba a hacerlo ya no está. — Johana, no seas tan grosera con la muchacha — comentó el tío político — . Ni siquiera le ha dicho por qué ha venido. — No, ni quiero saber — respondió la tía enojada . Que se vaya de mi casa. Esta muchachita le quitó todo a mi mamá, toda su vida, hasta el último aliento, y ni siquiera tuvo la decencia de presentarse en su entierro. Gabi, con lágrimas en los ojos, escuchaba en silencio, apretando sus manos. Aunque pensó en defenderse, optó por callar, sin fuerzas para enfrentar las acusaciones de su tía. Mientras su tía y su tío discu
La casa irradiaba un ambiente acogedor que momentáneamente permitió a Rut olvidar su miedo. Una fotografía enmarcada de toda la familia captó su atención en medio de las demás imágenes. En esta foto se encontraba Doña Rebeca junto a un caballero que, por su semejanza con David, parecía ser el esposo de Doña Rebeca. También figuraban David, los gemelos, y de manera sorprendente, un chico y una chica de ojos claros y cabello rubio. Estos últimos dos, notoriamente parecidos entre sí, resultaron ser los hijos mellizos de Doña Rebeca: Alex y Alexa, que siguieron en edad a David. Luego estaban los gemelos Joel y Johan, y finalmente, Doña Rebeca.Al observar la fotografía, Rut notó que Doña Rebeca se acercó a su lado y comentó con una sonrisa: "Ahí estamos todos, la familia al completo: mi difunto esposo David, mi hijo David, y estos dos, mi hijo Alex y mi hija Alexa, que son mellizos después de David. Y, por supuesto, los gemelos Joel y Johan... y yo, Rebeca". La risa nerviosa se contag
Después de la comida, los chicos llevaron los platos a la cocina. Rut quiso ir con ellos, pero doña Rebeca se lo impidió, diciéndole:— Ya nos ayudaste mucho hoy. Ahora es hora de descansar. Los chicos van a lavar los platos y yo te acompañaré a tu habitación.Ambas subieron a la habitación después de una corta conversación. Doña Rebeca se despidió, asegurándole a Rut que no se preocupara por nada, que se relajara y tratara de dormir.Rut intentó dormir, pero las horas pasaban y no podía conciliar el sueño. Además, empezó a sentirse mal, con fiebre y dolores, ya que había salido recientemente del hospital. Decidió levantarse e ir a la cocina por un vaso de agua. Con cuidado de no hacer ruido para no despertar a nadie, pasó a tientas por el oscuro pasillo, ya que todas las luces estaban apagadas. Difícilmente llegó a las escaleras, apenas vislumbrando una tenue luz proveniente de la sala. Bajó las escaleras, pasó por la sala y se dirigió a la cocina. Aunque sabía que estaba en la co
A la mañana siguiente, cuando apenas amanecía, doña Rebeca fue al cuarto a ver a Rut. Abrió la puerta sigilosamente para no despertarla. Rut estaba dormida, así que doña Rebeca se acercó silenciosamente y le tocó la mano para comprobar si la fiebre había regresado. Al sentir el contacto, Rut abrió los ojos y doña Rebeca se vio obligada a hablar con ella.— ¿Cómo te sientes? —le preguntó.— Mejor, gracias a Dios —respondió Rut.A doña Rebeca le agradó la expresión de Rut y agradeció a Dios por ello. También le indicó a Rut que continuara descansando, que no se preocupara por nada y que se sintiera como en su casa. Luego se retiró para dejarla descansar.Sin embargo, Rut no quiso permanecer acostada por más tiempo y se levantó minutos después, justo cuando doña Rebeca se había dirigido a la cocina. Al llegar, vio a doña Rebeca trabajando sola y le ofreció su ayuda.— ¿Puedo ayudarle? —dijo Rut.— ¡Ay, hija, me asustaste! Pensé que estabas en tu cama —exclamó doña Rebeca, asustada. — Ya