NARRADORAEN EL CAMPAMENTO DEL DUQUE THESIO…—¿Han podido sacarle algo a ese espía? —Thesio le preguntó al mensajero que regresaba a caballo.Estaba apostado en un campamento improvisado, algo lejos del campamento principal que controlaba su general.—No, señor, ni siquiera bajo tortura ha dicho nada útil —le informó.Thesio frunció el ceño, sentado sobre el tronco caído de un árbol.Hubiese querido intimidar a ese hombre él mismo, pero no le convenía estar en ese sitio tan comprometedor.Conocía a Elliot; ese hombre se agarraría de lo que fuese para incriminarlo y, ahora con esa caja de seguro en su poder, Thesio se temía lo peor.En un caso extremo podría buscarse un chivo expiatorio, decir que Arthur fue el cerebro pensante, que actuó a su espalda, por eso no le convenía dar el frente.—Regresa y dile a Arthur que lo elimine, que desmantele todas las evidencias, que recoja el campamento sin dejar nada atrás —tomó su decisión al instante.Ya basta de jugar al gato y al ratón.Era ev
NARRADORA—¡Aggrr, suel… tame… maldi…to! —Arthur luchaba como un tigre acorralado.Su torso se contorsionaba intentando girarse para quitarse de encima a la alimaña que le había saltado sobre la espalda.Las manos de Álvaro temblaban más y más a medida que apretaba la soga entre sus muñecas.Las venas se veían abultadas, haciendo relieves sobre la piel, y las heridas escurrían con rastros de sangre.Apretó los dientes, viendo solo oscuro, a punto de perder la consciencia, pero las ganas de vengarse mantenían su ira funcionando.Sin embargo, no fue suficiente.Aflojó solo un segundo, solo uno, y su cuerpo entero giró cayendo de lado sobre la dura tierra.Se golpeó la cabeza, gimiendo de dolor, la garganta desollada.A lo lejos, los rugidos de la lucha; cerca, la tos ahogada de su enemigo.Álvaro intentó incorporarse, pero esta vez su cuerpo no le respondió. El golpe de adrenalina ya estaba pasando.—¡Maldito desgraciado, ahora verás si no acabo contigo! —sintió el alarido y el peso sob
NARRADORAAlzó la cabeza y rugió a los cielos, un sonido gutural salido del fondo de su garganta que espantó a los pájaros, escapando en bandadas por el depredador absoluto que estaba por aparecer.Alexia lo vio todo, un líquido turbio amarillo bajó por entre sus piernas; el olor a acre, a miedo, a muerte, se respiraba en el aire.Aun así, vio la última oportunidad de escapar, mientras Elliot lidiaba con todas esas nuevas sensaciones raras, que ya no reprimía y estaba dejando fluir como una presa por completo abierta.Se levantó con el orine escurriendo por sus muslos y comenzó a correr a trompicones, alejándose más y más de la bestia.Elliot cayó al suelo, apoyado en sus manos y rodillas; las uñas negras, incluso de los pies, se alargaban rompiendo las botas, duras, como cuchillas afiladas.La mandíbula se remodelaba, a punto de expandirse en un fiero hocico; la piel ardía como si estuviese en carne viva y los folículos pilosos se dilataban para dar paso al pelaje.Parecía inminente
NARRADORAAldo nunca pensó que viviría para ver algo tan extraordinario.La enorme pared de hielo y piedras, que le impidió la escapada a él y a Tomas, no era ningún obstáculo para un lycan.Miró hacia arriba, viéndolo escalar a pura fuerza bruta.Las garras de las patas se encajaban haciendo huecos en el hielo, y se impulsaba hacia arriba.En su espalda, atado a él, llevaba un saco hecho con restos de ropas de los cadáveres dejados en la lucha anterior, llenas de sangre y suciedad.Dentro, iba desmayada la valiosa hija del ama de llaves.No pudo resistir el dolor agonizante de los “arreglos” que le hizo el jornalero, para asegurarse de que no los delatara.Aldo lo vio saltar, ya en la cima, y arrojarse al vacío, varios metros mortales hasta el otro lado, perdiéndose de su visión.Cuánto poder.Ojalá pudiera salvar a su hembra, porque si ese poderoso ser perdía a su compañera de manera violenta, iba a sembrar caos en este reino.*****KATHERINE—¡MÁS DEPRISA! —le grité al jinete que l
NARRADORA—¿Se… señora? — la doncella se atrevió a dar un paso adelante, empujando suavemente la madera—. Lo lamento si duerme, es algo urgente, no sabemos si la Duque… ¡Aahhh!Gritó llevándose las manos a la boca cuando vio tendida a la nana Fiona sobre la alfombra, con un charco de sangre alrededor de su cabeza.El instinto la hizo moverse hacia adelante en vez de quedarse congelada o escapar.—¡Señora Fiona! —se arrojó de rodillas al lado del cuerpo inerte.Laura había sido voluntaria en el centro de tratamientos, sabía las cosas básicas.Estiró los dedos temblorosos, sus labios también temblaban. ¡Todo en ella se movía incontrolablemente!—Que esté viva, por todos los cielos, por favor, Sra. Fiona —las yemas frías tocaron el pulso en el costado del cuello.Luego de unos segundos, Laura cerró los ojos y unas lágrimas se escurrieron desde las esquinas.—¡¿QUÉ LE HICISTE A FIONA?! —el rugido de la Duquesa la hizo reaccionar.Laura abrió los ojos de golpe, para ver la expresión disto
NARRADORAEl impacto fue brutal; el aire de la mujer se escapó de sus pulmones con un jadeo ahogado mientras su cabeza chocaba contra la piedra.El dolor fue inmediato y cegador.Katherine sintió que el mundo giraba a su alrededor antes de desplomarse, sin fuerzas, sobre la mullida alfombra.Su visión se nublaba y desde el suelo, apenas pudo distinguir a Francis alejándose, una sombra que desaparecía por la puerta.*****Mientras tanto, Francis corría como un condenado por el pasillo, esquivando a algunas doncellas que revisaban las habitaciones, internándose en un área abandonada.El “tesoro” que se robó en las manos, directo hacia el ala de los difuntos Duques, donde casi nadie buscaba y se encontraba su boleto de salida de esta prisión.*****KATHERINE— ¡Señora! - en medio de mi nebulosa escuché un grito femenino que me llamaba y unas manos que intentaban incorporarme.Mis ojos algo turbios lograron concentrarse por un segundo.Era una doncella y dos mozos que me ayudaban, parece
VALERIA — ¿Estás… estás segura Esther? – le pregunto con la voz quebrada. Mi corazón late apresurado, lleno de felicidad. — Muy segura Luna. Está embarazada. — ¿Por qué no he podido olerlo o su padre? – le pregunto preocupada. — Es muy reciente, quizás por eso, dele más días y debería percibir sus feromonas. Me responde y asiento, con los ojos nublados por las lágrimas. Soy la Luna de manada “Bosque de Otoño”. Hace tres años me casé con el hombre que amo con locura, a pesar de no ser mates destinados, mi Alfa Dorian. He dado todo por ser la Luna perfecta, el pilar al que pueda apoyarse, sin embargo, una sombra opaca mi matrimonio y era el tema del heredero. Nunca había podido salir embarazada y admito que no comparto mucho la cama con Dorian, pero sé que sus obligaciones de Alfa lo tienes demasiado ocupado y estresado. — Por favor, no le digas a nadie en la manada. Deseo sorprender a mi esposo. — Pierda cuidado Luna, no diré nada. ¡Felicidades! – me sonríe y le devuelvo la
VALERIA Me muerde con saña en el muslo y me arrastra debajo de su cuerpo, controlándome sin piedad. Intento resistirme, pedir ayuda, mis manos sobre mi vientre tratando de defender a mi cachorro, pero sus garras, como armas mortales, perforan mi piel, destrozando todo mi pequeño cuerpo vulnerable. Tengo que subir los brazos por instinto, cuando sus garras afiladas se dirigen a mi rostro y grito en agonía debido a una profunda herida que atraviesa mi mejilla desde mi frente. Al dejar descubierta mi barriga, él arremetió contra nuestro hijo. — ¡¡¡NOOOO, el cachorro no, por favor Dorian, MI HIJO NO…!!! Las lágrimas salían sin cesar de mis ojos mientras le suplicaba, pero sus caninos devoraban mi carne y sus garras buscaban en las profundidades de mis entrañas a sangre fría, queriendo sacar la vida que llevaba dentro. No sé cuánto tiempo duró esta agonía, sollozaba implorándole mientras pude hablar. El dolor en todo mi cuerpo era insoportable, pero más mi alma, que sangraba destroz